La revista Crónica de 1934 define así a la joven mujer de aquel año:
"Fino cuerpo de tanagra: piernas largas, ágiles y fuertes; vientre enjuto, ceñido por músculos de acero tendidos bajo el raso de la piel bronceada por el sol; senos menudos y firmes; rostro puro y alegre, de niña sana; cabellos cortos, dados al aire en el altivo porte de la cabecita inteligente y libre de prejuicios.- He aquí a la muchacha moderna, cifra quizá la más alta de la belleza femenina de todos los tiempos."
Posas sola, desinhibida. Sobra el velo que hace un momento te arropaba. Sonrisa que delata la intención de mostrarte en todo tu esplendor, delicada fémina del año 34.
"Fino cuerpo de tanagra: piernas largas, ágiles y fuertes; vientre enjuto, ceñido por músculos de acero tendidos bajo el raso de la piel bronceada por el sol; senos menudos y firmes; rostro puro y alegre, de niña sana; cabellos cortos, dados al aire en el altivo porte de la cabecita inteligente y libre de prejuicios.- He aquí a la muchacha moderna, cifra quizá la más alta de la belleza femenina de todos los tiempos."
Posas sola, desinhibida. Sobra el velo que hace un momento te arropaba. Sonrisa que delata la intención de mostrarte en todo tu esplendor, delicada fémina del año 34.
El arte de la fotografía
"Una muchacha de 1934"
Lápiz y pincel
"La adolescente"
Dibujo, por Ribas
Sólo para ellas
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El erotismo, lo sensual y sugerente dejaban de ser temas tabú y pasaban a formaba parte del "Libro de estilo" de la época. Los ángulos de enfoque y la luz en las fotografías; las poses, miradas y expresiones; los motivos representados; la vestimenta y modelos; los títulos y narraciones; las ilustraciones estilizadas, y todos los detalles que hoy han dejado de sorprender, fueron seña de identidad de la década de 1930 que convertirán la figura femenina en una expresión artística.
Lejos de interpretaciones vejatorias, discriminatorias y/o que puedan ofender a la mujer, las fotografías, ilustraciones y publicidad que aquí aparecerán corresponden a una época en que las féminas comenzaban a tener mayor protagonismo, perdían esa absurda condición de "sexo débil" y recibían no pocas alabanzas. Por desgracia, y durante mucho tiempo, aquel ideal fue truncado una vez finalizada la Guerra Civil.
© 2013 Eduardo Valero García - HUM 013-035 MADEROT
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