lunes, 30 de junio de 2014

Madrid, últimos días de junio de 1914


En portada
La Esfera, del 27 de junio de 1914. Año I, Número 26



Efemérides
Junio 1914
Un repaso
Para resumir, aquel mes de junio llegó de visita a Madrid Theodore Roosevelt, ex presidente norteamericano. Fue muy bien recibido, a pesar de las diferencias y resentimientos. El motivo de su visita era asistir a la boda de su hijo Kermit, que contraía matrimonio con Mss. Belle Willard en la Embajada de Estados Unidos en Madrid.

Roosevelt. -¡A los pies de usted!
Madrid. -¡Beso a usted la mano!



En el Congreso se discutía sobre la inmoralidad del juego y de la permisividad del Gobierno ante las prohibiciones. Llegando la época en que los señores políticos marchaban a veranear a San Sebastián, un diputado preguntó si se iba a permitir jugar en el Casino de esa ciudad. Aquella discusión fue tan importante como el del Tratado con Italia, que tanto daño podía hacer a España.

Por su parte, en los debates del hemiciclo, la izquierda tomó por grito de guerra el "Maura, no", mientras que los mauristas exageraron en gran manera el "Maura, sí". Tal es así que, en Valencia, radicales y mauristas andaban a tiros por la calle gritando ¡Maura, sí!, ¡Maura, no!. En Santander, con los mismos gritos, un mitin acabó en ring de boxeo.

-Hágame usted el favor de cambiarme este billetito de veinticinco pesetas con el ¡Maura, sí!, por quinientas perras chicas con el ¡Maura, no!

El domingo 21 se inaugura la plaza de Nicolás Salmerón.


El día 23 se anunciaba la inauguración de temporada de verano del parque de recreos Magic-Park, que estaba en la calle Ferraz con Paseo de Rosales. Ofrecemos más información sobre este parque en las efemérides del 14 de junio de 1913, fecha en que fue inaugurado.



El día 27 por la noche quedaba inaugurada la Casa del Pueblo radical de la calle de Relatores.



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Domingo 28
Máxima  26,4º
Mínima  15,8º


Del extranjero
Detonante de la Primera Guerra Mundial
Asesinato del archiduque Francisco Fernando y su esposa en Sarajevo
A pesar de que la noticia llegó a Madrid el día siguiente, aquel 28 de junio de 1914 por la tarde fueron víctimas de un atentado los archiduques de Sarajevo (Austria). El heredero de la Corona Astro-húngara y su esposa, la condesa Sofía Chotek, fueron asesinados a tiros por miembros del grupo serbio "Joven Bosnia", ligado al grupo nacionalista "Mano Negra". El autor de los disparos fue Gavrilo Princip; su cómplice, Cabrinovic, quien arrojó la bomba.


Aquel suceso será el detonante para el comienzo de la Primera Guerra Mundial. Lo gracioso del caso es que el joven Gavrilo Princip, de tan sólo diecinueve años, declaro que "su propósito era matar a una alta personalidad cualquiera, inspirándose tan sólo para ello en motivos de carácter nacionalista." [Heraldo de Madrid, 29 de junio de 1914. En portada]


Fotografía
El atentado de Sarajevo
Las fotografías corresponden al fotógrafo Trampus, y fueron publicadas en la revista Mundo Gráfico del 15 de julio de 1914. La primera de ellas muestra a los archiduques a su llegada al Ayuntamiento, después del atentado con bomba del que salieron ilesos. Más tarde morirán a consecuencia de los disparos. Según las primeras informaciones, la condesa había recibió un tiro en el abdomen y el archiduque en el cuello.






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Lunes 29
Máxima  28,6º
Mínima  15,7º


Cosas de la Villa
La guerra del pan
Recordarán nuestros lectores que en efemérides pasadas se hablaba del precio del pan y los conflictos que esto había ocasionado. Pues bien, a pesar de los esfuerzos del alcalde por controlar los abusos en el precio y peso del pan, los panaderos y tahoneros estaban conspirando en la sombra. La situación continuaba tensa y  el pueblo, harto ya de tanto abuso, se manifestó por las calles. Hubo panes -voladores algunos- y tortas, de las que duelen.


A las nueve y media de la mañana empezó a formarse en las proximidades de la plaza de la Cebada un grupo, compuesto principalmente de mujeres, que a los gritos de ¡que baje el pan! invitaban a vendedores y vendedoras de la mencionada plaza a secundar su protesta y dirigirse a la Casa de la Villa a manifestarse.
Serían aproximadamente las once de la mañana cuando la manifestación se puso en marcha hacia la Casa de la Villa, procurando pasar antes por todas las tahonas y despachos de pan que había en el trayecto. Ante todos ellos paraban los manifestantes y gritaban contra la tiranía de los tahoneros, viéndose obligados muchos establecimientos de pan a cerrar sus puertas por temor a represalias.
La manifestación, cada vez mayor, entró por la calle de Santiago a la del Espejo, donde había un establecimiento de pan, a cuyas puertas comenzaron á gritar desaforadamente pidiendo que bajase el precio del pan. El tahonero, en vez de cerrar las puertas, como habían hecho otros, comenzó a echarles  todos los panecillos que tenía en la tahona. Aquella lluvia de panes se prolongó hasta agotar existencias y fue del beneplácito de los manifestantes, que vitorearon al tahonero y sus empleados.
La manifestación continuó su marcha hasta la tahona de las Descalzas, que estaba cerrada a cal y canto; desde allí se dirigieron por la calle del Arenal hasta el Ministerio de la Gobernación para conferenciar con el ministro.
La Puerta del Sol ya estaba abarrotada de gente que gritaba "¡Pan para nuestros hijos!", "¡Que baje el pan!".
Por la tarde se agravó aún más la situación. Muchas tahonas fueron atacadas por los manifestantes, especialmente en los distritos de Universidad, La Latina y Cuatro Caminos.


El pueblo madrileño, cansado ya de tener que pagar mucho por un artículo de primera necesidad que, además, no cumplía con el peso ni con la calidad exigida por el Ayuntamiento, tuvo que demostrar su descontento de aquella manera. Hoy les hubiese caído una terrible multa y la condición de "antisistemas", "izquierda extrema", "anarquistas" y/o "perroflautas".


-¡Ahora sí que hemos hecho un pan como unas hostias!

La cuestión es que con aquellos disturbios, aunque el pueblo se había tomado la justicia por su mano, se consiguió reducir el precio del pan a los valores anteriores a la última subida. Subidas que eran desproporcionadas y que se venían sucediendo desde 1913.


Festival de la Asociación de la Prensa
La noche de aquel día, a pesar de los disturbios de la tarde, se celebró el festival organizado por la Asociación de la Prensa con la que quedaba inaugurada la temporada de verano en los jardines del Parque de Madrid (El Retiro). Artistas de la talla de Toto, La Preciosilla y La Chelito, formaron parte en aquel evento al que tantos madrileños eran aficionados.
La banda municipal, bajo la dirección del maestro D. Ricardo Villa, interpretó obras de Wagner, Beethoven, Luna y Chapí.




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Martes 30
Máxima  29,2º
Mínima  14º


Cosas de la Villa
Continuaba el conflicto del pan
Como el día anterior, continuaban las manifestaciones contra los abusos en el precio del pan. Ahora se sumaban altercados contra los vendedores en general. Desde muy temprano se conocía la intención de arremeter contra los vendedores de la plaza de la Cebada, primero, y luego a los comercios minoristas del distrito de La Latina. Por tal motivo, el director general de Seguridad, Sr. Méndez Alanís, había dado orden a la Guardia civil de apostarse en toda la zona. Más tarde ordenó que se disolviesen a los grupos de personas que intentaban hacerse fuertes. Por último tuvo que ordenar cargas contra el pueblo allí concentrado, principalmente en las calles de Toledo, Humilladero, Santa Ana, Paloma, y demás afluyentes a la plaza de la Cebada.
La joven de catorce años, María Martínez, domiciliada en la calle del Espino número 6, recibió un sablazo plano en la cabeza cuando escapaba del tumulto ante una carga de la Guardia civil.
Un grupo numeroso de manifestantes intentó asaltar el cuartel de la Guardia civil de la calle Toledo, situado cerca de la puerta homónima. La carga de los guardias hizo que el tumulto se dispersara en todas direcciones; algunos manifestantes se encerraron en el Matadero. El teniente llamado López, pistola en mano, se acercó a la verja de aquel sitio para ofrecer a los manifestantes la paz o un tiro. Así de rotundo.






Mítines de panaderos
En Lux Edén
A las dos de la tarde comenzó el mitin de los obreros panaderos que se prolongó hasta las cinco.
En él se intentó buscar una solución al conflicto del día anterior, dejando claro que los obreros nada tenían que ver con los abusos de la patronal pero estaban pagando los platos rotos. Por otra parte, se recordó que la Casa del Pueblo se había comprometido a defender a los obreros panaderos.


En el teatro Barbieri
La noche de este día la Casa del Pueblo celebró un mitin en el teatro Barbieri para tratar el tema de la carestía del pan y los abusos de todos los expendedores de artículos de primera necesidad en general. A él acudieron los trabajadores panaderos para encontrar una solución al conflicto.




Cosquillas
Juan Pérez Zúñiga y el pan

DESPUÉS DEL MITIN
«¿Le parece bien,
mi señor don Juan,
lo que me pasó
por subir el pan?
Doce, en vez de diez,
por el pan pedí;
¡pero vive Dios
que me divertí!
¡Asómese usted
á mi ruin chiscón
y verá la gran
desenroscación!
Un millar, señor,
de hombres de poder
sobre mi local
hubo de caer,
y a su empuje atroz
no quedó un cristal
ni un pedazo del
cierre de metal.
Y hubo quien, por ser
caco de afición,
se coló hasta el fin
de la habitación,
y sin más ni más
se llevó (según
luego he visto) dos
cajas de betún
y un San Luis, a quien
suelo yo rezar
cuando algún edil
viene a repesar.
Ya sé quiénes son
los del tal belén,
pues cargaron, ¡ay!,
en un santiamén,
con los bajos, Fons;
con las trenzas, Más;
con las roscas, Gil;
con los cuernos, Blas...
El hogar, en fin,
se me saqueó.
¡Hasta mi mujer
desapareció!
¡Para siempre, sí,
la perdí, quizás!
¡No permita Dios
que parezca más!
Y para acabar,
gracias a un zulú,
tengo aquí un chichón
como el Gurugú.
¡En mi vida el pan
volveré a subir!
¡No tengo valor
para repetir!
No, señor don Juan,
¿Subiditas? ¡No!
¡Eso... diga usté
que lo digo yo!»

Por el escarmentado,
Juan PEREZ ZUÑIGA.
1º. de Julio de 1914.


-¿Quedamos?
-¡En que no está el horno para panecillos de más de diez céntimos!

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© 2014 Eduardo Valero García - HUM 014-041 EFEMERIDES1914

domingo, 29 de junio de 2014

Coplas del domingo: No hay veraneo


En este junio del siglo XXI, Antonio Casero nos retrotrae con su copla dominguera al verano de 1912. Diálogo entre dos madrileñas; la una jóven, la otra vieja, que hablan de los proyectos estivales truncados y sus motivos. Las dos salen mal paradas; la primera por quedarse sin verano; la segunda, por metomentodo.


Coplas del domingo, por Antonio Casero
Publicada en el Heraldo de Madrid del 21 de julio de 1912 (Portada)

NO HAY VERANEO
—¿Adónde vas esto año?
—Al noventa del Bastero
á respirar los mirismas
del patio, que son mu güenos.
—¿Cómo no te lleva el tuyo
veinte días á Pozuelo?
—Me marea el oleaje,
y lo tie prohibido el médico;
está la cosa mediana,
además, ¿pa qué más fresco
que mi marío?
—Me dejas
encantá del to.
—Lo siento.
—¡Mia que no dir este año,
como otros, de veraneo!
Es inaguantable, chica;
dime, ¿á qué obedece eso?
—A que Don Alfonso Trece
nos tie privaos de su afezto;
vamos, que no hay linda luca,
ú lo que es igual, ni un céntimo.
—¿y en qué se gasta tu hombre
lo que gana?
—En el teléfono.
Ne compre pan.
—Es sencillo;
na, que siempre está pidiendo,
trin, trin, comunicación
con Valdepeñas,
—Ya veo
la cosa; ¿le place el soplen?
—Más que una mazurca.
—¿Pero
será d'hace pocos meses?...
—Señora: es de nacimiento;
pa mí que tomaba el triple
en biberón.
—No lo entiendo;
yo no sé cómo hay personas
que sean así.
—Misterios…
— Ca casa es una novela
social, no te ocupes de eso.
¿De forma que en los Madriles
por bebedor?
—¡Pa los restos!
—¿y á tu celtíbera madre
que la parece este juego?
— Un tute arrastrao; la pobre
ya me lo dijo hace tiempo:
“El porvenir que te brinda
ese adorable mancebo
es de celuloide, y ahora
tú verás.” Y yo... misterios…
me casé, no la hice caso,
y aquí estoy con los pucheros
á la funerala.
—Chica,
pos ten pacencia.
—La tengo,
—Y, átale.
—Ni aunque le clave
con clavos así de gruesos.
—¡Con la falta que te haría
oxigenarte!
—Pos, gueno,
me es igual; en los Madriles
se pasa el verano al pelo;
custión de gustos, á mí
me dan un botijo de esos
que ponen el agua fría,
y un abanico, y laus deos,
venga calórico, el casó
es entretener el tiempo,
y apretabis quibis cobis.
—Está mu bien, mas lo cierto
es que no vas.
—Ni me apura.
—Y debieras dir.
—Lo creo.
—Porque el aire de la Sierra
es sano.
—Ya lo sabemos.
—Y el tuyo debió llevarte.
—Sí, señora; y no lo ha hecho.
—Paece que no, y cuatro días
por ahí lo agradece el cuerpo,
y tú has debido decirle:
ú me voy, ú me enveneno.
¡Mia que no dir este año,
como otros, de veraneo!...
—Por Dios, seña Recareda,
cálmese usté, que estoy viendo
que la va á costar diez días
de cama.
—¿Y no ves arreglo?
—Señora, está usté en las Pampas,
toma, claro que lo veo,
déme usté cuarenta duros
y se la quita ese peso.
—¡Mía tú si yo los tuviera!
—Entonces, no divaguemos
y dele usté al abanico,
ya vendrán mejores tiempos.
ANTONIO CASERO


© 2014 Eduardo Valero García (GARCIVAL)- HUM 014-005 ILUST


© 2014 Eduardo Valero García - HUM 014-005 COPLAS AC


Coplas del domingo: No hay veraneo - (c) - Eduardo Javier Valero Garcia

sábado, 28 de junio de 2014

Recuerdos de papel: Estampas de la Catedral de las Comunicaciones (Palacio Cibeles)


Y así como antes contamos de cuando los gigantes y los enanos crearon el Palacio de Cibeles, monumental casa de las Telecomunicaciones, ahora evocamos aquellos días y los actuales en unas estampas.
Recuerdos de papel, hoja por hoja, para traer a la memoria lo que aquellos seres fueron capaces de hacer.



Recomendamos visualizarlo en Singlepage
y pantalla completa.


De cuando los gigantes crearon el Palacio de Cibeles

De cuando los enanos crearon el Palacio de Cibeles


© 2014 Eduardo Valero García - HUM 014-019 RECUPAPEL

viernes, 27 de junio de 2014

Recuerdos de papel: De cuando los enanos crearon el Palacio de Cibeles


Si en otros recuerdos de papel unos gigantes de gorra y sombrero se afanaban en la creación del Palacio de Cibeles, los recuerdos de hoy rinden homenaje a los tantos enanos que, trabajando como tales, crearon las entrañas de la casa de las Telecomunicaciones.

Monumentales perspectivas que capta Campúa del que un día se convertiría en centro neurálgico de las comunicaciones para toda España. Hierro, piedra y cristal, unidos con delicada maestría por enanos tracción a sangre, ajenos e ignorantes de los riesgos laborales.


Inmensa colmena rectilínea con arcos de medio punto; todo sostenido por cimbras y andamiajes diversos que, desde su patio interior, tenía sentido verdadero.


Tres años tardaron los gigantes en hacer su parte; doce años necesitaron los enanos para acabar el proyecto. Un total de quince madrileños años para dar por concluido el rimbombante palacio; el bien llamado "Catedral de las Comunicaciones".

Por fin, un día, el viernes 14 de marzo de 1919, gigantes y enanos vieron cumplido su sueño arquitectónico y lo inauguraron con pompa y boato. Como era de esperar -y se le esperaba- el rey Alfonso XIII visitó las novísimas instalaciones.


Junto a su esposa, inauguró el monarca la nueva casa de las Telecomunicaciones; repartió libretas de la Caja Postal de Ahorros a los enanitos del Asilo municipal, y aprovechó para echar un telegrama:

"AL VISITAR EL PALACIO DE COMUNICACIONES, ME COMPLAZCO EN ENVIAR UN AFECTUOSO SALUDO A TODO EL PERSONAL DE LOS CUERPOS DE CORREOS Y TELÉGRAFOS DE ESPAÑA. - ALFONSO" [LA ÉPOCA, viernes 14 de marzo de 1919. "Inauguración oficial - Los Reyes en la Casa de Correos". Pág. 3]


Finalizado el acto de inauguración, el rey, su esposa y comitiva, se marcharon con los mismos vítores con los que habían sido recibidos.

Un gigante, más allá del Palacio de Buenavista, y con buenas vistas, asoma sus narices por el torreón del Banco Español del Río de la Plata.  Contempla la descomunal obra, la de sus iguales; y la de los enanos que abajo caminan y viajan en juguetes mecánicos.


Vinieron luego más gigantes y muchos más enanos. La Plaza de Castelar dejó de serlo, y la fuente de La Cibeles se hizo montículo para evitar las bombas. Y se desangeló el palacio, perdió su ritmo, hasta que le techaron el patio y se convirtió en Ayuntamiento.

En 1993 lo hicieron BIC con la categoría de monumento; una de las siete y más maravillas del mundo madrileño.


De cuando los gigantes crearon el Palacio de Cibeles



© 2014 Eduardo Valero García - HUM 014-018 RECUPAPEL

jueves, 26 de junio de 2014

Los cafés madrileños en la obra de Galdós. CAPÍTULO III: Fortunata y Jacinta


"Para el que nunca vino a Madrid, porque nació en Madrid, y no llegó de fuera, porque está para siempre dentro. Para el hombre madrileño a nativitate, el hombre del café no existe, porque es él mismo. Y nadie, no hay nadie que se ignore tanto como o más que uno mismo.
Además, el hombre de Madrid acaso sea ese, el hombre del café."
Federico NAVAS
El hombre del Café
La Esfera. AÑO VI Número 299. 
20 de septiembre de 1919

Ilustración de PENAGOS



El Capítulo II ha tratado de los cafés cantantes mencionados por Galdós en las siguientes obras:

"Misericordia"
- Café de los Naranjeros

"El doctor Centeno"
- Café de Diana


"El café es como una gran feria..."
En Fortunata y Jacinta: (dos historias de casadas), Benito Pérez Galdós cita muchos de los cafés del Madrid decimonónico que él mismo conocía y frecuentaba. Cafés de interminables tertulias y variopintos tertulianos que Galdós ilustra con estas palabras:

"En nuestros cafés se habla de cuanto cae bajo la ley de la palabra humana desde el gran día de Babel, en que Dios hizo las opiniones. Óyense en tales sitios vulgaridades groseras, y también conceptos ingeniosos, discretos y oportunos. Porque no sólo van al café los perdidos y maldicientes; también van personas ilustradas y de buena conducta. Hay tertulias de militares, de ingenieros; las de empleados y estudiantes son las que más abundan, y los provincianos forasteros llenan los huecos que aquellos dejan. En un café se oyen las cosas más necias y también las más sublimes. Hay quien ha aprendido todo lo que sabe de filosofía en la mesa de un café, de lo que se deduce que hay quien en la misma mesa pone cátedra amena de los sistemas filosóficos. Hay notabilidades de la tribuna o de la prensa, que han aprendido en los cafés todo lo que saben. Hombres de poderosa asimilación ostentan cierto caudal de conocimientos, sin haber abierto un libro, y es que se han apropiado ideas vertidas en esos círculos nocturnos por los estudiosos que se permiten una hora de esparcimiento en tertulias tan amenas y fraternales. También van sabios a los cafés; también se oyen allí observaciones elocuentes y llenas de sustancia, exposiciones sintéticas de profundas doctrinas. No es todo frivolidad, anécdotas callejeras y mentiras. El café es como una gran feria en la cual se cambian infinitos productos del pensamiento humano. Claro que dominan las baratijas; pero entre ellas corren, a veces sin que se las vea, joyas de inestimable precio." [Parte tercera. Cap.I,  Costumbres Turcas. III - pp. 20-21]






Los cafés madrileños en la obra de Galdós
CAPÍTULO III
"Fortunata y Jacinta"
Es en Fortunata y Jacinta donde Galdós cita una mayor cantidad de cafés, todos ellos muy conocidos y emblemáticos. En la Parte tercera de la obra menciona y describe de un plumazo las características de alguno de ellos.

Variedad
"Quien se hubiera tomado el trabajo de seguir los pasos de Rubín desde el 69 al 74, le habría visto parroquiano del café de San Antonio en la Corredera de San Pablo, después del Suizo Nuevo, luego de Platerías, del Siglo y de Levante; le vería, en cierta ocasión, prefiriendo los cafés cantantes y en otra abominando de ellos; concurriendo al de Gallo o al de la Concepción Jerónima cuando quería hacerse el invisible, y por fin, sentar sus reales en uno de los más concurridos y bulliciosos de la Puerta del Sol." [Parte tercera. Cap.I,  Costumbres Turcas. I - pp. 7-8]

Café de la Concepción. Año 1897

Características
"Instaláronse por el pronto en Fornos, y allí esperaron. A la segunda noche fue Leopoldo Montes, y a la tercera D. Basilio, que les encontró discutiendo de qué café se posesionarían definitivamente. El escritor de Hacienda se apresuró a dar su opinión favorable al café de Santo Tomás, porque allí daban más azúcar que en ninguna parte. Replicó a esto Montes que no había que mirar el caso bajo el prisma exclusivo del azúcar y que el género que más importaba era el café. El de la Aduana estuvo a punto de triunfar; pero lo desecharon por no estar siempre entre franceses, así como se excluyó el Imperial por los toreros, y otro por las cursis que lo invadían. Feijoo se habría quedado allí; pero a Rubín le eran antipáticos los alumnos de escuelas preparatorias militares que iban a Fornos a primera hora. Molestábale también la costumbre que allí había de quitar gas a las diez de la noche cuando se iban los tales alumnos. El local se quedaba medio a oscuras, no volviendo a ser bien alumbrado hasta las doce, hora en que venían a cenar los bolsistas. A Rubín le cargaban también los dichosos bolsistas, que no hablaban más que de dinero."[Parte tercera. Cap.I,  Costumbres Turcas. V - pp. 37-38]

"De ocho a diez estaba el café completamente lleno, y los alientos, el vapor y el humo hacían un potaje atmosférico que indigestaba los pulmones. A las nueve, cuando aparecían La Correspondencia y los demás periódicos de la noche, aumentaba el bullicio. La jorobada y un su hermano, también algo cargado de espaldas, entraban con las manos de papel, y dando brazadas por entre las mesas del centro, iban alargando periódicos a todo el que los pedía. Poco después empezaba a clarear la concurrencia; algunos se iban al teatro, y las peñas de estudiantes se disolvían, porque hay muchos que se van a estudiar temprano. En todos los cafés son bastantes los parroquianos que se retiran entre diez y once. A las doce vuelve a animarse el local con la gente que regresa del teatro y que tiene costumbre de tomar chocolate o de cenar antes de irse a la cama. Después de la una sólo quedan los enviciados con la conversación, los adheridos al diván o a las sillas por una especie de solidificación calcárea, las verdaderas ostras del café." [Parte tercera. Cap.I,  Costumbres Turcas. III - pp. 19]


Clientela
"En las tertulias de los cafés hay siempre dos categorías de individuos, una es la de los que ponen la broza en la conversación, llevando noticias absurdas o diciendo bromas groseras sobre personas y cosas; otra es la de los que dan la última palabra sobre lo que se debate, soltando un juicio doctoral y reduciendo a su verdadero valor las bromas y los dicharachos. Donde quiera que hay hombres, hay autoridad, y estas autoridades de café, definiendo a veces, a veces profetizando y siempre influyendo, por la sensatez aparente de sus juicios, sobre la vulgar multitud, constituyen una especie de opinión, que suele traslucirse a la prensa, allí donde no existe otra de mejor ley.
Bueno. Los que ejercen autoridad en los círculos o tertulias de café suelen sentarse en el diván, esto es, de espaldas a la pared, como si presidieran o constituyesen tribunal. Juan Pablo y Feijoo pertenecían a esta categoría; pero el segundo no se sentaba nunca en el diván, porque le daba calor la pana, sino en una de las sillas de fuera, tomando café en un ángulo de la mesa y volviendo la espalda a los individuos de la mesa inmediata." [Parte tercera. Cap.I,  Costumbres Turcas. II - pp. 13]



"En nuestros cafés se habla de cuanto cae bajo la ley de la palabra humana desde el gran día de Babel, en que Dios hizo las opiniones. Óyense en tales sitios vulgaridades groseras, y también conceptos ingeniosos, discretos y oportunos. Porque no sólo van al café los perdidos y maldicientes; también van personas ilustradas y de buena conducta. Hay tertulias de militares, de ingenieros; las de empleados y estudiantes son las que más abundan, y los provincianos forasteros llenan los huecos que aquellos dejan. En un café se oyen las cosas más necias y también las más sublimes. Hay quien ha aprendido todo lo que sabe de filosofía en la mesa de un café, de lo que se deduce que hay quien en la misma mesa pone cátedra amena de los sistemas filosóficos. Hay notabilidades de la tribuna o de la prensa, que han aprendido en los cafés todo lo que saben. Hombres de poderosa asimilación ostentan cierto caudal de conocimientos, sin haber abierto un libro, y es que se han apropiado ideas vertidas en esos círculos nocturnos por los estudiosos que se permiten una hora de esparcimiento en tertulias tan amenas y fraternales. También van sabios a los cafés; también se oyen allí observaciones elocuentes y llenas de sustancia, exposiciones sintéticas de profundas doctrinas. No es todo frivolidad, anécdotas callejeras y mentiras. El café es como una gran feria en la cual se cambian infinitos productos del pensamiento humano. Claro que dominan las baratijas; pero entre ellas corren, a veces sin que se las vea, joyas de inestimable precio." [Parte tercera. Cap.I,  Costumbres Turcas. III - pp. 20-21]

-¡Aquí lo que había que hacer era una manifestación imponente,
entrar en la casa de la Villa y... rebajar los derechos del vino!




Café de Fornos
Ver la nueva biografía del Café de Fornos AQUÍ

"Instaláronse por el pronto en Fornos, y allí esperaron. A la segunda noche fue Leopoldo Montes, y a la tercera D. Basilio, que les encontró discutiendo de qué café se posesionarían definitivamente.[...]" [Parte tercera. Cap.I,  Costumbres Turcas. V - pp. 37]

Fotografía del Café de Fornos hacia 1908. Urbanity.es


Café de Zaragoza
El café de Zaragoza estaba situado en la esquina de la plaza de Antón Martín y la calle del León. Como en el del Siglo o el de Fornos, sus tertulias tendrán mucho que ver en las revoluciones de 1854 y 1868.

La revista Nuevo Mundo, del 26 de noviembre de 1896, publica un escueto artículo sobre el Café de Zaragoza, acompañado por una fotografía de Company que muestra lo concurrido del local. Se menciona a un tal D. Luis Ramos como nuevo propietario y responsable de las obras acometidas que dieron un nuevo aspecto al café. De las mejoras cabe destacar la instalación de "un filtro sistema Howatson de gran potencia" que permitía ofrecer agua cristalina y limpia.


Se habla de ser uno de los cafés más populares de Madrid por su ubicación y, a decir de la fotografía, así era; sobre todo los días festivos. A la modernización del café había que sumar la esmerada atención de sus empleados y la música nocturna, a cargo de un notable pianista.

Nuestra compañera en esto de contar historias de Madrid M. R. Giménez, nos habla del Café de Zaragoza en su blog Antiguos Cafés de Madrid y otras cosas de la Villa [Ver historia]

Cuenta Galdós:
"[...] Pues del salto se ha ido al café de Zaragoza. Dice que le cargan los ingenieros...».
Como le convenía retirarse temprano, no fue D. Evaristo aquella noche al indicado café. Las nueve serían de la siguiente, cuando entró en el establecimiento de la Plaza de Antón Martín, que lleno de gente estaba, con una atmósfera espesa y sofocante que se podía mascar, y un ensordecedor ruido de colmena; bulla y ambiente que soportan sin molestia los madrileños, como los herreros el calor y el estrépito de una fragua. Desembozándose, avanzó el anciano por la tortuosa calle que dejaran libre las mesas del centro, y miraba a un lado y otro buscando a su amigo. Ya tropezaba con un mozo encargado de servicio, ya su capa se llevaba la toquilla de una cursi; aquí se le interponía el brazo del vendedor de Correspondencias que alargaba ejemplares a los parroquianos, y allá le hacían barricada dos individuos gordos que salían o cuatro flacos que entraban." [Parte tercera. IV. Un curso filosófico práctico." VIII - pp. 185-186]


Café del Siglo
El Café del Siglo fue de los llamados revolucionarios y en él se fraguaron conspiraciones en tiempos isabelinos. Pérez Galdós sitúa este café en la calle Mayor, y lo corrobora A. Sánchez Pérez en "Treinta años después":

"No era, sin embargo, el café de La Iberia el centro en que a última hora de la noche convergían los llamados entonces hombres de acción. Estos se daban cita todas las noches en el café del Siglo. Que todavía existe, con el mismo nombre, si no estoy equivocado, en la calle Mayor. [...] En aquella tertulia del café del Siglo se inició, y en casa de Becerra acabó de organizarse, la reunión que los demócratas (ya unidos en un solo partido por haberse declarado libre la cuestión social) celebraron en el teatro del Circo el dí­a 5 de Noviembre de 1865. [...] Transcurridos dos meses, en la mañana del 3 de Enero de 1866, se levantó Prim contra el gobierno en Villarejo de Salvanés, al frente de los regimientos de caballerí­a de Calatrava y Borbón. Los tertulianos o contertulianos del café del Siglo, los que aquella noche misma deploraban que la cobardía y la indecisión de los jefes los obligasen a permanecer en la inacción, ignoraban aquella noche -y acaso lo ignoran todavía- que mientras ellos saboreaban el humeante café o paladeaban el rom de Jamaica -o de donde fuere- exponía Lagunero su vida para sacar las fuerzas militares acuarteladas en Alcalá, y que el desventurado D. José Espinosa, fusilado poco tiempo después, arriesgaba también su existencia al peligroso juego de las sublevaciones militares." [1]

Por otra parte, en los documentos consultados se habla de este café como lugar de encuentro de los espiritistas pero se lo sitúa en la calle de Carretas. También se lo menciona ubicado en la misma calle como "billares del antiguo café del Siglo"; Fernández de los Ríos lo denomina "Del Siglo, calle de Carretas" en su Guía de Madrid de 1876. Al de la calle Mayor lo llama "Nuevo del Siglo".

LA IBERIA, 9 de julio de 1888.

La duda se aclara en el siguiente párrafo de "Lo que corre por ahí - Café de Madrid", de Luis Rivera, publicado el periódico satírico político Gil Blas:

GIL BLAS, 30 de diciembre de 1866

Así, pues, hubo "nada menos que dos del Siglo."

Cuenta Galdós:
"Decidieron por fin establecerse en el Siglo de la calle Mayor, donde se encontraron bastantes personas conocidas. Rubín necesitaba algunos días para la aclimatación en nuevo local. Al principio cambiaba frecuentemente de mesa, bien porque el sitio era expuesto a las corrientes de aire, bien por ciertas vecindades un poco molestas. Una de las primeras noches, cuando aún no habían llegado los amigos, Rubín estaba solo en la mesa, y ponía su atención en dos grupos inmediatos a él. En ambos era vivo y animado el diálogo. En el de la derecha decían: «Hoy he hecho yo unas cincuenta arrobas a veinticinco reales. Pero está la plaza perdida. Los paletos van aprendiendo mucho. Hoy han dicho que no traen más escarola si no se la ponemos a diez». En el grupo de la izquierda, compuesto de tres individuos, oyó Rubín lo siguiente: «Te aseguro que yo admito la metempsícosis, según la entendían los egipcios y los caldeos». Comprendió Rubín que los de la derecha eran asentadores de víveres y los de la izquierda filósofos de café. En el del Siglo había una gran reunión de espiritistas, a la que concurría por aquella fecha Federico Ruiz. Viole Rubín, y se acercó a la tertulia, teniendo el gusto de discutir con los individuos más entusiastas de aquella secta." [Parte tercera. Cap.I,  Costumbres Turcas. V - pp. 38-39]


Café de Madrid
A tenor del artículo escrito por Luis Rivera que antes citamos, podemos decir que el Café de Madrid se inauguró en diciembre de aquel año de 1866:

GIL BLAS, 30 de diciembre de 1866

Estaba ubicado entre la calle de Alcalá y Carrera de San Jerónimo, frente a la de la Victoria, en el bazar del Sr. Isern, antiguo Pasaje Iris; una galería comercial afrancesada que acabó transformándose en café.

Mencionamos una vez más a nuestra compañera M. R. Giménez, quien nos cuenta la historia del pasaje Iris y Café de Madrid [Ver historia]

Por nuestra parte, ponemos a vuestra disposición el ejemplar del periódico monárquico La Esperanza, del 29 de diciembre de 1866, donde el periodista José García escribe una crónica detallada sobre las obras de arte que decoraban el local. Lleva por título "Las pinturas del Gran Café de Madrid" y comienza en la página 3, última columna de la derecha. [Descargar]

Ángel M. Segovia lo cita en su obra Melonar de Madrid (1876) páginas 229-230 [2]:

CAFÉ DE MADRID
"Durante el día es el punto
donde se hallan con frecuencia,
por la parte que da frente
al Ministerio de Hacienda,
los hombres de los chanchullos,
negociantes de la legua,
agiotistas, corredores,
más bien dicho, correderas,
que, á su ministerio fieles,
en el de Hacienda se cuelan
con asuntos de cupones,
***
ó papeles de la Deuda,
ó los bonos del Tesoro,
ó descuento de carpetas,
y toman café con copa
mientras en el café esperan.
***
Por la noche el personal
sufre variación completa
por la calle de Alcalá,
igual que por la Carrera.
***
Mamas que llevan sus niñas,
muy armadas de pamela
y polisson á la moda,
recogiendo las caderas,
como diciendo: «Pollitos,
vamos, ánimo y á ellas,
que para eso las traigo
á esta especie de feria.»"

Cuenta Galdós:
"Decidido a hablar con Juan Pablo, fue a verle una mañana al café de Madrid, donde tenía un rato de tertulia antes de entrar en la oficina, pues al fin ¡miseria humana!, hubo de aceptar la credencialeja de doce mil que le había dado Villalonga, por recomendación del mismo Feijoo." [Parte tercera. Cap.IV, Un curso de filosofía práctica. VII - pp 173]

"El filósofo cafetero dijo a su amigo que cuando quisiera echar otro párrafo no le buscase más en el Café de Madrid, porque allí había caído en un círculo de cazadores que le tenían marcado y aburrido con la perra pachona, el hurón, y con que si la perdiz venía o no venía al reclamo. No sabía aún a qué local mudarse; pero probablemente sería al Suizo Viejo, donde iban Federico Ruiz y otros chicos atrozmente panteístas. De los antiguos cofrades sólo iban a Madrid D. Basilio, insufrible con su ministerialismo, Leopoldo Montes y el Pater. Pero este se marcharía aquella misma noche a Cuevas de Vera, su pueblo, a trabajar las elecciones de Villalonga. También charló Juan Pablo de política, diciendo con mucho tupé que el Gobierno estaba de cuerpo presente, y que la situación duraría... a todo tirar, a todo tirar, tres o cuatro meses." [Parte tercera. Cap.IV, Un curso de filosofía práctica. VII - pp 180]


Café de San Joaquín
El de San Joaquín era de los conocidos como cafés cantantes. Estaba situado en la calle de San Joaquín número 2 (de ahí viene su nombre) y Fuencarral número 89, frente al Café de San Mateo, que hacía esquina a esta calle y la de Fuencarral. Fernández de los Ríos en su Guía de Madrid (1876) cita los tres de la calle Fuencarral, que eran: "de San Joaquín, San Mateo y Filipinas".

Ángel M. Segovia lo cita en su obra Melonar de Madrid (1876) páginas 244-245 [2]:

CAFÉ SAN JOAQUÍN
"Es otro café-teatro
con un tablado ó tablero
donde ejecutan en público
versos y música á un tiempo,
desfigurando zarzuelas
del antiguo y del moderno
repertorio. Allí el tenor
con una voz de conejo,
suele dar un la que parte
al mismo sol por el medio.
***
Es por regla general
este insigne zarzuelero
el esposo de la tiple
que canta como un becerro,
y el primo y cuñado del
bajo, que fué un bajo bueno,
y primo segundo del
barítono, otro podenco
que habla en catalán y ladra
á la orquesta y al maestro.
***
y el público los escucha
generalmente riendo,
y habla de todos mil pestes
y hasta sabe sus secretos-,
pero á la noche siguiente,
vuelve á reirse de nuevo
y los zarzueleros dicen:
adame pan y dime perro.»" [2]

También lo cita Pedro de Répide en su libro Calles de Madrid:
"existía [...] un café-teatro, llamado también de San Joaquín que, como Variedades y La Infantil, cultivaba el género chico, entonces iniciando, y en cuyo escenario figuró mucho don José Mesejo con otros actores también de gran nombradía." [3]

Cuenta Galdós:
"En esta nueva emigración, deseando estar lo más lejos posible del Siglo, se fue a San Joaquín, en la calle de Fuencarral, y no se corrió más al Norte porque no había cafés en las latitudes altas de Madrid." [Parte tercera. Cap.I, Costumbres Turcas. VI - pp 44]


Café del Gallo
El Café del Gallo estaba ubicado en la Plaza de La Constitución (hoy Plaza Mayor).
Hacia 1840 en el Café del Gallo se vendían los billetes de la diligencia que partía hacia El Escorial, y de la denominada "Gran Faetón", con destino a los Carabancheles. De paso se ofrecía a los viajeros té, café y chocolate.

Cuenta Galdós:
"Refugio, la querida de Juan Pablo, estaba aquel invierno muy mal de ropa, y no iba al café del Siglo, sino al de Gallo, porque le cogía cerca (la pareja moraba en la Concepción Jerónima), y además porque la sociedad modesta que frecuentaba aquel establecimiento, permitía presentarse en él de trapillo o con mantón y pañuelo a la cabeza. Agregábansele a Refugio algunas personas con quienes tenía amistad fácil y adventicia, de esas que se contraen por vecindad de casa o de mesa de café. [...] El café se compone de dos crujías, separadas por gruesa pared y comunicadas por un arco de fábrica; mas a pesar de esta rareza de construcción, que le asemeja algo a una logia masónica, el local no tiene aspecto lúgubre. En la segunda sala, donde se instalaba Refugio, había siempre animación campechana y confianzuda, y como el espacio es allí tan reducido, toda la parroquia venía a formar una sola tertulia." [Parte tercera. Cap.V La razón de la sinrazón. I - pp 463]


Café Suizo
"-¡Oh, Madrid! De España elijo a Madrid, de Madrid la calle de Sevilla, de la calle de Sevilla el Café Suizo, del Suizo la parte vieja, y de ella, aquellas mesas que hay entrando a mano derecha..."
Ambrosio LAMELA
El Mundo Cómico
Madrid, 23 de marzo de 1873

Fotografía de Salazar. LA ESFERA, 2 de agosto de 1919

El Café Suizo estaba ubicado en la calle de Alcalá esquina a la de Sevilla (antes calle ancha de Peligros). Había sido fundado en 1845 por dos empresarios suizos que, a su vez, tenían o eran socios de otros cafés repartidos por la geografía española.
Fue café de tertulias y revolucionario, como lo deja ver Federico Urrecha en Tinita, publicada en La España Moderna de agosto de 1889:

"Hasta hace un mes concurría Pizarral a la mesa del café Suizo; iba todas las noches, a las nueve en punto, y allí­ tomaba su café, leía La Correspondencia, y se marchaba a las once al Ateneo. [...] No hubo nombre que más sonase antes y aun después de la Revolución que el suyo. La fiebre de la discusión cogía a Pizarral por medio, y en todos los Ateneos y Centros cientí­ficos dejaba algo profundo y sólido, que era como la digestión maravillosa de noches de estudio y análisis. No sé cómo fue que Pizarral se adhirió a la mesa aquella del Suizo y no a otra cualquiera. [...] Cuando la crisis polí­tica de 1868 se resolvió en un hecho de fuerza, la mesa del Suizo tuvo su fiebre, como todo el mundo, menos Pizarral, muy ocupado en aquellos días con no sé qué endiablados estudios: la Revolución pasó por la calle, echando fuera las buenas y las malas pasiones, desencajando enérgicamente seculares raí­ces, llenando el ambiente de ideas noví­simas y simpáticas...."


Una vez más, Ángel M. Segovia ilustra con sus versos aquellos cafés de antaño en su obra Melonar de Madrid (1876) páginas 221-226 [2]:

CAFÉ SUIZO
Mira á dos calles,
Alcalá y Sevilla,
como los políticos
de quien es guarida
miran con dos caras,
cada cual distinta,
ora al moderado,
ora al progresista.
***
Es el mentidero
de la vieja villa,
donde se comentan
las cien mil noticias
que diariamente
lanza la política,
que en ochenta bandos
se halla dividida.
***
Es en el invierno,
no Suizo, Suiza,
que si hay poca gente
se hiela enseguida
si el que entra con capa
dentro se la quita.
***
En cambio, si lleno
de gente se mira,
es un baño ruso
que atonta, que asfixia;
se halla en connivencia
con las pulmonías,
y al salir la agarra
el que se descuida.
Más que dentro, fuera
su parroquia brilla,
en grupos diversos
de gente distinta,
que charla, que fuma,
que mira y remira
á todo el que pasa
con buena levita;
y estorba al que quiere
caminar de prisa,
ó al que entrar desea
á tomar su chica
de inglesa cerveza,
cognac ó Montilla.
***
Que al lado del Suizo
y en la puerta misma,
los grupos se plantan
y nunca se quitan,
que están por la tarde,
de noche, de dia,
que llueva, que nieve,
que caiga pedrisca;
invierno y verano,
la estación no priva
con el frío intenso,
con el sol que pica,
siempre están los grupos
á la puerta misma,
que charlan, que fuman,
que estorban, que miran.
***
El villar que tiene
es cosa magnífica;
no hablo de las mesas
ni de las taquillas,
ni si son las bolas
grandes ó chiquitas,
ni de los que juegan
tarde, noche y dia,
sino de los tipos
de los que los miran.
***
En torno á las mesas,
sentados en fila,
están apretados
como las sardinas
cien espectadores
de figura antigua.
***
El uno es cesante
de ruin cesantía,
que mata allí el tiempo
y el hambre maligna.
***
El otro es un jefe
que fué de Milicia,
con grueso bigote
de color de lila,
que ya tira á blanco,
cortado y sin guias.
***
El otro fué un tiempo
un rico bolsista,
que de una jugada
quedóse per istam,
y hoy tiene un conato
de ruines patillas,
de las que, cuando habla,
sin cesar se tira.
***
Y así por este orden,
varias figurillas
antediluvianas
de dorada cimba.
***
El uno bosteza,
el otro dormita,
el otro las uñas
se muerde y mastica
y escupe á su adlátere
la capa raida.
***
En esto se mueve
la gran gritería
sobre si fué sucia
la jugada, ó limpia,
y el mozo se acerca
con cara de risa,
para que sus votos
la cuestión decidan,
á los serios jueces,
cesante y bolsista,
los cuales responden
según simpatía,
aunque no hayan visto
si es sucia ó es limpia.


Cuenta Galdós:
"-Pues anoche... estuve en el Suizo hasta las diez. Después me fui un rato al Real, y al salir ocurriome pasar por Praga a ver si estaba allí Joaquín Pez, a quien tenía que decir una cosa. Entro y lo primero que me veo es una pareja... en las mesas de la derecha... Quedeme mirando como un bobo... Eran un señor y una mujer vestida con una elegancia... ¿cómo te diré?, con una elegancia improvisada." [Parte primera. Cap.XI Final, que viene a ser principio. I - pp 243-244]


Fuera y dentro del Suizo
La fotografía, de Cámara, muestra la última época del Café Suizo, cuando ya estaba hecha la calle Sevilla y construido el edificio de La Equitativa (esquina derecha de la imagen).


La siguiente fotografía, del año 1919, muestra el proyecto de lo que sería el Banco de Bilbao. Se trata de un montaje realizado por el arquitecto Sr. Bastida; el edificio aún no se había construido.






Finaliza aquí el recorrido por los cafés madrileños que Galdós menciona en sus obras. Esperamos y deseamos que estos tres capítulos hayan sido de vuestro agrado y amena su lectura.
Nosotros nos comprometemos a ampliar información sobre cualquiera de aquellos Cafés que os interesen; sólo tenéis que solicitarlo en los comentarios.


FIN



Bibliografía

Pérez Galdós, Benito. Fortunata y Jacinta: (dos historias de casadas). Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes. Edición digital basada en la edición de Madrid, Imprenta de La Guirnalda, 1887. CDU: 821.134.2-31"18"
http://bib.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/12937067559078288532624/index.htm

[1] Sánches Pérez, A. Treinta años después. (1895) La España Moderna. Cap. III, pp.29-61
https://www.yumpu.com/es/document/view/13464358/la-espana-moderna

[2] Segovia, Ángel M. Melonar de Madrid. (1876) Madrid, Imprenta a cargo de A. Florenciano, Caños, 4

[3] Répide, Pedro de. Las Calles de Madrid. Madrid, Afrodisio Aguado, 1981. 4ª edición. pp 654

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