domingo, 31 de enero de 2021

Ciento veinte años del estreno de Electra en el Teatro Español. Segunda parte

 
Si bien en la primera parte conocimos noticias previas al estreno y los vaticinios del éxito esperado, fue al día siguiente, jueves último de enero, cuando se relataron los detalles. Sendas crónicas a favor y en contra aparecieron en las portadas de los periódicos y el rumor de la calle era dispar; si para unos los vivas a Galdós eran el justo reconocimiento al éxito de una obra magistral, para otros no cabía otra posibilidad que la censura y la muerte de su autor. 
 
Conocidas son aquellas crónicas que el espectador de hoy puede revivir clicando en los siguientes periódicos. 
 
   



 
 
Finalizaba el anterior artículo con una carta de Galdós a Pereda en la que le decía: «Quédese para cuando nos veamos (y ojalá fuera pronto) el disputar un poco amigablemente sobre el quid de esta endiablada cuestión que a todos nos trae medio locos…». Y muy locos andaban algunos. 
 
Ya desde el día del ensayo general corría el rumor de que el primer viernes de moda, día 1º de febrero y tercero de la representación de Electra, se turbaría el orden dentro y fuera del teatro. Las opiniones de algunos periódicos fomentaron los desagradables sucesos de aquella noche. 
 
La crónica publicada por el Heraldo de Madrid del sábado daba cuenta de lo ocurrido la noche anterior: 
 
 

 
Como hemos visto, el delegado de policía del Gobierno civil de Madrid, Sr. Julián Sánchez Machero, había recomendado a Galdós salir por la calle Echegaray; y así lo hizo el novelista, aunque no se lo hubiesen recomendado. 
 
Se dirigió entonces a la chocolatería de Doña Mariquita. Esta chocolatería había sido fundada hacia 1828 en un local de la calle de Alcalá a la altura del número 10. Era famosa por sus jícaras de exquisito chocolate y los mojicones que allí se elaboraban. 
Casi desde sus comienzos contó con una selecta clientela; miembros del Senado y el Congreso, y figuras del teatro y la literatura acudían por las tardes o por las noches, después de las representaciones teatrales. Doña Mariquita había fallecido en agosto de 1870. 
En la década de los veinte del siglo XX el local fue remodelado y en 1932 se adaptó a las nuevas necesidades, reapareciendo como cafetería, cervecería, salón de té; además de especializarse en bodas, banquetes y servicios de lunch a domicilio. 
 
Volviendo a lo ocurrido aquella noche, el gobernador civil de Madrid, Sr. Álvaro Queipo de Llano y Fernández de Córdoba (VII conde de Toreno), decía que Electra no tenía la trascendencia política que el público suponía y que las ordenes dictadas no habían sido interpretadas por sus agentes, haciéndoles responsables del ataque contra la ciudadanía. Se comentaba que el señor conde había presentado su dimisión, pero pronto se desmintió esa noticia, así como otra que hablaba de prohibir la representación de la obra.
 
 
Mientras tanto, el ministro de Gobernación, Sr. Francisco Javier Ugarte Pagés, ordenaba al fiscal de la Audiencia de Madrid que estudiara las manifestaciones hechas por El Imparcial sobre los sucesos ocurridos en el Teatro Español. El fiscal encontraba en ellas materia punible, por lo que el juez de guardia citaba a declarar al director del periódico, Ortega Munilla. 
 
Por su parte, El Siglo Futuro mostraba su ira y el poco respeto hacia Galdós al compararle con un cerdo y un burro. Menudo sábado aquel, nada alejado de un día corriente en este siglo XXI.
 
Con el ambiente tan cargado, no sólo en Madrid sino en España entera, plagada de huelgas, manifestaciones y altercados, las garantías constitucionales eran nulas. Electra como detonante para un cambio de Gobierno ya estaba en el pensamiento de muchos. En la columna La vida política del Heraldo de Madrid se decía:
 

 
El escenario estaba preparado; repartidos también los papeles a los actores; sólo faltaba el Máximo Yuste que hiciera resucitar a España.

 

Antes de concluir esta segunda parte -que habrá una tercera-, disfrutemos de estas coplas santanderinas tan ciertas.


Para la próxima entrega queda esta pareja que no figura en el argumento. No es Electra ni Máximo Yuste; tampoco la señorita Ubao ni Salmerón; ¡y mucho menos, Maura! Son Mercedes, princesa de Asturias, y Carlos de Borbón (de curioso parecido con el rey Felipe VI).



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© 2021 Eduardo Valero García - HUM 021-003 MADGALDÓS
Historia Urbana de Madrid
ISSN 2444-1325

Ciento veinte años del estreno de Electra en el Teatro Español. Primera parte


El 30 de enero de 1901 se estrenaba Electra en el Teatro Español. La noche anterior, y por primera vez en España, se había realizado el ensayo general, con todos los decorados, trajes e iluminación idénticos al día del estreno. Los asistentes a este ensayo, todos ellos personalidades de la política y la cultura, fueron invitados de forma personal y rigurosa. 

Muchas son las anécdotas que se cuentan de lo que representó aquella noche de 1901 para el pueblo. La plaza de Santa Ana, abarrotada de admiradores del escritor, y como ocurriría nueve años más tarde con el estreno de Casandra, vitorearán a Galdós y lo llevarán a hombros hasta la editorial Obras de Pérez Galdós, en calle de Hortaleza, mientras la gente gritaba y cantaba el himno de Riego. 

Independientemente de las críticas vertidas por católicos y estamentos políticos contrarios a las ideas del escritor, Electra fue un gran éxito cuya magnitud llegará más allá de las fronteras. 

«Joven, si habéis sido esteta, 
volved en vos y gritad: 
- El arte es la libertad, 
y Galdós es su profeta» 
 
 
Al cumplirse el centésimo vigésimo aniversario de su estreno, es nuestro interés recordar lo que se contaba antes y después de aquel acontecimiento; también estará presente la opinión y pensamiento de Galdós, además de su vida social y profesional durante aquellos días. Para ello nos remontamos al año 1900. 
 
 
1900 
 
El 30 de agosto de aquel año, Galdós había escrito a su amigo Manuel Tolosa Latour desde Santander: 
Aquí he trabajado bárbaramente. Bodas Reales están ya en los dos tercios largos de cuartillaje. Acabaréla dentro de una semana, para que salga en octubre. Estoy escribiendo, sí, una obra dramática que se titula Electra. Y que no es floja tarea. Tiene 5 actos, y mucha miga, más miga quizás de lo que conviene. Está toda planeada en diálogo. Escritos casi definitivamente, 3 actos. Faltas 2. (Dos) La prometí a Balart, al él se la entregaré allá en noviembre. Él sabrá cómo y cuándo y quién la estrenará.
CARICATURA DE FEDERICO BALART

 
Y fue en noviembre, el día 9, cuando se puso a la venta Bodas Reales, tomo treinta de los Episodios Nacionales, décimo y último de la tercera serie. Poco antes, el 2 de noviembre, en la columna de espectáculos, el Heraldo de Madrid había confirmado el estreno de Electra para la segunda temporada del Teatro Español. 
 

 Claro que eso de “¡Título sugestivo y sonoro!” recibió una contestación inmediata por parte de Clarín desde La Correspondencia de España del 10 de noviembre: 

 

Después del rapapolvo al título, el diario barcelonés La Dinastía del 2 de diciembre lo convertirá en “clásico y sugestivo”. En cualquier caso, las noticias sobre Electra siempre iban acompañadas de comentarios sobre el genio creador de su autor.
 

 
El domingo 9 de diciembre se celebraron dos banquetes para rendir homenaje a Benito Pérez Galdós y Vicente Blasco Ibáñez.
 

 
El de Galdós, de carácter regional, se celebró en el restaurante del Café Inglés. Allí acudieron algo más de setenta y cinco canarios para rendir homenaje al hijo ilustre de Las Palmas de Gran Canaria. Por carta se hicieron presente el general Weyler y Fernando León y Castillo. 
 
El Café Inglés estuvo ubicado en la calle Sevilla esquina con la calle Arlabán, donde antes había estado el Café Europeo de la familia Fornos. [Ver información
 
 
 
El banquete en honor a Blasco Ibáñez se celebró en los Jardines del Buen Retiro, donde años más tarde se edificó el Palacio de las Telecomunicaciones, hoy Ayuntamiento de Madrid.
 
 

 

 
Al coincidir ambos banquetes, Galdós envió una carta de adhesión a Blasco Ibáñez que fue leída y aplaudida. A pesar de esto, Don Benito se presentó a último momento para saludarle. Más aplausos, vivas, y una traca valenciana. 
 
Mientras en toda España y el extranjero se hablaba de Galdós y su Electra, el 15 de diciembre se representaba por primera vez en el Teatro Real de Madrid la ópera Tosca, de Puccini, al cumplirse once meses de su estreno en el Teatro Constanzi, de Roma. 
 

 

 

 

1901 

Y llegó el año del estreno. 

MARCELO AZCÁRRAGA Y PALMERO, Presidente del Consejo de Ministros.

 

Bajo el título «En el Español – El próximo estreno», el Heraldo de Madrid anunciaba en su edición del lunes 28 de enero:
 

 
El periodista y poeta Ricardo José Catarineu López-Grado, “Caramanchel”, estuvo presente en el ensayo y redacto ya de madrugada una breve crónica, publicada el día 30 en La Correspondencia de España:
 

 
El mismo día del estreno, el diario independiente El Día hacía referencia a Electra. Se trataba de la edición de la noche, por lo que la obra se estaba representando al momento de cerrarse la edición. 
 

 
Por su parte, La Época publicaba detalles sobre los decorados realizados por el afamado escenógrafo Amalio Fernández. 
 


 

 

 
Alejandro Saint-Aubin ya había hablado en el Heraldo de Madrid del 17 de enero sobre el decorado y la puesta en escena, reservándose detalles de los ensayos previos al general.
 

 
 
El Heraldo de Madrid dedicó una columna de su portada al insigne Don Benito. Además de datos biográficos, ofrecía detalles sobre la personalidad del novelista y su forma de trabajar.
 

 

La Revista Naval del mismo día 30, también hacía referencia al estreno de Electra; sin duda se estaba refiriendo al ensayo general del día anterior: 
Dos estrenos sensacionales. En el Real, Werter: en el Español, Electra. La nueva ópera de Massenet, basada en el poema de Goethe, está reputada por la de más valía de aquel maestro francés. Hay en la partitura páginas de notable inspiración y arte exquisito. Sin embargo, el público se mostró algún tanto frío en la primera audición de esta ópera. No sucedió lo mismo en el estreno de Electra, de Galdós. Aquello tuvo todos los caracteres y todos los entusiasmos de una verdadera apoteosis. Sin negar nosotros el mérito de la obra ni el talento del autor dramático, creemos que en el ruidoso éxito tomó mayor parte la pasión del sectario que el sentimiento artístico. Y esto no quiere decir que no haya en la nueva producción del gran novelista admirables escenas, y que en toda la obra, puesta con gran lujo y propiedad, no se revele la admirable labor del insigne literato, Electra será obra de lucha, objeto de apasionada crítica y quizá, quizá de escasos rendimientos para su autor. En la interpretación obtuvieron un triunfo la bella y simpática actriz Matilde Moreno y el primer actor señor Fuentes. No echamos de menos para nada a la aristocrática pareja. 
 
Y así como la prensa del día del estreno llenaba columnas con los titulares relacionados con Electra sin conocer aún la repercusión que tendría, en Milán eran enterrados los restos mortales de Giuseppe Verdi, quien había fallecido la madrugada del día 27. 
 

El joven periodista Galdós había dedicado varios artículos a Verdi en la Revista Musical y Revista de la Semana del diario La Nación
 

 

 

El jueves 31 aparecieron las noticias sobre el apoteósico éxito de Electra. Los periódicos principales dedicaron sus portadas y páginas interiores al gran acontecimiento que propiciará una revolución dentro del teatro el día del estreno y otra en el gobierno, generando una reforma interna conocida como el «Gabinete Electra».


 

Como introducción a la segunda parte de este trabajo, ofrecemos la crónica resumida publicada en El Correo Militar:

 

Mucho más queda por contar, porque los días posteriores fueron complicados.

Ya habrá recibido el tomo de Electra. Nunca sospeche que esta obra levantara tan gran polvareda, y el día anterior al ensayo general creía firmemente, me lo puede creer, que el drama produciría poco o ningún efecto. En fin, me equivoqué en aquella apreciación, y todavía no he vuelto de mi apoteosis. Quédese para cuando nos veamos (y ojalá fuera pronto) el disputar un poco amigablemente sobre el quid de esta endiablada cuestión que a todos nos trae medio locos…

Fragmento de carta de Galdós a su amigo José María de Pereda.
Madrid, 1º de marzo de 1901



 



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© 2021 Eduardo Valero García - HUM 021-002 MADGALDÓS
Historia Urbana de Madrid
ISSN 2444-1325

sábado, 2 de enero de 2021

1863. El primer Año Nuevo del joven Galdós en Madrid.

    En septiembre de 1862 había llegado a Madrid un jovencísimo Benito Pérez Galdós. Estudiante en la Universidad Central, su mayor aprendizaje lo encontrará en la geografía de la urbe matritense y en las costumbres de la sociedad; entre ellas, la celebración del Año Nuevo. 
 
 



    Entrado diciembre los comercios anunciaban la disponibilidad de regalos para vísperas del Año Nuevo; eran los “etrennes”, costumbre antigua que en España se conocía como el juego o sorteo de “dar los años y estrechos”. Para este juego se vendían tarjetas en blanco y vulgares versos impresos en vistosas cartulinas al grito de “motes nuevos para damas y galantes”. En esencia, tenía similitud con el actual “Amigo invisible”, porque en las tarjetas en blanco se escribían los nombres de las personas invitadas a la celebración y luego se hacía un sorteo. 
 
    Las tarjetas con los nombres de las mujeres se colocaban en una urna y la de los hombres en otra. En el sorteo se anunciaban los nombres de los afortunados que les había “caído el año”. Es razonable suponer que se hacía trampa, porque seguramente algún galán pretendía a una dama y su interés estaba, como marcaba la costumbre, en hacerle un obsequio y cortejarla. 
Estos regalos consistían mayoritariamente en cajas con dulces. Estas cajas, además de su elegante manufactura, eran multiuso. 
 
 

 
Mi niña morena,
la chica más mona
que barre las calles
con bata de cola,
con años y estrechos
me espera afanosa. 
 
 
    Las cartulinas con versos se habían puesto muy de moda en la sociedad madrileña del siglo XVII. Don Basilio Sebastián Castellanos contaba en 1866: 
«En la Corte del Buen Retiro, en tiempo de Felipe IV y del conde-duque de Olivares, que se desvivía por presentar a su soberano objetos de diversión, se celebraron reuniones sorprendentes de estrechos, en que los poetas de la época pusieron en prensa su talento, puesto que se improvisaban los motes o poesías las más veces, como indica Vargas cuando hablando de este asunto, dice en un romance: 
 
Una dama del palacio
Me ha tocado por estrecho,
Que me hizo improvisarla
Tres cuartetas de un soneto.
Otras dos me mandó el rey,
Una décima mi dueño,
Y si no llega un poeta
Que me sacó del aprieto,
Desde el duque al canciller
Y desde el amo al portero,
Me convierten en poeta
A puro pedirme veros, etc. 
 
En la actualidad ha quedado reducida esta costumbre a ser una diversión de familia, en la que suelen cruzarse los regalos y las intrigas amorosas al través de los motes de malísimos versos, que hacen los copleros para estos días, y que se venden por las calles pregonándose motes nuevos para damas y galantes». 
 
    Por su parte, así definía los años y estrechos M. Ossorio y Bernard en 1891:
«El principio de un año siempre despierta ideas fatalistas: buena prueba de ello el juego de los años y estrechos, en que admitimos como exactas las predicciones de algunos vates desconocidos, que en favor nuestro se han tomado previamente el trabajo de llenar de ripios monstruosos unos cuantos renglones, en los que nos ofrecen algunas vulgaridades, por el corto interés de diez céntimos el pliego. En semejantes predicciones se vienen perpetuando las gracias inocentes de nuestros abuelos y las trampas que eran su complemento, para que una bella señorita caiga con el mono de la casa de fieras y un enamorado con su futura suegra; pero estas mismas trampas suelen ser recibidas a disgusto por las personas formales, obstinadas en decir que este es asunto por demás serio, y que puede acarrear disgusto el violentar la suerte».

 
    Los regalos comestibles se ponían a la venta en los comercios del ramo, como los dulces que ofrecía la fábrica de la calle del Sordo, siempre con el característico toque francés. 
 
 
 
 
    Una famosa tienda de juguetes de la calle de la Montera publicitaba sus productos para “etrennes”. Era la tienda de C. P. Schropp, también conocida como “Almacén de los Alemanes”. Galdós lo inmortalizará en sus novelas y en los Episodios Nacionales; también en cuentos como La mula y el buey y La princesa y el granuja, aunque en este último no lo cita, pero sí lo utiliza para la ambientación. 
 

 
    Los libros eran otra forma de regalo y también para el aguinaldo, quizás más orientado a aquellos que no andaban cantando villancicos por las casas o presentando sus tarjetitas de oficios. En la Puerta del Sol, la Librería Española y Extranjera del señor Moro ponía a disposición de sus clientes un gran surtido de libros, almanaque y otros objetos. 
 
 
 
    También lo hacía la famosa librería de Carlos Bailly-Bailliere, de la plaza del príncipe Alfonso (Santa Ana). 
 

 
    En las librerías de Duran, Moya y Plaza, la Publicidad, Dochao, Leocadio López, Hernando, en los almacenes de papel de la calle del Horno de la Mata, 19, y en la imprenta de Manuel Galiano de la plaza de los Ministerios, 3, se vendía a dos reales el calendario para 1863 El Inseparable, que ya iba por su segunda edición. Se trataba de un calendario general para toda la familia, con 200 páginas y tamaño de cartera. Incluía la nueva división municipal y judicial de Madrid que entraba en vigor ese año. 
 
    Por otra parte, las señoras y los caballeros podían aprovechar las gangas puestas a la venta en el Cisne de la calle de la Sal o en el almacén Esposición de Londres de la calle de la Montera. 
 

 

    Y así podríamos continuar con gran variedad de comercios que hacían su agosto en el crudo invierno de 1862. 
 
    Como en la actualidad, la gente se desplazaba a sus ciudades de origen para celebrar con los familiares estas fiestas tan señaladas. Para tal fin, trenes y diligencias ponían servicios especiales. 
 
 

    Recordemos que las líneas ferroviarias estaban en plena construcción, pero muchos tramos debían hacerse en diligencia. Así le había ocurrido al joven Galdós cuando hizo su viaje a Madrid. Desde Cádiz viajó hasta Sevilla en un tren de la Compañía de los Ferrocarriles de Sevilla a Jerez y Cádiz; en Sevilla, otro de la Compañía del Ferrocarril de Córdoba a Sevilla (CS) hasta Córdoba; después, un largo viaje en diligencia hasta Alcázar de San Juan, donde cogió el tren de la red de ferrocarriles de Madrid a Zaragoza y Alicante (MZA) con destino a Madrid. 
 
    Como vemos, en aquellos tiempos no se festejaba la entrada a un nuevo año como hoy lo conocemos; ni uvas ni fiesta en la Puerta del Sol. El mayor jolgorio se montaba en vísperas de reyes. 
 
    El último día de 1862, que fue miércoles, los teatros dieron variadas funciones y el Circo de Price de la calle Recoletos anunció función para el 1º de enero de 1863 con la actuación en exclusiva para cuatro días de la compañía angloamericana Las Maravillas de las Montañas Peñascosas, «el non-plus-ultra de la audacia, de la fuerza y de la agilidad humana». Por su parte, en el Circo de Paul se reunieron la noche del 31 las sociedades de baile La Constante y La Juventud Española para celebrar un gran baile de máscaras. 
 
    En el Teatro Real, a las 20:30 h, se estrenó la ópera en tres actos Zampa, con música de Louis Joseph Ferdinand Hérold y libreto de Mélésville.
 
  
 
 
    En el de la Zarzuela se representó El secreto de una dama, zarzuela en tres actos y en verso, con letra de Luis Rivera y música del maestro Francisco Asenjo Barbieri.
 
  
 
 
    Para el día siguiente se anunciaba la representa de Los Magyares, zarzuela en cuatro actos, de Luis de Olano, con música del maestro Joaquín Gaztambide.  
 
    En el Teatro de Lope de Vega se representó la comedia en tres actos Lo positivo, arreglada del francés por Joaquín Estébanez; había sido estrenada en este teatro el 25 de octubre de 1862.  También se representó un disparate cómico en un acto y en prosa arreglada del francés, en este caso por Manuel García González, titulada Los Misterios de la Calle del Gato.  
Para el día siguiente, 1º de enero, se anunciaba la representación del melodrama en tres actos y un prólogo La Aldea de San Lorenzo, también arreglado del francés; había sido estrenado el 21 de diciembre de 1860 en el Teatro de Variedades.  
 
    En este teatro de Variedades hubo función a las 16:30 y a las 20:30 horas. En la primera se representó A Madrid me vuelvo, comedia en tres actos de Manuel Bretón de los Herreros; el baile titulado Las Mollares Sevillanas y para finalizar, la comedia en un acto La idea feliz.  En la segunda función se representó La Corte de los Milagros, comedia en tres actos y en verso de José Picón; el baile titulado Cada cual con su cada cual, y el sainete La Comedia de Maravillas, de Ramón de la Cruz.  
 
    El Teatro de Buenavista (Calle de Silva, 46) ofreció una función especial del Nacimiento a las 19:30 horas. Para el 1º de enero anunciaban tres funciones del concurrido espectáculo que se repetía cada año al menos desde 1846. Antes se había representado en las calles de Tudescos y de Mesón de Paredes. 
No puedo precisar cuál fue el programa de aquellos días, aunque sí se habían añadido algunos cuadros al primitivo Nacimiento, como La degollación de los inocentes y La presentación del niño de Dios en el templo; ambos muy aplaudidos. 
El espectáculo se dividía en varios cuadros representativos de la vida del hijo de Dios dispuestos en escenarios artísticamente decorados. Intervenían actores reales y autómatas, coros y orquesta, acompañados de juegos de agua y otras genialidades mecánicas. El siguiente anuncio nos ofrece una idea clara de lo fantástico que debió ser.
 

 
    La noche de San Silvestre se celebraba en los palacios más postineros de la villa y corte. Destacó la Nochevieja de 1862 el baile celebrado en el palacio de Daniel Weisweiller, banquero que llevaba todos los asuntos de la Casa Rothschild en España desde 1835. Hombre poderoso, en 1855 fundará la Weisweiller & Baüer Cía. junto con el conocido banquero Ignacio Salomón Baüer Landauer. [Ver palacio Baüer
Al baile asistieron las infantas Isabel y Amalia, con el marido de esta última, el príncipe Adalberto de Baviera y Sajonia- Hildeburghausen. 
 
Adalberto de Baviera y su esposa Amalia de Borbón

 
    De ahí para abajo, estuvo presente la flor y nata de la aristocracia y la sociedad matritense, como la duquesa de Fernán-Nuñez y la princesa Pío; la condesa de Vilches; la marquesa de Molins y otras tantas condesas. Entre los personajes de la política estaban el marqués de la Habana; los señores Mon, Llorente y Castro. También muchas jovenzuelas y jovenzuelos de alta alcurnia, destacando el marqués de la Vega de Armijo y el vizconde del Pontón. 
Todos bailaron hasta finalizar el año y lo continuaron haciendo en el recién estrenado 1863. En el baile se sorteaban los años y estrechos con las citadas tarjetas acompañadas de cajas de dulces y bombones. 
 
    Era costumbre dedicar el primer día del año a los niños y así lo hicieron en el palacio de Fernán-Nuñez con una matineè dansante a la que fueron invitados al menos sesenta pequeñuelos de alto copete. Todos iban disfrazados. La fiesta, con banquete incluido, acabó a las siete de la tarde. 
 
    Finalizó el 1º de enero de 1863 con otro suntuoso baile en la embajada de Inglaterra. Dos plantas del edificio fueron utilizadas para la ocasión; en una se celebró el banquete y en la otra el baile. 
Otra vez la flor y nata ya citada en el baile de los Weisweiller más otros cuantos, entre ellos, Leopoldo O’Donnell, quien entraba en su último año del llamado “Gobierno largo”. 
De entre todas las damas destacaba la anfitriona: Victoria Balfe, más conocida como Victorie Crampton, por se la esposa del entonces embajador inglés en Madrid, Sir John Fiennes Twisleton Crampton. Victoria era una famosa cantante francesa que había debutado en 1857 en el Lyceum Theatre.
 
Victoire, Lady Crampton by Herbert Watkins albumen print, arched top, late 1850s 7 1/2 in. x 6 in. (191 mm x 152 mm) Purchased, 1985 Primary Collection NPG P301(57)

Contrajo matrimonio en 1860 con Twisleton Crampton, pero a finales de 1863 solicitó la anulación por impotencia del tal Sir. 
Curiosamente, al codearse con la aristocracia madrileña, en 1864 se casará con José Bernardin Fernández de Velasco, duque de Frías. 
 
    Cotilleos aparte, el 1º de enero de 1863 aparece el primer número del diario La Democracia, fundado por Emilio Castelar, en el que en 1865 publicará el famoso artículo “El rasgo”. 
 
    Desde las postrimerías del año 1862 y a partir de 1863, Benito Pérez Galdós será protagonista de los sucesos políticos y sociales de una España revolucionaria y cambiante; muchas veces con epicentro en Madrid. La cuarta serie de los Episodios Nacionales son preámbulo y relato de cuanto aconteció en esa década y posteriores, acercándonos a los sesenta con el episodio Aita Tettauen
 
    Nada más queda por decir del estrenado año de 1863. Entrar en detalles sobre la situación política quitaría todo el encanto que tiene recordar aquellos tiempos pasados y sus costumbres. Una idea más o menos clara de lo que acontecería nos lo cuenta el gracioso poeta que en el Folletín de La Iberia del 1º de enero escribió:
 
Sobre tu tumba hoy levanta
el año nuevo la faz, 
y a año nuevo, vida nueva,
que así lo dice el refrán. 
Presidirá el año entrante
Júpiter, dios contumaz,
con su rayo amenazando 
al ambicioso mortal. 
El que en la Gigantomaquia
guerra atroz, supo triunfar; 
el que en cuestión de amoríos 
fue, aunque dios, muy inmoral, 
pues se casó y descasó 
sin aflijirse jamás, 
por aquello de que el gusto 
estriba en la variedad; 
ese dios calaverón el año presidirá, 
y habrá cada tremolina 
que el más frío ha de bailar. 
El Júpiter de la unión, 
el que no puede ser más 
que presidente, ahí es nada, 
del belén ministerial, 
encorvado bajo el peso 
de su talla colosal, 
se irá doblando, doblando, 
y partido rodará 
murmurando indiferiencia
que es elocuente al hablar, 
veremos muchas comedias 
que en silbas acabarán, 
muchos neos en berlina, 
machas beatas rezar 
que dieron su cuerpo al diablo; 
habrá muchos thes dansants
y literatos sin blanca, 
muy ricos de vanidad. 
Habrá lances muy estraños 
en la Zarzuela y el Real, 
artistas que canten bien 
y cómicos que hablen mal. 
En el teatro de Lope 
Joaquín galaneará, 
por más que nunca haya sido 
don Joaquinito galán. 
Seguirá echando su chorro 
la fuente monumental, 
y en el verano las calles 
tan regadas estarán, 
que parecerá cada una, 
más que calle, un barrizal. 
No se ensanchará Madrid, 
que aquí lo que importa más 
se hace siempre mal y tarde, 
o más claro, tarde y mal. 
Los chicos a Calderón 
por las calles seguirán 
gritando: «ahí va el grande hombre 
que a la Europa hace temblar.» 
Y aquí termino, diciendo 
al que quiera saber más, 
que espere a que acabe el año 
y de ese modo podrá 
satisfacer por completo 
su mucha curiosidad.

 
 
Dedicado a todos vosotros, con la esperanza de que todo mejore.

Eduardo Valero García
Madrid, 1º de enero de 2021



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© 2021 Eduardo Valero García - HUM 021-001 MADGALDÓS
Historia Urbana de Madrid
ISSN 2444-1325