jueves, 28 de enero de 2010

Calles desaparecidas: de los Leones, Ceres o de la Justa y de Eguiluz

Para comenzar el proyecto de construcción de la Gran Vía fue necesario demoler varias manzanas edificadas y hacer desaparecer del mapa conocido hasta 1910 algunas calles del centro de Madrid.

Si habéis llegado hasta aquí es porque os interesa conocer aquellas calles que citamos en nuestro artículo "Prolongación de la calle Preciados - Parte III"

Bienvenidos entonces a este recorrido histórico por las calles desaparecidas de Madrid.

Calle de los Leones
Esta calle fue primitivamente un campo perteneciente a D. Juan de la Victoria Bracamonte. Allí se instalaron unos extranjeros que traían varias fieras para exponer, entre ellas dos leones.
Se montó allí una feria a la que acudían los vecinos de Madrid para disfrutar de aquellos animales.
Cuenta la historia que llegaron dos padres franciscanos desde Guadalajara y acudieron a la feria. Uno de ellos acercó el cordón del hábito para jugar con uno de los leones, pero la mala fortuna quiso que el león tirase fuerte de él haciendo que el franciscano se diese de bruces contra la jaula.
A pesar de los intentos de auxilio por parte de su compañero, el fraile acabó en el convento de Jesús y María herido de gravedad donde murió a los pocos días.
La noticia corrió por toda la ciudad y el negocio aumentó con gran éxito hasta que el Santo Oficio, independientemente de que aquella tragedia fuese causada por el imprudente franciscano, prohibió que se siguiesen mostrando las fieras en el campo del señor Bracamonte.
Aquella noticia perduró hasta dar nombre a esta calle de los leones.
Por cierto, los leones fueron adquiridos por el señor Bracamonte para la colección de fieras que estaba juntando en unos terrenos que tenía en la calle Jesús y María.

Calle de Ceres o de la Justa
Vivía en aquella zona, que antaño era un despoblado, una señora llamada Justa y que no tenía buena fama.
Decían us vecinos que hablaba con el diablo y que de su casa habían visto salir al mismísimo Barrabás.
Acusada de causar mal de ojo y otras maldiciones, la Justa acabó en el Tribunal de la Fe.
Resulta ser que la tétrica señora tenía un pozo de aguas cristalinas donde acudían las doncellas con sus cántaros. Una de ellas era Marieta, un bellezón madrileño de la época que, dispuesta a sacar agua, fue atacada por dos basilíscos que salieron del pozo y que le dieron muerte.
Las mujeres que allí estaban corrieron hacia la Villa para dar la noticia que poco favoreció a Justa. La hechicera fue condenada a muerte y se cegó el pozo, perdiendose para siempre aquellas ricas aguas.
De ahí que esta calle se llamase en un principio del Pozo de Justa y luego de Justa.
Posteriormente la calle tomaría el nombre de la diosa Ceres.

Calle de Eguiluz
Cuando Madrid aún no era Corte y andar por la calle San Bernardo era un auténtico peligro por estar a las afueras del Alcázar, vivió en la villa el Obispo Dionisio Mellado de Eguiluz, venerable sacerdote, de virtudes ejemplares y gran bondad.
Eguluz tenía una finca en las afueras, entre el Alcázar y la iglesia de San Martín, y allí acudía siempre que podía repartiendo limosna a quien la solicitaba y abriendo las puertas del huerto que allí tenía para que los pobres saciaran su hambre.

El crecimiento de Madrid hacia las afueras hizo que aquellos terrenos fuesen replanteados y naciendo entonces una calle que truncaba su finca.

Tal fue la fama de aquel buen sacerdote que perduró varios siglos, a tal punto que aquella nueva calle llevó por nombre el de Eguiluz.

Pero hay más calles y os las iremos mostrando en próximos artículos.