«Las cosas tienen alma, y en el misterio de las oscuridades el alma de las cosas dice más que en la vulgaridad de la luz.»
Del Rastro a Maravillas, Pedro de Répide.
Mi estimado amigo José Losa Teresa, conocedor de esta pasión mía por la historia y las antigüedades, tuvo a bien regalarme un tesoro proveniente de su colección particular. Se trata de un recuerdo de papel que el pasado 20 de febrero de 2019 cumplió cien años.
Este pequeño documento impreso en papel de excelente calidad, con un tamaño de 15,6 cm de largo por 9,7 cm de ancho, e impresión tipográfica exquisita, corresponde al menú ofrecido por el Restaurante del Palace Hotel de Madrid el jueves 20 de febrero de 1919.
José Losa lo heredó de su tío, D. Emilio López, quien había ingresado como botones del emblemático hotel en el momento de su inauguración. Don Emilio tenía entonces 12 años.
En la siguiente fotografía, del danés Christian Franzen, vemos retratado a un joven botones del Palace Hotel. La fotografía original es propiedad de la tienda Casa Postal, de Madrid.
Y, aunque parezca un insignificante trozo de papel, en torno a él se desarrollaron varios acontecimientos de interés para la historia urbana de nuestra ciudad. Curiosamente, alguno de ellos parece repetirse después de un siglo y están relacionados con noticias de provincias.
El menú
Era costumbre en los restaurantes postineros de Madrid que el menú se redactase en francés. Así lo hemos visto en el viaje en el tiempo realizado a Lhardy en 1892.
Como vemos en el propio menú, y en esta publicidad de 1919, el precio de las comidas era de 8 pesetas.
En cuanto a los cocineros, la responsabilidad de la confección de los platos recayó en D. José Blanco (figura también como José Blasco), jefe de cocina, y D. Ramón Sentis, cocinero; profesionales de la gastronomía muy acostumbrados a la preparación de menús para una ingente cantidad de comensales.
Por la tachadura que vemos en “Potage Freneuse”, parece que fue muy solicitado y acabaron con su existencia antes de finalizar el servicio. En realidad, no era otra cosa que una sopa francesa, pero tenía que estar muy buena.
Aquí la receta, por si la queréis hacer.
Ingredientes para 4 personas:
• 600 gr pequeños nabos
• 2 puerros blancos
• 2 papas grandes
• 80 gr de raíz de apio
• perejil
• 50 gr de mantequilla clarificada
• 30 gr de mantequilla
• Azúcar en polvo
• 4 c. con crema fresca
• ½ litro de caldo de pollo
• Sal pimienta
• Crutones Fritos De Pan Blanco
Preparación:
• Pelar los nabos.
• Detalle en tiras regulares con la mandolina.
Vierta la mantequilla clarificada en una cacerola, agregue los nabos.
• A fuego alto, dorarlas ligeramente.
• Cubra, baje el fuego y déjelos reposar durante 30 minutos a fuego lento.
• Pelar los puerros. Lavarlos y rebanarlos.
• Pelar la patata y la raíz de apio.
• Lavarlos, detallarlos en dados pequeños.
• En la mantequilla derretida, fríe los puerros mientras revuelve para que no se manchen. Sal y pimienta
• Mojar con caldo. Llevar a ebullición y agregar el apio y la papa. Tapar y dejar cocer a fuego lento durante 30 minutos.
• Escurrir los nabos confitados. Añadir a las otras verduras en el caldo.
• Continuar cocinando durante 20 minutos.
• Aplasta todas estas verduras en la fábrica de vegetales o cambia a la licuadora.
• Regrese la sopa al calor para mantenerla caliente.
• Al servir, agregue la crème fraîche.
• Picar el perejil y esparcirlo en la sopa.
• Añadir los picatostes fritos en mantequilla.
La receta original, en francés, la encontraréis en La Gastronomie aur coeur de la Wallonie.
Banquete Hispano-marroquí
Un mes antes, la noche del 20 de enero, el equipo de cocineros, dirigido por Blanco, había preparado un banquete para la Comisión de homenaje al nuevo presidente de los Centros Comerciales Hispano-marroquíes, Sr. Gerardo Doval.
Esta Comisión estaba integrada por el Ayuntamiento de Madrid, el Ministerio de Fomento y el Tribunal Supremo, que ya es decir.
Las tarjetas para asistir al banquete podían adquirirse en la Librería de Fernando Fe (Puerta del Sol, 15); Centro Comercial Hispano Marroquí (calle San Agustín, 2), y en la Casa de Abanicos de Manuel de Diego (Puerta del Sol, 13).
Un inciso:
Los cocineros españoles contra el Palace Hotel. Madrid, 1912
Redactar los menús en francés, con platos cuyas recetas eran netamente francesas, puede aceptarse. Pero lo que no aceptaron los cocineros españoles fue la discriminación que la Compañía del Palace hizo en un primer momento. La dirección del hotel consideró que en sus cocinas solo podían trabajar profesionales galos; los españoles no eran considerados personal cualificado.
La protesta de los chefs madrileños y de otras provincias fue contundente y llegó a su punto álgido cuando, pocos días antes de la inauguración del hotel, el Palace pidió al Hotel Ritz un cocinero.
Se trataba de D. Félix Ruiz del Castillo (en la fotografía), cocinero de mérito que conocía a la perfección los idiomas francés e inglés por haber trabajado ocho años en el Hotel Bristol de Londres y haber hecho prácticas durante tres años en las cocinas parisinas.
La Dirección del Palace consideró que, al ser español, solo podía trabajar de ayudante.
El domingo 20 de octubre de 1912 se organizó un mitin de protesta en una sede de las Sociedades de Hostelería, ubicada en la calle Visitación, número 8. Asistieron profesionales de la gastronomía pertenecientes a Sociedades de toda España, tanto de cocineros como pasteleros, confiteros, reposteros, camareros y similares.
En las siguientes fotografías, publicadas en el Semanario ilustrado Las Ocurrencias, quedan retratados algunos de los asistentes al mitin y tres de los principales organizadores de la protesta.
De izquierda a derecha, Antonio Sala Plá, secretario de la Sociedad El arte culinario, además de cocinero durante siete años en casa de la duquesa de Abrantes y cinco en la de la condesa de San Junois. También había trabajado en las cocinas de Palacio y en el Veloz Club, entre otros restaurantes. Juan Gómez, cocinero jefe del Hotel Inglés y presidente de El arte culinario, y Atilano Granda, afamado cocinero y presidente de la Unión culinaria.
El jefe de cocinas del Palace, M. Ernest Lacoste, había enviado una carta disculpándose y haciendo constar que él pertenecía a las Sociedades obreras francesas.
Por su parte, González Marcos, representante de Solidaridad Obrera, dijo en su discurso: «Bueno que el trabajo no tiene ni debe tener fronteras, en eso estamos; pero que esas fronteras no nos las pongan en nuestras alcobas.»
Todos los allí presente estaban de acuerdo en una cosa; mientras los cocineros españoles eran ofendidos de tal manera y elevaban sus protestas al Gobierno, el presidente Canalejas continuaba comiendo en el Palace. Lamentablemente, fue por poco tiempo, ya que Canalejas era asesinado en la Puerta del Sol el 12 de noviembre de ese año.
Después de aquel primer mitin se sucedieron otros tantos, y la prensa nacional se interesó por la situación. Mala imagen para el recién estrenado Palace Hotel.
En la fotografía, el mitin celebrado en el Teatro Romea la noche del 3 de noviembre de 1912.
Afortunadamente, los cocineros españoles tuvieron cabida en los fogones del Palace; así lo muestra esta fotografía de 1913.
Posteriormente, su lucha fue otra, la del descanso dominical que perseguían todos los trabajadores. Pero esa es otra historia.
Restaurant del Palace Hotel
El siguiente plano de planta muestran las dimensiones del Restaurante, Salón de banquetes y cocinas.
Corresponde a la planta baja del edificio, donde se aprecia el gran hall; la recepción y dirección; oficina de caja y cambio; conserjería; oficina de Correos; oficina de teléfonos interurbanos; elegante Grill-room al estilo inglés y bar americano. Jardín de invierno estilo Luis XVI con una cúpula de cristal de Venecia que cubre una superficie de 800 m². Dos salas, una de lectura y otra de visitas. Guardarropa y salón de peluquería.
Señalado en rojo sobre el plano, el suntuoso Restaurante inglés con capacidad para 2.000 personas, con ventanas a la plaza de las Cortes, plaza de Cánovas y calle de Cervantes.
Localizado con color amarillo, el Salón de banquetes, diseñado para agasajos, bailes, fiestas y reuniones, con capacidad para más de 1.000 personas.
En color verde, las zonas inherentes a los servicios de la Cocina.
En el entresuelo se encontraba la primera "brasserie" del mundo y las cocinas de esta; una bodega con capacidad para 25 millones de botellas. En la "brasserie" se instala un restaurante a la carta, más de cincuenta mesas de billar y espacio para la orquesta.
El jueves 13 de febrero de 1919 en el Palace
Siete días antes de la fecha del menú, el Palace Hotel había sido escenario de una importante manifestación de estudiantes en protesta contra el caciquismo.
El asunto venía de los sucesos ocurridos en Granada los días 11 y 12 de febrero, cuando el pueblo granadino se levantó en contra del caciquismo, representado en la figura de Felipe La Chica (alcalde de Granada) y Juan Ramón La Chica (diputado por Granada).
La Guardia civil, mandada por la tiranía caciquil, arremetió de forma contundente contra las columnas de manifestantes, compuestas estas por Sociedades obreras, catedráticos, diputados, ciudadanos y muchos estudiantes.
Durante los disturbios fallecieron por disparos el estudiante de Medicina Ramón Ruiz de Peralta y la joven Josefa González Vivas, quien estaba asomada al balcón de su casa.
En las fotografías, retratos de los fallecidos y de los caciques granadinos. De estos últimos sólo puedo decir que sus caras les delatan.
El Año Político de 1919 hacía un resumen de los hechos que llevaron a la manifestación:
Se trató el tema en el Congreso, destronando de la alcaldía a Felipe La Chica; aceptando la renuncia del Gobernador lachiquista, y cerrando la Universidad y los comercios.
Después, la tragedia, y más tarde la manifestación de los estudiantes madrileños que pedían la cabeza del diputado Juan Ramón La Chica. Lo buscaron en el Congreso, apostándose en la escalinata portando velas encendidas y cantando letanías. Lo persiguieron hasta el Palace Hotel, donde se le suponía refugiado, apedreando la fachada y accediendo hasta el vestíbulo.
La Chica, que no podía volver a Granada, se refugió cobardemente en el Congreso y con escolta policial. Más tarde, en el mes de marzo, tuvo el descaro de volver a la ciudad andaluza, pero el pueblo solicitó se le expulsase, y a eso se comprometió el Gobernador civil.
Los sucesos de Granada y la presencia del lachiquismo en el Congreso, sumados a la situación social del momento, estuvieron a punto de crear una crisis de Gobierno, que de por sí ya estaba bastante maltrecho.
En tono de humor, y como resumen de lo que acontecía hace cien años en Madrid, esta viñeta de Tovar publicada en el Heraldo de Madrid del 6 de marzo de 1919.
La valla de Vitórica
Existió en la calle de Cedaceros una valla puesta por el señor Juan Vitórica y Casuso que, además de acaudalado señor, era diputado a Cortes por Madrid. La valla, denominada “de Vitórica” o “de la calle Cedaceros”, dificultaba el tránsito por aquella arteria y su Señoría se negaba a quitarla, manteniendo un largo y farragoso pleito con el Ayuntamiento.
Hacía tiempo, durante el mandato del alcalde Ruiz Jiménez, que se mandó derribar la fachada de la casa de Vitórica por peligro de derrumbe, pero el ínclito señor colocó esa valla e hizo caso omiso a las ordenes municipales.
El tema llegó a la Gobernación civil y en ese año de 1919 estaba en su punto más álgido. El pleito pasó a mayores, dándose a conocer en la prensa y en las sesiones del Congreso de los diputados. Pero la tediosa valla continuaba en su sitio.
Fueron los estudiantes quienes el día 13 de febrero dieron carpetazo al expediente al pasar por la calle Cedaceros de regreso de su manifestación en el Palace. Hicieron añico la valla y recogieron trozos para llevarlas al Ayuntamiento. Allí, una comisión de jóvenes parlamentó con el alcalde y le hicieron entrega de los simbólicos restos de la valla, manifestando que ya se había acabado el litigio municipal. De paso, advirtieron que si se subía el precio del billete de tranvía obrarían de igual forma, quemando los coches en la vía pública.
Muy contundentes los estudiantes del siglo pasado.
Por otra parte, en el Congreso de los diputados se desarrollaba una escena muy cómica. El diputado Vitórica pedía al presidente que se le amparase en sus derechos porque en la tribuna de la prensa se le había ofendido.
Un diputado dijo que ya estaba allí el de la valla y otro exclamó que había que poner una valla en la tribuna. El presidente respondió: «‒Y a su Señoría otra». Hubo risas, y también protestas.
Para concluir, haciendo honor al gracejo madrileño, no faltó quien solicitó se cambiase el nombre de la calle por el de “El hombre de la valla”. Ironía que tiraba por tierra los apellidos del diputado.
A los postres
Más podría contar sobre aquel Madrid que nos enseña este pequeño pero valioso trozo de papel. Mucho más si me centro en la cuestión del separatismo catalán, presente en el Congreso aquellos días y de las huelgas constantes en protesta por las subsistencias y la precariedad laboral.
Pero el Palace Hotel ha sido el foco de atención, y en él se continuará esa vida frenética de los altos vuelos, cons sus banquetes, bailes, celebraciones, y el famoso Modern Style, evento inaugurado la tarde del martes 11 de febrero, y que reunía a la flor y nata de la sociedad madrileña para tomar el té, bailar y conversar.
Queda aquí mi agradecimiento a don José Losa Teresa, quien con su regalo ha abierto una ventana al Madrid de un siglo atrás, en el que se amalgaman trágicos sucesos con cómicos acontecimientos y algunas curiosidades.
Queda, también, el recuerdo a don Emilio López, aquel jovenzuelo que comenzó a trabajar en el Palace con 12 añitos, más tarde en el Hotel Ritz, y que acabará de portero y propietario de tres taxis. Así eran los madrileños de antes.
José Losa lo heredó de su tío, D. Emilio López, quien había ingresado como botones del emblemático hotel en el momento de su inauguración. Don Emilio tenía entonces 12 años.
En la siguiente fotografía, del danés Christian Franzen, vemos retratado a un joven botones del Palace Hotel. La fotografía original es propiedad de la tienda Casa Postal, de Madrid.
Y, aunque parezca un insignificante trozo de papel, en torno a él se desarrollaron varios acontecimientos de interés para la historia urbana de nuestra ciudad. Curiosamente, alguno de ellos parece repetirse después de un siglo y están relacionados con noticias de provincias.
El menú
Era costumbre en los restaurantes postineros de Madrid que el menú se redactase en francés. Así lo hemos visto en el viaje en el tiempo realizado a Lhardy en 1892.
Como vemos en el propio menú, y en esta publicidad de 1919, el precio de las comidas era de 8 pesetas.
En cuanto a los cocineros, la responsabilidad de la confección de los platos recayó en D. José Blanco (figura también como José Blasco), jefe de cocina, y D. Ramón Sentis, cocinero; profesionales de la gastronomía muy acostumbrados a la preparación de menús para una ingente cantidad de comensales.
Por la tachadura que vemos en “Potage Freneuse”, parece que fue muy solicitado y acabaron con su existencia antes de finalizar el servicio. En realidad, no era otra cosa que una sopa francesa, pero tenía que estar muy buena.
Aquí la receta, por si la queréis hacer.
Ingredientes para 4 personas:
• 600 gr pequeños nabos
• 2 puerros blancos
• 2 papas grandes
• 80 gr de raíz de apio
• perejil
• 50 gr de mantequilla clarificada
• 30 gr de mantequilla
• Azúcar en polvo
• 4 c. con crema fresca
• ½ litro de caldo de pollo
• Sal pimienta
• Crutones Fritos De Pan Blanco
Preparación:
• Pelar los nabos.
• Detalle en tiras regulares con la mandolina.
Vierta la mantequilla clarificada en una cacerola, agregue los nabos.
• A fuego alto, dorarlas ligeramente.
• Cubra, baje el fuego y déjelos reposar durante 30 minutos a fuego lento.
• Pelar los puerros. Lavarlos y rebanarlos.
• Pelar la patata y la raíz de apio.
• Lavarlos, detallarlos en dados pequeños.
• En la mantequilla derretida, fríe los puerros mientras revuelve para que no se manchen. Sal y pimienta
• Mojar con caldo. Llevar a ebullición y agregar el apio y la papa. Tapar y dejar cocer a fuego lento durante 30 minutos.
• Escurrir los nabos confitados. Añadir a las otras verduras en el caldo.
• Continuar cocinando durante 20 minutos.
• Aplasta todas estas verduras en la fábrica de vegetales o cambia a la licuadora.
• Regrese la sopa al calor para mantenerla caliente.
• Al servir, agregue la crème fraîche.
• Picar el perejil y esparcirlo en la sopa.
• Añadir los picatostes fritos en mantequilla.
La receta original, en francés, la encontraréis en La Gastronomie aur coeur de la Wallonie.
Banquete Hispano-marroquí
Un mes antes, la noche del 20 de enero, el equipo de cocineros, dirigido por Blanco, había preparado un banquete para la Comisión de homenaje al nuevo presidente de los Centros Comerciales Hispano-marroquíes, Sr. Gerardo Doval.
Esta Comisión estaba integrada por el Ayuntamiento de Madrid, el Ministerio de Fomento y el Tribunal Supremo, que ya es decir.
Las tarjetas para asistir al banquete podían adquirirse en la Librería de Fernando Fe (Puerta del Sol, 15); Centro Comercial Hispano Marroquí (calle San Agustín, 2), y en la Casa de Abanicos de Manuel de Diego (Puerta del Sol, 13).
Un inciso:
Los cocineros españoles contra el Palace Hotel. Madrid, 1912
Redactar los menús en francés, con platos cuyas recetas eran netamente francesas, puede aceptarse. Pero lo que no aceptaron los cocineros españoles fue la discriminación que la Compañía del Palace hizo en un primer momento. La dirección del hotel consideró que en sus cocinas solo podían trabajar profesionales galos; los españoles no eran considerados personal cualificado.
La protesta de los chefs madrileños y de otras provincias fue contundente y llegó a su punto álgido cuando, pocos días antes de la inauguración del hotel, el Palace pidió al Hotel Ritz un cocinero.
Se trataba de D. Félix Ruiz del Castillo (en la fotografía), cocinero de mérito que conocía a la perfección los idiomas francés e inglés por haber trabajado ocho años en el Hotel Bristol de Londres y haber hecho prácticas durante tres años en las cocinas parisinas.
La Dirección del Palace consideró que, al ser español, solo podía trabajar de ayudante.
El domingo 20 de octubre de 1912 se organizó un mitin de protesta en una sede de las Sociedades de Hostelería, ubicada en la calle Visitación, número 8. Asistieron profesionales de la gastronomía pertenecientes a Sociedades de toda España, tanto de cocineros como pasteleros, confiteros, reposteros, camareros y similares.
En las siguientes fotografías, publicadas en el Semanario ilustrado Las Ocurrencias, quedan retratados algunos de los asistentes al mitin y tres de los principales organizadores de la protesta.
De izquierda a derecha, Antonio Sala Plá, secretario de la Sociedad El arte culinario, además de cocinero durante siete años en casa de la duquesa de Abrantes y cinco en la de la condesa de San Junois. También había trabajado en las cocinas de Palacio y en el Veloz Club, entre otros restaurantes. Juan Gómez, cocinero jefe del Hotel Inglés y presidente de El arte culinario, y Atilano Granda, afamado cocinero y presidente de la Unión culinaria.
El jefe de cocinas del Palace, M. Ernest Lacoste, había enviado una carta disculpándose y haciendo constar que él pertenecía a las Sociedades obreras francesas.
Por su parte, González Marcos, representante de Solidaridad Obrera, dijo en su discurso: «Bueno que el trabajo no tiene ni debe tener fronteras, en eso estamos; pero que esas fronteras no nos las pongan en nuestras alcobas.»
Todos los allí presente estaban de acuerdo en una cosa; mientras los cocineros españoles eran ofendidos de tal manera y elevaban sus protestas al Gobierno, el presidente Canalejas continuaba comiendo en el Palace. Lamentablemente, fue por poco tiempo, ya que Canalejas era asesinado en la Puerta del Sol el 12 de noviembre de ese año.
Después de aquel primer mitin se sucedieron otros tantos, y la prensa nacional se interesó por la situación. Mala imagen para el recién estrenado Palace Hotel.
En la fotografía, el mitin celebrado en el Teatro Romea la noche del 3 de noviembre de 1912.
Afortunadamente, los cocineros españoles tuvieron cabida en los fogones del Palace; así lo muestra esta fotografía de 1913.
Posteriormente, su lucha fue otra, la del descanso dominical que perseguían todos los trabajadores. Pero esa es otra historia.
Restaurant del Palace Hotel
El siguiente plano de planta muestran las dimensiones del Restaurante, Salón de banquetes y cocinas.
Corresponde a la planta baja del edificio, donde se aprecia el gran hall; la recepción y dirección; oficina de caja y cambio; conserjería; oficina de Correos; oficina de teléfonos interurbanos; elegante Grill-room al estilo inglés y bar americano. Jardín de invierno estilo Luis XVI con una cúpula de cristal de Venecia que cubre una superficie de 800 m². Dos salas, una de lectura y otra de visitas. Guardarropa y salón de peluquería.
Señalado en rojo sobre el plano, el suntuoso Restaurante inglés con capacidad para 2.000 personas, con ventanas a la plaza de las Cortes, plaza de Cánovas y calle de Cervantes.
Localizado con color amarillo, el Salón de banquetes, diseñado para agasajos, bailes, fiestas y reuniones, con capacidad para más de 1.000 personas.
En color verde, las zonas inherentes a los servicios de la Cocina.
En el entresuelo se encontraba la primera "brasserie" del mundo y las cocinas de esta; una bodega con capacidad para 25 millones de botellas. En la "brasserie" se instala un restaurante a la carta, más de cincuenta mesas de billar y espacio para la orquesta.
El jueves 13 de febrero de 1919 en el Palace
Siete días antes de la fecha del menú, el Palace Hotel había sido escenario de una importante manifestación de estudiantes en protesta contra el caciquismo.
El asunto venía de los sucesos ocurridos en Granada los días 11 y 12 de febrero, cuando el pueblo granadino se levantó en contra del caciquismo, representado en la figura de Felipe La Chica (alcalde de Granada) y Juan Ramón La Chica (diputado por Granada).
La Guardia civil, mandada por la tiranía caciquil, arremetió de forma contundente contra las columnas de manifestantes, compuestas estas por Sociedades obreras, catedráticos, diputados, ciudadanos y muchos estudiantes.
Durante los disturbios fallecieron por disparos el estudiante de Medicina Ramón Ruiz de Peralta y la joven Josefa González Vivas, quien estaba asomada al balcón de su casa.
En las fotografías, retratos de los fallecidos y de los caciques granadinos. De estos últimos sólo puedo decir que sus caras les delatan.
El Año Político de 1919 hacía un resumen de los hechos que llevaron a la manifestación:
«Allí (en Granada) no había Diputado si no se contaba con el Sr. La Chica; ni Gobernador, si no se sujetaba a las exigencias del cacique (que no siempre eran justas); él siempre era Diputado, y la Alcaldía y los principales puestos y sinecuras de la provincia eran para sus deudos y allegados.
Y como su tribu constituía ya una verdadera fuerza, cuando caía un partido, el que lo sucedía procuraba entenderse con el reyezuelo, repartiéndose las actas y todo lo que hubiera que repartir, con lo cual dicho se está que su poder crecía cada vez más, pasando así por diversas jefaturas políticas, según la que él veía que podía, desde Madrid, dispensarle mayor influencia.
Pero fueron tantos los abusos que cometió, que ya el pueblo no pudo resistir más, y sin que podamos determinar las causas, se alzó contra él la opinión, de tal modo compacta y unánime, que determinó una verdadera revolución.»
Se trató el tema en el Congreso, destronando de la alcaldía a Felipe La Chica; aceptando la renuncia del Gobernador lachiquista, y cerrando la Universidad y los comercios.
Después, la tragedia, y más tarde la manifestación de los estudiantes madrileños que pedían la cabeza del diputado Juan Ramón La Chica. Lo buscaron en el Congreso, apostándose en la escalinata portando velas encendidas y cantando letanías. Lo persiguieron hasta el Palace Hotel, donde se le suponía refugiado, apedreando la fachada y accediendo hasta el vestíbulo.
La Chica, que no podía volver a Granada, se refugió cobardemente en el Congreso y con escolta policial. Más tarde, en el mes de marzo, tuvo el descaro de volver a la ciudad andaluza, pero el pueblo solicitó se le expulsase, y a eso se comprometió el Gobernador civil.
Los sucesos de Granada y la presencia del lachiquismo en el Congreso, sumados a la situación social del momento, estuvieron a punto de crear una crisis de Gobierno, que de por sí ya estaba bastante maltrecho.
En tono de humor, y como resumen de lo que acontecía hace cien años en Madrid, esta viñeta de Tovar publicada en el Heraldo de Madrid del 6 de marzo de 1919.
La valla de Vitórica
Existió en la calle de Cedaceros una valla puesta por el señor Juan Vitórica y Casuso que, además de acaudalado señor, era diputado a Cortes por Madrid. La valla, denominada “de Vitórica” o “de la calle Cedaceros”, dificultaba el tránsito por aquella arteria y su Señoría se negaba a quitarla, manteniendo un largo y farragoso pleito con el Ayuntamiento.
Hacía tiempo, durante el mandato del alcalde Ruiz Jiménez, que se mandó derribar la fachada de la casa de Vitórica por peligro de derrumbe, pero el ínclito señor colocó esa valla e hizo caso omiso a las ordenes municipales.
El tema llegó a la Gobernación civil y en ese año de 1919 estaba en su punto más álgido. El pleito pasó a mayores, dándose a conocer en la prensa y en las sesiones del Congreso de los diputados. Pero la tediosa valla continuaba en su sitio.
Fueron los estudiantes quienes el día 13 de febrero dieron carpetazo al expediente al pasar por la calle Cedaceros de regreso de su manifestación en el Palace. Hicieron añico la valla y recogieron trozos para llevarlas al Ayuntamiento. Allí, una comisión de jóvenes parlamentó con el alcalde y le hicieron entrega de los simbólicos restos de la valla, manifestando que ya se había acabado el litigio municipal. De paso, advirtieron que si se subía el precio del billete de tranvía obrarían de igual forma, quemando los coches en la vía pública.
Muy contundentes los estudiantes del siglo pasado.
Por otra parte, en el Congreso de los diputados se desarrollaba una escena muy cómica. El diputado Vitórica pedía al presidente que se le amparase en sus derechos porque en la tribuna de la prensa se le había ofendido.
Un diputado dijo que ya estaba allí el de la valla y otro exclamó que había que poner una valla en la tribuna. El presidente respondió: «‒Y a su Señoría otra». Hubo risas, y también protestas.
Para concluir, haciendo honor al gracejo madrileño, no faltó quien solicitó se cambiase el nombre de la calle por el de “El hombre de la valla”. Ironía que tiraba por tierra los apellidos del diputado.
A los postres
Más podría contar sobre aquel Madrid que nos enseña este pequeño pero valioso trozo de papel. Mucho más si me centro en la cuestión del separatismo catalán, presente en el Congreso aquellos días y de las huelgas constantes en protesta por las subsistencias y la precariedad laboral.
Pero el Palace Hotel ha sido el foco de atención, y en él se continuará esa vida frenética de los altos vuelos, cons sus banquetes, bailes, celebraciones, y el famoso Modern Style, evento inaugurado la tarde del martes 11 de febrero, y que reunía a la flor y nata de la sociedad madrileña para tomar el té, bailar y conversar.
Queda aquí mi agradecimiento a don José Losa Teresa, quien con su regalo ha abierto una ventana al Madrid de un siglo atrás, en el que se amalgaman trágicos sucesos con cómicos acontecimientos y algunas curiosidades.
Queda, también, el recuerdo a don Emilio López, aquel jovenzuelo que comenzó a trabajar en el Palace con 12 añitos, más tarde en el Hotel Ritz, y que acabará de portero y propietario de tres taxis. Así eran los madrileños de antes.
Eduardo Valero García
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© 2019 Eduardo Valero García - HUM 019-001 RECUPAPEL
Historia Urbana de Madrid
ISSN 2444-1325