El escritor había dejado la casa del Paseo de Areneros, 46 (hoy Alberto Aguilera, 64-68) para instalarse en el hotelito de su sobrino, José Hurtado de Mendoza y Pérez Galdós. Esto ocurría en 1912, después de la última operación de cataratas a la que había sido sometido.
En ese hotelito de la calle Hilarión Eslava habían fallecido dos hermanas de don Benito; primero doña Concepción Pérez Galdós, el 26 de noviembre de 1914; poco después, el 27 de febrero de 1915, doña María del Carmen Pérez Galdós, madre de José Hurtado de Mendoza.
1920
Propuesta del Ayuntamiento – Presupuesto – Proyecto – La alcoba de don Benito y otras donaciones.
La sesión del Ayuntamiento de Madrid del día 9 de enero de 1920 comenzaba con un sentido discurso necrológico pronunciado por el alcalde en memoria del desaparecido Galdós.
Como el insigne escritor ya tenía calle con su nombre, además del
monumento inaugurado en el parque de El Retiro en 1919, la máxima autoridad municipal propuso la colocación de una lápida en la casa donde había vivido y fallecido.
A esto se sumaría un homenaje póstumo en el Teatro Español y la propuesta de la minoría republicana sobre la colocación del escudo de Canarias junto al de Madrid en el monumento.
En ese mismo acto, el grupo republicano solicitaba que constase en acta el agradecimiento de la familia de Pérez Galdós al alcalde por cuánto había hecho y dispuesto durante los funerales en nombre del Ayuntamiento. Todo lo propuesto quedó aprobado por unanimidad.
En sesión del 17 de marzo se aprobaba el crédito de 14.748, 25 pesetas destinado a la realización e instalación de la lápida.
En abril se conocía el proyecto de lápida presentado por el arquitecto Sr. Zapata para perpetuar la memoria de Galdós. Nada más se supo de este proyecto, quizá por su diseño.
José Hurtado de Mendoza y Pérez-Galdós ofrecerá al Museo Canario la donación de «
los muebles de mi propiedad que constituían la alcoba de mi tío Benito Pérez Galdós, y que se encontraban en ella el día de su fallecimiento». El museo aceptará la donación y la alcoba, junto a otros enseres del escritor, llegarán a Canarias a principios de 1921.
En carta del 21 de diciembre de 1920, Hurtado de Mendoza escribirá:
«Agradezco mucho dicha aceptación y el sentimiento que me produce separarme de ellos se atenúa sabiendo que se han de conservar cariñosamente en nuestra querida tierra bajo el patrocinio de Institución tan significada». [1]
Una noticia publicada el 24 de septiembre en el diario tinerfeño
La Prensa daba cuenta de la donación, consistiendo esta en mucho más que una alcoba. Sin embargo, las siguientes fotografías presentan notables diferencias.
La primera es del año 1914, tomada por el fotógrafo Salazar para
Mundo Gráfico; corresponde a la alcoba de Galdós en Hilarión Eslava, 7.
En la segunda, de la revista de turismo
Isla (1967), podemos ver la habitación de Madrid recreada en la
Casa-Museo de Las Palmas de Gran Canaria. En la revista la identifican como «
alcoba mortuoria», y en ella parece existir únicamente un elemento original, la mesilla.
En el siguiente plano podemos apreciar la disposición de los elementos que son visibles en las fotografías. Las dimensiones de la habitación y las de los elementos arquitectónicos y muebles, son aproximadas.
Quizá debamos suponer la existencia de un cambio de mobiliario entre 1914 y 1920, principalmente la cama donde fallece Galdós; ya que, si la primera es de hierro, la expuesta en la Casa-Museo parece de madera. En todo caso, no es el mismo modelo.
En 1928, José enviará a la
Asociación Canaria de Socorros Mutuos de la República Argentina una carta escrita por su tío y cuyo destinatario era una admiradora estadounidense. Hace esta donación en agradecimiento al recuerdo constante que aquella institución brindaba a Don Benito.
La carta, en respuesta a otra del 18 de febrero de 1907, decía lo siguiente:
«Muy Señora mía:
Contesto a la suya del 18 de febrero con retraso motivado por ocupaciones apremiantes. Ruego a usted me perdone.
Celebro infinito su entusiasmo por la literatura española y me agrada mucho su propósito de dar algunas conferencias acerca de ella.
A su consulta referente a la intolerancia y “bigotismo” de este país, contesto que ha cambiado poco desde 1896, fecha de Doña Perfecta. Seguimos lo mismo, tal vez peor, porque la preponderancia del jesuitismo ha dado a la superstición y a las demasías clericales mayor vuelo y extensión, tal vez con formas menos feroces, pero con mayor penetración en los espíritus, principalmente en los femeninos. El sentimiento liberal sufre una gran crisis. ¿Cómo saldremos de ella? No puedo decir a usted lo que yo mismo ignoro.
Saluda a usted afectuosamente su atento servidor, q. s. p. b.
B. Pérez Galdós.»
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Portada y primera página de la revista de la Asociación Canaria de Socorros Mutuos de la República Argentina
[Año V - Nº 107 - Buenos Aires, 1º de febrero de 1920]
Número dedicado a Benito Pérez Galdós al recibirse la noticia de su fallecimiento.
Desde su creación (1914) y hasta el cierre (1955), esta publicación dedicó algunas de sus páginas a la vida y obra de don Benito. |
1921
La lápida olvidada – Estreno de Antón Caballero
Al celebrarse el primer aniversario del fallecimiento de Galdós poco se sabía de aquella propuesta de lápida.
En una pequeña columna insertada en portada de
El Liberal, cuyo título era simplemente «GALDÓS», se decía:
«En el año transcurrido desde la muerte de Galdós bien poco se ha hecho para rendir a su memoria el homenaje que merece la excelsa figura, que fue como un faro poderoso de la literatura hispana, aclamado y admirado en el mundo entero.»
En 1921 todas las miradas parecían estar puestas en el monumento que por suscripción pública se erigiría en Las Palmas de Gran Canaria y en el estreno de Antón Caballero, obra póstuma del novelista, adaptada por los hermanos Álvarez Quintero.
La obra Antón Caballero, cuyo primer título puesto por la pluma de Galdós era
Los bandidos, pero que después había rectificado por el de
I masnadieri, será bautizada por los hermanos Álvarez Quintero con el nombre del protagonista.
Según Serafín y Joaquín, esta comedia en tres actos había sido escrita por don Benito «
en días, acaso en horas». Se estrenará la noche del 16 de diciembre de 1921 en el
Teatro del Centro con un éxito apoteósico.
«ANTÓN.-(Jovial) Obedeceré a usted sentándome y respondiendo. Pero ¿no han comprendido ustedes?... (Ríe.) En cuanto hice propósito de volver a dar guerra a mi país, se me ocurrió la idea de que algunos amigos escribieran a varias personas anunciando mi muerte en formas distintas... Me reía yo imaginando el alegrón de ustedes al recibir la fausta nueva; me reía más pensando en el efecto terrorífico de mi aparición súbita, como un muerto que se levanta. ¡Ja, ja, ja! Ya lo ve usted, señora; ni naufragio, ni fusilamiento, ni ningún género de cataclismo; ni me ha tragado el mar, ni me ha sepultado la tierra. Aquí estoy vivo y fuerte para todo cuanto sea menester».
Antón Caballero. Acto Segundo
1922
Una lápida en latín – El retrato yacente de Galdós
En un acto íntimo y sencillo fue colocada una lápida en el hotelito donde vivió Galdós. No era aquella que con solemnidad había propuesto el Ayuntamiento, sino la nacida del profundo afecto que José sentía por su tío.
Fue esculpida por Daniel Zuloaga y redactada por el propio Hurtado de Mendoza con la siguiente inscripción:
BENEDICTVS PEREZ GALDOS
VIXIT LITTERIS PLVS QVAM DIMIDIATVM
SAECVLVM SEMPERQVE INTER
SVOS FORTVNATARVM INSVLARUM
VBI NATVS PALMOSA VRBE DIE X MAII, ANNI MDCCCXLIII
HIC FVNTVS IV JANVAR MCMXX
El sobrino de Galdós pudo encargar la lápida al ceramista y pintor Daniel Zuloaga a finales de 1920 o principios de 1921 al ver que el Ayuntamiento no cumplía con lo pactado.
Zuloaga había realizado una máscara mortuoria de Don Benito que más tarde conservaría Gregorio Marañón al adquirir la finca El Cigarral después del fallecimiento del artista, acontecido el 27 de diciembre de 1921. La máscara desaparecerá durante la Guerra Civil.
Además, todos los motivos decorativos de colorida cerámica que adornaban la entrada y jardín de la casa, junto con los carteles que José Hurtado de Mendoza había encargado para poner en el dintel de las puertas de despacho y habitación de Galdós, también habían sido realizados por Daniel Zuloaga.
El Ayuntamiento, lejos de cumplir su promesa, atendía el 16 de febrero la proposición del concejal Sr. Reglero para la adquisición por el consistorio del retrato yacente que había realizado el artista Vázquez Díaz en 1920 durante los funerales de Galdós en la Casa de la Villa.
La siguientes imágenes corresponden al triste momento en que Galdós era velado en la Casa de la Villa. Una fotografía de pésima calidad, publicada en
La Acción, muestra al pintor Vázquez Díaz posando junto al ataúd con uno de los bocetos.
En Sesión del 27 del mismo mes la propuesta pasaba a la Comisión correspondiente para su estudio.
Fueron muchos los artistas que tomarán apuntes junto al cadáver de Galdós; entre ellos, Victorio Macho, que lo hará en la habitación del escritor.
1923
El recordatorio de Arteaga – El obrero y la lápida
En la sesión del Ayuntamiento del 19 de diciembre de 1923, donde se incluía la denominada Miércoles Ciudadanos por la participación del pueblo, se trató el asunto de la lápida. El concejal Andrés Arteaga instaba al alcalde, Sr. Alberto Alcocer, a colocar cuanto antes la lápida prometida por el anterior Ayuntamiento.
El último día del año 1923, poco antes de cumplirse el cuarto aniversario de la muerte de Galdós, un obrero madrileño, persona tan humilde que ni su nombre ha quedado en los anales de la historia, colocaba una lápida compuesta por varios azulejos en la que podía leerse: «
AQUÍ VIVIÓ Y MURIÓ BENITO PÉREZ GALDÓS».
La tarde del 24 de diciembre había pedido permiso a José Hurtado de Mendoza, quien se lo otorgó sin dilaciones y agradeciendo el gesto de quien dijo ser admirador del autor de los Episodios Nacionales. Nada solicitó a cambio, salvo permanecer en el anonimato.
El sobrino de Galdós recordará el comentario del obrero. Había dicho: «
-Perdone usted. Ni quiero reclamo ni apenas si me interesa la gratitud de nadie. Mi homenaje va dedicado a don Benito, y a él mi nombre seguramente que no le interesa. Es lo menos que puedo hacer a cambio de todo lo que me ha hecho sentir a través de sus obras.»
1924
Primeras noticias sobre la lápida – Homenaje en El Retiro – Las prisas del Ayuntamiento – José Hurtado de Mendoza y Pérez-Galdós
En un primer momento, aquellos que vieron la lápida ya colocada en el muro del hotelito pensaron que era la prometida por el Ayuntamiento, pero al poco se supo por la prensa la verdad sobre el anónimo homenaje.
«Ha sido el corazón de Madrid, de España entera, quien ha llevado a ese trabajador artista madrileño a realizan un acto generoso. ¡Qué importa el olvido, la desidia, la estulticia oficial, si de modo tan hermoso se puede substituir siempre, siempre!
Es la siembra de Galdós, es su obra, la que en este acto florece. Fue él en su vida y obras, ante todo y sobre todo, un espíritu generoso, lleno de amor y emotividad.
Y su lección constante, no ha pasado inadvertida. Otro hombre de corazón limpio y de idealidad pura ha hecho justicia al maestro.
De tantas lápidas conmemorativas como hay en Madrid, ¿cuál se podrá igualar en mérito a ésta, que hoy figura allí donde Galdós existió?» [El Globo, 1924]
El viernes 4 de enero se reunieron varios escritores, artistas y periodistas junto al monumento a Galdós para rendirle sincero homenaje. Encabezaban el nutrido grupo los hermanos Álvarez Quintero, Victorio Macho, José Francés, Emiliano Rodríguez Ángel, Andrés González Blanco, Manuel Bueno y Mariano Zurita.
Ofrendas florales y discursos sobre la personalidad y obras de don Benito conformaron el emotivo acto. Hubo también palabras de agradecimiento para el anónimo obrero que fabricó e instaló la lápida; estuvieron a cargo de Manuel Bueno.
«De Galdós no puede decirse que sea un olvidado. Con la lápida municipal, o sin ella, la gloria del gran escritor está asegurada, porque la soberanía de su genio palpita en la sensibilidad popular, que es precisamente donde él quiso perpetuarla. A lo que debemos aspirar ahora es a que ese obrero y a que todos los obreros fijen la atención en todo lo que está por hacer en España y se agrupen y disciplinen para realizarlo, sin pretender que la materia usurpe los fueros del espíritu, sin poner a Calibán por encima da Ariel.»
En sesión del 9 de enero de 1924, y en vista de las críticas vertidas por la prensa, la alcaldía se da prisa y atiende a las constantes reclamaciones del Sr. Arteaga. Se aprueba, por fin, el proyecto y pliego de condiciones para la ejecución, por concurso, de la lápida que se había prometido colocar. En sesión del 22 de febrero se acuerda la adjudicación del concurso.
El diseño de la lápida recaerá en el escultor José Ortells López y el arquitecto municipal Luis Bellido.
Si bien la inauguración estaba prevista para el mes de agosto, debió ser suspendida por ausencia del sobrino de Galdós, propietario del hotelito.
Don José era ingeniero agrónomo y catedrático de la Escuela de ingenieros de Madrid. Ese año de 1924, en octubre, pasaba a la jubilación como presidente de la Sección del Cuerpo de ingenieros agrónomos y director de las Estaciones Agronómica y de Ensayos de Semillas de Moncloa.
Había nacido en Las Palmas de Gran Canaria el 18 de octubre de 1857. Su muerte se produjo en Madrid el 3 de noviembre de 1932, a los 75 años.
Hombre afable, educado y de gran cultura, fue, desde su llegada a Madrid hacia 1870, fiel admirador de su tío y, más tarde, quien se hiciera cargo de sus cuidados y manutención.
En Santander era conocido y muy querido; tal es así que un gran amigo de don Benito, D. José Estrañi, director de
El Cantábrico, le dedicaba cada año una felicitación por San José.
La que vemos es del 19 de marzo de 1913, cuando Estrañi llevaba publicadas nada menos que 34
Pepitorias de felicitación para los Pepe.
11 de noviembre de 1924
Inauguración de la lápida
Este día, a las cuatro de la tarde, comenzó el emotivo homenaje a Galdós y el descubrimiento de la lápida, única que se conserva de todas las citadas.
El 10 de noviembre, en portada del
Heraldo de Madrid, una composición del fotógrafo Ortiz anunciaba el descubrimiento de la lápida.
Aquella tarde del 11 de noviembre se congregó frente a la casa una multitud de parroquianos y la selecta, pintoresca y colorida representación del Ayuntamiento con maceros y Banda municipal. De alguna manera había que resarcir el gran retraso y congraciarse con la familia del eximio Galdós.
El aparato municipal estaba presidido por el alcalde, Sr. Fernando Suárez de Tangil y Angulo; el secretario del consistorio, Sr. Ruano, y los concejales Carnicer, Rodríguez, Arteaga, Latorre y González del Valle.
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Cortesía de D. Andrés Molina González para Historia urbana de Madrid.
De sus archivos personales (Archivo ANMOGON) |
También estuvieron allí el gobernador civil, Sr. Ignacio Peñalver; el presidente de la Asociación de la Prensa, Sr. Francos Rodríguez y el de la Asociación de Escritores y Artistas, conde de López Muñoz; en representación de los Autores, los señores Antonio Casero, Juan Pérez Zúñiga, Becerra y Abati. Por la Academia de la Lengua, los señores Sandoval y Cotarelo; el señor Monteagudo en representación del Sindicato de Autores; por la de Amigos de Galdós, el señor Francisco Acebal, y por el Centro de Hijos de Madrid, su presidente, Sr. Pedro Sanz.
Entre los asistentes se encontraban los señores Torres Quevedo, Hernández Catá, Ramírez Ángel, Tapia, el famoso ex torero Machaquito, Pascual Frutos, Enrique de Mesa, Eugenio d’Ors, Ghiraldo, Medina, Anita Martos, Diego San José, Miguel Morayta, José Mas, Tato Amat, Soto y otros muchos.
En la casa estaban su hija, María Pérez Galdós y su esposo, D. Juan Verde; el sobrino de don Benito, José Hurtado de Mendoza, y Rafaelita González, su ahijada.
Comenzó el acto con un discurso del conde López Muñoz, seguido del de Francos Rodríguez; este último muy aplaudido. Continúo el alcalde, ofreciendo el homenaje al escritor en nombre de Madrid y su pueblo.
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Cortesía de D. Andrés Molina González para Historia urbana de Madrid.
De sus archivos personales (Archivo ANMOGON) |
Hubo muchos aplausos y vivas a Galdós mientras el alcalde descubría la lápida y la Banda municipal interpretaba obras españolas.
Finalizó la inauguración con la firma del acta ceremonial.
La colocación de la lápida fue postergada casi cinco años desde la primitiva propuesta, y aunque todo apunte a desidia por parte del Ayuntamiento, debemos tener en cuenta que, desde el fallecimiento de Galdós hasta la inauguración de la lápida, por la Casa de la Villa pasaron nada menos que nueve alcaldes. Los dos últimos durante la dictadura de Primo de Rivera.
Desde aquel 11 de noviembre de 1924, la lápida del Ayuntamiento que el pueblo de Madrid dedicaba a Galdós acompañará a la realizada por las manos del madrileño anónimo. En el interior, la escrita en latín, homenaje de José Hurtado de Mendoza a su tío.
El reconocimiento institucional, el afecto popular y la querencia familiar, se unían para recordar la memoria de quien había sabido expresar otros tantos sentimientos en los personajes de sus obras.
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1937
El hotelito, las lápidas y la guerra – Milicianos en la casa de Galdós
En el comienzo de la Guerra Civil y durante el desarrollo de la misma, el hotelito donde Galdós había pasado los últimos años de vida permanecerá cerrado. La lápida del humilde obrero y la colocada por el Ayuntamiento serían testigos de la devastación del otrora pintoresco barrio de Argüelles.
Un cartel colocado en la puerta era la única barrera que prohibía el acceso. Detrás del muro permanecía silencioso y sombrío el hotelito de estilo mudéjar que tantas historias guardaba.
Una fotografía muy conocida muestra a un miliciano posando junto a la lápida colocada por el Ayuntamiento. Hace guardia en la casa del insigne escritor. A esta se suman otras fotografías que pudieron ser tomadas el 4 de enero de 1937, año del XVII aniversario del fallecimiento de Galdós.
1945 - 1976
El Colegio Miguel de Cervantes – Ruta de homenaje a Galdós – Cierre del Colegio – Malos entendidos – El busto de Galdós – Una historia contada por su directora
El hotelito de José Hurtado de Mendoza fue construido sobre el solar donde antes hubo un merendero. En 1945 será un colegio el que ocupe el lugar del hotelito. Se trataba del Centro de Enseñanza Media Superior no estatal Miguel de Cervantes.
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El centro había sido clasificado en la categoría de Reconocido de Grado Superior por Decreto del 9 de noviembre de 1958. Era colegio mixto y en él se impartía Bachillerato superior y Preuniversitario, con especialización en Letras.
Su condición de colegio no estatal le permitía ampliar su mercado hacia horizontes muy lejanos. Así, en 1955 y 1956, respectivamente, publicaba los siguientes anuncios:
El domingo 3 de mayo de 1964, dentro de los actos celebrados en Madrid para la IX edición de la Semana Canaria, se rindió homenaje al ilustre escritor canario con una ruta por los lugares galdosianos. Comenzó el recorrido en la Plaza Mayor, plaza de las Comendadoras y finalizó en el Colegio Miguel de Cervantes, donde el ilustre D. Federico C. Sainz de Robles, organizador y guía de la ruta, pronunció unas palabras.
Había dicho Sainz de Robles que visitar los lugares galdosianos, en realidad, sería visitar todo Madrid.
Por Orden del 3 de marzo de 1976 se autorizaba el cese de actividades docentes del Miguel de Cervantes, según consta en B.O.E. Nº. 125 (10283), del 25 de mayo de 1976:
«Este Ministerio, de conformidad con los informes expuestos y las circunstancias concurrentes, ha acordado autorizar el cese de las actividades docentes del Centro de Enseñanza Media no estatal Miguel de Cervantes, sito en Madrid, calle Hilarión Eslava, número 7, una vez finalizado el presente curso en 30 de junio próximo, considerándosele decaído en su clasificación académica.»
Podemos suponer que, después de 31 años de actividad, cerraba sus puertas por las políticas de entonces del Ministerio de educación sobre los centros privados; quizá por jubilación de su directora o, lo que es peor, por la especulación inmobiliaria que derivaría en el derribo del colegio para la construcción de un edificio de lujo.
Esta situación provocará el desconcierto general por entenderse que el edificio de Hilarión Eslava, 7, era la casa de don Benito Pérez Galdós y no debía ser demolida.
En septiembre de 1976 el diario
ABC daba la voz de alarma. Una noticia, titulada «
Va a ser derribada la casa donde vivió y murió Galdós – Hoy alberga un colegio privado, cuyos quinientos alumnos tendrán que buscar nuevo centro», hacía referencia al cierre de seis colegios en el barrio de Argüelles que dejaban a quinientos cincuenta niños sin centro educativo y a más de treinta profesores y empleados en la calle.
Ante tan alarmante titular, el Ayuntamiento tuvo que hacer aclaraciones sobre este malentendido, indicando que el tipo de construcción no se correspondía con la casa del escritor.
La nota aclaratoria decía:
«Es necesario aclarar que en la Gerencia Municipal de Urbanismo no se ha presentado ninguna solicitud de demolición y, por tanto, no existe en tramitación proyecto alguno para derribar dicha finca.
En todo caso, antes de conceder la licencia correspondiente se exigirá el cumplimiento del artículo 18.1 del decreto 1.855/74 de 7 de junio, sobre cese voluntario de centros de enseñanza.
Por otra parte, los servicios de la Gerencia Municipal de Urbanismos, después de verificar una visita de inspección al inmueble, han informado de que se trata de una construcción moderna, probablemente de la década de los años cuarenta, en ladrillo visto, sin ningún elemento constructivo, compositivo o decorativo que lo haga objeto de mención en el repertorio actual o futuro de edificios a conservar de Madrid.
Parece evidente, por el tipo de construcción del edificio y la edad del mismo, que ésta no fue residencia de don Benito Pérez Galdós, sino un edificio ya demolido que estuvo en el mismo lugar.
Lo que sí sería absolutamente necesario es conservar en su lugar, en una futura edificación, tanto la lápida que dice: “A Galdós, el pueblo de Madrid. Aquí vivió y murió Benito Pérez Galdós. Galdós, 1843-1920”, como el busto del escritor.»
El Ayuntamiento se equivocaba, parte de las instalaciones del colegio ocupaban la casa que habitó Galdós. Sobre esta se construyeron otras plantas y sobre el jardín las aulas que hacían de fachada del nuevo edificio. Don Benito, quien tanto había luchado por la educación para el pueblo y tanto cariño sentía por los niños, se veía ahora rodeado de ellos y de eneñanza. Lamentablemente, la lápida colocada por el obrero anónimo no era la original, por lo que se rescataron la lápida municipal y un busto de Pérez Galdós.
Este busto, ubicado a la entrada del centro educativo, confeccionado en bronce y piedra, fue símbolo de la presencia del insigne escritor en el lugar donde tuvo su última morada. Era obra del escultor Jacinto Higueras Cátedra, y allí permanecerá hasta el cierre del colegio.
Más tarde, en diciembre de 1976, la directora y propietaria del Miguel de Cervantes, doña Concepción Martín González, lo donará a la Casa Regional de Canarias en Madrid. La noticia sobre la donación aparecía en el diario
ABC del 3 de diciembre de 1976 bajo el título de «
El busto de Galdós al hogar Canario».
En octubre de 1976, la directora contaba una historia tendenciosa sobre el hotelito de José Hurtado de Mendoza en una entrevista al
Mediterráneo, periódico del movimiento.
En relación a la información vertida por «
cierta prensa» sobre la donación de la casa de Galdós por un precio simbólico para fines culturales, doña Concepción había dicho:
«Me hace gracia que se pueda donar algo que no se tiene. Don Benito jamás hizo testamento, entre otras cosas porque no tenía nada para legar.»
Explicaba lo conocido, que Galdós vivió los últimos años de su vida en esta casa que era propiedad de su sobrino.
«Coincidieron sus dificultades económicas con la progresiva ceguera y el fracaso de sus últimas obras teatrales.»
La parte más curiosa de la historia es la que hace referencia a los propietarios del hotelito, indicando que a la muerte de José Hurtado de Mendoza «
la casa pasó a sus legítimos herederos, un sobrino, que adoptó más tarde a una niña». Sin duda se equivoca, puesto que esa niña no era otra que Rafaela “Rafaelita” González, hija natural del torero Machaquito y ahijada de José Hurtado de Mendoza.
Afirmaba doña Concepción que Rafaelita se había casado con un «
militante de izquierdas» y que al inicio de la guerra civil marcharon de España «dejando el hotelito hipotecado». Finalizada la contienda, en ausencia de sus propietarios, el Banco Hipotecario subastaba la finca, que era adquirida por un maestro de obras llamado Benigno González.
En 1945, este señor era consejero secretario de la Constructora Argüelles, S.A., que había levantado ese mismo año un edificio palacial en la avenida de Eduardo Dato, 7 (antes paseo del Cisne).
Al parecer, el señor González reconstruyó el hotelito, «
ya que por su cercanía a la Universidad había quedado destrozado» y vivió en él con su familia hasta los inicios de la década de los cuarenta, cuando se lo venderá a la hermana de Concepción. El hotelito será derribado y levantado en su lugar el colegio Miguel de Cervantes.
En 1977, doña Concepción Martín González recibía de manos del general Antonio Alemán Rodríguez el Lazo de Dama de la Orden de Alfonso X el Sabio. La ceremonia se celebró en el Hogar Canario, en presencia del escritor Modesto Higueras.
Quizá podamos suponer que la historia contada por doña Concepción tiene parte de verdad y otra de mentira. Lo sabremos en el momento que estudiemos la historia del hotelito.
1978
Un edificio de lujo – La Empresa constructora – La agencia 78 del Banco Bilbao
De los edificios que Benito Pérez Galdós habitó durante sus 58 años de vida en Madrid, uno permanece inalterable; es el primero en que se hospedó a su llegada a la villa y corte en 1862, ubicado en la calle de las Fuentes, número 3. Otro, el de la Calle Alberto Aguilera, número 66-68 (antiguo paseo de Areneros, 46) solo conserva la fachada como elemento original. Los demás desaparecieron para dar paso a Centros Comerciales, una torre empresarial y el colegio citado, más tarde edificio de lujo.
La Empresa Obras y Construcciones e Inmuebles VIMAR, S.A. fue la encargada de la demolición del colegio y construcción del lujoso edificio que hoy pervive.
En 1978 aparecían los primeros anuncios de venta de inmuebles en Hilarión Eslava, 7. Se trataba de lujosos pisos de 4 habitaciones y terraza, con ascensor, plaza de garaje, calefacción y agua caliente central. Los apartamentos, de un dormitorio, disponían de los mismos servicios.
En diciembre del mismo año allí se inauguraba la Agencia 78 del Banco de Bilbao (BB), denominada “Hilarión Eslava”. Hoy corresponde a la oficina 0962 del Banco Bilbao Vizcaya Argentaria (BBVA).
Finaliza aquí este monográfico sobre las lápidas del hotelito de la calle Hilarión Eslava.
El madrileño y los entusiastas de la vida y obra de Galdós pueden conocer hoy la historia de estas lápidas y recordarlas cuando vean la única que queda, tan visitada y fotografiada por muchos.
Rindamos, pues, sincero homenaje a don Benito Pérez Galdós; el que tiene calle, monumento, placa y, desde hace exactamente 94 años, una lápida en esta noble villa. Poco es, comparado con el inmenso cariño y respeto que se le tiene en toda España y más allá de nuestras fronteras.