domingo, 31 de enero de 2021

Ciento veinte años del estreno de Electra en el Teatro Español. Segunda parte

 
Si bien en la primera parte conocimos noticias previas al estreno y los vaticinios del éxito esperado, fue al día siguiente, jueves último de enero, cuando se relataron los detalles. Sendas crónicas a favor y en contra aparecieron en las portadas de los periódicos y el rumor de la calle era dispar; si para unos los vivas a Galdós eran el justo reconocimiento al éxito de una obra magistral, para otros no cabía otra posibilidad que la censura y la muerte de su autor. 
 
Conocidas son aquellas crónicas que el espectador de hoy puede revivir clicando en los siguientes periódicos. 
 
   



 
 
Finalizaba el anterior artículo con una carta de Galdós a Pereda en la que le decía: «Quédese para cuando nos veamos (y ojalá fuera pronto) el disputar un poco amigablemente sobre el quid de esta endiablada cuestión que a todos nos trae medio locos…». Y muy locos andaban algunos. 
 
Ya desde el día del ensayo general corría el rumor de que el primer viernes de moda, día 1º de febrero y tercero de la representación de Electra, se turbaría el orden dentro y fuera del teatro. Las opiniones de algunos periódicos fomentaron los desagradables sucesos de aquella noche. 
 
La crónica publicada por el Heraldo de Madrid del sábado daba cuenta de lo ocurrido la noche anterior: 
 
 

 
Como hemos visto, el delegado de policía del Gobierno civil de Madrid, Sr. Julián Sánchez Machero, había recomendado a Galdós salir por la calle Echegaray; y así lo hizo el novelista, aunque no se lo hubiesen recomendado. 
 
Se dirigió entonces a la chocolatería de Doña Mariquita. Esta chocolatería había sido fundada hacia 1828 en un local de la calle de Alcalá a la altura del número 10. Era famosa por sus jícaras de exquisito chocolate y los mojicones que allí se elaboraban. 
Casi desde sus comienzos contó con una selecta clientela; miembros del Senado y el Congreso, y figuras del teatro y la literatura acudían por las tardes o por las noches, después de las representaciones teatrales. Doña Mariquita había fallecido en agosto de 1870. 
En la década de los veinte del siglo XX el local fue remodelado y en 1932 se adaptó a las nuevas necesidades, reapareciendo como cafetería, cervecería, salón de té; además de especializarse en bodas, banquetes y servicios de lunch a domicilio. 
 
Volviendo a lo ocurrido aquella noche, el gobernador civil de Madrid, Sr. Álvaro Queipo de Llano y Fernández de Córdoba (VII conde de Toreno), decía que Electra no tenía la trascendencia política que el público suponía y que las ordenes dictadas no habían sido interpretadas por sus agentes, haciéndoles responsables del ataque contra la ciudadanía. Se comentaba que el señor conde había presentado su dimisión, pero pronto se desmintió esa noticia, así como otra que hablaba de prohibir la representación de la obra.
 
 
Mientras tanto, el ministro de Gobernación, Sr. Francisco Javier Ugarte Pagés, ordenaba al fiscal de la Audiencia de Madrid que estudiara las manifestaciones hechas por El Imparcial sobre los sucesos ocurridos en el Teatro Español. El fiscal encontraba en ellas materia punible, por lo que el juez de guardia citaba a declarar al director del periódico, Ortega Munilla. 
 
Por su parte, El Siglo Futuro mostraba su ira y el poco respeto hacia Galdós al compararle con un cerdo y un burro. Menudo sábado aquel, nada alejado de un día corriente en este siglo XXI.
 
Con el ambiente tan cargado, no sólo en Madrid sino en España entera, plagada de huelgas, manifestaciones y altercados, las garantías constitucionales eran nulas. Electra como detonante para un cambio de Gobierno ya estaba en el pensamiento de muchos. En la columna La vida política del Heraldo de Madrid se decía:
 

 
El escenario estaba preparado; repartidos también los papeles a los actores; sólo faltaba el Máximo Yuste que hiciera resucitar a España.

 

Antes de concluir esta segunda parte -que habrá una tercera-, disfrutemos de estas coplas santanderinas tan ciertas.


Para la próxima entrega queda esta pareja que no figura en el argumento. No es Electra ni Máximo Yuste; tampoco la señorita Ubao ni Salmerón; ¡y mucho menos, Maura! Son Mercedes, princesa de Asturias, y Carlos de Borbón (de curioso parecido con el rey Felipe VI).



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