«Al suspenderse las sesiones de Cortes, queda la política española en una de las más tristes situaciones que recordamos desde hace muchos años. Han venido de tal modo los sucesos, que no ha habido manera de disfrazar las intenciones con las fórmulas que exigían las conveniencias y el respeto al país. Han aparecido aquellas en toda su vergonzosa realidad. Donde quiera que se mire, sólo se encuentran codicias del mando y un olvido absoluto de los intereses de la nación».
Febrero resultó la mar de interesante. Un poco más de leña al fuego y un chisporroteo descomunal avivaría el espíritu anticlerical, ya bastante exaltado no solo en España sino también en otras naciones. En la Historia de Europa, el año 1901 será llamado «el año anticlerical».
«Pero aún no puede ser, y heme aquí en esta atmósfera asfixiante, que pronto ha de ser mortífera, si no sale por aquí una mano vigorosa que aleje la inacción del clericalismo. Dentro de poco, si ello sigue así, (y seguirá por lo que voy viendo) no se podrá vivr aquí. No lo tomes a broma, esto está peor que en los años que precedieron a la revolución de septiembre, de los cuales tengo fresca memoria».
«Excmo. Sr.:La Industria y el Comercio de esta capital, y el de toda la nación, están cada vez más empobrecidos por la competencia ruinosa que se les hace, sin que puedan defenderse en esta lucha por las inmensas ventajas, imposibles de contrarrestar, que tienen sus competidores. España, Excmo. Sr., se ha convertido en un inmenso convento, cuyas celdas son talleres que se extienden desde los Pirineos hasta Cádiz.Las Asociaciones religiosas, que no pagan contribuciones industriales, establecen colegios, fabrican licores, hacen perfumes, tienen imprentas y talleres de encuadernación y hojalatería, confeccionan ropa blanca y han absorbido todo el trabajo manual coa gran perjuicio del trabajador, del industrial y del comerciante.Deber es de todos los Gobiernos velar por los intereses de sus administrados, y nunca mejor ocasión que ahora para proteger la industria nacional, prohibiendo en absoluto que esas corporaciones se dediquen a ninguna clase de industria, y de esta manera evitaremos que exploten al trabajador de ambos sexos, y que, contrariando las leyes de protección a los niños, empleen en trabajos manuales, impropios de pequeñas edades, a desgraciadas criaturas, que alimentan con ranchos insuficientes para la nutrición y la vida, cuando no los obligan a mendigar por los sitios públicos, sembrando en sus almas infantiles el odio al trabajo y el amor a la mendicidad y la desgracia».
El caso Ubao. Manifestaciones y escándalo.Ya hablamos á su debido tiempo de este asunto, que, aunque nada tiene de político en sí mismo, debe considerarse como tal, por lo que contribuyó á enardecer el espíritu anticlerical, ya bastante exaltado en España, lo mismo que en Portugal y en Francia. La señorita Ubao, hija de una familia bien acomodada, inducida por el jesuita P. Cermeño, abandonó su familia, y escapándose de su casa, se encerró en el convento de las Esclavas del Corazón de Jesús. Llevó la familia el asunto al Juzgado, y éste la negó el derecho á reclamar la hija. Este auto fué confirmado por la Audiencia, con excepción del ilustre Magistrado Sr. López Aranda, el cual, en un notable voto particular sostenía:
1.º Que según el Diccionario de la lengua castellana, en la frase tomar estado no se comprende el estado de monja.
2.° Que aunque se entienda que ha tornado estado la monja ó religiosa, no puede, en modo alguno, sin infringir los más elementales principios de la hermenéutica, dársele la misma condición á la novicia que no ha hecho votos de ninguna clase, y que puede abandonar el convento cuando lo tenga por conveniente.
La familia Ubao llevó el asunto al Supremo, y allí defendió su derecho el Sr. Salmerón. En esta fecha fué la vista en el alto Tribunal. El Sr. Salmerón pronunció un informe elocuentísimo, y enardecidas las pasiones del público, el orador fué acompañado en triunfo á su domicilio; hubo manifestaciones en las calles, mueras á los jesuitas, silbas y pedradas á los frailes que se encontraron en la vía pública, y silba formidable ante la casa central de los jesuitas. También hubo algunos heridos y detenidos por la policía.
En la edición de El Liberal del 8 de febrero se narraron los sucesos del día anterior con todo lujo de detalles:
La historia del caso Ubao finalizará el 19 de febrero, cuando el Tribunal Supremo dicte sentencia favorable a la reclamación de la madre de Adelaida. Por mandato judicial, la joven fue restituida al hogar materno. Años más tarde volverá a ingresar en la orden religiosa, falleciendo en 1906 en el noviciado de las Salesas de Azpeitia.
«La cabeza del hombre no es menos ingrata que la tierra que desenvuelve el germen que se la confía. Somos la única nación en que las asociaciones religiosas siguen dominando todavía la vida íntima del pueblo.Es, realmente, curioso ver cómo para poder inculcar a los niños sus doctrinas antes de que lleguen a la edad de razonar y sugestionar sus inteligencias vírgenes, han sabido invocar su irreconciliable enemiga, la libertad de conciencia; cómo, para burlar al Estado los bienes de que necesitaban, invocando el derecho de propiedad; cómo, en fin, reclamaron y obtuvieron el respeto a sus principios, entendiendo por respeto, no ya la tolerancia, sino la complicidad y cooperación del Estado, con toda suerte de privilegios para ellos y la imposición de absoluto silencio para los demás.En tales condiciones nada tiene de extraño que el ejército de los luises haya logrado recuperar en cortísimo tiempo el terreno que les hiciera perder la savia generosa del espíritu moderno. Ya están ahí, eternos enemigos del progreso y de la libertad, muy apretadas sus filas y armados hasta los dientes, a las puertas del Poder».
Caricatura de Marcelo Azcárraga publicada en El País (1904) |
«Eso no es un gobierno ni siquiera de a perro chico la pieza; eso es el Belén de los Luises. Los bellos cadetes de la milicia cristiana, han querido seguir estas Navidades la costumbre tradicional en todo convento de monjas, y han colocado en su Casino de la calle de Zorrilla un Nacimiento, digno del infante D. Antonio Pascual, gran tocador de zampoñas y famoso armador de nacimientos. ¡Qué Belén el de los Luises! ¡Qué propios el Niño, el San José, la Virgen, la mula y el buey! ¡Nada falta, ni el coro de pastores, ni la rabuda estrella, ni siquiera la cabrita triscadora y triste! Cosa de Luises, acerico monjil, caseta de pim, pam, pum para deporte y solaz de Rodrigo Soriano, parece este gobierno de Navidad: pavos, vesugos (Sic), capones…». El País, 17 de diciembre de 1904.
La ilustración de El Quijote no podía ser más elocuente con las artes del P. Sanz. «¡Ojo a la caja!».
La iglesia de Los Luises en 1932. Fotografía de Diaz Casariego. |
«Aunque el conde de Caserta hubiera venido a Madrid con el tren de guerra que mandó cuando bombardeo a Irún, no se hubiera desplegado mayor lujo de fuerza para recibirle. (…) Nadie al ver aquel aparato de fuerza, podía creer que se esperaban huéspedes que venían a asistir a los regocijos de una boda, sino adversarios a los que era preciso vigilar mucho. Los grupos que se formaban en los alrededores de la estación eran disueltos enseguida, y se obligó a retroceder a muchas personas que bajaban por la calle de Atocha. El miedo que reinaba en las esferas oficiales era evidente».
«¡Cuidado con ellos!¡Cuidado con ellos, porque son heroicos, porque saben morir, lo mismo defendiendo un trono en las montañas del Norte que defendiendo la libertad en el arroyo!¡Cuidado con los golfos porque no habéis contado bien, no son cuatro, son cuatro millones y forman el alma de ese algo que se adivina y se presiente, de ese algo que tiene colosales puños de acero, forjado para demoler, triturar y de ese algo por cuyos ojos pasan llamaradas de incendio!¡Cuidado con los golfos, no os equivoquéis ahora como en Francia se equivocaron Luis XVI y María Antonieta!También entonces se dijo:¡Bah! Eso no es nada, no tiene importancia: son cuatro sans culotes».
El conde había llegado a Madrid "sin ocurrir novedad alguna", tal y como lo manifestó Ugarte. Eso por la mañana, pero por la tarde...
El siguiente subtítulo de la noticia puede parecer una errata, pero no lo es. Según otros periódicos, se estaba representando el cuarto acto de Electra, acto organizado por la Sociedad de Artistas dramáticos en beneficio de estos.
Mientras esto ocurría, los corresponsales de provincias enviaban telegramas a los periódicos madrileños dando cuenta de los homenajes a Galdós.
Con la excusa de la boda, el día 9 de febrero se firmó el decreto por el que se suspendían las clases desde el 11 al 25 de ese mes. Era una manera de prohibir las reuniones en las universidades y así evitar el fomento de nuevas manifestaciones. El efecto fue contrario a las pretensiones gubernamentales.
«Los cabezas de motín, los que por sus actos dan lugar a que estos se originen o se trastorne el orden público, son los que, conforme al Código penal, se hacen acreedores a las penas más severas.¿No es así, señor ministro de Gracia y Justicia?¿Sí? Pues la Gaceta no debe seguir muda.Porque sin el inoportuno señalamiento de una vista, los escándalos en la vía pública en los dos pasados días, no hubieran acaecido.Ni de seguro seguirían en los días subsiguientes».
«Es muy de lamentar todo lo que sucede. Desapruebo, como es natural, esas ruidosas manifestaciones, que traen alarmada justamente a la opinión; pero comprendo que son el resultado de una serie de coincidencias que han venido a agravar de modo extraordinario el malestar que se sentía.La obra de Galdós y la vista ante el Supremo del asunto Ubao, agravaron el mal existente.No creo tampoco que fuese necesaria la presencia en Madrid del conde de Caserta. Puesto que este señor no vino a pedir la mano de la princesa de Asturias, parecía natural que tampoco viniera a la boda, máxime cuando su estancia en Madrid podría dar lugar a sucesos como los que se están desarrollando. ¿A quién puede extrañar lo que ahora sucede, dada la excitación que ya había en la opinión pública? ¿Qué sucederá? Imposible predecirlo. Sucesos de esta índole se sabe cómo empiezan, pero jamás cómo terminan.»
Los días 10 y 11 continuaron los disturbios, en gran parte propiciados por los estudiantes al encontrar la Universidad cerrada. El periodo vacacional decretado y por el que los jóvenes alumnos habían mostrado su disconformidad el día 9, convirtió a Madrid y otras capitales en un campo de batalla.
Recordemos que el 11 de febrero era una fecha histórica: en 1869 se abrieron las Cortes Constituyentes y en 1873 se proclamaba la II República. Podríamos sumar el fallecimiento de D. Ramón de Campoamor por asegurarse en las biografías ese día como el de su obito, pero las noticias de la época indican que ocurrió la madrugada del día 12 de febrero de 1901.
El Liberal. Madrid, 12 de febrero de 1901 |
La Época. Madrid, 13 de febrero de 1901 |
Restaurante Tournié. Fotografía de Villaseca (1912) |
«Señores: Todo el mundo sabe que yo no soy, ni he sido, ni seré nunca orador. Pero sé sentir; deseo como todos, la grandeza de nuestra Patria. Al testimonio de cariño que me dan el señor marqués de Santa Marta y los señores aquí presentes, correspondo con una gratitud eterna».
Heraldo de Madrid. Madrid, 14 de febrero de 1901 |
«Que en esta Capitanía general se recibirán las pruebas completas de los periódicos, desde las dos hasta las siete, y desde las catorce hasta las veintiuna, no admitiéndose galeradas ni planas sueltas. Los escritos o grabados que resulten tachados por esta Capitanía general habrán de ser sustituidos por otros, de modo que el periódico no se publique con blancos ni espacios llenos de puntos, debiendo los artículos o grabados que reemplacen a los tachados ser nuevamente sometidos a la censura».
«Se ha verificado ayer mañana en la capilla del regio alcázar la boda de la Princesa de Asturias con el Príncipe Don Carlos de Borbón.Asistieron a la fiesta el Rey D. Alfonso XIII, que vestía de uniforme de alumno de infantería; la Reina, las Infantas, el Cuerpo diplomático y los ex-Ministros Seño-res Silvela, Villaverde, Danvila, Polavieja, Castellano, Beránger, Salvador, López Domínguez, Capdepón, Vega de Armijo, Montero Ríos, Moret, Gullón, Tejada de Valdosera, Núñez de Arce, Aguilera, Eguilior, Duque de Tetuán. Dato, Maura, Navarro Reverter, Marqués de Pidal, Valcárcel, Marqués de Estella, Auñón, Concha Castañeda y López Puigcerver.Ocuparon sus puestos: la comisión de Asturias, el Ayuntamiento y Diputación, los caballeros de las Ordenes y el cuerpo diplomático en masa, y a las once en punto entró la corte en la real capilla; llegaron primero el Infante D. Carlos de Borbón, acompañado de sus padres los condes de Caserta, de las tres Princesitas de Borbón, que vestían de rosa, con mantillas blancas, del Duque de Calabria y del Príncipe D. Jenaro.La segunda comitiva llegó después: entró primero S. M. el Rey, a continuación la Reina regente, que vestía traje de raso malva y manto de terciopelo del mismo color, conduciendo de la mano a la Princesa de Asturias, con traje de raso blanco y ramos de flores de azahar; después se colocaron S. A. el Archiduque Eugenio; sus altezas las infantas Doña María Teresa, Doña Isabel y Doña Eulalia.Cerca de las reales personas se hallaban: los mayordomos de Palacio y de la Princesa, duques de Sotomayor y de Granada; la camarera mayor, condesa de Sástago; la de la princesa, duquesa de Santo Mauro; las damas de guardia, marquesa de Castelar, condesa de Vía-Manuel, marquesas de Santa Cristina, Monistrol y Aguilar de Campóo, y la condesa de Toreno.En un estrado, delante de la tribuna, a través de cuyos cristales aparecía la venerable figura de S. A. la archiduquesa Isabel, se colocaron las demás damas de la Reina.La ceremonia fue breve; apenas duró tres cuartos de hora, y acto seguido ambas comitivas reunidas volvieron a ponerse en marcha, atravesando la galería, hasta las reales habitaciones, a los acordes de la música de alabarderos.»
«Las primeras fiestas reales en España del siglo XX, festejos bien insignificantes, por cierto, con motivo del enlace de S. A. Doña María Mercedes de Borbón y Habsburgo, Princesa de Asturias, con Don Carlos María Tanedero (Sic) de Borbón, han quedado en agua borrajas por motivos que todo el mundo sabe.Ni Te Deum, ni fuegos artificiales, ni casi funciones de teatro. El único espectáculo que con aquel fausto motivo se ha celebrado en la corte ha sido el movimiento de tropas, las cuales han recorrido, luciendo sus vistosos uniformes, las calles de Madrid.»
Bibliografía y Cibergrafía | ||||||
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