Si en otros recuerdos de papel unos gigantes de gorra y sombrero se afanaban en la creación del Palacio de Cibeles, los recuerdos de hoy rinden homenaje a los tantos enanos que, trabajando como tales, crearon las entrañas de la casa de las Telecomunicaciones.
Monumentales perspectivas que capta Campúa del que un día se convertiría en centro neurálgico de las comunicaciones para toda España. Hierro, piedra y cristal, unidos con delicada maestría por enanos tracción a sangre, ajenos e ignorantes de los riesgos laborales.
Inmensa colmena rectilínea con arcos de medio punto; todo sostenido por cimbras y andamiajes diversos que, desde su patio interior, tenía sentido verdadero.
Tres años tardaron los gigantes en hacer su parte; doce años necesitaron los enanos para acabar el proyecto. Un total de quince madrileños años para dar por concluido el rimbombante palacio; el bien llamado "Catedral de las Comunicaciones".
Por fin, un día, el viernes 14 de marzo de 1919, gigantes y enanos vieron cumplido su sueño arquitectónico y lo inauguraron con pompa y boato. Como era de esperar -y se le esperaba- el rey Alfonso XIII visitó las novísimas instalaciones.
Junto a su esposa, inauguró el monarca la nueva casa de las Telecomunicaciones; repartió libretas de la Caja Postal de Ahorros a los enanitos del Asilo municipal, y aprovechó para echar un telegrama:
"AL VISITAR EL PALACIO DE COMUNICACIONES, ME COMPLAZCO EN ENVIAR UN AFECTUOSO SALUDO A TODO EL PERSONAL DE LOS CUERPOS DE CORREOS Y TELÉGRAFOS DE ESPAÑA. - ALFONSO" [LA ÉPOCA, viernes 14 de marzo de 1919. "Inauguración oficial - Los Reyes en la Casa de Correos". Pág. 3]
Finalizado el acto de inauguración, el rey, su esposa y comitiva, se marcharon con los mismos vítores con los que habían sido recibidos.Monumentales perspectivas que capta Campúa del que un día se convertiría en centro neurálgico de las comunicaciones para toda España. Hierro, piedra y cristal, unidos con delicada maestría por enanos tracción a sangre, ajenos e ignorantes de los riesgos laborales.
Inmensa colmena rectilínea con arcos de medio punto; todo sostenido por cimbras y andamiajes diversos que, desde su patio interior, tenía sentido verdadero.
Tres años tardaron los gigantes en hacer su parte; doce años necesitaron los enanos para acabar el proyecto. Un total de quince madrileños años para dar por concluido el rimbombante palacio; el bien llamado "Catedral de las Comunicaciones".
Por fin, un día, el viernes 14 de marzo de 1919, gigantes y enanos vieron cumplido su sueño arquitectónico y lo inauguraron con pompa y boato. Como era de esperar -y se le esperaba- el rey Alfonso XIII visitó las novísimas instalaciones.
Junto a su esposa, inauguró el monarca la nueva casa de las Telecomunicaciones; repartió libretas de la Caja Postal de Ahorros a los enanitos del Asilo municipal, y aprovechó para echar un telegrama:
"AL VISITAR EL PALACIO DE COMUNICACIONES, ME COMPLAZCO EN ENVIAR UN AFECTUOSO SALUDO A TODO EL PERSONAL DE LOS CUERPOS DE CORREOS Y TELÉGRAFOS DE ESPAÑA. - ALFONSO" [LA ÉPOCA, viernes 14 de marzo de 1919. "Inauguración oficial - Los Reyes en la Casa de Correos". Pág. 3]
Un gigante, más allá del Palacio de Buenavista, y con buenas vistas, asoma sus narices por el torreón del Banco Español del Río de la Plata. Contempla la descomunal obra, la de sus iguales; y la de los enanos que abajo caminan y viajan en juguetes mecánicos.
Vinieron luego más gigantes y muchos más enanos. La Plaza de Castelar dejó de serlo, y la fuente de La Cibeles se hizo montículo para evitar las bombas. Y se desangeló el palacio, perdió su ritmo, hasta que le techaron el patio y se convirtió en Ayuntamiento.
En 1993 lo hicieron BIC con la categoría de monumento; una de las siete y más maravillas del mundo madrileño.
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© 2014 Eduardo Valero García - HUM 014-018 RECUPAPEL
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