domingo, 30 de junio de 2013

Madrid, 29 y 30 de junio de 1913




Efemérides del 29 y 30 de junio de 1913




1913
JUNIO
L M X J V S D






1
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30









Domingo 29






Máxima    31,5º
Mínima   14,9º

En Córdoba y Sevilla se alcanzaron los 41º




Coplas del domingo, por Antonio Casero

VERANIEGA
—Vamos, chica, saca el catre
ahí en mita del arroyo,
y dile al guardia, si asoma
por ahí, que ties a tu esposo
puesto a refrescar, porque eso
de que suspire rescoldo
un gachó que está too el día
en ebullición, no hay modo.
—Güeno, sí; pero no acciones,
y de eso rebaja un poco,
porque no es pa que lo pongas
a cincuenta grados.
—Noto
que estás pa que te cretique un mudo.
—Si te conozco,
y no ties razón con eso
de dormir en el arroyo.
—Pos que en vez de hacer boardillas
hagan fresqueras.
—Manolo,
que al fin es tu hogar.
—M'alegro;
pero mi hogar es un horno,
y yo no soy cochinillo
pa morir asao.
—¡Tampoco !
¡Mia que dormir en la calle!
—Y ya verás cómo ronco.
—Y tú que sueñas a voces.
—Pos mejor; así hago corro,
igual que 1os charlatanes
de específicos; m'acoplo
en el de lanas, y al punto
me quedo «roque» del todo,
y si pones junto al catre
el botijo del pitorro
verdinegro, c'hace el agua
que, pa que tomes un sorbo,
ties que echar brasero, mieles
sobre hojuelas; ni en el Congo
están mejor «les amigues»
de «le roa».
—Chico, estás loco.
—Mucho; pero baja el catre,
si no quies que un matrimonio
se derrita en una alcoba
que es una caja de fósforos.
—Te digo que no le bajo.
—Pos yo no subo tampoco,
que entre el calor c'hace arriba
y el fuego que echan tus ojos
se derrite hasta la llave
de la puerta; conque, pronto,
ú me complaces ú, ¡míalas!,
me voy derecho al divorcio.
—¡Y un ave con trufas! ¡Miste
por dónde se sale el pollo!
Pa mí que tú t'has creído
que me va a dar un soponcio
por la triste nueva; vamos,
chico, no te pongas tonto,
y sube a dormir a casa.
—¿Me lo exiges tú, pimpollo?
—Lo exige doña «Prudencia»,
y, además, que en el arroyo
te van a picar las moscas.
—Pero ¿tú ties el antojo
de que no duerma en la «rue»?
Pos arriba, al calabozo,
y, si acaso me liquido,
bébeme y no dejes posos...
—Muchacho, suelta, que miran.
—Pos que llamen a un fotógrafo,
ú que miren al sistema
planetario los curiosos;
no te achiques tú, morena;
cuando me miran tus ojos
paece que me están poniendo
botones de fuego.
—¡Tonto!...
—Dame el abanico.
—Toma...
¿Qué estás haciendo, Manolo?
—Preguntándole si subo
ú si me quedo...
—¡Estás loco!...
— Ya me faltan tres varillas...
si... no... .si... punto redondo, 
me dice que suba, y subo.
—¿Lo ves, hombre?
—¡Qué bochorno!...
Esposa, vamos, que es tarde.
—Cuando tú quieras, esposo;
y que la gloria está arriba
no hay que dudarlo, Manolo.
—Justo, arriba está la gloria
con angelitos y todo.



Catástrofe en la calle Embajadores
Mucho hemos hablado de la pavimentación de las calles de Madrid. La noticia de hoy tiene mucho que ver con esos trabajos.
Una máquina apisonadora, cuyo peso exacto es de 1450 kilogramos, conducida por el maquinista Emilio García Hernández, desapareció en plena calle de Embajadores y cayó a nueve metros de profundidad.
Del maquinista, que llevaba el regulador, nada se sabía de momento, aunque se suponía que debía haber quedado aplastado debajo de la máquina; se temía, además, que se hubiese aplastado también un amigo de éste que había subido a la máquina momentos antes de la catástrofe.
El lugar en que ocurrió el suceso era casi el centro de la calle Embajadores, frente a la casa señalada con el número 100, muy cerca de la esquina de la calle del Labrador.
La máquina apisonadora, que venía de El Pardo y estaba a punta de llegar a su destino, el taller de reparaciones que existía en el paseo de Santa María de la Cabeza, rodaba lentamente y con doble freno, por ir cuesta abajo, en dirección del Paseo de Santa María de la Cabeza.
Al paso de la máquina se notó un temblor de tierra y a continuación un estruendoso ruido; fue entonces cuando la máquina comenzó a hundirse por la parte trasera.
Por su enorme peso, la apisonadora hizo que el hoyo del suelo fuera ensanchándose y ahondándose; así fue que el hundimiento se inició lentamente; pero luego, en un abrir y cerrar de ojos, la máquina dio una vuelta de campana y quedó materialmente volcada, con las ruedas al cielo, en lo profundo del negro agujero.
En la fotografía, las apisonadoras del Ayuntamiento.

Un barrendero heroico
El empleado de limpieza del Ayuntamiento, Juan Garrido Moraleda, inquilino de la casa número 102 de la calle Embajadores fue el primero en acudir al auxilio del maquinista y su acompañante. Se aproximó al gran boquete que había dejado la máquina con la intención de socorrer a las víctimas, pero un desprendimiento de tierra lo empujó hacia el abismo.
Al momento se acercaron varios transeúntes y las parejas de Seguridad números 860 y 992, Gregorio Gutiérrez y Valeriano Herraz, del distrito de La Inclusa, que empezaron a trabajar valerosamente para rescatar a las víctimas.

Una explosión
En el momento que se realizaban las tareas de rescate se produjo una enorme detonación y a continuación surgieron del fondo del agujero grandes llamas.
A pesar de ello, los guardias citados consiguieron rescatar al barrendero Juan Garrido con la ayuda de un cable que había facilitado el dueño de una cacharrería.
Se sucedieron más explosiones y aumentó el tamaño de lo que ya era una gran hoguera que salía del agujero y que era producida por un escape de gas.
A esta desgracia había que sumar un peligro mayor, la caldera de la máquina apisonadora, que estaba a toda presión.
Desde la Casa de Socorro de La Inclusa, los guardias que llevaron al herido barrendero, comenzaron a llamar por teléfono a los servicios que debían actuar en tamaña catástrofe.

Las actuaciones siguientes
Inmediatamente se movilizó el servicio de incendios, con el delegado, Sr. Reynot, y el arquitecto jefe, Sr. Monasterio.
La fábrica de gas cortó el suministro de fluido de esa zona para evitar que el fuego se propagase por las tuberías de otros ramales, lo que hubiese originado un incendio monumental.
Los bomberos descendieron al fondo del boquete, apagaron las llamas que aún quedaban y abrieron todas las válvulas de la caldera de la apisonadora para evitar una terrible explosión.
Para entonces la calle se había atestado de curiosos y hubo que acordonar la zona y solicitar la colaboración de las fuerzas de orden público de caballería de infantería.
A las diez de la noche se presentó el Juzgado de guardia de la Latina.


La búsqueda del maquinista
Aunque la fábrica de gas había cortado el suministro, los bomberos tuvieron que hacer un boquete 10 metros más allá del hundimiento para cortar por completo el gas. Una vez realizada esta operación pusieron todo su empeño en la búsqueda y rescate del maquinista... o su cadáver.
No había ni rastro del desafortunado Emilio García.
Los bomberos pudieron comprobar que debajo de la apisonadora, y por su peso, había cortado una alcantarilla. Se supuso entonces que el cuerpo del infeliz podía haberse deslizado por la bóveda del alcantarillado.
Para tratar de confirmar asta hipótesis se transmitieron diversas órdenes, y poco después una brigada de obreros del alcantarillado recorría las alcantarillas de aquella parte del subsuelo. Esta investigación tampoco tuvo éxito.

El barrendero grave
A la Casa de Socorro de La Inclusa se dirigió el Juzgado para tomar declaración al empleado del Ayuntamiento Juan Garrido Moraleda.
El pobre hombre sufría heridas de consideración y varias fracturas. Su estado era grave, pero aún así pudo declarar ante el juez cómo habían ocurrido los hechos. Fue trasladado con urgencia al hospital Provincial.

El padre del maquinista
Se supo que el padre del maquinista, D. Eduardo García Nogales, se había apeado de la máquina apisonadora momentos antes del derrumbe. El hombre fue quién con sus gritos de auxilio había alertado a Juan Garrido.
En gran estado de nerviosismo encontró el juez al referido en la Casa de Socorro.
Prestó declaración y dijo que se hallaba con su hijo apisonando la carretera de Las Rozas pero, por una avería, hubo que trasladar la máquina al taller de Santa María de la Cabeza.
Salieron de Las Rozas a las cuatro de la madrugada y con ellos viajaba el capataz Hervás.
A primeras horas de la noche la apisonadora había llegado a El Pardo, donde padre e hijo pretendían dejarla para ir a Madrid a dormir y volver a recogerla al día siguiente; pero el capataz Hervás se negó y les obligó a continuar ruta hasta el taller.
Así lo hicieron, y el capataz se quedó a dormir en El Pardo... ¡Menudo nene!

¡Otro hombre muerto!
El padre del maquinista dijo al juez que temía que otro hombre estuviese sepultado junto a su hijo. Se trataba de "el Chato", el amigo del desaparecido que había subido a la apisonadora momentos antes del hundimiento.
"El Chato" había subido a la máquina a la altura del paseo de las Acacias y Eduardo García Nogales no recordaba haberse despedido de él ni que se hubiese apeado.

Los trabajos continuaron todo ese día y días sucesivos. Tendremos más información en las efemérides de mañana.


Pasarela Cibeles
Algunos modelos de trajes de calle y de vestir, de mañana y de tarde.








Lunes 30





Máxima    31,4º
Mínima   18,4º





Ávila ardiendo, Madrid acude en su auxilio
Todo comienza la noche del lunes 30 con un incendio en la botica de D. Inocencio Guerras, en la calle de San Segundo, que se propaga a las casas inmediatas. Se teme que arda la manzana entera porque el Ayuntamiento no dispone de agua suficiente para extinguir las llamas.
Se queman dos casas más, propiedad de D. Alejandro Ramos. La confusión es grandísima. La gente comienza a desalojar sus casas y deposita los muebles en la plaza del Alcázar, que quedan custodiados por la Guardia Civil.
Se levanta una protesta generalizada en contra del Ayuntamiento.
Comienzan a arder tres casas más. Las comunicaciones telefónicas quedan cortadas. Poco antes Madrid recibe la llamada de socorro.
Una nueva casa comienza a arder, es el mejor edificio de la plaza del Alcázar.
Comienzan a producirse víctimas. El bombero Pablo Martín se fractura una costilla y está grave. Felipe Pascual y Cándido Cenalmor están heridos en la pierna y en la cabeza.

Los bomberos de Madrid, al mando del Sr. Reynot, llegarán a Ávila a las cinco y media de la mañana del día 1. Llevan todo el material y personal necesario para extinguir el incendio, aunque la escasez de agua les dificulta el trabajo.
Continúa el relato en las efemérides del día 1 de julio de 1913.



Continúan las tareas de rescate en la calle Embajadores
Como comentábamos en las efemérides del día de ayer, se barajaba la posibilidad de que el cuerpo del maquinista Emilio García hubiese caído a la bóveda del alcantarillado. Comenzaron entonces los trabajos de búsqueda a cargo de  los obreros municipales de los ramos de alcantarillado, fontanería y Vías públicas. Llegada la noche se suspendieron estos trabajos y se reanudaron el día de hoy de hace cien años a las seis de la mañana.
Los bomberos colocaron transversalmente sobre el boquete, a una altura de cuatro metros, una escala de "Magueriou" que formaba una especie de puente y servía de apoyo a las escaleras verticales.

Aparece el maquinista
Poco antes de anochecer fue hallado el cadáver del maquinista en la alcantarilla del Paseo de Santa María de la Cabeza, unos 16 metros antes de llegar a la bifurcación de esta con la de la calle de Embajadores, que bajaba al peso en dirección del Embarcadero del Canal.
El primero que vio el cadáver fue el vigilante Juan Aguado, y poco después le sacaron por la inmediata boca de la alcantarilla, con ayuda de cuerdas, los obreros Lucas Isabel y Manuel Romero. Ante el juez, Sr. Suárez, fue identificado el cadáver por el gerente de la casa Garroya, Arrieta, Hermanos, y dos amigos del finado.
El médico de la casa apreció en el cadáver diversas heridas y quemaduras.
Los restos fueron trasladados al Depósito judicial, donde se practicó la autopsia.

Aparece "el Chato"
También aparece el cuerpo del amigo del maquinista, aquel que había subido a la apisonadora poco antes del derrumbe, pero en una taberna de la calle de Toledo.
Lo cierto es que "el Chato" subió a la máquina, saludó a su amigo, y volvió a bajar. Se había marchado por una calle perpendicular a la de Embajadores y no se enteró del accidente hasta este día.

Muere el heroico barrendero
En el hospital de la Princesa fallece, a última hora de la noche, el infortunado obrero Juan Garrido, víctima de su valor y generosidad, por haber querido salvar la vida de un semejante.
Del comportamiento de este valeroso y abnegado obrero se hicieron grandes elogios.



Desastre bursátil
Extraemos esta interesante noticia de "La Correspondencia de España", del día de la fecha:

"Desde hace muchos, muchísimos años, no se registra caso semejante en el mercado mundial. Aunque nos hayamos acostumbrado á ello, porque el mal data de meses, es necesario reconocer que la baja de los valores en todas las Bolsas, si no constituye un desastre bursátil, es un presagio que obliga á ponerse en guardia.
No es en España únicamente donde la Bolsa da impresión de una inquietud molesta; es en todo él mundo, como hace notar un estimado colega financiero, que atribuye, muy acertadamente, la baja general á las causas siguientes:
1.º El temor á la prolongación de la nueva guerra entre Bulgaria y Serbia, y sus posibles derivaciones, dado el encontrado interés de Rusia y Austria.
2.º La persecución fiscal, la amenaza de grandes nuevos impuestos sobre la riqueza mobiliaria que se proyectan en Francia, Alemania, Bélgica, Estados Unidos, etc.
3.º La prolongada y agravada tensión monetaria, que adquiere caracteres graves en Nueva York, en Austria y Alemania, trastornando por completo las Bolsas de aquellas plazas.
4.º El furor de los grandes armamentos de Francia y Alemania y Bélgica, que producen grandes desalientos, porque todo el mundo cree que es la preparación de la guerra europea, tan temida desde hace años, para un plazo quizá largo ó quizá no tanto.
5.º Las grandes necesidades de dinero que los Estados y Empresas tienen, y cuyas emisiones se vienen preparando; y
6.º Como consecuencia de todo lo expuesto, una desviación general de los capitales de la Bolsa; el capitalista no siente codicia por invertir su dinero estando en baja la Bolsa; se reserva, y con sus reservas aumenta el malestar general de los mercados.
En España, aparte los motivos de índole general anteriormente expuestos, existen otros muy poderosos para que muestren su abstención del mercado los valores.
La guerra de Marruecos, que no se sabe hasta dónde podrá llegar -porque en las operaciones de 1909 en Melilla fijamos un límite, y aquí, por la amplitud de la zona y la reserva que sobre el objetivo final se guarda, es imposible todo cálculo de probabilidades,- ha producido en las contrataciones un enorme recelo, que difícilmente podría ser disipado.
Por otra parte, la política interior no tiene nada de satisfactoria. Como suele decirse, la Bolsa vive en el aire, sin orientación económica y sin orientación política. Dividido el partido liberal, nadie ve soluciones duraderas que contribuyan á la estabilidad del crédito, después de una rotunda definición de marcha financiera."


El valor de la propiedad en Madrid
Estos son los precios de venta de las viviendas de Madrid del mes de junio de 1913
Casa de la travesía del Homo de la Mata, de unos 3.500 pies, en 87.000 pesetas, precio que, se aproximaba a 24,75 pesetas por pie cuadrado edificado.
Casa de la calle de Almansa, de 4.029 pies, en 48.700 pesetas, o sea a poco más de 12 pesetas por pie.
Casa de la calle de Eloy Gonzalo, de 9.240 pies, en unas 91.000 pesetas, lo que equivalía a unas 9,85 pesetas por unidad.
Casa de la calle del Ave María, de 2.355 pies en unas 53.000 pesetas, o 27,85 aproximadamente por pie.
Casa la calle del Marqués de Urquijo, de 3.700 pies, en 117.000 pesetas, 0 31,75 aproximadamente por pie.
También se vendió un solar del final de la calle de Claudio Coello, de unos 7.100 pies cuadrados, a unas 9,85 pesetas por unidad; otro de la calle de Hermosilla, de poco más de 5.000 pies, a 4,35 pesetas cada uno, y otro de la calle de García Paredes, de cerca de 9.800 pies, a 2,75 pesetas por unidad.



El Gobierno y las manifestaciones
Las mujeres tenían intención de hacer una manifestación en contra de la guerra de Marruecos. Ya habían anunciado esta intención en un mitin celebrado en el Teatro Barbieri.
Este día se le preguntó al conde de Romanones si autorizaría la manifestación. El jefe de Gobierno respondió que, si bien se había reunido con el ministro de Gobernación, aún no se había resuelto nada sobre el tema.
Añadió Romanones que, como liberal, era partidario de que todo el mundo se manifestase dentro de los términos establecidos por las leyes, pero no por ello dejaba de reconocer que en muchas ocasiones el Gobierno debía andarse con cuidado en autorizar el ejercicio de dicho derecho.



Humor centenario




Las fotos
En la fotografía, tomada por Alfonso, vemos a los bomberos extendiendo la escala "Magueriou" para iniciar las tareas de rescate en el accidente de la calle Embajadores.



Recetas de la bisabuela
PARA EL MES DE MARZO (III)
Congrio guisado
Un kilo de congrio. Doscientos gramos de aceite. Doscientos gramos de tomates.

El congrio debe comprarse abierto; se reboza en harina y se dora en aceite bien caliente, echando en la misma grasa un casco de cebolla picada y el tomate pelado y partido también. Cuando va quedando el tomate en la grasa, se echan unos cacillos de agua y se deja hervir unos veinte minutos, espesando la salsa con un poco de harina tostada desleída en agua. Para servir el pescado ha de pasarse la salsa por el colador.

Coste aproximado, 3 pesetas.


Croquetas de salmón
Un cuartillo de leche. Doscientos gramos de harina. Cien gramos de manteca de vaca. Doscientos cincuenta gramos de aceite. Doscientos cincuenta gramos de pan rallado. Tres huevos. Cuarto de kilo de salmón.

En la manteca de vaca, se rehoga la harina sin que tome color y se añade la leche, un polvo de pimienta, la sal suficiente y unas ralladuras de nuez moscada. Se da vuelta sin cesar para que no se apelmace la harina y quede una crema espesa, que se pone á enfriar en una fuente.
En estando fría, se toma una cucharada y colocando en el centro un pedacito de salmón, se le da forma redonda y alargada, rodándola sobre el pan rallado, bañándola después en el huevo batido y volviéndola á rebozar en el pan, se fríe en aceite abundante y muy caliente.
El salmón se habrá cocido con una cebolleta y dos dientes de ajo y sacándole del agua, debe haberse enfriado antes de partirlo para las croquetas.

Coste aproximado, 5,50 pesetas.



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© 2013 Eduardo Valero García - HUM 013-163/164 EFEMERIDES1913

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