Efemérides del 25 de junio de 1913
Miércoles 25
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Contenido:
Inauguración del monumento a los Chisperos - El atentado contra el rey. Juicio oral - Romanones y el manifiesto de los liberales disidentes - El conflicto en Marruecos - Los soldados de cuota
Inauguración del monumento a "los Chisperos"
A las seis y media de la tarde se verificó la inauguración del monumento erigido en la glorieta de San Vicente a los saineteros Ramón de la Cruz y Ricardo de la Vega, y a los compositores Barbieri y Chueca. Será conocido como monumento a "los chisperos".
Asistieron a la inauguración el gobernador civil, Sr. Alonso Castrillo; el presidente de la Diputación, Sr. Díaz Agero; el alcalde y los tenientes de alcalde y los concejales Mesonero Romanos, Buendía, Aragón y Rosón; este último asistía en representación de la viuda del maestro Chueca.
Rodeando los jardines se hallaban los niños de las escuelas de San Ildefonso, Aguirre y la Paloma, y frente a la verja de la estación del Norte los milicianos nacionales, con bandera y música.
A las siete menos cuarto llegó la infanta Isabel. Inmediatamente la augusta señora procedió a descubrir el monumento. Los lienzos que lo cubrían se engancharon, y hubo necesidad de que subiera un obrero para hacerlos correr, lo que retrasó la operación.
La infanta Isabel, después de descubrir el monumento, dio algunas vueltas alrededor del mismo para contemplarle, acompañada del alcalde y del escultor que realizó la obra, Sr. Coullaut Valera.
Acto seguido pronunciaron discursos el alcalde y el maestro Bretón, también leyeron poesías Antonio Casero y Ramos Martín.
El hijo de Ricardo de la Vega, D. Enrique, recitó esta poesía:
Durante el acto, una banda de música interpretó la marcha de "Pan y toros" y el pasodoble de Chueca "El dos de Mayo".
Véase también:
Antonio Casero en la Navidad de 1912
Efemérides del 12 de abril de 1913
En la imagen, un montaje de fotografías de Vilaseca realizado por "Mundo Gráfico" que muestra momentos de la inauguración.
El atentado contra el rey - Juicio oral
El Tribunal de Derecho se constituye este día en la Sección primera para juzgar Rafael Sancho Alegre, el autor del atentado contra Alfonso XIII.
A las cinco de la madrugada el coche celular recogió en la Cárcel Modelo al anarquista Sancho Alegre.
El regida había dormido toda la noche como un santo varón. Un sueño tranquilo, sin agitaciones, como si aquel día no tuviera que comparecer ante sus jueces.
Sancho Alegre se levantó a las cuatro de la mañana. Cuando estaba terminando de asearse, el oficial de la Guardia civil le indicó que le acompañase al coche, entonces Sancho Alegre exclamó:
—¡Ya tenía ganas da esto; a ver si acabamos de una vez!
El oficial de la Guacia civil, con varias parejas a sus órdenes, custodió al preso hasta el Palacio de Justicia, donde se habían adoptado medidas de seguridad extraordinarias. La brigada móvil de Policía, a las órdenes del Sr. Maqueda, se distribuyó desde las primeras horas de la mañana por los juzgados de la Audiencia.
En los alrededores de la misma hacían el servicio de vigilancia parejas de la Guarda civil y de Seguridad.
A la una de la tarde era numeroso el público que delante de la Audiencia esperaba para asistir a las sesiones del juicio.
Cerca de las dos de la tarde se constituyó el Tribunal.
Romanones y el manifiesto de los liberales disidentes
Inauguración del monumento a los Chisperos - El atentado contra el rey. Juicio oral - Romanones y el manifiesto de los liberales disidentes - El conflicto en Marruecos - Los soldados de cuota
1913 | ||||||
JUNIO | ||||||
L | M | X | J | V | S | D |
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30 |
Inauguración del monumento a "los Chisperos"
A las seis y media de la tarde se verificó la inauguración del monumento erigido en la glorieta de San Vicente a los saineteros Ramón de la Cruz y Ricardo de la Vega, y a los compositores Barbieri y Chueca. Será conocido como monumento a "los chisperos".
Asistieron a la inauguración el gobernador civil, Sr. Alonso Castrillo; el presidente de la Diputación, Sr. Díaz Agero; el alcalde y los tenientes de alcalde y los concejales Mesonero Romanos, Buendía, Aragón y Rosón; este último asistía en representación de la viuda del maestro Chueca.
Rodeando los jardines se hallaban los niños de las escuelas de San Ildefonso, Aguirre y la Paloma, y frente a la verja de la estación del Norte los milicianos nacionales, con bandera y música.
A las siete menos cuarto llegó la infanta Isabel. Inmediatamente la augusta señora procedió a descubrir el monumento. Los lienzos que lo cubrían se engancharon, y hubo necesidad de que subiera un obrero para hacerlos correr, lo que retrasó la operación.
La infanta Isabel, después de descubrir el monumento, dio algunas vueltas alrededor del mismo para contemplarle, acompañada del alcalde y del escultor que realizó la obra, Sr. Coullaut Valera.
Acto seguido pronunciaron discursos el alcalde y el maestro Bretón, también leyeron poesías Antonio Casero y Ramos Martín.
El hijo de Ricardo de la Vega, D. Enrique, recitó esta poesía:
Gracias en nombre de aquel
de quien fuisteis protectora,
serenísima señora
Infanta doña Isabel
En homenaje al talento
que satiriza y no agravia,
quiso Mariano de Cavia
levantar un monumento.
Puso en ello un vivo afán,
fijóse en nuestro teatro
y cantó un himno a los cuatro
saineteros que aquí están.
Llamó al pueblo y le gritó;
—¡ Vengan mármoles y bronces!
Y Francos, alcalde entonces,
—¡Tú los tendrás!—contestó.
Pocos años hace de esto.
Aún vivía el padre mío,
retirado ya, sombrío,
dulce el mirar, triste el gesto.
Decíanos: —«Se me premia.
¡¿Y habrá quien me desprestigie?!
¡Me voy a ver en efigie!
¡Me alegro por la Academia !»
Pero se apagó la luz
de su cerebro cansado
sin verse en estatua al lado
de don Ramón de la Cruz.
Llevarle a Getafe quiso
mi madre, donde le amó;
le dio allí tierra, y voló
de Getafe al Paraíso.
Hoy paga el Ayuntamiento
lo que deuda de honor era.
—Mirad de Coullaut Valera
el precioso monumento,—
Y madre y hermanos hoy
me mandan que a todos dé
las gracias. Hablar no sé
y, como puedo, las doy.
Ahora puesto que acabamos
de oír a Tomás Luceño
(el insigne madrileño),
y hablaron Casero y Ramos;
y esperando que los tres
—pues sólo a los tres compete—
cultivarán el sainete
con especial interés;
aunque el tiempo es de verbena
y el lugar de regocijo,
dejad, señores, que un hijo
diga a su padre, con pena:
—Ya colocaron aquí
tu busto. A punto estuviste
de verle. Padre, ¡ qué triste
le estoy mirando sin ti!
¡Qué risueña tu vejez
sería ante estos honores!...
Perdón; no sigo, señores.
Muchas gracias otra vez.
Durante el acto, una banda de música interpretó la marcha de "Pan y toros" y el pasodoble de Chueca "El dos de Mayo".
Véase también:
Antonio Casero en la Navidad de 1912
Efemérides del 12 de abril de 1913
En la imagen, un montaje de fotografías de Vilaseca realizado por "Mundo Gráfico" que muestra momentos de la inauguración.
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El atentado contra el rey - Juicio oral
El Tribunal de Derecho se constituye este día en la Sección primera para juzgar Rafael Sancho Alegre, el autor del atentado contra Alfonso XIII.
A las cinco de la madrugada el coche celular recogió en la Cárcel Modelo al anarquista Sancho Alegre.
El regida había dormido toda la noche como un santo varón. Un sueño tranquilo, sin agitaciones, como si aquel día no tuviera que comparecer ante sus jueces.
Sancho Alegre se levantó a las cuatro de la mañana. Cuando estaba terminando de asearse, el oficial de la Guardia civil le indicó que le acompañase al coche, entonces Sancho Alegre exclamó:
—¡Ya tenía ganas da esto; a ver si acabamos de una vez!
El oficial de la Guacia civil, con varias parejas a sus órdenes, custodió al preso hasta el Palacio de Justicia, donde se habían adoptado medidas de seguridad extraordinarias. La brigada móvil de Policía, a las órdenes del Sr. Maqueda, se distribuyó desde las primeras horas de la mañana por los juzgados de la Audiencia.
En los alrededores de la misma hacían el servicio de vigilancia parejas de la Guarda civil y de Seguridad.
A la una de la tarde era numeroso el público que delante de la Audiencia esperaba para asistir a las sesiones del juicio.
Cerca de las dos de la tarde se constituyó el Tribunal.
Romanones y el manifiesto de los liberales disidentes
Así estaban las cosas este día de hace cien años. Un duelo de titanes que con gran verborrea se tiraban los trastos a la cabeza.
El Presidente del Consejo dijo lo siguiente respecto del manifiesto:
"Sería un insensato si dijese que estaba satisfecho. Es eso un acto político, al cual concedo la debida importancia. Es natural que después de tres años y medio que llevamos en el Poder, se haya producido esa escisión. En ella hay más de estado pasional que de principios. Es una mayoría que yo no he hecho; pero aun cuando la hubiese hecho, hay que reconocer que al cabo de tres años y medio todo se gasta. No siempre hay manera de atender a todas las aspiraciones de la gente; aspiraciones todas muy legítimas, no lo niego, pero que es difícil satisfacer.
La importancia del documento está realmente en las firmas. Sobre este particular hay que tener en cuenta la manera cómo se han reunido esas l29, poniendo en juego todos los recursos e influencias, de tal suerte, que puede decirse que los que no firman el manifiesto, o es porque han tenido fuerza suficiente para librarse de esa sugestión, o porque tienen sobrada confianza en mí. A esas 129 firmas puedo yo oponer 250, quedándome corto, o sea el duplo.
Esto no quita para que yo reconozca que el asunto tiene importancia, y de él se ocupará el Consejo de Ministros."
Claro está que las manifestaciones del Presidente del Consejo indignaron a los organizadores del acto, los cuales contestaron lo siguiente:
"Es ridículo lo que afirma el conde de Romanones, porque a nadie se le oculta que se puede ejercer mucha mayor coacción desde el Gobierno que fuera de él, y todos sabemos cómo las gasta en cuestiones de esta especie el Sr. presidente del Consejo. Muchos firmantes del manifiesto han tenido para ello que dejar los cargos que desempeñaban, mientras que muchos de los no firmantes los han obtenido precisamente por no firmar.
Ha habido individuo al que se le ha ido a esperar a la estación del ferrocarril a su llegada, para no dejarle tiempo de que comprometiera la firma; ha habido algún otro con el cual se ha ajustado como mercancía el precio de negar la firma, y el precio ha sido una Dirección general, y no ha faltado quien, comprometido a firmar, volvióse atrás de su compromiso, obteniendo poco después una comisión para el extranjero con pingüe gratificación."
El conflicto en Marruecos
Lo más sensible de lo ocurrido en estos días fue que la campaña era cada vez más dura, y mayores la osadía y los ataques de los moros. Hubo combates fuertes en Larache, atacaron los moros a Alcázar y hubo del lado de Tetuán el sangriento combate que indica el siguiente telegrama:
"Alto Comisario al Ministro de la Guerra:
Comprobada concentración contingentes moros que indicaba conferencia ayer, llamados por el cheriffe el Hassen, decidí batirlos en su guarida, y tengo satisfacción comunicar brillante resultado operación, habiendo sido castigado enemigo, que se mostró bravo y numeroso.
Castigo impuesto, después duro combate, ha debido producirle considerables bajas, que los han obligado á no hostilizarnos en nuestro ordenado repliegue, y según me anticipa general Primo de Rivera, las nuestras pueden calcularse en tres Oficiales y 30 de tropa muertos.
Coronel Moreira, cuatro Oficiales y unos 48 tropa, heridos."
Los muertos fueron 38, y los heridos 90.
El presidente del Consejo comentó que había en África 50.000 hombres y que no hacían falta más. En el día de hoy de hace cien años el general Luque ya hablaba de enviar nuevos elementos de combate, porque, como era de comprender fácilmente, las fuerzas físicas se agotaban cuando no se daba descanso al cuerpo.
Se hablaba mucho, como en los días de Melilla, de una operación definitiva, de ir hasta el Fondak, "para terminar de una vez"... pero parece que se lo pensaron mejor.
Los soldados de cuota
Crecía la indignación por la promesa del Gobierno de que "a la guerra irán todos". Algo similar al sentimiento de muchos sobre las palabras del rey Juan Carlos I cuando habla de la Justicia igual para todos.
Esta indignación venía dada por los famosos soldados de cuota, que eran aquellos que pagando ciertas cantidades de dinero reduciendo así su tiempo de servicio [Ver efemérides del 15 de marzo de 1913 - Servicio militar obligatorio]
Ya habían embarcado, con las fuerzas enviadas, los soldados de la primera cuota de 2.000 pesetas. Sin embargo, muchos hijos de ministros y ex ministros, y de otros tantos señores poderosos, eludían su obligación.
No todos, como vemos en la foto, pero sí la amplia mayoría.
Anterior a los "soldados de cuota", promovidos por la modificación de la Ley de reclutamiento, existió en tiempos de los conservadores la Ley llamada de "Redención y Sustitución" por la que eran aceptados sustitutos y la exención total o parcial, conseguidas estas con el pago al Estado de entre 2.000 y 6.000 reales.
Una buena fórmula para "librarse" del Servicio militar que era aprovechada por las clases altas, cuyos nobles y patriotas hijos quedaban exentos o pagaban a otros de condición más humilde para que les sustituyesen.
Así ocurrirá en las guerras de África, Cuba y Filipinas.
Humor centenario
Las fotos
En la fotografía, de Alfonso, vemos a la infanta Isabel en el regio palco mientras Tomás Bretón lee un discurso momentos después de descubrir el monumento a los chisperos.
Recetas de la bisabuela
PARA EL MES DE FEBRERO (II)
Calamares rellenos
Un kilo de calamares. Cien gramos de jamón. Doscientos gramos de tomates. Doscientos gramos de aceite. Una cebolleta.
Se limpian bien los calamares, sacándoles todo lo que tienen en el interior, cuidando de apartar en una jicara la tinta, que es una bolsita plateada que está adherida á la tripa. Se separan las aletas, que con las patas bien limpias, se pican con el jamón, haciendo un picadillo que se amasa con un poco de tomate frito.
Con esta pasta, se rellenan los calamares, rebozándolos en harina y friéndolos en aceite muy caliente. Van colocándose en una cacerola, y en la grasa en que se frieron se pica la cebolleta, un diente de ajo y el tomate. En estando todo esto frito, se incorpora á los calamares, añadiendo dos ó tres cacillos de caldo ó de agua. Se deshace la tinta en un poco de agua y se vuelca sobre los calamares, dejándolos hervir quince minutos. Si la salsa resulta algo clara, se espesa con una cucharada de harina tostada bien deshecha en la misma salsa.
Costa aproximado, 3,75 pesetas.
Calandrias trufadas
Doce calandrias. Doscientos cincuenta gramos de carne de cerdo. Ciento cincuenta gramos de jamón. Cincuenta gramos de tocino. Cincuenta gramos de trufas.
Se hace un picadillo con el tocino, el jamón y la carne; se sazona cpn sal, pimienta negra molida y nuez moscada rallada y se deja reposar en sitio fresco veinticuatro horas. Pasado este tiempo, se mezclan las trufas partidas en cuadrados delgaditos y se rellenan las calandrias con esta mezcla, poniendo en una batista fina cada calandria y cosiendo bien apretada la batista. En una cacerola grande, se pone á cocer una zanahoria, una rama de apio, unos despojos de gallina y doscientos gramos de morcillo de ternera. Cuando ha hervido todo esto quince minutos, se agrega una copa de jerez y se meten las calandrias que deberán hervir veinticinco minutos, se sacan y se descosen las telas, dejándolas enfriar para servirlas sobre la galantina, que se hará colocando el caldo donde se cocieron las calandrias, clarificándole con una clara de huevo y volviéndole á colar sobre el molde, dónde se deja cuajar.
Esta galantina partida en trozos menudos, sirve de cama á las calandrias, adornando la fuente alrededor con pedazos bien cortados de la misma galantina.
Coste aproximado, 15,50 pesetas.
Sandwich
Un pan de dos libras. Doscientos cincuenta gramos de manteca de vaca fresca.
La base de los sandwichs es el pan, que ha de ser del que á propósito se fabrica para este objeto, y la manteca muy fresca. Pueden hacerse de jamón en dulce, de caviar ruso ó de foigrás.
Pártese el pan en rebanadas delgadas y úntese por un lado de manteca; se pone encima una capa de aquello con que se quiera rellenar y se cubre con otra rebanada de pan. Debe quedar el lado cubierto de manteca, por la parte interior.
Puede darse al sandwich la forma cuadrada ó de tres picos, pero todos han de ser completamente iguales y puestos unos encima de otros han de prensarse. Si no hubiese prensa, se colocan entre dos tablas de picar, poniendo encima bastante peso.
Para hacerlos de caviar, hay que amasar éste con unas gotas de limón y un poquito de manteca de vaca.
Coste aproximado, 7 pesetas.
El Presidente del Consejo dijo lo siguiente respecto del manifiesto:
"Sería un insensato si dijese que estaba satisfecho. Es eso un acto político, al cual concedo la debida importancia. Es natural que después de tres años y medio que llevamos en el Poder, se haya producido esa escisión. En ella hay más de estado pasional que de principios. Es una mayoría que yo no he hecho; pero aun cuando la hubiese hecho, hay que reconocer que al cabo de tres años y medio todo se gasta. No siempre hay manera de atender a todas las aspiraciones de la gente; aspiraciones todas muy legítimas, no lo niego, pero que es difícil satisfacer.
La importancia del documento está realmente en las firmas. Sobre este particular hay que tener en cuenta la manera cómo se han reunido esas l29, poniendo en juego todos los recursos e influencias, de tal suerte, que puede decirse que los que no firman el manifiesto, o es porque han tenido fuerza suficiente para librarse de esa sugestión, o porque tienen sobrada confianza en mí. A esas 129 firmas puedo yo oponer 250, quedándome corto, o sea el duplo.
Esto no quita para que yo reconozca que el asunto tiene importancia, y de él se ocupará el Consejo de Ministros."
Claro está que las manifestaciones del Presidente del Consejo indignaron a los organizadores del acto, los cuales contestaron lo siguiente:
"Es ridículo lo que afirma el conde de Romanones, porque a nadie se le oculta que se puede ejercer mucha mayor coacción desde el Gobierno que fuera de él, y todos sabemos cómo las gasta en cuestiones de esta especie el Sr. presidente del Consejo. Muchos firmantes del manifiesto han tenido para ello que dejar los cargos que desempeñaban, mientras que muchos de los no firmantes los han obtenido precisamente por no firmar.
Ha habido individuo al que se le ha ido a esperar a la estación del ferrocarril a su llegada, para no dejarle tiempo de que comprometiera la firma; ha habido algún otro con el cual se ha ajustado como mercancía el precio de negar la firma, y el precio ha sido una Dirección general, y no ha faltado quien, comprometido a firmar, volvióse atrás de su compromiso, obteniendo poco después una comisión para el extranjero con pingüe gratificación."
El conflicto en Marruecos
Lo más sensible de lo ocurrido en estos días fue que la campaña era cada vez más dura, y mayores la osadía y los ataques de los moros. Hubo combates fuertes en Larache, atacaron los moros a Alcázar y hubo del lado de Tetuán el sangriento combate que indica el siguiente telegrama:
"Alto Comisario al Ministro de la Guerra:
Comprobada concentración contingentes moros que indicaba conferencia ayer, llamados por el cheriffe el Hassen, decidí batirlos en su guarida, y tengo satisfacción comunicar brillante resultado operación, habiendo sido castigado enemigo, que se mostró bravo y numeroso.
Castigo impuesto, después duro combate, ha debido producirle considerables bajas, que los han obligado á no hostilizarnos en nuestro ordenado repliegue, y según me anticipa general Primo de Rivera, las nuestras pueden calcularse en tres Oficiales y 30 de tropa muertos.
Coronel Moreira, cuatro Oficiales y unos 48 tropa, heridos."
Los muertos fueron 38, y los heridos 90.
El presidente del Consejo comentó que había en África 50.000 hombres y que no hacían falta más. En el día de hoy de hace cien años el general Luque ya hablaba de enviar nuevos elementos de combate, porque, como era de comprender fácilmente, las fuerzas físicas se agotaban cuando no se daba descanso al cuerpo.
Se hablaba mucho, como en los días de Melilla, de una operación definitiva, de ir hasta el Fondak, "para terminar de una vez"... pero parece que se lo pensaron mejor.
Los soldados de cuota
Crecía la indignación por la promesa del Gobierno de que "a la guerra irán todos". Algo similar al sentimiento de muchos sobre las palabras del rey Juan Carlos I cuando habla de la Justicia igual para todos.
Esta indignación venía dada por los famosos soldados de cuota, que eran aquellos que pagando ciertas cantidades de dinero reduciendo así su tiempo de servicio [Ver efemérides del 15 de marzo de 1913 - Servicio militar obligatorio]
Ya habían embarcado, con las fuerzas enviadas, los soldados de la primera cuota de 2.000 pesetas. Sin embargo, muchos hijos de ministros y ex ministros, y de otros tantos señores poderosos, eludían su obligación.
No todos, como vemos en la foto, pero sí la amplia mayoría.
D. Estanislao Suárez Inclán (X), hijo del ministro de Hacienda, y el distinguido aristócrata D. Juan Ignacio Lacasa, embarcando en Ceuta con destino al campo de operaciones de Tetuán. |
Anterior a los "soldados de cuota", promovidos por la modificación de la Ley de reclutamiento, existió en tiempos de los conservadores la Ley llamada de "Redención y Sustitución" por la que eran aceptados sustitutos y la exención total o parcial, conseguidas estas con el pago al Estado de entre 2.000 y 6.000 reales.
Una buena fórmula para "librarse" del Servicio militar que era aprovechada por las clases altas, cuyos nobles y patriotas hijos quedaban exentos o pagaban a otros de condición más humilde para que les sustituyesen.
Así ocurrirá en las guerras de África, Cuba y Filipinas.
"Si te toca te jodes
que te tienes que ir
que tu madre no tiene
dos mil reales pá ti,
a la guerra del moro
a que luches por mi."
(Copla de Quintos extremeña)
Humor centenario
Las fotos
En la fotografía, de Alfonso, vemos a la infanta Isabel en el regio palco mientras Tomás Bretón lee un discurso momentos después de descubrir el monumento a los chisperos.
Recetas de la bisabuela
PARA EL MES DE FEBRERO (II)
Calamares rellenos
Un kilo de calamares. Cien gramos de jamón. Doscientos gramos de tomates. Doscientos gramos de aceite. Una cebolleta.
Se limpian bien los calamares, sacándoles todo lo que tienen en el interior, cuidando de apartar en una jicara la tinta, que es una bolsita plateada que está adherida á la tripa. Se separan las aletas, que con las patas bien limpias, se pican con el jamón, haciendo un picadillo que se amasa con un poco de tomate frito.
Con esta pasta, se rellenan los calamares, rebozándolos en harina y friéndolos en aceite muy caliente. Van colocándose en una cacerola, y en la grasa en que se frieron se pica la cebolleta, un diente de ajo y el tomate. En estando todo esto frito, se incorpora á los calamares, añadiendo dos ó tres cacillos de caldo ó de agua. Se deshace la tinta en un poco de agua y se vuelca sobre los calamares, dejándolos hervir quince minutos. Si la salsa resulta algo clara, se espesa con una cucharada de harina tostada bien deshecha en la misma salsa.
Costa aproximado, 3,75 pesetas.
Calandrias trufadas
Doce calandrias. Doscientos cincuenta gramos de carne de cerdo. Ciento cincuenta gramos de jamón. Cincuenta gramos de tocino. Cincuenta gramos de trufas.
Se hace un picadillo con el tocino, el jamón y la carne; se sazona cpn sal, pimienta negra molida y nuez moscada rallada y se deja reposar en sitio fresco veinticuatro horas. Pasado este tiempo, se mezclan las trufas partidas en cuadrados delgaditos y se rellenan las calandrias con esta mezcla, poniendo en una batista fina cada calandria y cosiendo bien apretada la batista. En una cacerola grande, se pone á cocer una zanahoria, una rama de apio, unos despojos de gallina y doscientos gramos de morcillo de ternera. Cuando ha hervido todo esto quince minutos, se agrega una copa de jerez y se meten las calandrias que deberán hervir veinticinco minutos, se sacan y se descosen las telas, dejándolas enfriar para servirlas sobre la galantina, que se hará colocando el caldo donde se cocieron las calandrias, clarificándole con una clara de huevo y volviéndole á colar sobre el molde, dónde se deja cuajar.
Esta galantina partida en trozos menudos, sirve de cama á las calandrias, adornando la fuente alrededor con pedazos bien cortados de la misma galantina.
Coste aproximado, 15,50 pesetas.
Sandwich
Un pan de dos libras. Doscientos cincuenta gramos de manteca de vaca fresca.
La base de los sandwichs es el pan, que ha de ser del que á propósito se fabrica para este objeto, y la manteca muy fresca. Pueden hacerse de jamón en dulce, de caviar ruso ó de foigrás.
Pártese el pan en rebanadas delgadas y úntese por un lado de manteca; se pone encima una capa de aquello con que se quiera rellenar y se cubre con otra rebanada de pan. Debe quedar el lado cubierto de manteca, por la parte interior.
Puede darse al sandwich la forma cuadrada ó de tres picos, pero todos han de ser completamente iguales y puestos unos encima de otros han de prensarse. Si no hubiese prensa, se colocan entre dos tablas de picar, poniendo encima bastante peso.
Para hacerlos de caviar, hay que amasar éste con unas gotas de limón y un poquito de manteca de vaca.
Coste aproximado, 7 pesetas.
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© 2013 Eduardo Valero García - HUM 013-159 EFEMERIDES1913
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