Efemérides del 9 de abril de 1913
El 9 de abril fue miércoles
Contenido:
In Memoriam: José Luis Sampedro, Sara Montiel y Bigas Luna - Especial: Tropas de Melilla en Carabanchel - Publicación de "Chamberí por Fuencarral", de Pedro de Répide - El Papa pachucho... otra vez - Recuerdos de Ciudad Lineal - Patas y callos de la bisabuela
In Memoriam: José Luis Sampedro, Sara Montiel y Bigas Luna - Especial: Tropas de Melilla en Carabanchel - Publicación de "Chamberí por Fuencarral", de Pedro de Répide - El Papa pachucho... otra vez - Recuerdos de Ciudad Lineal - Patas y callos de la bisabuela
El sol apareció a las 05:47 y se marchó a las 18:46 horas. Luna nueva.
La temperatura máxima a la sombra fue de 13,4º y la mínima de 1,5º. Día con cielo despejado. La mañana comenzó nublada. El sol brilló 5 horas y 30 minutos.
Santos del día:
Santa Marta Cleofé, virgen, y Santa Casilda
1913 | ||||||
ABRIL | ||||||
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In Memoriam
Personaje del día
Un soldado de las tropas regulares indígenas de Melilla.
Las tropas regulares indígenas de Melilla y la Corona
Entre los días 2 y 6 de abril fueron llegando a Madrid las tropas regulares indígenas, primero, y el tabor de Alhucema, después, que se instalaron en el campamento de Carabanchel. Venían estas tropas para participar en la jura de la bandera que se verificaría el domino 13 de abril. Será ese un día muy señalado para el monarca.
En tres ocasiones visitará la Corona el campamento de Carabanchel. En una ocasión lo hará Alfonso XIII de incógnito, llevando a las archiduquesas de Austria en un automóvil que rodeó la zona a cierta distancia. Y es que a las archiduquesas les apetecía ver a aquellas tropas.
La reina María Cristina en Carabanchel
El día 5 de abril, como ya hemos comentado, la reina Dª. María Cristina visitó por la tarde el campamento de Carabanchel, para conocer las fuerzas regulares indígenas y el tabor de Alhucemas.
En las fotografías vemos momentos de aquella visita en la que tanto SS. AA. como la soldadesca quedaron encantados. Tal fue la satisfacción de la reina que envió una caja de puros al general Berenguer para repartir entre todos ellos.
Alfonso XIII con las tropas indígenas
Un espectáculo de gran interés se iba a producir en el campamento de Carabanchel. Automóviles, coches, carros, ómnibus, y cuantos vehículos podían utilizarse llenaban en hormigueo incesante la carretera, cuyos andenes eran también un cordón de gente a pie. Y es que el rey hacía su visita oficial a las tropas regulares marroquíes.
El capitán general, los generales con mando, los jefes de los Cuerpos y un reluciente escuadrón de oficiales de todas las Armas, esperaban al monarca por la entrada de la carretera de Boadilla.
En el campamento moro, las fuerzas estaban formadas en cuadro de tres caras, sobre el frente de banderas: la caballería, al lado izquierdo; las dos compañías de regulares, en línea de columnas, en el centro; y el tabor de Alhucemas, en línea desplegada, en el lado derecho.
A todo lo largo de la cerca de alambre que da vuelta al campamento estaban apostados centinelas moros, cuya gravedad y militar aspecto daba ya idea de la buena Instrucción de esa tropa.
Las tropas de caballería formaban a pie; sus caballos, en círculo, ocupaban la retaguardia del campamento. Una bandera nacional, en alto mástil, destacaba por encima de las tiendas de campaña.
Precedida de cuatro batidores de la Escolta Real, y en un carruaje tirado por seis mulas, llegaba la reina, y cabalgando al estribo, el rey, con uniforme de coraceros.
Detrás, el ministro de la Guerra y el general Marina con sus nutridos Cuarteles generales, y cerrando la comitiva el escuadrón de Escolta.
Los tambores, cornetas y chirimías de los moros batieron marcha; las tropas presentaron las armas, y al echar el rey pie a tierra dieron tres vivas al rey; pero no a la manera que gritamos nosotros, cuando gritamos, sino en un largo y como desmayado tono que parecía saludo más que vítor.
Pasó el rey revista a todas las unidades, acompañándole el jefe de las fuerzas, coronel Berenguer.
Recorrió el frente de las filas y se detuvo ante la infantería, que a la voz del comandante Berenguer ejecutó los movimientos del manejo del arma, giros, doblar y desdoblar; todo con suma precisión y a un compás muchísimo más lento que el que empleaban los soldados españoles.
Luego se colocó el rey frente al tabor de Alhucemas, y éste hizo los mismos movimientos que los regulares; el capitán Parache, que era su jefe, daba las voces tácticas en árabe.
Terminada la revista, el monarca hizo que se reunieran los sargentos y suboficiales, a quienes habló, y luego, en la tienda de Müley-Abbas, y en presencia de la reina, felicitó al coronel Berenguer y a todos los oficiales por el brillante estado de las fuerzas.
Alfonso XIII ordenó al coronel que obsequiase en su nombre a los soldados; éstos recibieron de parte del soberano abundantes raciones de té y azúcar.
Montó el rey a caballo, desfilaron las fuerzas en columna de a cuatro y se dirigieron hacia los espaldones de tiro, en cuyas inmediaciones hicieron maniobras militares de todo tipo. Luego se unieron los de Caballería con sus bellos corceles árabes. Repimporoteo de balas de fogueo y bombas terreras; mucho humo y mucho tufo a pólvora.
Después de un rato de artificios, el rey dio la señal de finalización del acto cuando pasaron sobre su cabeza los zumbantes aeroplanos, portento de la aviación militar española.
Don Alfonso concedido a las tropas moras el honor de montar guardia exterior en el Palacio Real un día de aquellos.
La reina María Cristina en Carabanchel
El día 5 de abril, como ya hemos comentado, la reina Dª. María Cristina visitó por la tarde el campamento de Carabanchel, para conocer las fuerzas regulares indígenas y el tabor de Alhucemas.
En las fotografías vemos momentos de aquella visita en la que tanto SS. AA. como la soldadesca quedaron encantados. Tal fue la satisfacción de la reina que envió una caja de puros al general Berenguer para repartir entre todos ellos.
Las tropas firmes ante la reina Dª. María Cristina |
Desfile de las fuerzas regulares en honor de la reina |
Reparto de rancho |
Alfonso XIII con las tropas indígenas
Un espectáculo de gran interés se iba a producir en el campamento de Carabanchel. Automóviles, coches, carros, ómnibus, y cuantos vehículos podían utilizarse llenaban en hormigueo incesante la carretera, cuyos andenes eran también un cordón de gente a pie. Y es que el rey hacía su visita oficial a las tropas regulares marroquíes.
El capitán general, los generales con mando, los jefes de los Cuerpos y un reluciente escuadrón de oficiales de todas las Armas, esperaban al monarca por la entrada de la carretera de Boadilla.
En el campamento moro, las fuerzas estaban formadas en cuadro de tres caras, sobre el frente de banderas: la caballería, al lado izquierdo; las dos compañías de regulares, en línea de columnas, en el centro; y el tabor de Alhucemas, en línea desplegada, en el lado derecho.
A todo lo largo de la cerca de alambre que da vuelta al campamento estaban apostados centinelas moros, cuya gravedad y militar aspecto daba ya idea de la buena Instrucción de esa tropa.
Las tropas de caballería formaban a pie; sus caballos, en círculo, ocupaban la retaguardia del campamento. Una bandera nacional, en alto mástil, destacaba por encima de las tiendas de campaña.
Precedida de cuatro batidores de la Escolta Real, y en un carruaje tirado por seis mulas, llegaba la reina, y cabalgando al estribo, el rey, con uniforme de coraceros.
Detrás, el ministro de la Guerra y el general Marina con sus nutridos Cuarteles generales, y cerrando la comitiva el escuadrón de Escolta.
Los tambores, cornetas y chirimías de los moros batieron marcha; las tropas presentaron las armas, y al echar el rey pie a tierra dieron tres vivas al rey; pero no a la manera que gritamos nosotros, cuando gritamos, sino en un largo y como desmayado tono que parecía saludo más que vítor.
Pasó el rey revista a todas las unidades, acompañándole el jefe de las fuerzas, coronel Berenguer.
Recorrió el frente de las filas y se detuvo ante la infantería, que a la voz del comandante Berenguer ejecutó los movimientos del manejo del arma, giros, doblar y desdoblar; todo con suma precisión y a un compás muchísimo más lento que el que empleaban los soldados españoles.
Luego se colocó el rey frente al tabor de Alhucemas, y éste hizo los mismos movimientos que los regulares; el capitán Parache, que era su jefe, daba las voces tácticas en árabe.
Terminada la revista, el monarca hizo que se reunieran los sargentos y suboficiales, a quienes habló, y luego, en la tienda de Müley-Abbas, y en presencia de la reina, felicitó al coronel Berenguer y a todos los oficiales por el brillante estado de las fuerzas.
Alfonso XIII ordenó al coronel que obsequiase en su nombre a los soldados; éstos recibieron de parte del soberano abundantes raciones de té y azúcar.
Montó el rey a caballo, desfilaron las fuerzas en columna de a cuatro y se dirigieron hacia los espaldones de tiro, en cuyas inmediaciones hicieron maniobras militares de todo tipo. Luego se unieron los de Caballería con sus bellos corceles árabes. Repimporoteo de balas de fogueo y bombas terreras; mucho humo y mucho tufo a pólvora.
Después de un rato de artificios, el rey dio la señal de finalización del acto cuando pasaron sobre su cabeza los zumbantes aeroplanos, portento de la aviación militar española.
Don Alfonso concedido a las tropas moras el honor de montar guardia exterior en el Palacio Real un día de aquellos.
Las fotografías, de Cámara, muestran algunos momentos de aquel día.
Publicación de "Chamberí por Fuencarral", de Pedro de Répide
El cronista de Madrid, el madrileñísta Pedro de Répide, repuesto ya de una dolencia que le tuvo alejado de los madriles, publica en "El Libro Popular" su cuento nº 14 "Chamberí por Fuencarral".
En este cuento, la pluma del castizo autor de tantas obras consagradas a Madrid, traza la figura de un chulo madrileño, el típico chulo de Répide, y la de varias damas y damitas, que pasan a su alrededor, componen la trama de esta pequeña novela.
El librito contenía ilustraciones de Ricardo Marín, un artista de alma madrileña.
El cuento resultó ser uno de los más exitosos de la colección "El Libro Popular" en aquel año de 1913.
El Papa pachucho... otra vez
El Santo Padre no andaba muy católico desde que publicamos que había suspendido su intervención en los actos religiosos de Semana Santa. Poco menos de un mes hace que se le había muerto una hermana y eso había afectado aún más a su salud.
Tenía fiebre alta, unos 39 grados, y problemas de respiración. Se le habían puesto varias inyecciones de estrofanto; más tarde se le aplicarían otras de cafeína y teobromina.
Los médicos esperaban para formular su diagnóstico definitivo, a saber: si predomina la influenza o la nefritis. En el primer caso, opinaban que su Santidad tendería a mejorar; en el segundo, la catástrofe sería inevitable.
El estado de Pío X era muy intranquilizador. Estaba muy débil y tomaba con dificultad los alimentos y los varios medicamentos expectorantes que se le suministraban.
Circulaba el rumor de que se habían reunido en el Vaticano con el secretario de Estado los cardenales Vives y Tuto, Delai, Gaspari y Gozantes, que gozaban de la confianza del Papa, para discutir la situación que se presentaría si el Pontífice quedase inutilizado durante largo plazo para ocuparse de los asuntos de la Iglesia. Oficialmente se declaraba que los cardenales habían ido con el exclusivo objeto de conocer la marcha de la enfermedad y para despachar, de paso, las cuestiones referentes a sus respectivas Congregaciones. "Reunión de pastores, oveja muerta"
Humor centenario
Salón Doré
Las fotos
Dos estampas de Ciudad Lineal
Recetas de la bisabuela
PATA MALLORQUINA
Hervida la pata cortada a pedacitos, se separan los huesos; en una cazuela se pone manteca, unos dientes de ajo, y cuando están bien fritos se quitan y se sofríe en aquella manteca cebolla bien picada en bastante cantidad y si puede ser tierna mejor y bastante tomate; cuando está algo frito se echan piñones; frito todo se echa la pata, se sazona de sal y se mueve bastante rato, se le añade un poco de caldo de la misma pata y se sirve cuando está en su punto.
PATA REBOZADA
Hervida la pata se corta a pedazos algo grandes, y en el momento de servirla se bate un par de huevos y se pica un poco de perejil fino en el huevo; se tiene galleta molida, se reboza en el huevo, después en la galleta y luego en el huevo; se tiene la sartén con manteca o aceite bien caliente y se fríe que quede doradita.
PATA A LA CATALANA
Hervida de la misma manera, se corta a pedacitos; en una cazuela se pone manteca, cebolla picada, pimientos y tomates; frito esto se echa rebanadas de patatas, unos guisantes si los hay, cuando ha cogido el gusto del frito se echa la pata, se da algunas vueltas y se echa el caldo de la misma pata; se machacan unos dientes de ajo, que se pueden freír antes en la manteca, perejil en bastante cantidad, un poco de azafrán y unos granos de pimienta; todo esto bien machacado se echa en la pata, se sazona de sal y se deja hervir bastante rato que quede la salsa un poco espesita para servirlo bien caliente.
TRIPA A LA ALEMANA
Puede hacerse cualquier clase de tripa, pero la más a propósito es la de ternera por ser más tierna y sabrosa; ésta después de cortada a pedacitos pequeños y lavada con agua caliente, sal y vinagre, se exprime bien y se lava en dos o tres aguas frescas. En una cazuela con manteca se pone la tripa con sal y se deja dorar bien; cuando está, se fríe en la sartén un poco de pan, perejil y un grano de ajo por cada libra de tripa; el pan después de frito se moja en vinagre, se machaca todo bien, y con caldo se deslíe y se le echa a la tripa; y se deja hervir con poco fuego hasta que tome punto; si se quiere poner manos de ternera, también se puede; éstas se hacen hervir, antes se quitan los huesos, se corta a pedazos y se pone junto con la tripa al freírlo; entonces el caldo de la pata sirve para hacer la salsa.
PATA REBOZADA
Hervida la pata se corta a pedazos algo grandes, y en el momento de servirla se bate un par de huevos y se pica un poco de perejil fino en el huevo; se tiene galleta molida, se reboza en el huevo, después en la galleta y luego en el huevo; se tiene la sartén con manteca o aceite bien caliente y se fríe que quede doradita.
PATA A LA CATALANA
Hervida de la misma manera, se corta a pedacitos; en una cazuela se pone manteca, cebolla picada, pimientos y tomates; frito esto se echa rebanadas de patatas, unos guisantes si los hay, cuando ha cogido el gusto del frito se echa la pata, se da algunas vueltas y se echa el caldo de la misma pata; se machacan unos dientes de ajo, que se pueden freír antes en la manteca, perejil en bastante cantidad, un poco de azafrán y unos granos de pimienta; todo esto bien machacado se echa en la pata, se sazona de sal y se deja hervir bastante rato que quede la salsa un poco espesita para servirlo bien caliente.
TRIPA A LA ALEMANA
Puede hacerse cualquier clase de tripa, pero la más a propósito es la de ternera por ser más tierna y sabrosa; ésta después de cortada a pedacitos pequeños y lavada con agua caliente, sal y vinagre, se exprime bien y se lava en dos o tres aguas frescas. En una cazuela con manteca se pone la tripa con sal y se deja dorar bien; cuando está, se fríe en la sartén un poco de pan, perejil y un grano de ajo por cada libra de tripa; el pan después de frito se moja en vinagre, se machaca todo bien, y con caldo se deslíe y se le echa a la tripa; y se deja hervir con poco fuego hasta que tome punto; si se quiere poner manos de ternera, también se puede; éstas se hacen hervir, antes se quitan los huesos, se corta a pedazos y se pone junto con la tripa al freírlo; entonces el caldo de la pata sirve para hacer la salsa.
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© 2013 Eduardo Valero García - HUM 013-086 EFEMERIDES1913
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Me gustaría emplear algunas fotografías de su blog, relacionadas con la visita a Madrid de la Fuerzas Regulares indígenas (abril 1913), para publicarlas en una obra que estoy escribiendo (Vida y Muerte del General Silvestre. La sombra de Berenguer). Muchas gracias por su atención.
ResponderEliminarBuenos días. Por favor, póngase en contacto a través del mail madridblog@gmail.com para poder atender su solicitud. Muchas gracias por su interés en mi trabajo, del que espero sea de utilidad para su libro. Un saludo
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