Efemérides del 25 de abril de 1913
Viernes 25
Máxima 18º
Mínima 5,9º
San Marcos y San Esteban
Letanía
Contenido:
Fiestas de Tetuán de las Victorias - El decreto sobre el Catecismo - Porrazos casuales - Incendio en la estación del Norte - Batalla campal entre gitanos - Mañana de abril en Madrid - Ensaladas de la bisabuela.
Fiestas de Tetuán de las Victorias - El decreto sobre el Catecismo - Porrazos casuales - Incendio en la estación del Norte - Batalla campal entre gitanos - Mañana de abril en Madrid - Ensaladas de la bisabuela.
1913 | ||||||
ABRIL | ||||||
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Fiestas de Tetuán de las Victorias
Comenzaban hoy las fiestas de la vecina barriada de Tetuan.
Desde la tarde de ayer y toda esta madrugada, un grupo de obreros se afanaron en decorar las calles de la zona; en especial la calle O'Donell, donde se colocaron varios arcos artisticamente adornados con flores y gallardetes.
A las tres de la tarde dieron comienzo los festejos con disparos de bombas y cohetes, comenzando los bailes públicos en la citada calle, donde, además, a las nueve de la noche hubo fuegos artificiales detonados por el afamado pirotécnico D. P. Bautista del Castillo.
El Decreto sobre el Catecismo
Por fin, después de infinitos aplazamientos, y conferencias, consultas y promesas, fue firmado por el rey en esta fecha el tan discutido decreto sobre la enseñanza de la Doctrina en las escuelas primarias.
La parte dispositiva del Real decreto era como sigue:
"En atención á las razones expuesta por el Ministro de Instrucción pública y Bellas Artes, y de acuerdo con mi Consejo de Ministros, vengo en decretar lo siguiente:
Articulo 1.° Las enseñanzas de Doctrina cristiana y nociones de Historia Sagrada se continuarán figurando
con carácter obligatorio en el plan de estudios de.las escuelas públicas de Instrucción primaria.
Art. 2." Quedarán exceptuados de recibirlas los hijos de padres que asi lo deseen, por profesar religión distinta de la católica; y
Art. 3." Para la ejecución de este decreto se dictarán por el Ministerio de Instrucción pública las reglas oportunas."
Y firma el rey D. Alfonso XIII aquel decreto que, en realidad, no satisfizo a nadie; pero tampoco perjudicó a nadie, por la insignificancia de su alcance.
Porrazos casuales
Otro suceso simpático de los que ocurrían en Madrid y eran publicados en la Prensa.
La casualidad hizo que se sucediesen tres caídas casi consecutivas en diferentes calles, aunque no muy lejanas.
-En su domicilio, calle de Echegaray, número 34, resbaló por las escalera un individuo llamado José Criado, de cincuenta y un años, produciéndose una herida en la frente, de la que fue asistido en la Casa de Socorro del distrito, pasando después a su domicilio.
-En la calle de Lavapiés se cayó una mujer llamada Gregoria Sanz, de sesenta y un años, resultando con una herida en la cabeza de la que fue asistida en la Casa de Socorro del Hospital.
-En la calle de Santa Isabel se cayó una señora llamada Ramona Rodríguez, produciéndose una herida en el parietal derecho que fue calificada de pronóstico reservado en la Casa de Socorro del distrito del Hospital.
La casualidad hizo que se sucediesen tres caídas casi consecutivas en diferentes calles, aunque no muy lejanas.
-En su domicilio, calle de Echegaray, número 34, resbaló por las escalera un individuo llamado José Criado, de cincuenta y un años, produciéndose una herida en la frente, de la que fue asistido en la Casa de Socorro del distrito, pasando después a su domicilio.
-En la calle de Lavapiés se cayó una mujer llamada Gregoria Sanz, de sesenta y un años, resultando con una herida en la cabeza de la que fue asistida en la Casa de Socorro del Hospital.
-En la calle de Santa Isabel se cayó una señora llamada Ramona Rodríguez, produciéndose una herida en el parietal derecho que fue calificada de pronóstico reservado en la Casa de Socorro del distrito del Hospital.
Incendio en la estación del Norte
En uno de los pabellones que en la estación del Norte sirven para guardar los utensilios, vajillas, repostería y menaje de comedor perteneciente a la Compañía de los Sliping (coches cama) se inició un incendio. El pabellón estaba próximo al paso a nivel del Paseo del Rey.
Los hechos ocurrieron poco antes de las doce de la noche y, gracias a que dos guardias advirtieron la humareda, se avisó al servicio de incendios.
Lo bomberos llegaron en diez minutos y aislaron la zona para que las llamas no alcanzasen los otros pabellones del edificio.
Una vez esto conseguido, los bomberos trabajaron con rapidez y controlaron el incendio. Sólo el ala derecha del pabellón sufrió los inevitables desperfectos, quemándose bastantes existencias de licores y ropas, cuyo valor no era fácil apreciar de momento.
A la una y media el fuego quedó totalmente extinguido.
Estación del Norte en 1910 memoriademadrid - Otros - Inv. 31408 |
Panorámica de la estación en 1910 memoriademadrid - Otros - Inv. 24676 |
Batalla campal entre gitanos
Comenzó la mañana madrileña con una reyerta entre familias gitanas que dirimieron sus diferencias y rencores a tiros y puñaladas. Hubo dos heridos graves.
Todo comenzó el día anterior con una pequeña disputa en el mercado entre los gitanos Enrique Montoya y González y Miguel Silva Escudero. El primero recibió un estacazo del segundo en toda la cabeza... y no quedó ahí la cosa.
Los gitanos se juraron por los "mengues" que se iban a masticar y que sus hombres, los de cada clan. valían más que los otros, y viceversa.
Aproximadamente fue a las once de la mañana del viernes 25 cuando los vecinos del paseo de las Acacias y portillo de Embajadores se vieron sorprendidos por el ruido producido por varios disparos de arma de fuego que partían, al parecer, de las cercanías del kiosco de periódicos que había en el citado paseo de las Acacias.
La gente corría en todas direcciones presas del pánico, y procuraban ponerse a salvo de las balas que cruzaban el espacio como en pleno frente de batalla.
En aquel instante aparecieron corriendo ocho o diez gitanos que perseguían a otro. Todos empuñaban enormes pistolones, revólveres y facas de dimensiones extraordinarias.
El perseguido, con una pistola Browning en la mano, y cubierto de sangre todo el cuerpo, hacía esfuerzos inauditos para escapar de las garras de aquellos hombres que en su persecución no cesaban de dispararle tiros, contestando él de vez en cuando de la misma forma.
Perdida toda esperanza de salvación, y comprendiendo Enrique Montoya, que era el perseguido, que su vida estaba en peligro, al pasar frente a una casa de aspecto humilde, señalada con el número 7 del paseo de las Acacias, concibió una idea de salvación, y la puso en práctica.
El tal Montoya, con el rostro cadavérico y desangrándose, afianzó la pistola Browning en su mano y se precipitó por una puerta que se encontraba abierta y daba a una habitación de pequeñas dimensiones, donde so hallaba un pobre hombre, de sesenta años llamado Ángel Sedeño Peláez. Este, con el terror consiguiente, se apartó en el acto y dejó franca la entrada a Montoya, pues el perseguido, apuntándole al pecho con la pistola, le dijo: "-O te quitas o te mato."
Entre tanto, y al ruido y escándalo producidos, acudieron varios guardias de Seguridad, los que con su presencia pusieron en fuga a los gitanos, excepto dos de ellos, Manuel Silva Escudero, de treinta y nueve años, que iba herido gravemente, y Juan Antonio Escudero Estrada, de sesenta y cinco, que fueron detenidos. Ambos eran vecinos de la calle Mesón de Paredes número 90.
El perseguido Montoya, herido también gravemente, seguía escondido en la casa.
El cabo del Cuerpo de Seguridad Juan Romero Montes, que vivía en uno de los pisos altos de la misma casa, bajó precipitadamente, pistola en mano, hasta la vivienda donde el gitano había buscado refugio.
Al entrar en ella el cabo Juan Romero, tuvo que adoptar precauciones, pues ante él se presento una mujer llamada Eulalia, con la mano derecha llena de sangre y le dijo: "-No entre Usted; por Dios, que le mata."
El cabo, se abalanzó sobre Montoya, que le apuntaba con la pistola, y logró reducirle sin darle tiempo a efectuar ningún disparo.
Fue llevado a la Casa de Socorro de Inclusa, donde ya estaba el tal Silva.
En la foto vemos a los dos gitanos y el estado en que quedaron.
Los cuatro gitanos que se escaparon cuando ocurrió la reyerta fueron arrestados en Carabanchel y conducidos al Juzgado de guardia. Se llamaban Basilio Muñoz, de treinta y seis años; Antonio Muñoz Heredia, de la misma edad, Ricardo Romero Muñoz, de dieciséis años, y Esperanza Navarro Suárez, de treinta.
Mañana de Abril en Madrid
Obsequiamos con un fragmento de la crónica que, con el título de "Mañana de Abril", publicó tal día como hoy D. Luis Ruidobro en "El Liberal".
Minúscula visión de una mañana primaveral madrileña de hace cien años, con su clima y sus costumbres.
"Yo tengo el vicio de madrugar; he intentado algunas veces, pocas, vencerle, y ha sido perfectamente débil mi voluntad par a ello. ¡No es tan fácil, como parece, quitarse un vicio!; ¡son muchos los años que me domina para, en cosa de cuatro días, hacerlo desaparecer, y muchas mis necesidades para comenzar la vida a las dos de la tarde!
Y un a de mis necesidades es ésta de gozar las mañanas de la vida, que para mí, que sin duda tengo alma de labriego, son de un encanto único. Y hoy es una mañana de Abril, de estas mañanas serranas; fría , como de Enero, a la sombra de las casas, y tibia y sensual por las aceras de sol.
Yo vivo en los barrios bajos, y desde la plaza, donde está mi casa, se columbra un buen trozo de tierra castellana y un gran espacio de cielo.
Y hay en la plaza unos sombrajos que cobijan puestos de fuencarraleras, y hay otros puestos de verduras, y los hay también de baratijas, y está el puesto de la cangrejera en la esquina , y más allá, junto a la fuente, el de la requesonera, toda peripuesta de mandil y manguitos blancos, muy repeinada con bandolina; y hay también su corro de traperos, tomando acuerdos, antes de lanzarse a la conquista de Madrid; y hay voces y pregones y disputas, y de vez en vez el acento desgarrado de una vendedora joven rompe el aire cristalino do la mañana con su "Todas en una perra" o "En diez céntimos tóos, parroquiana".
Humor centenario
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Las fotos
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Varietés
Artista de moda en aquellos tiempos
Recetas de la bisabuela
ENSALADA INGLESA
Todo comenzó el día anterior con una pequeña disputa en el mercado entre los gitanos Enrique Montoya y González y Miguel Silva Escudero. El primero recibió un estacazo del segundo en toda la cabeza... y no quedó ahí la cosa.
Los gitanos se juraron por los "mengues" que se iban a masticar y que sus hombres, los de cada clan. valían más que los otros, y viceversa.
Aproximadamente fue a las once de la mañana del viernes 25 cuando los vecinos del paseo de las Acacias y portillo de Embajadores se vieron sorprendidos por el ruido producido por varios disparos de arma de fuego que partían, al parecer, de las cercanías del kiosco de periódicos que había en el citado paseo de las Acacias.
La gente corría en todas direcciones presas del pánico, y procuraban ponerse a salvo de las balas que cruzaban el espacio como en pleno frente de batalla.
En aquel instante aparecieron corriendo ocho o diez gitanos que perseguían a otro. Todos empuñaban enormes pistolones, revólveres y facas de dimensiones extraordinarias.
El perseguido, con una pistola Browning en la mano, y cubierto de sangre todo el cuerpo, hacía esfuerzos inauditos para escapar de las garras de aquellos hombres que en su persecución no cesaban de dispararle tiros, contestando él de vez en cuando de la misma forma.
Perdida toda esperanza de salvación, y comprendiendo Enrique Montoya, que era el perseguido, que su vida estaba en peligro, al pasar frente a una casa de aspecto humilde, señalada con el número 7 del paseo de las Acacias, concibió una idea de salvación, y la puso en práctica.
El tal Montoya, con el rostro cadavérico y desangrándose, afianzó la pistola Browning en su mano y se precipitó por una puerta que se encontraba abierta y daba a una habitación de pequeñas dimensiones, donde so hallaba un pobre hombre, de sesenta años llamado Ángel Sedeño Peláez. Este, con el terror consiguiente, se apartó en el acto y dejó franca la entrada a Montoya, pues el perseguido, apuntándole al pecho con la pistola, le dijo: "-O te quitas o te mato."
Entre tanto, y al ruido y escándalo producidos, acudieron varios guardias de Seguridad, los que con su presencia pusieron en fuga a los gitanos, excepto dos de ellos, Manuel Silva Escudero, de treinta y nueve años, que iba herido gravemente, y Juan Antonio Escudero Estrada, de sesenta y cinco, que fueron detenidos. Ambos eran vecinos de la calle Mesón de Paredes número 90.
El perseguido Montoya, herido también gravemente, seguía escondido en la casa.
El cabo del Cuerpo de Seguridad Juan Romero Montes, que vivía en uno de los pisos altos de la misma casa, bajó precipitadamente, pistola en mano, hasta la vivienda donde el gitano había buscado refugio.
Al entrar en ella el cabo Juan Romero, tuvo que adoptar precauciones, pues ante él se presento una mujer llamada Eulalia, con la mano derecha llena de sangre y le dijo: "-No entre Usted; por Dios, que le mata."
El cabo, se abalanzó sobre Montoya, que le apuntaba con la pistola, y logró reducirle sin darle tiempo a efectuar ningún disparo.
Fue llevado a la Casa de Socorro de Inclusa, donde ya estaba el tal Silva.
En la foto vemos a los dos gitanos y el estado en que quedaron.
Los cuatro gitanos que se escaparon cuando ocurrió la reyerta fueron arrestados en Carabanchel y conducidos al Juzgado de guardia. Se llamaban Basilio Muñoz, de treinta y seis años; Antonio Muñoz Heredia, de la misma edad, Ricardo Romero Muñoz, de dieciséis años, y Esperanza Navarro Suárez, de treinta.
Mañana de Abril en Madrid
Obsequiamos con un fragmento de la crónica que, con el título de "Mañana de Abril", publicó tal día como hoy D. Luis Ruidobro en "El Liberal".
Minúscula visión de una mañana primaveral madrileña de hace cien años, con su clima y sus costumbres.
"Yo tengo el vicio de madrugar; he intentado algunas veces, pocas, vencerle, y ha sido perfectamente débil mi voluntad par a ello. ¡No es tan fácil, como parece, quitarse un vicio!; ¡son muchos los años que me domina para, en cosa de cuatro días, hacerlo desaparecer, y muchas mis necesidades para comenzar la vida a las dos de la tarde!
Y un a de mis necesidades es ésta de gozar las mañanas de la vida, que para mí, que sin duda tengo alma de labriego, son de un encanto único. Y hoy es una mañana de Abril, de estas mañanas serranas; fría , como de Enero, a la sombra de las casas, y tibia y sensual por las aceras de sol.
Yo vivo en los barrios bajos, y desde la plaza, donde está mi casa, se columbra un buen trozo de tierra castellana y un gran espacio de cielo.
Y hay en la plaza unos sombrajos que cobijan puestos de fuencarraleras, y hay otros puestos de verduras, y los hay también de baratijas, y está el puesto de la cangrejera en la esquina , y más allá, junto a la fuente, el de la requesonera, toda peripuesta de mandil y manguitos blancos, muy repeinada con bandolina; y hay también su corro de traperos, tomando acuerdos, antes de lanzarse a la conquista de Madrid; y hay voces y pregones y disputas, y de vez en vez el acento desgarrado de una vendedora joven rompe el aire cristalino do la mañana con su "Todas en una perra" o "En diez céntimos tóos, parroquiana".
Humor centenario
Una incidencia en Blogger impide subir la imagen correspondiente a este espacio.
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Varietés
Artista de moda en aquellos tiempos
Recetas de la bisabuela
ENSALADA INGLESA
Esta ensalada es casi económica; cuando no se come la carne del cocido y se quiere aprovechar, se deshilacha en una fuente y se colocan huevos duros cortados á rebanadas; se machaca en el mortero unos granos de ajo, según la cantidad de carne, aceite, vinagre y sal; esta salsa se esparce por encima de la carne y de los huevos. Se sirve fría.
ENSALADA DE ESPÁRRAGOS
Se hierven los espárragos con sal, cuando están blandos se ponen á escurrir en un colador.
Se les hace una salsita con aceite, vinagre, sal, pimienta negra, un poco de cebolla bien fina, ajo y perejil, picadito todo muy menudo y todo en crudo; se pone en una salsera para ir untándolos según se vayan comiendo. Es muy buena esta salsa.
ENSALADA DE NOVIA
La gallina, después de hervida, se coloca en una fuente, quitándole los huesos; se cogen aceitunas grandes, se les quita la semilla, tratando que queden como enteras, se colocan por los lados de la gallina; luego hojitas de escarola ó lechuga por el rededor; también se colocan rebanadas de huevos duros por el medio de la fuente, que quede la gallina casi cubierta. Se machaca en el mortero un cliente de ajo, un poco de pimienta negra, dos yemas de huevo duro, un poquito de vinagre y un poco de aceite y sal, á proporción de la gallina, y esa picada, bien desleída, se echa por encima.
ENSALADA DE LANGOSTA
Después de Cocida se parte y se saca la carne, se corta á ruedas y se coloca en una fuente y se hace la ensalada, compuesta de huevos duros, alcaparras, pepinillos, encurtidos cortados á pedacitos y lomas de anchoas, se sazona con sal, aceite, vinagre, pimienta y, si gusta, un poco de mostaza inglesa ó francesa.
Publicidad con soleraENSALADA DE ESPÁRRAGOS
Se hierven los espárragos con sal, cuando están blandos se ponen á escurrir en un colador.
Se les hace una salsita con aceite, vinagre, sal, pimienta negra, un poco de cebolla bien fina, ajo y perejil, picadito todo muy menudo y todo en crudo; se pone en una salsera para ir untándolos según se vayan comiendo. Es muy buena esta salsa.
ENSALADA DE NOVIA
La gallina, después de hervida, se coloca en una fuente, quitándole los huesos; se cogen aceitunas grandes, se les quita la semilla, tratando que queden como enteras, se colocan por los lados de la gallina; luego hojitas de escarola ó lechuga por el rededor; también se colocan rebanadas de huevos duros por el medio de la fuente, que quede la gallina casi cubierta. Se machaca en el mortero un cliente de ajo, un poco de pimienta negra, dos yemas de huevo duro, un poquito de vinagre y un poco de aceite y sal, á proporción de la gallina, y esa picada, bien desleída, se echa por encima.
ENSALADA DE LANGOSTA
Después de Cocida se parte y se saca la carne, se corta á ruedas y se coloca en una fuente y se hace la ensalada, compuesta de huevos duros, alcaparras, pepinillos, encurtidos cortados á pedacitos y lomas de anchoas, se sazona con sal, aceite, vinagre, pimienta y, si gusta, un poco de mostaza inglesa ó francesa.
© 2013 Eduardo Valero García - HUM 013-102 EFEMERIDES1913
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