Indicábamos en la segunda parte de Augusta Plaza de la Paja, que la plazuela fue mercado principal, denominado la "Zoch" (azogue) de San Andrés, en plena Morería, con la iglesia de San Andrés cercana a la Puerta de Moros, sobre la posterior plaza de los Carros.
La plazuela como Mercado
Al ser la de la Paja plaza Mayor antes de la del Arrabal, gozó de gran importancia y tuvo mercado.
Como citamos antes, Montero Vallejo lo denomina la "Zoch" de San Andrés, ubicado a espaldas de la iglesia homónima. [1]
Conocemos ya el entorno de la plazuela, zona pegada al Barranco que hoy sigue mostrando un terreno en pendiente, de abigarradas construcciones y travesías propias del Madrid musulmán. En 1397 se prohíbe alterar la fisonomía de la plazuela cuyo destino era el de mercado. Así, al adquirir González de Clavijo unas casas de la plazuela, acepta las siguientes condiciones: "...se obligaua e obligo por si e sus herederos... de no hazer labrar ni atajar de tapias nin de otro edificio... la plaça que a las dichas casas pertenesçe, que es ante las puertas dellas..."; se concluye diciendo que ha de quedar la "plaça rrasa", sin edificación alguna, como hasta entonces.
Un escrito de 1399 confirma la existencia de la "zoch" en la plazuela al declarar que "en la Fuente de la Alcantarilla de San Pedro bebían las bestias". Aunque existen distintas opiniones sobre la ubicación exacta de esta fuente de agua potable, lo cierto es que estuvo situada cerca de la iglesia de San Pedro el Viejo.
Era, pues, el mercado de la plazuela de la Paja lugar espacioso durante la Edad Media. Gran zoco o "azoche" destinado al trajín de bestias, víveres al por mayor, paja y forraje. Dice Montero Vallejo sobre aquel "zoch" de San Andrés: "Pervivió bajo los cristianos, y por ello no has llegado memoria, pues mucho tiempo conservó de algún modo su utilidad: plaza «de la Paja»." [3]
Con la creación de la plaza del Arrabal se produce un movimiento de población mudéjar desde la Morería a las proximidades de esa plaza, la actual plaza Mayor. Al estar fuera de la zona comercial (extramuros), no se veía sometida a cargas fiscales, lo que ocasionó el éxodo de comerciantes y artesanos mudéjares. Fue entonces cuando la Morería donde vivían estos comenzó a llamarse Morería nueva (entre la Plaza Mayor y la de Puerta Cerrada, a ambos lados del camino a Toledo), mientras que la antigua, que ya conocemos, pasó a denominarse Morería vieja.
Pero a pesar de este éxodo, el mercado continuará en funcionamiento. Siglos más tarde, en el Diario de Madrid del viernes 31 de agosto de 1821, se transcribe una noticia aparecida en el Universal del día 13 de aquel mes y año donde se habla del mercado de la plazuela de la Paja y métodos de sus comerciantes:
Mercado pintado
El pintor madrileño José María Avrial y Flores realiza hacia 1840 un lienzo que representa la plazuela en plena actividad. En la parte izquierda, donde se levanta la casa de los Vargas, vemos una calle abierta que bien pudo ser la llamada calle sin puertas. Fue trazada para dar acceso desde la plazuela al conocido hoy como palacio de Anglona, y su nombre viene dado a la nula existencia de puertas que diesen a esa vía.
Sobre la derecha, en lo que fueron las casas de Lasso de Castilla-de las que hablaremos más adelante-Avrial y Flores pinta una casa que sobresale del trazado de las edificaciones. Lo cierto es que no aparece reflejada en ninguno de los planos conocidos, por lo que puede tratarse de un elemento de inspiración o una mala interpretación de la perspectiva de la manzana 133.
En el siguiente fragmento del plano de Pedro Texeira de 1656 vemos el palacio de Anglona y la calle denominada sin puertas que iba a dar a la iglesia consagrada de San Pedro. Le acompaña una fotografía actual con la entrada al jardín del palacio y bifurcación de la plaza con la calle citada. Por detrás, la calle de Segovia, llamada calle Real en el croquis de Montero Vallejo.
Como se puede apreciar en el plano de Texeira, el famoso y tan visitado jardín del palacio de Anglona no existía, lo que convertía a la plazuela en una verdadera plaza Mayor, extendiendo la Costanilla de San Andrés más allá de la calle Segovia hasta el conjunto de antiguas travesías que incluían la Plaza del Cordón. El Plano Parcelario de 1874 muestra lo mucho que perjudicará a la plazuela y costanilla la construcción del jardín.
En el plano que se atribuye a Frederick de Wit, muy bonito pero poco fiable desde el punto de vista topográfico, podemos ver la plaza y su entorno. La numeración que aparece en los edificios no está relacionada con su referencia a pie de plano. Así, los números 50, 51 y 52 corresponden en realidad a los números 40, 41 y 42.
Existen dos fechas y otro autor para situar esta pintoresca composición; la primera, entre 1622 y 1623, bajo la autoría de Antonio Mancelli; la segunda, del año 1635, atribuido a F. de Wit. Sobre esta cuestión, es bueno referirnos al estudio que el catedrático de la Escuela Superior de Arquitectura de Madrid, D. Javier Ortega Vidal, expuso en el «Ciclo de Conferencias con motivo del 250 Aniversario de la Planimetría General de Madrid 1749-1999», realizado entre el 19 de enero y el 22 de febrero de 2000.
Dice el Sr. Ortega Vidal:
"El plano más antiguo de los conocidos sobre Madrid, tal vez debería ser referido con cierta escrupulosidad como de autor desconocido, aunque también resulta posible definirlo como el plano de Mancelli-De Wit. En términos muy sintéticos, el compromiso de estos dos nombres expresa las incertidumbres sobre su procedencia precisa. Se refiere el primero a Antonio Mancelli, iluminador de origen italiano que realizó en 1608 un plano de Valencia, y que residió en Madrid desde 1618 hasta su muerte en 1632. A través de su testamento se sabe que en septiembre de 1622 contrató con el regidor de la villa Lorenzo del Castillo la edición de dos dibujos suyos sobre la Villa y la Plaza Mayor por 350 ducados. Este precio incluía las planchas y una tirada de 150 ejemplares.
El segundo de los nombres se refiere al editor Frederick de Wit ya que la reproducción habitualmente manejada pertenece a una compilación por él publicada hacia 1700, aunque existen otras versiones anteriores sin escala gráfica de los años 1657 y 1682. Sin que resulte posible afirmar ni negar con certeza la identidad entre ambos documentos, lo que sí resulta claro y aquí interesa consiste en que el plano que nos ocupa, aunque de innegable atractivo y enorme valor documental, no destaca por su fiabilidad topográfica." [4]
Tecnicismo aparte, hemos visualizado la plazuela desde otros tiempos. Época en que dentro del abigarrado urbanismo medieval convivían casas y mercado con iglesia y cementerio. De este último hablaremos ahora, aclarando que se trata del cementerio cristiano; el musulmán se encontraba a la salida de la Puerta de Moros, sobre la actual Plaza de la Cebada. Hablando de convivencias, el agua lo hacía con todos los antes citados.
Dice Manuel Retuerce Velasco que "en el arrabal de Puerta Cerrada, pudiera haber estado la necrópolis musulmana de la Plaza de la Cebada -por comunicación verbal, sabemos de su hallazgo durante las obras realizadas en el mercado del mismo nombre-. Pero, debido al ocultamiento de la noticia, que nunca pudo ser confirmada, hay dudas de si puede atribuirse a la población musulmana madrileña de este período o a la mudéjar bajomedieval. Muy cerca de esta necrópolis, en la Plaza de los Carros, apareció un pequeño ramal de un qanat o viaje de agua." [5]
Cementerio
La plazuela, por su ubicación respecto de la iglesia, tuvo que ser cementerio además de mercado, ya que existía el hábito de enterrar a los muertos en su propia parroquia. Sin llegar a ser tan independiente como el modelo islámico, cada templo parroquial concentraba las funciones de su jurisdicción. Por eso necesitaban de un claustro y un pequeño ámbito abierto que podemos llamar plazuela. Así nace la relación parroquia-cementerio-mercado.
En San Andrés el cementerio se extendía entre la parroquia y la muralla, quizá hasta la Puerta de Moros. Es posible que ocupase el ábside y flanco izquierdo de la iglesia, que serían limítrofes con el azogue.
Tiene, pues, el suelo de esta augusta plazuela de la Paja el honor de haber albergado los restos de San Isidro Labrador desde su fallecimiento, acontecido en 1172.
La arqueóloga Olga Vallespín Gómez, en sus comentarios sobre las excavaciones realizadas en la Casa de San Isidro entre los años 1989 a 1997, dice: "Además localizaron en el área más próxima a la casa parroquial de San Andrés los primeros enterramientos del cementerio de la parroquia."
En el arranque de la costanilla de San Andrés fue hallado en 1212 el cuerpo incorrupto del Santo madrileño. Al parecer, un desmoronamiento de tierra provocado por las aguas que discurrían hacia el arroyo de San Pedro a través de la plazuela de la Paja dejará visible el cadáver, que había sido enterrado a poca profundidad. Fue trasladado entonces al interior del primitivo templo para darle decente sepultura.
"Esta parroquia [de San Andrés], una de las más antiguas de Madrid y ubicada junto a la plazuela de la Paja, era frecuentada por el santo dada la vecindad de su domicilio, situado en un inmueble propiedad de los Vargas. Las casas de esta familia, para la que el santo trabajaba como labrador, ocupaban el emplazamiento donde hoy se sitúa el Museo de San Isidro. Como en el caso de otras devociones religiosas originadas en el Medievo, la leyenda y la tradición oral contribuyeron a incrementar el fervor popular y componer la historia del santo labrador. Coincidiendo con la exhumación de su cuerpo y traslado al interior de dicha iglesia de San Andrés, aquellos testimonios orales se materializaron en la principal referencia documental de época medieval; el Códice de Juan Diácono de fines del siglo XIII." [6]
La Biblioteca del Museo del Romanticismo atesora una cromolitografía del siglo XIII, de autor anónimo, titulada "Arca sepulcral de San Isidro (Parroquia de San Andrés)". La imagen aparece entre las páginas 184-185 del libro Historia de la Villa y Corte de Madrid de Amador de Los Ríos y J. Rada Delgado (1860-1864).
Olga Vallespín Gómez indica en Excavaciones arqueológicas en la casa de San Isidro [5]: "La fundación de la parroquia de San Andrés con un cementerio en torno a ella, documentada desde los primeros años del siglo XIII, por un privilegio real de 1202, juega un papel fundamental en el urbanismo posterior de la zona de la colina donde se asienta, aunque seguramente el factor que daba mayor interés al solar era el peso de la tradición que relaciona con el patrón de Madrid la capilla y el pozo conservados en el mismo."
CONTENIDO
Parte I: FOTOGRAFÍAS 1916-1930
Parte II: ORÍGENES Y TOPÓNIMO
Parte III: MERCADO Y CEMENTERIO
Parte IV: EDIFICACIONES Y VECINOS (En proceso)
La plazuela como Mercado
Al ser la de la Paja plaza Mayor antes de la del Arrabal, gozó de gran importancia y tuvo mercado.
Como citamos antes, Montero Vallejo lo denomina la "Zoch" de San Andrés, ubicado a espaldas de la iglesia homónima. [1]
Conocemos ya el entorno de la plazuela, zona pegada al Barranco que hoy sigue mostrando un terreno en pendiente, de abigarradas construcciones y travesías propias del Madrid musulmán. En 1397 se prohíbe alterar la fisonomía de la plazuela cuyo destino era el de mercado. Así, al adquirir González de Clavijo unas casas de la plazuela, acepta las siguientes condiciones: "...se obligaua e obligo por si e sus herederos... de no hazer labrar ni atajar de tapias nin de otro edificio... la plaça que a las dichas casas pertenesçe, que es ante las puertas dellas..."; se concluye diciendo que ha de quedar la "plaça rrasa", sin edificación alguna, como hasta entonces.
Un escrito de 1399 confirma la existencia de la "zoch" en la plazuela al declarar que "en la Fuente de la Alcantarilla de San Pedro bebían las bestias". Aunque existen distintas opiniones sobre la ubicación exacta de esta fuente de agua potable, lo cierto es que estuvo situada cerca de la iglesia de San Pedro el Viejo.
© 2011 Carmen Pérez de los Ríos [2] |
Era, pues, el mercado de la plazuela de la Paja lugar espacioso durante la Edad Media. Gran zoco o "azoche" destinado al trajín de bestias, víveres al por mayor, paja y forraje. Dice Montero Vallejo sobre aquel "zoch" de San Andrés: "Pervivió bajo los cristianos, y por ello no has llegado memoria, pues mucho tiempo conservó de algún modo su utilidad: plaza «de la Paja»." [3]
Con la creación de la plaza del Arrabal se produce un movimiento de población mudéjar desde la Morería a las proximidades de esa plaza, la actual plaza Mayor. Al estar fuera de la zona comercial (extramuros), no se veía sometida a cargas fiscales, lo que ocasionó el éxodo de comerciantes y artesanos mudéjares. Fue entonces cuando la Morería donde vivían estos comenzó a llamarse Morería nueva (entre la Plaza Mayor y la de Puerta Cerrada, a ambos lados del camino a Toledo), mientras que la antigua, que ya conocemos, pasó a denominarse Morería vieja.
Pero a pesar de este éxodo, el mercado continuará en funcionamiento. Siglos más tarde, en el Diario de Madrid del viernes 31 de agosto de 1821, se transcribe una noticia aparecida en el Universal del día 13 de aquel mes y año donde se habla del mercado de la plazuela de la Paja y métodos de sus comerciantes:
Mercado pintado
El pintor madrileño José María Avrial y Flores realiza hacia 1840 un lienzo que representa la plazuela en plena actividad. En la parte izquierda, donde se levanta la casa de los Vargas, vemos una calle abierta que bien pudo ser la llamada calle sin puertas. Fue trazada para dar acceso desde la plazuela al conocido hoy como palacio de Anglona, y su nombre viene dado a la nula existencia de puertas que diesen a esa vía.
Sobre la derecha, en lo que fueron las casas de Lasso de Castilla-de las que hablaremos más adelante-Avrial y Flores pinta una casa que sobresale del trazado de las edificaciones. Lo cierto es que no aparece reflejada en ninguno de los planos conocidos, por lo que puede tratarse de un elemento de inspiración o una mala interpretación de la perspectiva de la manzana 133.
CROQUIS DE MONTERO VALLEJO |
En el siguiente fragmento del plano de Pedro Texeira de 1656 vemos el palacio de Anglona y la calle denominada sin puertas que iba a dar a la iglesia consagrada de San Pedro. Le acompaña una fotografía actual con la entrada al jardín del palacio y bifurcación de la plaza con la calle citada. Por detrás, la calle de Segovia, llamada calle Real en el croquis de Montero Vallejo.
Como se puede apreciar en el plano de Texeira, el famoso y tan visitado jardín del palacio de Anglona no existía, lo que convertía a la plazuela en una verdadera plaza Mayor, extendiendo la Costanilla de San Andrés más allá de la calle Segovia hasta el conjunto de antiguas travesías que incluían la Plaza del Cordón. El Plano Parcelario de 1874 muestra lo mucho que perjudicará a la plazuela y costanilla la construcción del jardín.
PLANO PARCELARIO DE MADRID. AÑO 1874 (Fragmento) Copyright: 2013© Consejo Superior de Investigaciones Científicas ©Instituto Geográfico Nacional |
En el plano que se atribuye a Frederick de Wit, muy bonito pero poco fiable desde el punto de vista topográfico, podemos ver la plaza y su entorno. La numeración que aparece en los edificios no está relacionada con su referencia a pie de plano. Así, los números 50, 51 y 52 corresponden en realidad a los números 40, 41 y 42.
Existen dos fechas y otro autor para situar esta pintoresca composición; la primera, entre 1622 y 1623, bajo la autoría de Antonio Mancelli; la segunda, del año 1635, atribuido a F. de Wit. Sobre esta cuestión, es bueno referirnos al estudio que el catedrático de la Escuela Superior de Arquitectura de Madrid, D. Javier Ortega Vidal, expuso en el «Ciclo de Conferencias con motivo del 250 Aniversario de la Planimetría General de Madrid 1749-1999», realizado entre el 19 de enero y el 22 de febrero de 2000.
Dice el Sr. Ortega Vidal:
"El plano más antiguo de los conocidos sobre Madrid, tal vez debería ser referido con cierta escrupulosidad como de autor desconocido, aunque también resulta posible definirlo como el plano de Mancelli-De Wit. En términos muy sintéticos, el compromiso de estos dos nombres expresa las incertidumbres sobre su procedencia precisa. Se refiere el primero a Antonio Mancelli, iluminador de origen italiano que realizó en 1608 un plano de Valencia, y que residió en Madrid desde 1618 hasta su muerte en 1632. A través de su testamento se sabe que en septiembre de 1622 contrató con el regidor de la villa Lorenzo del Castillo la edición de dos dibujos suyos sobre la Villa y la Plaza Mayor por 350 ducados. Este precio incluía las planchas y una tirada de 150 ejemplares.
El segundo de los nombres se refiere al editor Frederick de Wit ya que la reproducción habitualmente manejada pertenece a una compilación por él publicada hacia 1700, aunque existen otras versiones anteriores sin escala gráfica de los años 1657 y 1682. Sin que resulte posible afirmar ni negar con certeza la identidad entre ambos documentos, lo que sí resulta claro y aquí interesa consiste en que el plano que nos ocupa, aunque de innegable atractivo y enorme valor documental, no destaca por su fiabilidad topográfica." [4]
Tecnicismo aparte, hemos visualizado la plazuela desde otros tiempos. Época en que dentro del abigarrado urbanismo medieval convivían casas y mercado con iglesia y cementerio. De este último hablaremos ahora, aclarando que se trata del cementerio cristiano; el musulmán se encontraba a la salida de la Puerta de Moros, sobre la actual Plaza de la Cebada. Hablando de convivencias, el agua lo hacía con todos los antes citados.
Dice Manuel Retuerce Velasco que "en el arrabal de Puerta Cerrada, pudiera haber estado la necrópolis musulmana de la Plaza de la Cebada -por comunicación verbal, sabemos de su hallazgo durante las obras realizadas en el mercado del mismo nombre-. Pero, debido al ocultamiento de la noticia, que nunca pudo ser confirmada, hay dudas de si puede atribuirse a la población musulmana madrileña de este período o a la mudéjar bajomedieval. Muy cerca de esta necrópolis, en la Plaza de los Carros, apareció un pequeño ramal de un qanat o viaje de agua." [5]
Cementerio
La plazuela, por su ubicación respecto de la iglesia, tuvo que ser cementerio además de mercado, ya que existía el hábito de enterrar a los muertos en su propia parroquia. Sin llegar a ser tan independiente como el modelo islámico, cada templo parroquial concentraba las funciones de su jurisdicción. Por eso necesitaban de un claustro y un pequeño ámbito abierto que podemos llamar plazuela. Así nace la relación parroquia-cementerio-mercado.
En San Andrés el cementerio se extendía entre la parroquia y la muralla, quizá hasta la Puerta de Moros. Es posible que ocupase el ábside y flanco izquierdo de la iglesia, que serían limítrofes con el azogue.
Tiene, pues, el suelo de esta augusta plazuela de la Paja el honor de haber albergado los restos de San Isidro Labrador desde su fallecimiento, acontecido en 1172.
La arqueóloga Olga Vallespín Gómez, en sus comentarios sobre las excavaciones realizadas en la Casa de San Isidro entre los años 1989 a 1997, dice: "Además localizaron en el área más próxima a la casa parroquial de San Andrés los primeros enterramientos del cementerio de la parroquia."
En el arranque de la costanilla de San Andrés fue hallado en 1212 el cuerpo incorrupto del Santo madrileño. Al parecer, un desmoronamiento de tierra provocado por las aguas que discurrían hacia el arroyo de San Pedro a través de la plazuela de la Paja dejará visible el cadáver, que había sido enterrado a poca profundidad. Fue trasladado entonces al interior del primitivo templo para darle decente sepultura.
"Esta parroquia [de San Andrés], una de las más antiguas de Madrid y ubicada junto a la plazuela de la Paja, era frecuentada por el santo dada la vecindad de su domicilio, situado en un inmueble propiedad de los Vargas. Las casas de esta familia, para la que el santo trabajaba como labrador, ocupaban el emplazamiento donde hoy se sitúa el Museo de San Isidro. Como en el caso de otras devociones religiosas originadas en el Medievo, la leyenda y la tradición oral contribuyeron a incrementar el fervor popular y componer la historia del santo labrador. Coincidiendo con la exhumación de su cuerpo y traslado al interior de dicha iglesia de San Andrés, aquellos testimonios orales se materializaron en la principal referencia documental de época medieval; el Códice de Juan Diácono de fines del siglo XIII." [6]
La Biblioteca del Museo del Romanticismo atesora una cromolitografía del siglo XIII, de autor anónimo, titulada "Arca sepulcral de San Isidro (Parroquia de San Andrés)". La imagen aparece entre las páginas 184-185 del libro Historia de la Villa y Corte de Madrid de Amador de Los Ríos y J. Rada Delgado (1860-1864).
Olga Vallespín Gómez indica en Excavaciones arqueológicas en la casa de San Isidro [5]: "La fundación de la parroquia de San Andrés con un cementerio en torno a ella, documentada desde los primeros años del siglo XIII, por un privilegio real de 1202, juega un papel fundamental en el urbanismo posterior de la zona de la colina donde se asienta, aunque seguramente el factor que daba mayor interés al solar era el peso de la tradición que relaciona con el patrón de Madrid la capilla y el pozo conservados en el mismo."
CONTENIDO
Parte I: FOTOGRAFÍAS 1916-1930
Parte II: ORÍGENES Y TOPÓNIMO
Parte III: MERCADO Y CEMENTERIO
Parte IV: EDIFICACIONES Y VECINOS (En proceso)
Bibliografía
| ||||||
[1] Montero Vallejo, Manuel. (1987) El Madrid Medieval. (1ª Edic.) Madrid: Ed. El Avapiés S.A. p.p. 123-157
[2] Pérez de los Ríos, Carmen. La iglesia de San Pedro el Viejo de Madrid. Etapas constructivas, intervenciones y estado actual. (2011) Actas del VII Congreso Nacional de Historia de la Construcción. Santiago, 26-29 de octubre de 2011. Madrid: Instituto Juan de Herrera. http://www.aq.upm.es/Instituciones/jherrera/inicio.html [3] Montero Vallejo, Manuel. Ibídem. pp. 87 [4] Ortega Vidal, Javier. (2000) Los planos históricos de Madrid y su fiabilidad topográfica El contenido básico de este artículo se expuso en el «Ciclo de Conferencias con motivo del 250 Aniversario de la Planimetría General de Madrid 1749-1999», realizado entre el 19 de enero y el 22 de febrero de 2000. Un enfoque complementario del asunto aparece publicado en ORTEGA VIDAL, J.: «Entre Retículas y Triángulos, una revisión gráfica de los planos madrileños», Revista BAU n.º 14, pp. 115-119. [5] Segura Graiño, Cristina; Zozaya Stabel-Hansen, Juan; Retuerce Velasco, Manuel; Vallespín Gómez, Olga; Serrano Herrero, Elena; Torra Pérez, Mar; T.A.R. Soc. Coop. Mad. y Pérez Vicente, Daniel. (2004) Testimonios del Madrid Medieval - El Madrid Musulmán. SERIE CURSOS Y CONFERENCIAS. Museo de San Isidro, 2. Madrid: Museo de San Isidro. Ayuntamiento de Madrid. [6] Gordo Peláez, Luis J. La Capilla de San Isidro en la Iglesia de San Andrés de Madrid-Jenaro Pérez Villaamil, ca.1843 (2013) Pieza del mes, Abril de 2013. Museo del Romanticismo de Madrid, p. 11
· Citas de noticias de periódicos en la publicación
|
© 2013 Eduardo Valero García - HUM 014-005 RECUPAPEL
.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
¡Muchas gracias por tu visita! En cuanto pueda contestaré a tu comentario. Saludos!