viernes, 22 de noviembre de 2013

Recuerdos de papel. El convento de la Encarnación y José I Bonaparte






Quiso la reina doña Margarita fundar un convento de agustinas recoletas, y el rey Felipe, que era el tercero, quiso complacer a su esposa adquiriendo la casa del marqués de las Pozas y, mandándola derribar, dio encargo de edificar la piadosa fundación al arquitecto Juan Gómez de Mora. Tal es el origen del convento de la Encarnación.

Al menos ocho personas disfrutan de la tranquilidad de su entorno en la escena que el fotógrafo Salazar captura en 1914. Lugar de paseo del cuarto Felipe el día de Corpus, antes y después de la procesión, y recuerdo de un curioso episodio cuando Madrid era francesa.


Ocurrió el episodio una Semana Santa, durante el breve y poco religioso reinado de José I Bonaparte. Decidió el monarca intruso recorrer los Sagrarios escoltado por su tropa, a pie, sin mayores pompas, como muestra de respeto a las costumbres católicas del pueblo madrileño. No hubo vitores ni hurras a su paso; el silencio sólo era roto por las pesadas botas y espuelas que tanto terror cosechaban.
Al llegar al convento de la Encarnación los altos dignatarios palatinos, en cuyo centro caminaba José I, se toparon con un gato muerto colgado de una verja que formaba el cerramiento. Atado a una pata del finado felino pendía un cartel con esta leyenda:

"Rey tuerto, como no líes el hato
muy pronto te verás como este gato."


El rey, con mucha diplomacia, esbozó una sonrisa de dientes afuera y entró en la iglesia, pero ya no quiso continuar su visita a los Sagrarios.

Pocos meses más tarde, José I Bonaparte saldría de Madrid simulando un paseo en carroza junto al general Jourdan. Sin volver la vista atrás, seguramente pensó:

"¡Perdí mi corona!... pero no me veo como el gato de la Encarnación."




© 2013 Eduardo Valero García - HUM 013-022 RECUPAPEL


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