Preciosa estampa de un rincón de Madrid antes de la guerra. Conocida y cambiante esquina del otrora barrio de las Musas o de los Literatos (Barrio de las Letras). La pinta Edith de Aguiar en 1930 y le pone título: "La plaza del Ángel"... ausente en el cuadro.
Para el transeúnte de hoy, la plaza es fácilmente identificable por la iglesia de San Sebastián y la floristería que hace esquina con la calle homónima y la de las Huertas. Para el paseante antiguo, el reloj de la Casa Canseco se sumaba a las referencias para localizar la citada plaza.
Como hemos dicho, y en esencia, la plaza del Ángel está ausente; de ella sólo vemos su inicio en la edificación de la derecha, donde es visible el famoso reloj de Canseco, hoy hotel NH Collection Palacio de Tepa. El hotel está ubicado en lo que había sido el suntuoso palacio de Francisco Leandro de Viana, conde de Tepa, cuya construcción data de finales del siglo XVIII y principios del XIX (1797-1808).
Edith de Aguiar retrata este pequeño espacio del Madrid "comediante"; se nos antoja dar esta denominación porque muy cerca de allí estaba el Corral de comedias de la Cruz, el de la Pacheca y el nuevo del Príncipe (hoy Teatro Español), símbolos del teatro del Siglo de Oro representado en la Villa y Corte.
Antes de centrarnos en el reloj Canseco y la relojería, vamos a recorrer la plaza y los edificios más emblemáticos. Ya conocemos algunos detalles del palacio del conde de Tepa, edificio que, con restauraciones, continúa existiendo.
No ocurrió lo mismo con el vecino palacio de los Montijo.
Casa-Palacio de Montijo y de Teba (Edificio Simeón)
Decimos que la pintora toma esta vista de la invisible plaza, y lo hace desde el edificio Simeón (Almacenes Simeón) -hoy hotel ME Madrid Reina Victoria-, seguramente desde una de las habitaciones que frecuentaban los toreros.
Este edificio fue construido entre 1919 y 1923 en el solar que había ocupado el palacio de Montijo y de Teba, famoso por las juergas postineras que se montaban, y a las que acudía la "crème de la crème" de la sociedad madrileña. Entre ellas, podemos destacar la fiesta celebrada la Nochebuena de 1874, en la que se anunció la proclamación de Alfonso XII.
En aquel "humilde" casoplón vivieron Francisca y Eugenia de Sales Portocarrero, duquesa de Alba la primera ("Paca de Alba"), y emperatriz de los franceses la segunda.
De este palacio de Montijo y de Teba mostramos dos vistas fragmentadas, tomadas por el fotógrafo Augusto T. Arcimís hacia el año 1900. Corresponden a una de las dos imágenes que conforman los siguientes positivos estereoscópicos.
El palacio había sido construido hacia 1810. Pascual Madoz dice que era obra del famoso arquitecto Villanueva; por su parte, Ramón de Mesonero Romanos asegura que el arquitecto fue Silvestre Pérez, y lo ratifica más tarde Pedro de Répide. Lo cierto es que se levantó la casa-palacio de los Montijo sobre el terreno que habían ocupado las casas del conde de Baños y de don Pedro Velasco de Bracamonte.
Las fotografías de Arcimís corresponden en realidad al Casino Militar, institución que ocupó el edificio en 1886. El Casino, conocido hoy como Centro del Ejército y la Armada, se trasladará en 1916 a su nuevo edificio de la Gran Vía. Un año más tarde comenzará el derribo del ya anticuado palacio.
Vista de la plaza
La antigua plaza del Ángel, o plazuela si se quiere -como la denominaban antaño-, fue bautizada así por una pintura del Ángel de la Guarda que había en una de las casas allí ubicadas; así lo asegura Pedro de Répide.
Su trazado actual difiere mucho del que tenía en otros tiempos. Basta con observar los planos que ofrecemos a continuación para comprobarlo.
Plano de Pedro Texeira (1656)
La primitiva plaza, que Texeira identifica como "Plazuela del Angel", era de dimensiones reducidas y estaba delimitada por las calles de Carretas y de la Cruz. Junto a ella estuvo ubicado el Oratorio y Convento de San Felipe Neri, del que hablamos en nuestro artículo "El 3 de mayo de 1915 y la iglesia de San Francisco de Borja". Ocupaba la manzana triangular formada por la calle del Prado, la de Huertas y una callejuela (prolongación de la calle de San Sebastián), que llevó por nombre el de "callejón del Beso".
A la derecha, abajo, identificamos la iglesia de San Sebastián, situada en la esquina de la calle homónima con la de Atocha; un poco más arriba, con la indicación "XLIII", se alzaba el Monasterio Real de Santa Ana, de las Carmelitas Descalzas (fundado en 1586), sobre los terrenos que hoy ocupa la Plaza de Santa Ana.
Plano de Nicolás de Fer (1706)
Cincuenta años después de Texeira, el cartógrafo francés Nicolás de Fer confecciona un plano más ordenado del que recuperamos el fragmento correspondiente a la plaza. De información tan escueta, no hace referencia a la plaza; sin embargo, localiza la iglesia de San Jorge y Colegio de los Ingleses que hubo en la calle del Príncipe. Formaba parte de la Compañía de Jesús y en él estudiaron jóvenes católicos ingleses durante poco más de cien años, entre 1665 y 1767. En el siguiente plano volvemos a hablar de esta edificación.
Plano de Nicolás Chalmandrier (1761)
Titulado "Plan geométrico y histórico de la Villa de Madrid y sus Contornos", la escala estaba expresada en pies geométricos, como en el de Nicolás de Fer.
Podemos apreciar la manzana donde estaba el Convento y Oratorio de San Felipe Neri. De hecho, aquella callejuela que identificamos como "callejón del Beso", en este plano lleva por nombre "del Oratorio", haciendo referencia al Convento que será demolido en 1769.
Chalmandrier dibuja el convento y lo señala con la letra "q", que, en la relación numerada de los edificios integrada en el plano, corresponde al "Convento San Felipe de Neri de Clérigos menores, fundado por el Padre D. Diego Linan en el año de 1660".
Como indicamos en la descripción del plano de Nicolás de Fer, Chalmandriel también ubica el Colegio de los Ingleses y lo identifica con la letra "s", que en la relación numerada aparece como "Colegio de San Jorge de Padres Jesuitas fundole Cesar Bogacio Italiano año de 1611". Lo sitúa sobre la calle del Príncipe pero en el centro, no en la esquina de la plaza de Matute, como lo ubicaba de Fer.
Tanto en uno como en otro plano, nos estamos refiriendo a la actual iglesia de San Ignacio de Loyola.
Plano de Tomás Lopez (1785)
La plaza del Ángel continúa situada entre las calles de Carretas y de la Cruz, sin embargo, la manzana que había ocupado el Convento de San Felipe Neri ya no existe y en su lugar se identifica la "Plazuela del Beso", tomando este nombre por el callejón antes mencionado.
Son visibles en la manzana 214 las casas del conde de Baños y de don Pedro Velasco de Bracamonte, donde más tarde se edificará la casa-Palacio de Montijo y de Teba.
Por su parte, la calle de San Sebastián aparece con el antiguo nombre de "Calle de los Vientos".
Plano de Pedro Lescavo y Carmona (1812)
Con el número 63 se identifica la plaza del Ángel (la antigua y la nueva).
Podemos apreciar la manzana que ocupa la nueva "Plazuela de Santa Ana", formada en 1810 tras el derribo del Monasterio Real de Santa Ana, de las Carmelitas Descalzas. La plaza, lucía arbolada y con una fuente en el centro, donde fue colocada, y allí permaneció hasta 1825, la estatua en bronce de Carlos V. Así lo indica Mesonero Romanos, y Pedro de Répide añade: "En el mismo sitio que ocupaba esa escultura elévase la que representa a Calderón de la Barca."
La estatua de Calderón de la Barca fue cedida por el Estado a la Villa de Madrid en 1877, y en ello tuvo que ver el ministro de Ultramar, D. Adelardo López de Ayala. Fue inaugurada el 2 de enero de 1880. Répide dice que esto ocurrió a la misma hora que el entierro de Ayala se detenía frente al Teatro Español.
Plan Von Madrid (1844)
Este plano alemán sigue situando la plaza en su primitivo emplazamiento y la calle de San Sebastián vuelve a identificarse como la "del Viento". Tanto en este como en los dos planos anteriores, el cuadrilátero que ocupa la esquina de la plaza del Ángel con la de Santa Ana no ha variado, sin embargo en esta época ya existía la Casa-Palacio de Montijo y Teba.
También en los tres planos podemos apreciar la manzana de viviendas (denominada 215 en el plano de Tomás López), que rompía la hegemonía de la plaza con respecto al Teatro del Príncipe. A esas edificaciones se las llamó "las siete casillas"; fueron derribadas hacia el 17 de junio de 1863.
Plano de Emilio Valverde (1900)
Llegamos al Siglo XX de la mano de Valverde y, otra vez, el fotógrafo Augusto T. Arcimís.
En este plano la configuración de la plaza es similar a la hoy conocida, salvo por la confluencia con la plaza de Benavente, que aún no existía.
Podemos apreciar el triángulo que queda formado después de la apertura, en el año 1861, de la calle Espoz y Mina (antigua Angosta de Majaderitos) con la de la Cruz y plaza del Ángel.
Agusto T. Arcimís nos muestra la fisonomía de la plaza en 1900. También es una de las dos imágenes que conforman el siguiente positivo estereoscópico.
La comparamos con una fotografía de E. Pascual Pelaez, tomada en 2014, donde vemos las pocas diferencias en relación a la esquina enfrentada, donde existió el palacio de los Montijo.
Foto y estampa
La siguiente fotografía guarda gran similitud con el óleo que a modo de estampa os mostramos. Todo es casi idéntico, a excepción de la vegetación de la floristería -antiguo cementerio parroquial de San Sebastián-, que es menos frondosa; median nueve años entre una y otra estampa.
Sin lugar a dudas, la pintora toma esta vista desde el edificio Simeón, tal como lo hiciese el autor de la fotografía en 1921. Ambos retratan la iglesia de San Sebastián y su entorno como se mostraba antes del bombardeo de noviembre de 1936, cuando el templo quedó casi destruido... Pero esa es otra historia.
Relojería de San Sebastián (Casa Canseco)
El jueves 19 de enero de 1888, a las seis de la tarde, abría sus puertas por vez primera la relojería de San Sebastián en la esquina ya nombrada, con entrada por la calle de San Sebastián, número 2, y Plaza del Ángel, número 10. Unía ambas entradas un escaparate de dos cuerpos donde podía admirarse un magnífico reloj de torre del "sistema Canseco", del que hablaremos en otro apartado. Había en exposición, además, relojes de plata, oro y nikel, y en el centro un aparato que asemejaba un altar, repleto de imágenes y objetos religiosos.
El interior del local estaba decorado con preciosas pinturas del artista Francisco Muñiz. Los testeros estaban repletos de relojes de pared.
Ya desde sus inicios, la relojería de San Sebastián fue sucursal de la Compañía Hispano-Portuguesa, industria famosa por la fabricación de campanas para iglesias, relojes de torre y su producto estrella, las "campanas musicales".
La Compañía había instalado una fábrica en Madrid para campanas de todas las clases, con legítimo material de ley y de su marca. Aseguraban que todas eran muy sonoras, esbeltas y decoradas con imágenes religiosas, relieves y bruñidas por fuera.
También fabricaban campañas de "escalas de música" a precios muy económicos. Estas "campanas musicales" podían tocar fácilmente, con manubrio o teclado, himnos religiosos y salmos.
En cuanto a los relojes de torre, los hacían de todas las clases y complementos, con sus campanas y demás accesorios. Los titulaban "Reguladores" por su gran precisión y mecanismo.
Una notable amalgama de objetos religiosos, campanas musicales y relojes de todo tipo y calidades, hacían las delicias del público y clero madrileños.
En un número de El Liberal de marzo de 1888 se hacía referencia a la relojería en sus páginas de anuncios:
Primer aniversario
Durante la noche del 19 y 20 de enero de 1889, la relojería estuvo profusamente iluminada con motivo de la celebración de su primer aniversario. En el centro del establecimiento se colocó la figura de su santo Patrono, en el momento de recibir las saetas del martirio. Allí estuvo San Sebastián rodeado de relojes y otros brillantes accesorios.
Hasta finales de aquel mes se obsequió a los clientes con importantes rebajas en toda clase de relojes y objetos religiosos.
"Antigua Casa Canseco"
El ojo avizor del lector habrá descubierto la inscripción que aparece en el cuadro de Edith de Aguiar: "Antigua Casa Canseco".
No podemos evitar poner un toque de humor antes de la nostalgia que se aproxima. Para ello nos valemos de una noticia y un discurso de Muñoz Seca.
En un número de El Liberal de mayo de 1902 aparecía una terrible noticia en la columna "Notas útiles":
Una manera muy surealista, además de graciosa, de hacer publicidad encubierta. ¡Duros, irrompibles y de gran precisión debieron ser los relojes de Canseco!
Rescatamos un soliloquio de Pedro Muñoz Seca (de 1919), que habla del origen de la cama. Hasta en esto estaba presente el nombre del relojero Canseco:
En los relatos de la época era habitual mencionar la relojería como "de Casenco", o "del reloj de Casenco"; este es un ejemplo:
El emporio Canseco
La relojería de San Sebastián o Casa Canseco, fundada, como hemos dicho, en el año 1888, no era la única tienda del famoso relojero. Existían otras dos, en Mesón de Paredes, número 21, y calle Mayor, número 55. Había otra de Canseco en la calle del Conde de Romanones, número 11, del hijo de Canseco.
La fundición para hacer campanas y fábrica de relojes estaba en el Paseo de las Delicias, número 52.
Decadencia
De todas las sucursales citadas, mantuvo el nombre de Canseco la situada en la calle del Conde de Romanones.
La de la plaza del Ángel pasó a ser de Mateo Marot (Sucesor de Casenco), seguramente en la segunda década del siglo XX.
En 1925, el escritor Eduardo M. del Portillo (José Cándido), en las páginas del diario La Libertad se lamentaba de la decadencia de la relojería:
No hemos encontrado referencias exactas de cuándo cerró sus puertas la emblemática relojería de la plaza del Ángel, pero aún queda mucho que contar.
Para el transeúnte de hoy, la plaza es fácilmente identificable por la iglesia de San Sebastián y la floristería que hace esquina con la calle homónima y la de las Huertas. Para el paseante antiguo, el reloj de la Casa Canseco se sumaba a las referencias para localizar la citada plaza.
Como hemos dicho, y en esencia, la plaza del Ángel está ausente; de ella sólo vemos su inicio en la edificación de la derecha, donde es visible el famoso reloj de Canseco, hoy hotel NH Collection Palacio de Tepa. El hotel está ubicado en lo que había sido el suntuoso palacio de Francisco Leandro de Viana, conde de Tepa, cuya construcción data de finales del siglo XVIII y principios del XIX (1797-1808).
Edith de Aguiar retrata este pequeño espacio del Madrid "comediante"; se nos antoja dar esta denominación porque muy cerca de allí estaba el Corral de comedias de la Cruz, el de la Pacheca y el nuevo del Príncipe (hoy Teatro Español), símbolos del teatro del Siglo de Oro representado en la Villa y Corte.
Antes de centrarnos en el reloj Canseco y la relojería, vamos a recorrer la plaza y los edificios más emblemáticos. Ya conocemos algunos detalles del palacio del conde de Tepa, edificio que, con restauraciones, continúa existiendo.
No ocurrió lo mismo con el vecino palacio de los Montijo.
Casa-Palacio de Montijo y de Teba (Edificio Simeón)
Decimos que la pintora toma esta vista de la invisible plaza, y lo hace desde el edificio Simeón (Almacenes Simeón) -hoy hotel ME Madrid Reina Victoria-, seguramente desde una de las habitaciones que frecuentaban los toreros.
"PLAZA DE SANTA ANA Y MONUMENTO A CALDERÓN DE LA BARCA" FPH-MECD - Archivo LOTY. Nº. inventario: LOTY-00716 Autor de la fotografía: Passaporte, António (1901-1983) (Entre 1927-1936) |
Este edificio fue construido entre 1919 y 1923 en el solar que había ocupado el palacio de Montijo y de Teba, famoso por las juergas postineras que se montaban, y a las que acudía la "crème de la crème" de la sociedad madrileña. Entre ellas, podemos destacar la fiesta celebrada la Nochebuena de 1874, en la que se anunció la proclamación de Alfonso XII.
En aquel "humilde" casoplón vivieron Francisca y Eugenia de Sales Portocarrero, duquesa de Alba la primera ("Paca de Alba"), y emperatriz de los franceses la segunda.
De este palacio de Montijo y de Teba mostramos dos vistas fragmentadas, tomadas por el fotógrafo Augusto T. Arcimís hacia el año 1900. Corresponden a una de las dos imágenes que conforman los siguientes positivos estereoscópicos.
El palacio había sido construido hacia 1810. Pascual Madoz dice que era obra del famoso arquitecto Villanueva; por su parte, Ramón de Mesonero Romanos asegura que el arquitecto fue Silvestre Pérez, y lo ratifica más tarde Pedro de Répide. Lo cierto es que se levantó la casa-palacio de los Montijo sobre el terreno que habían ocupado las casas del conde de Baños y de don Pedro Velasco de Bracamonte.
Las fotografías de Arcimís corresponden en realidad al Casino Militar, institución que ocupó el edificio en 1886. El Casino, conocido hoy como Centro del Ejército y la Armada, se trasladará en 1916 a su nuevo edificio de la Gran Vía. Un año más tarde comenzará el derribo del ya anticuado palacio.
Centro Militar. Antiguo palacio de Montijo y de Teba (1910) Archivo HUM |
Vista de la plaza
La antigua plaza del Ángel, o plazuela si se quiere -como la denominaban antaño-, fue bautizada así por una pintura del Ángel de la Guarda que había en una de las casas allí ubicadas; así lo asegura Pedro de Répide.
Su trazado actual difiere mucho del que tenía en otros tiempos. Basta con observar los planos que ofrecemos a continuación para comprobarlo.
Plano de Pedro Texeira (1656)
La primitiva plaza, que Texeira identifica como "Plazuela del Angel", era de dimensiones reducidas y estaba delimitada por las calles de Carretas y de la Cruz. Junto a ella estuvo ubicado el Oratorio y Convento de San Felipe Neri, del que hablamos en nuestro artículo "El 3 de mayo de 1915 y la iglesia de San Francisco de Borja". Ocupaba la manzana triangular formada por la calle del Prado, la de Huertas y una callejuela (prolongación de la calle de San Sebastián), que llevó por nombre el de "callejón del Beso".
A la derecha, abajo, identificamos la iglesia de San Sebastián, situada en la esquina de la calle homónima con la de Atocha; un poco más arriba, con la indicación "XLIII", se alzaba el Monasterio Real de Santa Ana, de las Carmelitas Descalzas (fundado en 1586), sobre los terrenos que hoy ocupa la Plaza de Santa Ana.
Plano de Nicolás de Fer (1706)
Cincuenta años después de Texeira, el cartógrafo francés Nicolás de Fer confecciona un plano más ordenado del que recuperamos el fragmento correspondiente a la plaza. De información tan escueta, no hace referencia a la plaza; sin embargo, localiza la iglesia de San Jorge y Colegio de los Ingleses que hubo en la calle del Príncipe. Formaba parte de la Compañía de Jesús y en él estudiaron jóvenes católicos ingleses durante poco más de cien años, entre 1665 y 1767. En el siguiente plano volvemos a hablar de esta edificación.
Plano de Nicolás Chalmandrier (1761)
Titulado "Plan geométrico y histórico de la Villa de Madrid y sus Contornos", la escala estaba expresada en pies geométricos, como en el de Nicolás de Fer.
Podemos apreciar la manzana donde estaba el Convento y Oratorio de San Felipe Neri. De hecho, aquella callejuela que identificamos como "callejón del Beso", en este plano lleva por nombre "del Oratorio", haciendo referencia al Convento que será demolido en 1769.
Chalmandrier dibuja el convento y lo señala con la letra "q", que, en la relación numerada de los edificios integrada en el plano, corresponde al "Convento San Felipe de Neri de Clérigos menores, fundado por el Padre D. Diego Linan en el año de 1660".
Como indicamos en la descripción del plano de Nicolás de Fer, Chalmandriel también ubica el Colegio de los Ingleses y lo identifica con la letra "s", que en la relación numerada aparece como "Colegio de San Jorge de Padres Jesuitas fundole Cesar Bogacio Italiano año de 1611". Lo sitúa sobre la calle del Príncipe pero en el centro, no en la esquina de la plaza de Matute, como lo ubicaba de Fer.
Tanto en uno como en otro plano, nos estamos refiriendo a la actual iglesia de San Ignacio de Loyola.
Plano de Tomás Lopez (1785)
La plaza del Ángel continúa situada entre las calles de Carretas y de la Cruz, sin embargo, la manzana que había ocupado el Convento de San Felipe Neri ya no existe y en su lugar se identifica la "Plazuela del Beso", tomando este nombre por el callejón antes mencionado.
Son visibles en la manzana 214 las casas del conde de Baños y de don Pedro Velasco de Bracamonte, donde más tarde se edificará la casa-Palacio de Montijo y de Teba.
Por su parte, la calle de San Sebastián aparece con el antiguo nombre de "Calle de los Vientos".
Plano de Pedro Lescavo y Carmona (1812)
Con el número 63 se identifica la plaza del Ángel (la antigua y la nueva).
Podemos apreciar la manzana que ocupa la nueva "Plazuela de Santa Ana", formada en 1810 tras el derribo del Monasterio Real de Santa Ana, de las Carmelitas Descalzas. La plaza, lucía arbolada y con una fuente en el centro, donde fue colocada, y allí permaneció hasta 1825, la estatua en bronce de Carlos V. Así lo indica Mesonero Romanos, y Pedro de Répide añade: "En el mismo sitio que ocupaba esa escultura elévase la que representa a Calderón de la Barca."
La estatua de Calderón de la Barca fue cedida por el Estado a la Villa de Madrid en 1877, y en ello tuvo que ver el ministro de Ultramar, D. Adelardo López de Ayala. Fue inaugurada el 2 de enero de 1880. Répide dice que esto ocurrió a la misma hora que el entierro de Ayala se detenía frente al Teatro Español.
Plan Von Madrid (1844)
Este plano alemán sigue situando la plaza en su primitivo emplazamiento y la calle de San Sebastián vuelve a identificarse como la "del Viento". Tanto en este como en los dos planos anteriores, el cuadrilátero que ocupa la esquina de la plaza del Ángel con la de Santa Ana no ha variado, sin embargo en esta época ya existía la Casa-Palacio de Montijo y Teba.
También en los tres planos podemos apreciar la manzana de viviendas (denominada 215 en el plano de Tomás López), que rompía la hegemonía de la plaza con respecto al Teatro del Príncipe. A esas edificaciones se las llamó "las siete casillas"; fueron derribadas hacia el 17 de junio de 1863.
Plano de Emilio Valverde (1900)
Llegamos al Siglo XX de la mano de Valverde y, otra vez, el fotógrafo Augusto T. Arcimís.
En este plano la configuración de la plaza es similar a la hoy conocida, salvo por la confluencia con la plaza de Benavente, que aún no existía.
Podemos apreciar el triángulo que queda formado después de la apertura, en el año 1861, de la calle Espoz y Mina (antigua Angosta de Majaderitos) con la de la Cruz y plaza del Ángel.
Agusto T. Arcimís nos muestra la fisonomía de la plaza en 1900. También es una de las dos imágenes que conforman el siguiente positivo estereoscópico.
Archivo ARCIMÍS-ARC-0403 (1900) |
La comparamos con una fotografía de E. Pascual Pelaez, tomada en 2014, donde vemos las pocas diferencias en relación a la esquina enfrentada, donde existió el palacio de los Montijo.
Foto y estampa
La siguiente fotografía guarda gran similitud con el óleo que a modo de estampa os mostramos. Todo es casi idéntico, a excepción de la vegetación de la floristería -antiguo cementerio parroquial de San Sebastián-, que es menos frondosa; median nueve años entre una y otra estampa.
Iglesia de San Sebastián y Plaza del Ángel (1921) Archivo HUM |
Sin lugar a dudas, la pintora toma esta vista desde el edificio Simeón, tal como lo hiciese el autor de la fotografía en 1921. Ambos retratan la iglesia de San Sebastián y su entorno como se mostraba antes del bombardeo de noviembre de 1936, cuando el templo quedó casi destruido... Pero esa es otra historia.
Relojería de San Sebastián (Casa Canseco)
El jueves 19 de enero de 1888, a las seis de la tarde, abría sus puertas por vez primera la relojería de San Sebastián en la esquina ya nombrada, con entrada por la calle de San Sebastián, número 2, y Plaza del Ángel, número 10. Unía ambas entradas un escaparate de dos cuerpos donde podía admirarse un magnífico reloj de torre del "sistema Canseco", del que hablaremos en otro apartado. Había en exposición, además, relojes de plata, oro y nikel, y en el centro un aparato que asemejaba un altar, repleto de imágenes y objetos religiosos.
El interior del local estaba decorado con preciosas pinturas del artista Francisco Muñiz. Los testeros estaban repletos de relojes de pared.
Ya desde sus inicios, la relojería de San Sebastián fue sucursal de la Compañía Hispano-Portuguesa, industria famosa por la fabricación de campanas para iglesias, relojes de torre y su producto estrella, las "campanas musicales".
La Compañía había instalado una fábrica en Madrid para campanas de todas las clases, con legítimo material de ley y de su marca. Aseguraban que todas eran muy sonoras, esbeltas y decoradas con imágenes religiosas, relieves y bruñidas por fuera.
También fabricaban campañas de "escalas de música" a precios muy económicos. Estas "campanas musicales" podían tocar fácilmente, con manubrio o teclado, himnos religiosos y salmos.
En cuanto a los relojes de torre, los hacían de todas las clases y complementos, con sus campanas y demás accesorios. Los titulaban "Reguladores" por su gran precisión y mecanismo.
Una notable amalgama de objetos religiosos, campanas musicales y relojes de todo tipo y calidades, hacían las delicias del público y clero madrileños.
En un número de El Liberal de marzo de 1888 se hacía referencia a la relojería en sus páginas de anuncios:
"La relojería de San Sebastián cada día llama más la atención del vecindario madrileño, no tan solo por aquel gran reloj de torre que tiene á la muestra, que pudiéramos llamar maravilla del arte, sino que también por el variado y caprichoso surtido de relojes de oro y reguladores de todas clases que se admiran en aquel elegante establecimiento."
Primer aniversario
Durante la noche del 19 y 20 de enero de 1889, la relojería estuvo profusamente iluminada con motivo de la celebración de su primer aniversario. En el centro del establecimiento se colocó la figura de su santo Patrono, en el momento de recibir las saetas del martirio. Allí estuvo San Sebastián rodeado de relojes y otros brillantes accesorios.
Hasta finales de aquel mes se obsequió a los clientes con importantes rebajas en toda clase de relojes y objetos religiosos.
"Antigua Casa Canseco"
El ojo avizor del lector habrá descubierto la inscripción que aparece en el cuadro de Edith de Aguiar: "Antigua Casa Canseco".
No podemos evitar poner un toque de humor antes de la nostalgia que se aproxima. Para ello nos valemos de una noticia y un discurso de Muñoz Seca.
En un número de El Liberal de mayo de 1902 aparecía una terrible noticia en la columna "Notas útiles":
"No parece sino que el demonio se entretiene, de algún tiempo á esta parte, en dar suelta á todas sus diabluras.
En la calle Mayor, número 198, habita un millonario portugués, que por toda servidumbre tenía un jovan brasileño.
Ayer, el millonario dijo a su criado:
—Prende esos oyto mil rels pra tu ir comprar un relox na horlojeria do relojeiro señor Canseco é fica aquí pronto con él.
—¿Dónde tiene el Sr. Canseco la relojería?—preguntó el brasileño á su amo.
—Unha ten na rúa du Conde do Romanones, é outra tan na rúa de San Sebastián.
—Está bien, señor amo; en seguida estoy aquí con él.
El criado salió á toda prisa á comprar él reloj; pero en la relojería de Canseco tardaron en despacharle por estar otros varios compradores delanto de él.
Cuando el sirvienta regresó con el reloj estaba su amo más enfurecido que un toro, y sin siquiera preguntarle la causa de la tardanza, le arrebató el reloj de la mano y se lo tiró á la cara con tal ira, que el reloj le entró por el ojo derecho, yendo á alojarse en medio del cráneo. ¿Estaría furioso el portugués?
Como es natural, el brasileño falleció, y al hacerle la autopsia se encontró el reloj marchando, sin discrepar ni un segundo.
El portugués desapareció, sin que hasta ahora se sepa su paradero."
Una manera muy surealista, además de graciosa, de hacer publicidad encubierta. ¡Duros, irrompibles y de gran precisión debieron ser los relojes de Canseco!
Rescatamos un soliloquio de Pedro Muñoz Seca (de 1919), que habla del origen de la cama. Hasta en esto estaba presente el nombre del relojero Canseco:
"Ustedes saben, porque eso lo saben hasta los bolcheviques, que Noé tuvo tres hijos; Sen, Can y Jafet.
Sen y Jafet se portaron muy mal con su padre. Fueron para Noé, no dos hijos, dos perros rabiosos. Así como suena: dos perros. El único que no fué perro, fué Can. Ya ven ustedes lo que son las cosas. Y eso que Can era un hombre de pocas palabras.
Strabon nos lo pinta como un hombre áspero, tosco, poco comunicativo, y añade que por la sequedad de su carácter le llamaban familiarmente Canseco."
En los relatos de la época era habitual mencionar la relojería como "de Casenco", o "del reloj de Casenco"; este es un ejemplo:
"Cerró los ojos aquella picara mujer; dijo, a seguido, unas palabras de camelo y, como si despertara, agregó grave:
—He visto una calle corta y estrecha, una plaza después, y en la plaza,
un reloj, una pescadería y un estanco... Con aquello no era bastante; insistió Platón en la pregunta, y doña Juana afirmó sin detenerse:
—La calle es la de San Sebastián; el relo], el viejo de Canseco, y la plaza, en fin, la del Ángel. ¡Corre, vuela, compra y ganarás!."
[Fernando Mora. "Del Madrid pícaro y sentimental-La bruja de la calle de la Encomienda". Muchas Gracias (Madrid) 21 de abril de 1928]
El emporio Canseco
La relojería de San Sebastián o Casa Canseco, fundada, como hemos dicho, en el año 1888, no era la única tienda del famoso relojero. Existían otras dos, en Mesón de Paredes, número 21, y calle Mayor, número 55. Había otra de Canseco en la calle del Conde de Romanones, número 11, del hijo de Canseco.
La fundición para hacer campanas y fábrica de relojes estaba en el Paseo de las Delicias, número 52.
Decadencia
De todas las sucursales citadas, mantuvo el nombre de Canseco la situada en la calle del Conde de Romanones.
La de la plaza del Ángel pasó a ser de Mateo Marot (Sucesor de Casenco), seguramente en la segunda década del siglo XX.
En 1925, el escritor Eduardo M. del Portillo (José Cándido), en las páginas del diario La Libertad se lamentaba de la decadencia de la relojería:
Al decir "porque de estos lugares desapareció toda cosa evocadora.", el escritor evoca los tiempos de las casas de huéspedes a tres pesetas que allí había y que ascendieron a categoría de pensiones, y de ahí a hoteles. Recuerda al desaparecido café de San Sebastián y al palacio de los Montijo, del que ya hemos hablado, en cuyo solar floreció un almacén famoso y el renombrado hotel."Hoy, ayer, un día cercano, cualquiera, han llamado mi atención las grandes letras negras que sobre la piedra del edificio denuncian que el nombre de Canseco es tan solo una rememoración lejana, una dedicatoria al tiempo ido; que el ultimo vestigio de aquella plaza del Ángel va a transformarse o desaparecer, quiza, como extraño en un rincón de la calzada sin espíritu, porque de estos lugares desapareció toda cosa evocadora."
No hemos encontrado referencias exactas de cuándo cerró sus puertas la emblemática relojería de la plaza del Ángel, pero aún queda mucho que contar.
© 2015 Eduardo Valero García - HUM 015-005 ESTAMPAS MAD
ISSN 2444-1325
La relojería de Mesón de Paredes era anterior a la de San Sebastián según esta noticia publicada en El Liberal 14/4/1887 (consultado en http://hemerotecadigital.bne.es)
ResponderEliminar"En ia relojería de Canseco, Mesón de Paredes, número 21, hay expuesto un magnifico y colosal reloj de torre, que llama la atención de cuantos lo admiran, por el gran mérito de su obra.
Este precioso reloj, si mal no nos han informado, ha sido construido por el Sr. Canseco para el servicio público de Orgiva. Nos complacemos en felicitar al Ayuntamiento y vecindario de aquella villa."
Gracias por el comentario, Osoyoga. En este artículo no se indica que la relojería de la plaza del Ángel sea la primera. De hecho, la de Mesón de Paredes fue fundada en 1884. Todas las relojerías, incluso la fábrica y domicilio particular, puede encontrarlas en el artículo de la misma serie: https://historia-urbana-madrid.blogspot.com/2015/06/canseco-famoso-relojero-de-madrid.html. Reitero mi agradecimiento por su participación. Un saludo
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