“Crióse Preciosa en diversas partes de Castilla, y, a los quince años de su edad, su abuela putativa la volvió a la Corte y a su antiguo rancho, que es adonde ordinariamente le tienen los gitanos, en los campos de Santa Bárbara, pensando en la Corte vender su mercadería, donde todo se compra y todo se vende. Y la primera entrada que hizo Preciosa en Madrid fue un día de Santa Ana, patrona y abogada de la villa, con una danza en que iban ocho gitanas, cuatro ancianas y cuatro muchachas, y un gitano, gran bailarín, que las guiaba.” [1]
Así hablaba Cervantes, en su cuento La gitanilla, de la llegada al Madrid del Siglo de Oro de una bella y salerosa niña. En su imaginación dio por bautizarla con el nombre de “Preciosa” y dotarla de gracia en el baile y el cante.
Siglos más tarde, en los primeros años del veinte, Otto Wunderlich retrata a dos niñas gitanas que bien pudieran llevar sangre de un símil de “Preciosa”. Lo hace en el marco incomparable de la plaza de la Lealtad, quizá como crítica a las diferencias sociales o alegoría a las libertades de una etnia antes perseguida y denostada.
Gitanillas de tímida sonrisa y mirada macerada en desventuras y penurias. Piececillos descalzos que raspan sus plantas sobre tierras nobles, soberanas. Niñas de silueta de hambre y vestimenta raída; con arte de buscavidas desde la más tierna infancia.
Analfabetas con el don de leer en palmas de manos los infortunios ajenos y venturas postreras.
Como ironía de una realidad aún latente, posan en un escenario de opulencia con el palacio de la Bolsa de Madrid por decorado, y a pocos metros el lujoso hotel Ritz de aquellos tiempos.
Gitanillas de las orillas del Manzanares y de las periferias del Madrid moderno a medias. Herederas de los trashumantes llegados a España en el siglo XV, que comienzan a ser perseguidos y esclavizados un siglo más tarde, hasta ser liberados de tales males por el "alcalde" don Carlos III.
Breve victoria que los tiempos modernos aplasta, porque peor que la tiranía de monarcas es la hambruna y la miseria.
Graciosas gitanillas del Madrid de entre 1917 y 1919. Si las enfermedades y la guerra no os llevaron antes, la madurez os traerá nuevas penurias:
“Se vigilará escrupulosamente a los gitanos cuidando mucho de reconocer los documentos que tengan, confrontar sus señas particulares, observar sus trajes, averiguar su modo de vivir y cuanto conduzca a formar una idea exacta de sus movimientos y ocupaciones indagando el punto al que se dirigen en sus viajes y el objeto de ellos.” [Aplicación de la Ley de vagos y maleantes en la reforma del Reglamento de la Guardia civil. Año 1943]
Dos gitanillas, llámalas como quieras. Desde su tiempo nos han observado y quizá han exclamado:
-¡Qué poco habéis cambiado!
Dedicado a los que hoy son víctimas de la intransigencia y se ven condenados al destierro.
Bibliografía | ||||||
Los gitanos llegan a la península en 1425. Alfonso V de Aragón les concede salvoconducto como peregrinos para recorrer las tierras de la Corona hasta Santiago de Compostela. En 1499 los Reyes Católicos promulgan la primera Pragmática Real contra el pueblo gitano: “Los egipcianos y caldereros extranjeros, durante los sesenta días siguientes al pregón, tomen asiento los lugares y sirvan a los señores lo que les den lo que hubiere menester y no vaguen juntos por los reinos o que al cabo de sesenta días salgan de España so pena de cien azotes y destierro la primera vez y que los corten las orejas y los tomen a desterrar la segunda vez que fueren hallados.” En 1539 será Carlos V quien, siguiendo aquella Pragmática, los expulse del reino e implante la pena de galeras para los varones comprendidos entre los veinte y los cincuenta años. Felipe II sumará a las Pragmáticas de 1540 y 1586 medidas contra la forma de vida de los gitanos, llegándoles a prohibir la venta ambulante. En 1611, Felipe III limita sus oficios a trabajos en el campo y les obliga a residir en poblaciones de más de 1.000 habitantes sin utilizar sus ropajes y lengua. Los gitanos expulsados que intentasen volver a tierras de la Corona serían condenados a pena de muerte. En 1633, el rey Felipe IV niega la condición de grupo. “Y mandamos a todas las justicias que teniendo noticia de que andan gitanos en su partido se reúnan todos. Y con la prevención necesaria de gentes, perros y armas los cerquen, prendan o maten. Y si los prendieren, a los gitanos y gitanas que por algunas causas justas, no mereciesen pena de muerte ni galeras queden esclavos para toda la vida.” Carlos II irá más lejos Carlos II en la persecución de los gitanos, permitiendo castigos físicos y otorgando a todo aquel que se encontrase en los caminos con un gitano, derecho de hacerlo su esclavo. El 12 de julio de 1695 ordenará el primer censo de la población gitana. Con la llegada de los Borbones la situación no cambiará: “Se ordena cazar a los gitanos por el hierro y por el fuego y hasta la santidad de los templos podrá ser allanada en su persecución arrancándolos de las gradas del altar si hasta él llegaren huyendo en busca de asilo.” Felipe V limitará la residencia de gitanos a un pequeño número de ciudades y pueblos. Fernando VI, al que llamaban “justo” o “prudente” quien autorice la persecución de los gitanos en la conocida como “La Gran Redada”, organizada en secreto por el marqués de la Ensenada. Se detuvieron a más de 10.000 gitanos, enviando a los hombres a trabajos forzados en los arenales de la Marina, y a las mujeres y niños a las cárceles y fábricas. Después llegará Carlos III, y de eso ya hemos hablado. Fuente: ITINERANCIAS. EL VIAJE ROM. Los gitanos en España. Fundación Secretariado Gitano |
Bibliografía | ||||||
[1] CERVANTES SAAVEDRA, Miguel de. (1821) Novela de La gitanilla. Novelas ejemplares. Dirigidas a D. Pedro Fernández de Castro, conde de Lemos. Madrid. Miguel de Burgos. Tomo I. Todo el contenido de la publicación está basado en información de prensa de la época y documentos de propiedad del autor-editor. En todos los casos cítese la fuente: Valero García, E. (2015) "Fototeca: Gitanillas frente a la Bolsa de Madrid", en http://historia-urbana-madrid.blogspot.com.es/ • Citas de noticias de periódicos y otras obras, en la publicación. • En todas las citas se ha conservado la ortografía original. |
© 2015 Eduardo Valero García - HUM 015-011 FOTOTECA
ISSN 2444-1325
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