En nuestro grupo de facebook hemos publicado una serie de fotografías de la antigua fisonomía de la Plaza de Oriente. También se ha publicado un grabado de 1893 que representa el paseo en carro que se daba a los niños alrededor de la plaza y que se llamó "Paseo de las estatuas"; atracción que fue costumbre hasta bien entrado el siglo XX.
"—Mira, sobrino—me respondió entonces el de Horche, volviéndose a parar violentamente en medio de la acera—. No quiero ver el Museo de Pinturas porque dudo de la autenticidad de la mayoría de los cuadros que encerráis en ese edificio. Tampoco me lleves a contemplar las estatuas de la plaza de Oriente como dicen que las contemplan los paletos andariegos. Son figuras antiartísticas, indignas de la capital de España. [...] Y no me enseñes las efigies principales que hay en los paseos y plazas de la Corte, pues te voy a preguntar por qué no habéis levantado otra porción de ellas de hombres realmente grandiosos y eminentes, y no vas a saber qué contestarme." [1]
Llaman la atención al espectador de hoy las dos fotografías que veremos a continuación. De las estatuas de la segunda imagen hablaremos, prescindiendo de las historias y leyendas ya conocidas sobre ellas.
© Archivo HUM Fotografía de Alfonso o Cortés (?) La Esfera, 1924 © 2016 Eduardo Valero García-HUM 016-002 FOTOTECA © 2016 Historia Urbana de Madrid ISSN 2444-1325 |
Como podemos apreciar, una verja rodeaba todo el perímetro del monumento a Felipe IV y zona ajardinada. En la parte exterior cuarenta regias estatuas rodeaban la plaza. Las esculturas de los reyes godos y astures custodiaban el precioso conjunto, acompañados a su vez por frondosos árboles que deslucían la visión de tan majestuoso entorno.
"MADRID- Vista de la plaza de Oriente" © mcu-IPCE-FPH Archivo RUIZ VERNACCI Signatura: VN-27995 © 2016 Eduardo Valero García-HUM 016-002 FOTOTECA © 2016 Historia Urbana de Madrid ISSN 2444-1325 |
En 1905, tres años después de tomarse la siguiente fotografía, la plaza se encontró abarrotada de multitudes luciendo estandarte de cada una de las comisiones allí presentes. La plaza era el punto de encuentro y partida de la manifestación que desfiló hasta la Biblioteca Nacional para rendir homenaje al insigne D. José Echegaray. Desde los balcones del Palacio la familia real presenció la masiva marcha. Cuentan las crónicas que mucha gente se encaramaba a los árboles y a las cabezas y torsos de las estatuas. Ocurrió el 19 de marzo de aquel año.
Así fue su fisonomía hasta que en 1909 la zona comenzó a hundirse y las estatuas mostraron cierto grado de inclinación. En su subsuelo confluían las aguas de los Caños del Peral, el arroyo de la Encarnación y el del Arenal, que, a pesar de los rellenos con tierras echadizas, fueron buscando su cauce, socavando y desplazando el terral.
Pero el detonante vino del terrible hundimiento frente al Palacio Real, en la puerta del Príncipe, que sacó a la luz las catastróficas consecuencias de una rotura de las tuberías del Canal de Isabel II. Ocurrió en marzo de 1910
Así lo había explicado un técnico en un reportaje de La Correspondencia de España del 29 de marzo de aquel año:
Por su parte, el alcalde de entonces, Sr. José Francos Rodríguez, dejaba claro la gravedad de la situación y el peligro que suponía una plaza que se hundía poco a poco y en la que se abrían grandes socavones sin previo aviso.
Sin ser estos acontecimientos los que cambiaron la fisonomía de la plaza, al menos propiciaron los trabajos de mejora que fueron practicados.
Para que nos hagamos una idea del estado de plaza y estatuas, nada mejor que la opinión de un protagonista, un paseante del Madrid de 1910:
Poco después, ya en 1911, se leía la siguiente noticia:
Las reformas de 1912 de subsuelo y pavimentación, acometidas en varias zonas de la ciudad, incluyeron la modificación de rasantes de la plaza y restauración de las estatuas. Para este servicio se dotó de una partida de 124.392,7 pesetas.
En 1913 los jardines fueron remozados para dar la bienvenida al presidente de Francia, Monsieur Raymond Poincaré. A tal efecto el alcalde de entonces, Sr. Vincenti, destinó una partida de casi 80.000 pesetas.
Vista de la plaza de Oriente en 1913 © Archivo HUM © 2016 Eduardo Valero García-HUM 016-002 FOTOTECA © 2016 Historia Urbana de Madrid ISSN 2444-1325 |
En 1918 las mudas estatuas fueron protagonistas de la instalación de tremendos barracones para la celebración de la verbena de Santiago. Era costumbre montar allí esa fiesta con sus puestos típicos, pero lo que resultó intolerable aquel año fue la presencia de los barracones.
La plaza más regia de Madrid, en la que cohabitan Palacio, Teatro, monumento y estatuas de reyes, se convertía en una fantochada. Las críticas al Ayuntamiento llegaron enseguida.
En los años 20 desaparecerán las verjas que encarcelaban al monarca de bronce y su entorno para ser cambiadas por una decoración que -lejos de dejarle en libertad-, le encadenaban. Quedará rodeado entonces de pesadas cadenas sujetas a pilotes de piedra.
Dijo D. Ramón Gómez de La Serna:
"Por algún conducto misterioso se supo que iban a robar la Plaza de Oriente o que iba a escaparse, y por eso la cargaron de cadenas.
¿O aquella verja de intermedio de circo, tan frágil para los cuatro leones de la fuente, se ha dado por inútil al cabo del tiempo al comprender que los cuatro leones son mansos?" [2]
© Archivo HUM © 2016 Eduardo Valero García-HUM 016-002 FOTOTECA © 2016 Historia Urbana de Madrid ISSN 2444-1325 |
© Archivo HUM Fotografía: Díaz Casareigo, 1928 © 2016 Eduardo Valero García-HUM 016-002 FOTOTECA © 2016 Historia Urbana de Madrid ISSN 2444-1325 |
Después de la guerra -y antes también-, las estatuas de los reyes visigodos iban presentando un estado de deterioro vergonzante. Claro está que durante la triste contienda fue cuando más daños sufrieron; pero antes de eso ya les habían desaparecido cetros, narices, algún dedo y otras extremidades.
Aquel día de 1931 que Felipe III y su corcel fueron derribados y destrozados en la Plaza Mayor, los monarcas visigodos también sufrieron varios daños.
© Archivo HUM Fotografía: Cortés o Marín Mundo Gráfico, 1931 © 2016 Eduardo Valero García-HUM 016-002 FOTOTECA © 2016 Historia Urbana de Madrid ISSN 2444-1325 |
Durante la guerra un obús italiano alcanzó de lleno a Doña Petronila, reina de Aragón, que en la fotografía de Benítez Casaux yace destrozada a los pies de su marido, Berenguer IV.
© Archivo HUM Fotografía: Benitez Casaux Estampa, 1937 © 2016 Eduardo Valero García-HUM 016-002 FOTOTECA © 2016 Historia Urbana de Madrid ISSN 2444-1325 |
Esta otra fotografía, también de Benítez Casaux, muestra en detalle los pilotes de piedra con cadenas en un escenario de destrucción. Así se presentaba la Plaza de Oriente en guerra.
© Archivo HUM Fotografía: Benitez Casaux Estampa, 1937 © 2016 Eduardo Valero García-HUM 016-002 FOTOTECA © 2016 Historia Urbana de Madrid ISSN 2444-1325 |
Ya en la década de los años 40 -a principios-, se decide remodelar la plaza y reducir el número de estatuas -que como dijimos, eran cuarenta-, y situarlas en el lateral opuesto al paseo, mirando hacia el monumento a Felipe IV.
© tococoleccion.net © 2016 Eduardo Valero García-HUM 016-002 FOTOTECA © 2016 Historia Urbana de Madrid ISSN 2444-1325 |
"[PLAZA DE ORIENTE]" © mcu-IPCE-FPH Archivo MORENO Signatura: 04746_A © 2016 Eduardo Valero García-HUM 016-002 FOTOTECA © 2016 Historia Urbana de Madrid ISSN 2444-1325 |
En 1962 Patrimonio Nacional les procura un mantenimiento general para intentar borrar las cicatrices del paso del tiempo y el maltrato. Esta tarea se prolongará durante varias décadas. Así lo muestra la siguiente imagen del año 1980.
© Archivo HUM Fotografía: Pastor © 2016 Eduardo Valero García-HUM 016-002 FOTOTECA © 2016 Historia Urbana de Madrid ISSN 2444-1325 |
La plaza y sus estatuas han visto pasar los tiempos que crearon historias. Han conocido reyes y a otros que no lo eran, y han sido testigos de manifestaciones en pro o en contra de esos unos y aquellos otros.
Pero la plaza ahí continúa, ostentando su viejo linaje.
Sus moradores de bronce y piedra evocan siglos perdidos en la memoria, mientras en su paseo y jardines resuenan ecos de infancia y sones de alabarderos.
© Archivo HUM Fotograbado MEDITERRÁNEO, 1970 © 2016 Eduardo Valero García-HUM 016-002 FOTOTECA © 2016 Historia Urbana de Madrid ISSN 2444-1325 |
© Archivo HUM Fotograbado MEDITERRÁNEO, 1970 © 2016 Eduardo Valero García-HUM 016-002 FOTOTECA © 2016 Historia Urbana de Madrid ISSN 2444-1325 |
Pero la plaza ahí continúa, ostentando su viejo linaje.
Sus moradores de bronce y piedra evocan siglos perdidos en la memoria, mientras en su paseo y jardines resuenan ecos de infancia y sones de alabarderos.
© Archivo HUM Grabado: D. F. Pradilla, 1870 © 2016 Eduardo Valero García-HUM 016-002 FOTOTECA © 2016 Historia Urbana de Madrid ISSN 2444-1325 |
Bibliografía | ||||||
[1] Soler, Antonio. Los hombres y los días. El archivo de Cristóbal Colón. La Acción, diario de la noche. Madrid, 1917. Año II (380) p. 1 [2] Gómez de la Serna, Ramón. Motivos: La Plaza de Oriente Encadenada. La Esfera. Madrid, 1928. Año XV (777) p. 43 Todo el contenido de la publicación está basado en información de prensa de la época y documentos de propiedad del autor-editor. En todos los casos cítese la fuente: Valero García, E. (2016) "Fototeca. Las estatuas de la Plaza de Oriente", en http://historia-urbana-madrid.blogspot.com.es/ ISSN 2444-1325 • Citas de noticias de periódicos y otras obras, en la publicación. • En todas las citas se ha conservado la ortografía original. |
© 2016 Eduardo Valero García - HUM 016-002 FOTOTECA
ISSN 2444-1325
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