El lunes 11 de mayo de 1931, a las diez de la mañana, un gran número de manifestantes, en su mayoría jóvenes que se dirigían a la Plaza de España, se detuvieron frente a la iglesia del Sagrado Corazón y San Francisco de Borja y comenzaron a proferir amenazas y gritos; momentos después, el templo comenzaba a arder. A éste le seguirán otros templos, en un día de revueltas y desmanes propiciados por una ofensa.
El periódico La Libertad del 12 de mayo publicaba el siguiente titular:
De las doce páginas que componían el número de aquel día, las ocho primeras estuvieron dedicadas a relatar los sucesos que, a tenor de las siguientes palabras, eran de esperar:
Como contrapunto, la revista La Hormiga de Oro, de ideología católica y carlista, contaba cómo había sido asaltada la iglesia de los jesuitas en un artículo escrito por José Rico de Estasen:
En el artículo "El 3 de mayo de 1915 y la iglesia de San Francisco de Borja", comentamos que debido a la necesidad de ensanchar el tercer tramo de Gran Vía en 10 metros, la iglesia se vio sometida a expediente de expropiación en 1926. En 1931, encontrándose el expediente sin resolución, los sucesos del día 11 dieron carpetazo al asunto.
Así lo cuenta José del Corral en su libro "Gran Vía: historia de una calle", donde dice que "con gran satisfacción", el alcalde del Madrid republicano, don Pedro Rico, "pudo firmar el «archívese» del expediente, sin explicaciones."
Narración gráfica
Los fotógrafos Díaz Casariego, Cortés, y Marín, entre otros, fueron testigos directos de los sucesos ocurridos en Madrid entre el domingo 10 y lunes 11 de mayo de 1931. La tarde de ese negro lunes se declaraba el Estado de Guerra.
A finales de mayo, valorados los destrozos, se da por perdido el templo de San Francisco de Borja, edificio construido en 1892.
Ya en la segunda mitad del siglo XX se inaugura el nuevo templo que hoy conocemos como iglesia de San Francisco de Borja de la calle Serrano. Allí reposan los pocos restos del santo, que, junto al de otras dos personas, fueron recuperados de entre las cenizas del templo de la calle Flor Baja.
Después de la provocación monárquica del domingo 10 de mayo, el lunes se desató la cruenta manifestación en desagravio que dio por resultado grandes destrozos. Además del templo de los jesuitas, sufrieron graves daños la iglesia de Santa Teresa, de los Carmelitas, en la plaza de España; el convento y colegio del Sagrado Corazón, de Chamartín; el colegio de Nuestra Señora de las Maravillas, el convento de las salesianas de la calle Villamil y convento de Mercedarias de San Fernando, de Cuatro Caminos; también sufrieron daños otros inmuebles y quedó destruido el kiosco de "El Debate" de la calle de Alcalá, frente a las Calatravas.
Para finalizar, en recuerdo de aquellos tristes e irracionales sucesos, fruto de la falta de resignación del perdedor, presentamos el siguiente vídeo que muestran su magnitud.
El periódico La Libertad del 12 de mayo publicaba el siguiente titular:
De las doce páginas que componían el número de aquel día, las ocho primeras estuvieron dedicadas a relatar los sucesos que, a tenor de las siguientes palabras, eran de esperar:
"Nuestra advertencia fué hecha a tiempo, y hoy, ante los sucesos iniciados el domingo y que ayer tuvieron un impresionante desarrollo, nos parece oportuno el recuerdo de lo que dijimos en un editorial apenas instaurada la República. Afirmábamos entonces que este nuevo régimen que el Pueblo había traído pacíficamemte, por cauces jurídicos, sin otras armas que la de sus votos, con un extremado prurito de legalidad, por el Pueblo sería defendido en la violencia a la más pequeña insinuación de ataque, al más leve peligro de verlo malogrado.
Y no nos equivocábamos.
A una insensata provocación monárquica ha respondido el pueblo de Madrid ratificando virilmente su voluntad de mantener, pese a quien pese y caiga quien caiga, en la legalidad o por la violencla, la Democracia que conquistó e impuso, en su convencimiento de que sólo en ella puede hallar el máximo desarrollo progresivo la España empobrecida y desangrada por los Austrias y los Borbones.
De aquella advertencia nuestra ha hecho el pueblo madrileño una dura lección. Nada hubiera ocurrido sin las locas provocaciones de unos monárquicos incomprensivos, en peligrosa comunicación con Londres y París; [...]"
Como contrapunto, la revista La Hormiga de Oro, de ideología católica y carlista, contaba cómo había sido asaltada la iglesia de los jesuitas en un artículo escrito por José Rico de Estasen:
"Los más exaltados arrancaron tablas de las vallas de los solares inmediatos y formaron con ellas un montón ante la puerta principal del edificio, prendiéndole fuego acto seguido. El espectáculo se repetía poco después en las dos puertas laterales de la fachada. Las puertas del convento habían comenzado a arder y las llamas lamían toda la fachada.
Fué avisado el servicio de incendios, pero al llegar el parque de la Dirección, fué recibido a pedradas. Una de ellas rompió el parabrisas del coche.
Los bomberos se vieron imposibilitados de trabajar y se retiraron del lugar del suceso.
Mientras tanto, y en vista de que no se lograba que las llamas prendieran por la fachada principal de la iglesia, construida recientemente de hormigón y vigas de hierro, los grupos de revoltosos dieron la vuelta al edificio para ganar la fachada de la calle de Isabel la Católica que corresponde a la parte más vieja de la finca. Con maderas y piedras saltaron las puertas. Los revoltosos penetraron en el interior del edificio y alumbraron hogueras que fueron alimentando con cuanto había dentro de la finca, lo mismo en la iglesia que en la residencia. Los muebles de las celdas, armarios, cómodas de pino, una mesa de billar, libros y papeles fueron arrojados a las llamas...
Alrededor de las doce, las llamas coronaban por completo el edificio, hasta el extremo de que la imponente masa humana, que contemplaba la acción destructora, tuvo que retirarse, no obstante lo ancho de la Gran Vía, ganando las calles inmediatas, porque el calor era insoportable. A las doce y media el edificio era una inmensa hoguera. A la una pudimos convencernos de que era imposible salvar nada del inmueble..."
En el artículo "El 3 de mayo de 1915 y la iglesia de San Francisco de Borja", comentamos que debido a la necesidad de ensanchar el tercer tramo de Gran Vía en 10 metros, la iglesia se vio sometida a expediente de expropiación en 1926. En 1931, encontrándose el expediente sin resolución, los sucesos del día 11 dieron carpetazo al asunto.
Así lo cuenta José del Corral en su libro "Gran Vía: historia de una calle", donde dice que "con gran satisfacción", el alcalde del Madrid republicano, don Pedro Rico, "pudo firmar el «archívese» del expediente, sin explicaciones."
Narración gráfica
Los fotógrafos Díaz Casariego, Cortés, y Marín, entre otros, fueron testigos directos de los sucesos ocurridos en Madrid entre el domingo 10 y lunes 11 de mayo de 1931. La tarde de ese negro lunes se declaraba el Estado de Guerra.
Los manifestantes cogen maderas de los voltos cercanos y los arrojan como combustible o las hogueras encendidas en la iglesia de los Jesuitas. NUEVO MUNDO, 1931 |
A finales de mayo, valorados los destrozos, se da por perdido el templo de San Francisco de Borja, edificio construido en 1892.
Ya en la segunda mitad del siglo XX se inaugura el nuevo templo que hoy conocemos como iglesia de San Francisco de Borja de la calle Serrano. Allí reposan los pocos restos del santo, que, junto al de otras dos personas, fueron recuperados de entre las cenizas del templo de la calle Flor Baja.
Después de la provocación monárquica del domingo 10 de mayo, el lunes se desató la cruenta manifestación en desagravio que dio por resultado grandes destrozos. Además del templo de los jesuitas, sufrieron graves daños la iglesia de Santa Teresa, de los Carmelitas, en la plaza de España; el convento y colegio del Sagrado Corazón, de Chamartín; el colegio de Nuestra Señora de las Maravillas, el convento de las salesianas de la calle Villamil y convento de Mercedarias de San Fernando, de Cuatro Caminos; también sufrieron daños otros inmuebles y quedó destruido el kiosco de "El Debate" de la calle de Alcalá, frente a las Calatravas.
Para finalizar, en recuerdo de aquellos tristes e irracionales sucesos, fruto de la falta de resignación del perdedor, presentamos el siguiente vídeo que muestran su magnitud.
© 2015 Eduardo Valero García - HUM 015-002 HIST
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