Si hubo en nuestra ciudad una noble institución dedicada al porvenir del pueblo madrileño, esa fue el Centro de Hijos de Madrid.
Quienes han leído alguna de nuestras entrañables efemérides conocerán esta sociedad por la altruista y humana labor de beneficencia que realizaba para Madrid y los madrileños. Siempre estuvo ligada al fomento y desarrollo de las Bellas Artes, destacando en el ámbito popular por la organización de festejos, bailes y verbenas de carácter solidario y para las clases más necesitadas. Famosas eran sus kermesses y el tradicional reparto de pan a los pobres, en los que participaba conjuntamente con el Ayuntamiento.
Además de estos eventos, el Centro de Hijos de Madrid apoyaba y ayudaba económicamente a los obreros y empleados municipales; a los militares en campaña y a los heridos de la Guerra de África; donaba dinero a las viudas y a personas u organismos que hacían obras de bien social.
También realizaba importantes donaciones a instituciones de aquellos tiempos, como la Cuna de Jesús, Sala de infecciosos del Hospital General, Cruz Roja, Caridad Escolar, Centro Recreativo del Soldado, Sanatorio de Tuberculosos, etc.
En definitiva, la Sociedad del Centro de Hijos de Madrid, que había nacido para fines benéficos, educativos, recreativos y artísticos, tenía un papel de relevancia en lo concerniente a temas de interés de la sociedad madrileña.
Desde su fundación, el 18 de abril de 1904, irá ampliando sus fines y su organización, con la premisa de realizar importantes actos de turismo; la organización de nuevas y originales fiestas; otorgar importancia y hacer más frecuentes las exposiciones artísticas, y ofrecer conciertos musicales al alcance de todos. Así, en 1918, adquirirá el Teatro Odeón, edificio que pasará a llamarse Teatro del Centro, lugar donde se realizarán actos de gran importancia.
El madrileño de hoy, y quienes visitan nuestra ciudad, han pasado alguna vez frente al otrora Teatro del Centro, precioso edificio que otorga prestigio a la intersección de la calle de Atocha con la del Doctor Cortezo, frente a la plaza de Jacinto Benavente.
Quienes han leído alguna de nuestras entrañables efemérides conocerán esta sociedad por la altruista y humana labor de beneficencia que realizaba para Madrid y los madrileños. Siempre estuvo ligada al fomento y desarrollo de las Bellas Artes, destacando en el ámbito popular por la organización de festejos, bailes y verbenas de carácter solidario y para las clases más necesitadas. Famosas eran sus kermesses y el tradicional reparto de pan a los pobres, en los que participaba conjuntamente con el Ayuntamiento.
Además de estos eventos, el Centro de Hijos de Madrid apoyaba y ayudaba económicamente a los obreros y empleados municipales; a los militares en campaña y a los heridos de la Guerra de África; donaba dinero a las viudas y a personas u organismos que hacían obras de bien social.
También realizaba importantes donaciones a instituciones de aquellos tiempos, como la Cuna de Jesús, Sala de infecciosos del Hospital General, Cruz Roja, Caridad Escolar, Centro Recreativo del Soldado, Sanatorio de Tuberculosos, etc.
"No ha olvidado tampoco el Centro de Hijos de Madrid la ayuda moral que debía prestar en toda ocasión y momento a lo que constituye fuente de nuestra riqueza: la agricultura, la industria y el comercio, ya dirigiendo a los Poderes constituidos y poderosas Empresas razonados escritos demandando protección para ese nervio vital de la nación, para fomentar su desarrollo, ya preparando la creación de colonias escolares, o ya elevando su más enérgica protesta, como aquella memorable campaña en que tan activa parte tomó la Junta directiva, en unión del Ayuntamiento de Madrid, para evitar el despojo de los terrenos de la Dehesa de la Villa."
[La Correspondencia de España, 17 de octubre de 1922]
En definitiva, la Sociedad del Centro de Hijos de Madrid, que había nacido para fines benéficos, educativos, recreativos y artísticos, tenía un papel de relevancia en lo concerniente a temas de interés de la sociedad madrileña.
Desde su fundación, el 18 de abril de 1904, irá ampliando sus fines y su organización, con la premisa de realizar importantes actos de turismo; la organización de nuevas y originales fiestas; otorgar importancia y hacer más frecuentes las exposiciones artísticas, y ofrecer conciertos musicales al alcance de todos. Así, en 1918, adquirirá el Teatro Odeón, edificio que pasará a llamarse Teatro del Centro, lugar donde se realizarán actos de gran importancia.
El madrileño de hoy, y quienes visitan nuestra ciudad, han pasado alguna vez frente al otrora Teatro del Centro, precioso edificio que otorga prestigio a la intersección de la calle de Atocha con la del Doctor Cortezo, frente a la plaza de Jacinto Benavente.