"Habiendo carecido absolutamente de instrucción en su edad primera; habiendo carecido también de las sugestiones cariñosas que enderezan el espíritu de un modo seguro al conocimiento de ciertas verdades, habíase formado Marianela en su imaginación poderosa un orden de ideas muy singular, una teogonía extravagante y un modo rarísimo de apreciar las causas y los efectos de las cosas. La idea de Teodoro Golfín era exacta al comparar el espíritu de Nela con los pueblos primitivos. Como en éstos, dominaba en ella el sentimiento y la fascinación de lo maravilloso; creía en poderes sobrenaturales, distintos del único y grandioso Dios, y veía en los objetos de la Naturaleza personalidades vagas que no carecían de modos de comunicación con los hombres." [1]
En el capítulo XIII de la novela Marianela, así describe Benito Pérez Galdós a María Manuela Téllez, 'La Nela'. Estas líneas definen la personalidad y los sentimientos de la pobre y mal hecha criatura. Diminuto ser castigado por la triste ironía humana y el desamor; una víctima más de este mundo imperfecto.
Marianela, escrita por Galdós en 1878, llegará a los escenarios madrileños casi cuarenta años después, en 1916, con la misma frescura que cuando fue concebida.
La adaptación
Mucho tiempo después de escrita la novela-ya entrado el siglo XX-los hermanos Serafín y Joaquín Álvarez Quintero la adaptarán para su representación en los escenarios madrileños. Corría el año 1914 y don Benito continuaba cosechando éxitos con "Celia en los infiernos", representada en el Teatro Español.
La revista crítica El Duende, del 1 de febrero de 1914, coincidiendo con el estreno de "Los Leales" (también en el Español), obra de los hermanos "Tintero", reflejará en clave de humor esta asociación de autores.
Marianela era una de las obras de Pérez Galdós más arraigada en el sentimiento popular. Todo aquel que hubiese cursado estudios había leído y comentado la historia de la fea lazarillo y su entorno. Marianela había hecho llorar a muchos y nadie podía imaginar verla representada en el teatro bajo guión. En este sentido, los críticos, aunque benévolos con el trabajo de los hermanos Álvarez Quintero, no terminaban de encajar aquella alquimia literaria. Serafín y Joaquín no eran dramaturgos sino saineteros, por eso se entendía que para los hermanos cualquier obra de Pérez Galdós hubiera sido imposible de llevar al teatro, algo muerto para la escena... A excepción de Marianela.
En la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes Saavedra encontramos un documento relacionado con la adaptación de Marianela por los hermanos Álvarez Quintero y el diálogo epistolar mantenido con Don Benito Pérez Galdós. [2]
· Carta de los hermanos Álvarez Quintero a Benito Pérez Galdós, Fuenterrabía, 3 de septiembre de 1916 [Audio]
Drama en tres actos
Dice el periodista Arturo Mori en El País del 19 de octubre de 1916:
"Reducir a tres actos una novela como "Marianela", tan llena de asuntos, tan rica en movilidad, no era empresa fácil, y mucho menos tratándose de una novela de Pérez Galdós. Pero los hermanos Quintero, que cada vez dan mayores pruebas de su talento, acogieron la idea con respeto, afecto y entusiasmo."
Los hermanos Quintero prescindieron de toda teatralidad exagerada, de todo efectismo para adaptar Marianela al teatro; sin embrago, no existía en la obra una sola escena lánguida, un sólo momento de pesadez. Se trataba de un drama de pasión, de ternura, un drama profundamente sentimental que debía encoger el alma y atrapar al espectador. Para ello, los Quintero se valieron de la briosa sencillez de los diálogos de Pérez Galdós, a los que sumaron el lenguaje ameno y sutil que tanto les caracterizaba. Pero Marianela no era un sainete y la empresa fue complicada.
El verdadero conflicto estaba en el último acto. ¿Cómo precipitar la acción? ¿Cómo hacerla menos fuerte para el público? El caso era evitar la impresión trágica, no deslucir la tonalidad general del drama. Y el conflicto se resolvió acrecentando el interés del público hasta el último momento. La muerte de Marianela no fue más que un doloroso y mortal desvanecimiento, pero el público lo vivió en la más pura esencia de los sentimientos hasta el momento de caer el telón.
En el mes de julio de 1916 se da por terminado el guión. La obra de Benito Péres Galdós adaptada por Joaquín y Serafín Álvarez Quintero quedará registrada en la Sociedad de Autores Españoles.
En el interior aparece una dedicatoria impresa:
Este guión fue impreso en los talleres de la Imprenta Clásica Española, que estaba ubicada en la calle Cardenal Cisneros, 10, de Madrid.
A continuación transcribimos los apuntes de cada acto que describen el entorno donde se desarrolla la escena.
PRIMER ACTO
Huerta de la casa de don Francisco Penáguilas en Aldeacorba, cerca ele las minas de Socartes, al Norte ele España. A la izquierda del actor, la puerta de entrada. Al foro, limitando el paraje, una tapia casi cubierta de madreselvas. Inmediata a ella una fuente grande. A la derecha se supone la casa-habitación, con la que la huerta comunica. Allá en el fondo, en la lejanía, los campos verdes, las montañas azules. Sillas y bancos rústicos. Es por la tarde, en el mes de setiembre.
ACTO SEGUNDO
Exterior de la humilde morada de los Centenos, en Socartes, situada a la izquierda del actor. Adosado a una pared que da frente al público, un asiento de piedra. Hacia la derecha se supone el establecimiento minero. Es una mañana de Octubre.
ACTO TERCERO
Habitación que fue de la señora de Penáguilas, en la casa de este, en Aldeacorba. Una puerta a cada lado y otra al foro. La de la izquierda del actor, que es la más grande, da a una terraza que conduce a la huerta, y la del foro al dormitorio de Florentina. Muebles sencillos, primorosos y bien dispuestos. Adviértese en la estancia el cuidado de una mujer hacendosa... y bonita. La cortina que hay en la puerta del dormitorio es de blanca batista, guarnecida de fino encaje. Por la puerta de la terraza penetran la luz y los gratos olores de la huerta. Es por la mañana, en octubre.
Don Benito en el ensayo
Relata Alejandro Pérez Lugin en el Heraldo de Madrid, del 17 de octubre de 1916, algunos aspectos del ensayo realizado el día anterior al estreno. El fotógrafo Alfonso retrata uno de los momentos más emotivos que sirve para ilustrar el título de la nota periodística. Lamentablemente, esa fotografía y otras que completan el reportaje, son de baja calidad.
Dice Pérez Lugin que muy grande fue la emoción de Benito Pérez Galdós al escuchar por primera vez la voz de los personajes creados tantos años atrás, cuya figura material apenas pudo vislumbrar borrosamente su cansada vista. Así lo cuenta:
"-Fue una impresión muy fuerte, muy fuerte-" comentó el glorioso abuelo cuando le preguntaron.
Don Benito sentóse en un sillón en el escenario, junto a la batería, entre los hermanos Quintero, que habían dispuesto que el ensayo se hiciese sin interrupciones para no quebrar el efecto. No había otros espectadores que el autor de Marianela y los arregladores de la novela al teatro. Mejor diríamos que los espectadores fueron los cómicos, porque, en realidad, todo el interés de la representación estuvo en D. Benito.
Apenas comenzaron a hablar los personajes cuando se arrasaron en lágrimas los ojos de D. Benito; salió Marianela, habló Marianela en esta portentosa encarnación que tiene en la Xirgu, y el abuelo rompió en sollozos. No pudo contestar a las breves y cariñosas interrogaciones de los Quinteros; tendióles sus manos temblorosas, sujetó en ellas las de estos buenos hijos suyos y las retuvo durante todo el acto. En las escenas culminantes, o acaso en aquellos momentos que despertaban un recuerdo remoto de los lejanos años en que vertió su corazón en Marianela, sollozaba, temblaba... En todos los ojos había también lágrimas.
El momento de mayor emoción en el maestro fue la salida de Celipin. Como un abuelo que al cabo de muchos años vuelve a encontrarse al nieto más querido, saludó al futuro doctor Centeno.
-¡Celipin! ¡Celipin! -exclamó, tembloroso, tendiendo hacia él las manos.
Cuando terminó el primer acto y, calmado un tanto el tumulto de sus emociones, D. Benito pudo hablar, preguntó con interés a los hermanos Quintero:
-¿Y les queda a ustedes materia para dos actos? Yo no me acuerdo bien, no me acuerdo bien...
Y luego, con mayor interés:
-¿Y Celipin?. ¿Vuelve a salir Celipin?
Terminado el ensayo. D. Benito despidióse de todos.
¿Vendrá usted mañana?-le preguntaron.
-No. He recibido una impresión muy fuerte, una da las más duraderas de mi vida. ¡Hacía tanto tiempo que no veía a estos hijos! Necesito descansar, tranquilizarme antes de volver... No estoy ya para estas emociones. ¡Cuánto tiempo! ¡Cuánto tiempo!...
-¡Qué lástima que no nos pueda usted ver!—le decía la Xirgu a D. Benito al despedirse.
-Os veo, hijos, os veo—contestó tristemente el Patriarca—. Podéis creer que os veo.
Y, del brazo de su criado, alejóse por el pasillo, con su andar lento, arrastrado, secándose otra vez los ojos..
-Nunca—nos dijo Margarita Xirgu, Marianela Xirgu, como desde ahora habrá que llamarla-, nunca más, por mucho que me acompañe la buena fortuna, volveré a hacer Marianela como esa tarde inolvidable en que trabajé para D. Benito. Entonces, por lo menos entonces, tengo la seguridad de haber hecho bien Marianela."
El estreno
Marianela, adaptación de los hermanos Álvarez Quintero, se estrena el miércoles 18 de octubre de 1916 en el Teatro de la Princesa, con una espléndida Margarita Xirgu en el papel protagonista.
MARIANELA
Reparto:
MARIANELA - Margarita Xirgu
FLORENTINA - Josefina Santaularia
SOFÍA - Rafaela Satorres
SEÑANA - Pascuala Mesa
LA MARIUCA - María de las Rivas
LA PEPINA - Vita Giral
TEODORO GOLFÍN - Francisco Fuentes
PABLO - José Rivero
CELIPÍN - Amparo Álvarez
DON FRANCISCO PENÁGUILAS - Pedro Cabré
CARLOS GOLFÍN - Federico Górriz
DON MANUEL PENÁGUILAS - Francisco Barraycoa
SINFOROSO CENTENO - José Lucio
TANASIO - Ramón Puga
En la fotografía de la Fototeca del Patrimonio Histórico, realizada entre 1860 y 1886 por J. Laurent, vemos un flamante Teatro de la Princesa, tal como lo conoció don Benito recién llegado a Madrid.
Repercusión en la Prensa
Si días antes del estreno los periódicos anunciaban con gran expectación la llegada de la obra adaptada por los Quintero al Teatro de la Princesa, el día posterior al estreno, y siguientes, fueron inmensas las críticas favorables y loas a la obra de Galdós.
"El éxito del conjunto, la belleza de la presentación y la acogida franca que en el público tuvo Marianela, prepararon el solemne homenaje que al terminar la obra tributóse al eminente novelista. Los espectadores, de pie, pidieran que se adelantara sólo; y el maestro, emocionado como pocas veces, pudo darse cuenta de la buena memoria de los lectores de Marianela, del cariño, mejor, de la adoración, que hacia él se siente, del tributo unánime de un público que quiere y piensa todavía a través de nuestras glorias nacionales." Arturo Mori. El País, 19 de octubre de 1916
"Y el maestro venerable, el gran Galdós, recibió una vez más el estruendoso homenaje de la admiración del público, acompañado de los Quinteros, que han querido asociar su nombre a esta empresa tan noble y tan loable." Pedro de Répide. El Liberal, 19 de octubre de 1916.
"Al terminar cada acto, entre aplausos fervientes, entusiastas, de admiración y afecto sinceros, salieron al proscenio Don Benito Péres Galdós y los adaptadores de Marianela. El final de la obra fue una explosión de palmadas y vítores. Y los dos hombres jóvenes, famosos, hermanos por la carne y por el arte, cogidos de las manos del anciano, parecían ramas nuevas del viejo roble espléndido y glorioso." Joaquín López Barbadillo. El Imparcial, 19 de octubre de 1916.
"Los ilustres comediógrafos señores Álvarez Quintero, han llevado, sin profanarla, a la escena la novela del patriarca de las letras españolas D. Benito Pérez Galdós, 'Marianela'.
Con un respeto y una veneración, que serian incapaces de sentir literatuelos biliosos, que piensan que nadie más que ellos valen, siguiendo paso a paso la narración novelesca y uniendo a las bellezas del original, las de un diálogo, correctísimo lleno de bellas figuras, como cumple a dramaturgos tan eminentes, los autores de los 'Galeotes', han realizado una labor admirable, ante la que han tenido que rendirse aún los más fieros enemigos de los hermanos Álvarez Quintero. El éxito de 'Marianela' ha superado a cuantas esperanzas podían concebirse, ofreciéndose al terminar la representación un cuadro conmovedor. En el escenario unidos en estrecho abrazo, aparecieron la figura del venerable maestro, la de los adaptadores y la actriz genial, que ha encarnado maravillosamente la figura de la desmedrada y raquítica 'Marianela'." La Unión Ilustrada, 26 de octubre de 1916.
En el capítulo XIII de la novela Marianela, así describe Benito Pérez Galdós a María Manuela Téllez, 'La Nela'. Estas líneas definen la personalidad y los sentimientos de la pobre y mal hecha criatura. Diminuto ser castigado por la triste ironía humana y el desamor; una víctima más de este mundo imperfecto.
Marianela, escrita por Galdós en 1878, llegará a los escenarios madrileños casi cuarenta años después, en 1916, con la misma frescura que cuando fue concebida.
La adaptación
Mucho tiempo después de escrita la novela-ya entrado el siglo XX-los hermanos Serafín y Joaquín Álvarez Quintero la adaptarán para su representación en los escenarios madrileños. Corría el año 1914 y don Benito continuaba cosechando éxitos con "Celia en los infiernos", representada en el Teatro Español.
La revista crítica El Duende, del 1 de febrero de 1914, coincidiendo con el estreno de "Los Leales" (también en el Español), obra de los hermanos "Tintero", reflejará en clave de humor esta asociación de autores.
DIÁLOGO: MARIANELA. -¿Es verdad,abuelo Galdós,que aquellos señores me van a llevar al Español? GALDÓS. -Sí, hijita. MARIANELA. -Es que yo no me quiero juntar con la familia de Los Leales. |
Marianela era una de las obras de Pérez Galdós más arraigada en el sentimiento popular. Todo aquel que hubiese cursado estudios había leído y comentado la historia de la fea lazarillo y su entorno. Marianela había hecho llorar a muchos y nadie podía imaginar verla representada en el teatro bajo guión. En este sentido, los críticos, aunque benévolos con el trabajo de los hermanos Álvarez Quintero, no terminaban de encajar aquella alquimia literaria. Serafín y Joaquín no eran dramaturgos sino saineteros, por eso se entendía que para los hermanos cualquier obra de Pérez Galdós hubiera sido imposible de llevar al teatro, algo muerto para la escena... A excepción de Marianela.
En la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes Saavedra encontramos un documento relacionado con la adaptación de Marianela por los hermanos Álvarez Quintero y el diálogo epistolar mantenido con Don Benito Pérez Galdós. [2]
· Carta de los hermanos Álvarez Quintero a Benito Pérez Galdós, Fuenterrabía, 3 de septiembre de 1916 [Audio]
Drama en tres actos
Dice el periodista Arturo Mori en El País del 19 de octubre de 1916:
"Reducir a tres actos una novela como "Marianela", tan llena de asuntos, tan rica en movilidad, no era empresa fácil, y mucho menos tratándose de una novela de Pérez Galdós. Pero los hermanos Quintero, que cada vez dan mayores pruebas de su talento, acogieron la idea con respeto, afecto y entusiasmo."
Los hermanos Quintero prescindieron de toda teatralidad exagerada, de todo efectismo para adaptar Marianela al teatro; sin embrago, no existía en la obra una sola escena lánguida, un sólo momento de pesadez. Se trataba de un drama de pasión, de ternura, un drama profundamente sentimental que debía encoger el alma y atrapar al espectador. Para ello, los Quintero se valieron de la briosa sencillez de los diálogos de Pérez Galdós, a los que sumaron el lenguaje ameno y sutil que tanto les caracterizaba. Pero Marianela no era un sainete y la empresa fue complicada.
El verdadero conflicto estaba en el último acto. ¿Cómo precipitar la acción? ¿Cómo hacerla menos fuerte para el público? El caso era evitar la impresión trágica, no deslucir la tonalidad general del drama. Y el conflicto se resolvió acrecentando el interés del público hasta el último momento. La muerte de Marianela no fue más que un doloroso y mortal desvanecimiento, pero el público lo vivió en la más pura esencia de los sentimientos hasta el momento de caer el telón.
En el mes de julio de 1916 se da por terminado el guión. La obra de Benito Péres Galdós adaptada por Joaquín y Serafín Álvarez Quintero quedará registrada en la Sociedad de Autores Españoles.
"Esta obra es propiedad de sus autores.
Los representantes de la Sociedad de Autores Españoles son los encargados exclusivamente de conceder o negar el permiso de representación y del cobro de los derechos de propiedad.
---
Droits de représenration, de traduction et de rcproduction resérvés pour tous les pays,
y compris la Suede, la Norvege et la Hollande.
---
Copyright, 1916, by S. y J. Álvarez Quintero."
En el interior aparece una dedicatoria impresa:
AL GLORIOSO CREADOR DE
MARIANELA
OFRENDA DE ADMIRACIÓN Y CARIÑO
Este guión fue impreso en los talleres de la Imprenta Clásica Española, que estaba ubicada en la calle Cardenal Cisneros, 10, de Madrid.
A continuación transcribimos los apuntes de cada acto que describen el entorno donde se desarrolla la escena.
PRIMER ACTO
Huerta de la casa de don Francisco Penáguilas en Aldeacorba, cerca ele las minas de Socartes, al Norte ele España. A la izquierda del actor, la puerta de entrada. Al foro, limitando el paraje, una tapia casi cubierta de madreselvas. Inmediata a ella una fuente grande. A la derecha se supone la casa-habitación, con la que la huerta comunica. Allá en el fondo, en la lejanía, los campos verdes, las montañas azules. Sillas y bancos rústicos. Es por la tarde, en el mes de setiembre.
La escena está sola. Transcurridos unos
instantes franquea la puerta TEODORO
GOLFíN. Es un hombre de mediana edad,
de complexión recia, basto de facciones y
de mirar osado y vivo. Trae su bastón al
hombro y el sombrero en la punta.
ACTO SEGUNDO
Exterior de la humilde morada de los Centenos, en Socartes, situada a la izquierda del actor. Adosado a una pared que da frente al público, un asiento de piedra. Hacia la derecha se supone el establecimiento minero. Es una mañana de Octubre.
Sentado a la puerta de la casa en una
silla tosca, SINFOROSO CENTENO se esfuerza
en leer el «Diario». Este atrevido intento
le cuesta mil muecas y visajes. Si además
no contase como auxiliar con el dedo
índice de la mano derecha, estaría perdido.
De la cabeza de CENTENO ya tenemos
noticias por el benjamín de la casa.
ACTO TERCERO
Habitación que fue de la señora de Penáguilas, en la casa de este, en Aldeacorba. Una puerta a cada lado y otra al foro. La de la izquierda del actor, que es la más grande, da a una terraza que conduce a la huerta, y la del foro al dormitorio de Florentina. Muebles sencillos, primorosos y bien dispuestos. Adviértese en la estancia el cuidado de una mujer hacendosa... y bonita. La cortina que hay en la puerta del dormitorio es de blanca batista, guarnecida de fino encaje. Por la puerta de la terraza penetran la luz y los gratos olores de la huerta. Es por la mañana, en octubre.
DON FRANCISCO PENÁGUILAS está asomado
a la puerta de la terraza, mirando a la huerta.
Don Benito en el ensayo
Relata Alejandro Pérez Lugin en el Heraldo de Madrid, del 17 de octubre de 1916, algunos aspectos del ensayo realizado el día anterior al estreno. El fotógrafo Alfonso retrata uno de los momentos más emotivos que sirve para ilustrar el título de la nota periodística. Lamentablemente, esa fotografía y otras que completan el reportaje, son de baja calidad.
Dice Pérez Lugin que muy grande fue la emoción de Benito Pérez Galdós al escuchar por primera vez la voz de los personajes creados tantos años atrás, cuya figura material apenas pudo vislumbrar borrosamente su cansada vista. Así lo cuenta:
"-Fue una impresión muy fuerte, muy fuerte-" comentó el glorioso abuelo cuando le preguntaron.
Don Benito sentóse en un sillón en el escenario, junto a la batería, entre los hermanos Quintero, que habían dispuesto que el ensayo se hiciese sin interrupciones para no quebrar el efecto. No había otros espectadores que el autor de Marianela y los arregladores de la novela al teatro. Mejor diríamos que los espectadores fueron los cómicos, porque, en realidad, todo el interés de la representación estuvo en D. Benito.
Apenas comenzaron a hablar los personajes cuando se arrasaron en lágrimas los ojos de D. Benito; salió Marianela, habló Marianela en esta portentosa encarnación que tiene en la Xirgu, y el abuelo rompió en sollozos. No pudo contestar a las breves y cariñosas interrogaciones de los Quinteros; tendióles sus manos temblorosas, sujetó en ellas las de estos buenos hijos suyos y las retuvo durante todo el acto. En las escenas culminantes, o acaso en aquellos momentos que despertaban un recuerdo remoto de los lejanos años en que vertió su corazón en Marianela, sollozaba, temblaba... En todos los ojos había también lágrimas.
El momento de mayor emoción en el maestro fue la salida de Celipin. Como un abuelo que al cabo de muchos años vuelve a encontrarse al nieto más querido, saludó al futuro doctor Centeno.
-¡Celipin! ¡Celipin! -exclamó, tembloroso, tendiendo hacia él las manos.
Cuando terminó el primer acto y, calmado un tanto el tumulto de sus emociones, D. Benito pudo hablar, preguntó con interés a los hermanos Quintero:
-¿Y les queda a ustedes materia para dos actos? Yo no me acuerdo bien, no me acuerdo bien...
Y luego, con mayor interés:
-¿Y Celipin?. ¿Vuelve a salir Celipin?
Terminado el ensayo. D. Benito despidióse de todos.
¿Vendrá usted mañana?-le preguntaron.
-No. He recibido una impresión muy fuerte, una da las más duraderas de mi vida. ¡Hacía tanto tiempo que no veía a estos hijos! Necesito descansar, tranquilizarme antes de volver... No estoy ya para estas emociones. ¡Cuánto tiempo! ¡Cuánto tiempo!...
-¡Qué lástima que no nos pueda usted ver!—le decía la Xirgu a D. Benito al despedirse.
-Os veo, hijos, os veo—contestó tristemente el Patriarca—. Podéis creer que os veo.
Y, del brazo de su criado, alejóse por el pasillo, con su andar lento, arrastrado, secándose otra vez los ojos..
-Nunca—nos dijo Margarita Xirgu, Marianela Xirgu, como desde ahora habrá que llamarla-, nunca más, por mucho que me acompañe la buena fortuna, volveré a hacer Marianela como esa tarde inolvidable en que trabajé para D. Benito. Entonces, por lo menos entonces, tengo la seguridad de haber hecho bien Marianela."
El estreno
Marianela, adaptación de los hermanos Álvarez Quintero, se estrena el miércoles 18 de octubre de 1916 en el Teatro de la Princesa, con una espléndida Margarita Xirgu en el papel protagonista.
MARIANELA
Reparto:
MARIANELA - Margarita Xirgu
FLORENTINA - Josefina Santaularia
SOFÍA - Rafaela Satorres
SEÑANA - Pascuala Mesa
LA MARIUCA - María de las Rivas
LA PEPINA - Vita Giral
TEODORO GOLFÍN - Francisco Fuentes
PABLO - José Rivero
CELIPÍN - Amparo Álvarez
DON FRANCISCO PENÁGUILAS - Pedro Cabré
CARLOS GOLFÍN - Federico Górriz
DON MANUEL PENÁGUILAS - Francisco Barraycoa
SINFOROSO CENTENO - José Lucio
TANASIO - Ramón Puga
En la fotografía de la Fototeca del Patrimonio Histórico, realizada entre 1860 y 1886 por J. Laurent, vemos un flamante Teatro de la Princesa, tal como lo conoció don Benito recién llegado a Madrid.
Repercusión en la Prensa
Si días antes del estreno los periódicos anunciaban con gran expectación la llegada de la obra adaptada por los Quintero al Teatro de la Princesa, el día posterior al estreno, y siguientes, fueron inmensas las críticas favorables y loas a la obra de Galdós.
"El éxito del conjunto, la belleza de la presentación y la acogida franca que en el público tuvo Marianela, prepararon el solemne homenaje que al terminar la obra tributóse al eminente novelista. Los espectadores, de pie, pidieran que se adelantara sólo; y el maestro, emocionado como pocas veces, pudo darse cuenta de la buena memoria de los lectores de Marianela, del cariño, mejor, de la adoración, que hacia él se siente, del tributo unánime de un público que quiere y piensa todavía a través de nuestras glorias nacionales." Arturo Mori. El País, 19 de octubre de 1916
"Y el maestro venerable, el gran Galdós, recibió una vez más el estruendoso homenaje de la admiración del público, acompañado de los Quinteros, que han querido asociar su nombre a esta empresa tan noble y tan loable." Pedro de Répide. El Liberal, 19 de octubre de 1916.
"Al terminar cada acto, entre aplausos fervientes, entusiastas, de admiración y afecto sinceros, salieron al proscenio Don Benito Péres Galdós y los adaptadores de Marianela. El final de la obra fue una explosión de palmadas y vítores. Y los dos hombres jóvenes, famosos, hermanos por la carne y por el arte, cogidos de las manos del anciano, parecían ramas nuevas del viejo roble espléndido y glorioso." Joaquín López Barbadillo. El Imparcial, 19 de octubre de 1916.
"Los ilustres comediógrafos señores Álvarez Quintero, han llevado, sin profanarla, a la escena la novela del patriarca de las letras españolas D. Benito Pérez Galdós, 'Marianela'.
Con un respeto y una veneración, que serian incapaces de sentir literatuelos biliosos, que piensan que nadie más que ellos valen, siguiendo paso a paso la narración novelesca y uniendo a las bellezas del original, las de un diálogo, correctísimo lleno de bellas figuras, como cumple a dramaturgos tan eminentes, los autores de los 'Galeotes', han realizado una labor admirable, ante la que han tenido que rendirse aún los más fieros enemigos de los hermanos Álvarez Quintero. El éxito de 'Marianela' ha superado a cuantas esperanzas podían concebirse, ofreciéndose al terminar la representación un cuadro conmovedor. En el escenario unidos en estrecho abrazo, aparecieron la figura del venerable maestro, la de los adaptadores y la actriz genial, que ha encarnado maravillosamente la figura de la desmedrada y raquítica 'Marianela'." La Unión Ilustrada, 26 de octubre de 1916.
MARGARITA XIRGU protagonista de "Marianela" (Apunte del natural por R. Marín) |
Bibliografía | ||||||
[1] Pérez Galdós, Benito. Marianela. Cap.XIII, Entre dos cestas. Edición digital: Alicante : Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, 2001. Título de serie: Benito Pérez Galdós. Novelas. Serie de la primera época ; 6 - N. sobre edición original: Edición digital basada en la de Madrid, Imprenta y Litografía de La Guirnalda, 1878. Localización: Biblioteca de la Universidad de Oviedo. [2] Archivo sonoro. Cartas de los hermanos Álvarez Quintero a Benito Pérez Galdós, Fuenterrabía, 3 de septiembre de 1916. Publicación: Alicante: Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, Unidad Audiovisual-Área de Comunicación, 2002. Notas de reproducción original: Edición digital a partir de Cartas de archivo de Galdós, Madrid, Taurus, 1967, pp. 243-244. CDU: 821.134.2-6 Forma/género: Grabación sonora (voces)[Audio] Voz de Oskarbi Zubiarrain · Citas de noticias de periódicos en la publicación |
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