lunes, 13 de diciembre de 2010

Navidad en el Madrid del Siglo XIX. Villancicos - Parte I

“En el portal de Beleeen...” suele ser la tonadilla que da paso a una serie continuada de villancicos. Cuídense del que tenga cerca una botella de anís porque no tardará en darle golpes y rasgueos con una cuchara para marcar el compás – a su manera, claro, y dependiendo de cuánto haya consumido de la botella-.

Como hemos visto en la Breve historia de los villancicos, esta costumbre viene de antiguo y es una de las tradiciones que se mantienen en las navidades madrileñas desde hace tiempo.

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Villancicos del Madrid decimonónico

N. Toledo, Editor, que tenía su comercio en las calles de Fuencarral, 11 y Desengaño, 2 y era proveedor de la Real Casa, anunciaba en el ‘Diario de Avisos de Madrid’ del 21 de diciembre de 1876:


"Esta noche es Noche Buena
prepara tu corazón,
que en el portal de Belén
está naciendo el amor.
Abrele tu puerta, que llamando está;
dale de aguinaldo lo que estimes más.
Gloria a Dios en las alturas
y en la tierra al hombre paz.
El verbo eterno ha nacido,
el cielo está en el portal."

Eran estas ediciones de villancicos tradicionales; de aquellos que se cantaban con devoción junto al Belén para adorar al recién nacido, manteniendo todos ellos sus connotaciones religiosas.


Antiguamente los villancicos se cantaban y bailaban. Grupos de niños y muchachos pedían el aguinaldo por las casas, cantando y bailando con panderetas, flautas, triángulos y cualquier otro instrumento que metiese mucho ruido.

“Para hacer una zambomba
una caña fui a cortar;
que esta noche es Nochebuena
y tenemos que cantar”

En aquellos tiempos los villancicos, que hasta entonces se manifestaban como cantos populares rurales o cantigas religiosas, comienzan a asociarse con la jarana y el despendole. Además, el festejo y la excusa del frio animaban al consumo de vinos y aguardientes.

“Anden los villancicos
Y ande el jaleo,
que hoy el que no se achispa
se queda feo.
¡Ande la cena!
¿Estamos o no estamos
en Noche-Buena?"

Los villancicos populares,  ajenos a lo religioso, guardaban una riqueza poética muy particular. Sin duda los creadores de aquellas canciones estaban dotados de gran inteligencia y locuacidad, además de ser expertos en la rima:



Tanto despliegue de ocurrencia, combinando lo pagano con lo religioso, fue convirtiendo al villancico devoto en una especie de letrilla de Zarzuela.

Aquellos días navideños, de alegría en casas e iglesias por la llegada del Niño Dios al mundo, se trasladaban a las calles con más o menos devoción.

Así, por una parte, el diario ‘El Español’ del 26 de diciembre de 1845 anunciaba los eventos preparados por el clero y la alta sociedad madrileña...


... por la otra parte el ‘Heraldo de Madrid’ daba la noticia de una pelea que desencadenó en asesinato. Todo comenzó como un festejo.

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Lo que queda claro en estos festejos navideños del siglo XIX en Madrid es que sumado a los coros de las iglesias y los muchachos ruidosos que andaban por las calles, los llamados "pedigüeños" también utilizaron al villancico como reclamo del aguinaldo.

Ilustración de V. Tur
"Esta noche es Nochebuena
y mañana Navidad,
dame la bota María
que me voy a emborrachar... más"


Eduardo J. Valero García
Eduart Garcival
NAVIDAD EN MADRID

NAVIDAD EN EL MADRID DEL SIGLO XIX


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