jueves, 12 de marzo de 2015

Coplas del domingo. La Fornarina y yo

Una copla dominguera de don Antonio Casero en jueves. Fue publicada el domingo 28 de enero de 1912 en el Heraldo de Madrid y tiene por protagonistas a la cupletista Consuelo Bello, la "Fornarina", y al propio don Antonio, en amable diálogo sobre los Madriles de aquellos tiempos.

La Fornarina, que tantos éxitos había cosechado en París, Londres y Berlín, llegaba un día de enero a la estación del Norte para actuar en el Teatro Eslava; se trataba de una función a beneficio de la Asociación de la Prensa. El atractivo y gracia de la bella artista iluminaron la velada, y al cantar una selección de sus variados cuplés, acompañada al piano por el maestro Quinito Valverde, dejó al público extasiado, que era lo habitual.

En aquella función del Eslava se volvió a representar la opereta en tres actos de José Juan Cadenas y Leo Fall "La mujer divorciada" [ver libreto], que había sido estrenada en ese teatro la noche del 21 de diciembre de 1911. En el programa figuraba también la proyección de dos películas, una del Trianón-Palace y otra de la Casa Pathé, pero ante el peligro que representaba para el público la colocación del aparato cinematográfico en la sala, se acordó suprimir la proyección.


Consuelo Bello "Fornarina"
Fotografía de Calvache para una publicidad de Perfumerías Gal
Noviembre de 1911

¡Ay, bella Fornarina! Cientos de fotografías podemos encontrar en publicaciones y álbumes de renombrados fotógrafos de la época para poner cara a la famosa cupletista. También podemos ponerle voz gracias a los archivos de nuestra Biblioteca Nacional:


LA POLICHINETTE: Couplel, 1913? Escuchar
DON NICANOR: Cuplés españoles de Cadenas, 1913? Escuchar
LA CANCIÓN DEL RHIN: Couplet, 1917? Escuchar
EL BOULEVARD: Couplet, 1917? Escuchar
EL PRIMER AMOR: Coplets, 1917? Escuchar
CUANDO VOYA PROVINCIAS: Couplet, 1922? Escuchar



En "La Fornarina y yo", que así se titula la copla de hoy, Casero habla del Madrid que "poco a poco va muriendo". Reparte el diálogo entre él y la cupletista, enumerando lo que para ellos era esencialmente madrileño y se estaba perdiendo o ya había desaparecido.
¿Cuánto tiempo llevamos los madrileños notando que Madrid ya no es lo que era? ¡Mucho!, y así seguiremos. Porque, si cantidad de costumbres han desaparecido, también van desapareciendo grandes y pequeños espacios que formaron parte de nuestra historia urbana.
Madrid, cuando nos toque, ¿qué veremos de ti desde un agujerito en el cielo?
 

Coplas del domingo, por Antonio Casero

LA FORNARINA Y YO
Sucedía que cierta noche
tuvimos un devaneo
por mor de un arroz con pollos,
muy riquísimo por cierto,
y como somos un tanto
amables, finos y espléndidos
para con las lindas damas,
invitamos á Consuelo
la Fornarina, que es chica
de reconocidos méritos,
y al de Valverde, á Quinito,
al músico madrileño
que ha extendido pour la france
el saborcillo flamenco
de esa música castiza
que la canturrea el pueblo;
hubo palabras galantes,
y hubo mil rasgos de ingenio
y muy graciosos decires,
y muy castizos recuerdos
de este castillo famoso
que al rey moro alivia el miedo.
………………………………….
—Dime, dime, Fornarina—
la pregunté yo á Consuelo—:
¿cómo encuentras los Madriles,
tus Madriles y los nuestros?
¿Cómo, dí tú, Fornarina,
encuentras á nuestro pueblo? —
Y guiñando sus ojillos
ladrones y zalameros,
contestó la cupletista,
soltando un suspiro á tiempo:
—¡Ay, Madriles de mi alma!
¿Dices cómo los encuentro?
Pues óyeme, ya que quieres
saber mi opinión, coplero:
su silueta desde el rápido
vi cuando llegué á Pozuelo;
brillaban los farolillos
como brillan los luceros;
el tren corría, y Madrid
se agrandaba por momentos.
Al cruzar el Manzanares
solté un ¡ole! á lo pequeño
y miré con alegría
los típicos merenderos
donde bailé muchas noches
de verbena, al ritmo neto
de una habanera melosa
ó de un chotis muy chulesco
se me saltaron las lágrimas
y se me ensanchó mi pecho
al llegar á los andenes
de la estación de mi pueblo.
Después, no sé qué decirte;
después, chiquillo, lo eterno:
las costumbres, averiadas;
las modas, del Extranjero;
las mujeres, como aquellas
que en los boulevares veo,
tan relamidas, tan cursis
y tan sin gracia en sus cuerpos;
no es mi Madrid este de ahora,
no son mis Madriles estos.
¿Dónde están aquellas hembras
de andar menudito y recio?...
¿Dónde aquellos pañolones
alfombrados y de flecos?...
¿Dónde las faldas planchadas
y las enaguas pidiendo
escolta, por lo relimpias;
que eran los bajos aquellos
la nieve del Guadarrama
de puro blancos y frescos?
¿Dónde están esas mantillas
de aquel carácter goyesco,
las de blonda y de madroños
con picos de terciopelo,
las peinas y los claveles?...
¿Dónde está lo madrileño?...
¿Dónde están esos decires
de los chulos postineros,
con esa gracia por fuera
y ese alioli por dentro,
para camelar mocitas
y robarlas el izquierdo?...
¿Dónde están esos barbianes?
¿Dónde están esos flamencos
que, de Chamberí á la Cava
y del Rastro á San Lorenzo
iban sembrando quereres
en las mocitas de mérito?...
—No te canses, Fornarina;
no te molestes, Consuelo;
el Madrid que tú dejaste
poco á poco va muriendo;
sólo le queda su nota,
y esa no la borra el tiempo;
Madrid siempre será alegre
y noble y populachero;
siempre le hallarás castizo.
—Vamos, no te ocupes de eso;
como que, chico, es mi gente
es mi público, Casero,
no sé que tienen sus palmas
que me suenan á oro viejo.
—No son palmas, son caricias.
—Choca, Antonio; eso es lo cierto
—Es mucha gente mi gente.
—Y es mucho pueblo mi pueblo;
ya sabes lo que decimos
por acá: “¡De Madrí al cielo!”
—Y ya sabes lo otro: “Y un
agujerito pa verlo.”
ANTONIO CASERO


En ocasiones, las coplas de Antonio Casero recibían alguna crítica irónica por parte de sus rivales de las letras y la política. Para "La Fornarina y yo" tuvo unas palabras Rogelio Pérez Olivares en su columna "De casa y de fuera - Hablando un rato" de la revista Mundo Gráfico (AÑO II - Núm. 15. Madrid, 7 de febrero de 1912).
"Antonio Casero, el romancero de cosas madrileñas, nos ha contado en el Heraldo que ha comido con la Fornarina un arroz con pollo, que estaba muy rico; de lo que nos alegramos mucho. ¡Ya era cosa sabida que aquí en Madrid para comer arroz con pollo había que ser, por lo menos, casero! Los inquilinos tenemos que contentarnos con comer el arroz... con arroz.
Pues bien; mientras hace la digestión nos cuenta en romance que aquí había hembras que se ponían faldas planchás y pañolones de alfombra, y chulos postineros que tenían por dentro—¡él lo sabrá!—un alioli con oli que quitaban el sentio á las chicas... y, muchas cosas más, para llegar á la consecuencia de que el Madrid de antaño «poco á poco va muriendo» ¡Ah!...
De la su capa bordada
no nos vuelve á decir nada."

Para Historia Urbana de Madrid publicar las coplas de Antonio Casero es devolver al madrileño de hoy parte de su idiosincrasia a través de graciosos textos que encierran entrañables historias. Quizá esta copla recuerde los tipos madrileños que identificamos en sainetes y zarzuelas, al igual que algunas costumbres, pero con un carácter melancólico más que jocoso.


© 2015 Eduardo Valero García - HUM 015-005 COPLAS AC

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