miércoles, 22 de febrero de 2023

Del campo del Tío Mereje al Pekín, pasando por la Era del Mico, el Polo Norte y los Pozos de Nieve.

La Fototeca de Historia urbana de Madrid recupera la imagen de dos jóvenes madrileñas anónimas fotografiadas por Alfonso para el suplemento gráfico de El Imparcial del 17 de agosto de 1922. 
De ellas poco sabemos, sólo que posaron para la cámara de tan afamado fotógrafo delante de un decorado de verbena, concretamente el del carromato de una tómbola, por ser las encargadas de la venta de papeletas. 
 
Las fotografías antiguas de Madrid, sean de personas, sucesos o paisaje urbano, guardan historias e intrahistorias: las de un pueblo y sus costumbres, individuales o colectivas. Ese es el caso del presente artículo, en el que varias historias se conectan y nos ofrecen nombres y lugares a partir de las retratadas señoritas, seguramente emocionadas porque sus rostros aparecerían en la prensa, como los de las grandes artistas del cinematógrafo y el teatro. Cien años después vuelven a ofrecernos su sonrisa.

 
La estampa, rodeada de un espacio que no vemos, nos permite imaginar sus sonidos; el colorido de los farolillos y las bombillas; el gentío que acudía aquellas noches de verano a los espacios abiertos de la villa y corte, en este caso a un espacio de recreo y espectáculo conocido con el nombre de Parque PEKÍN. 
 
Su andadura fue corta, como muchos de los circos y teatros que abundaron en la época estival madrileña. Por las noticias sabemos que durante los años 1922 y 1923 funcionó en la calle Covarrubias y en la de Churruca, respectivamente; después, desapareció. 
 
La calle de Covarrubias pertenece al distrito de Chamberí – Barrio de Trafalgar, en zona conocida antaño con el nombre de Campo del Tío Mereje, aneja a otra denominada la Era del Mico. 
Por su parte, la calle de Churruca pertenece al distrito Centro – Barrio de Justicia. Desemboca en la actual calle de Sagasta, a metros de la Glorieta de Bilbao, frente al Tío Mereje y cercana a la Era del Mico. 
 
Plano parcelario de Madrid. Carlos Ibáñez e Ibáñez de Ibero (1879)
 
Si en la calle Churruca vivió desde 1917 el poeta Manuel Machado hasta su fallecimiento y frente a la Era del Mico tuvo domicilio por un tiempo Pío Baroja en su infancia, otro literato, Don Benito Pérez Galdós, conoció estas zonas y las inmortalizó en sus obras. 
 
En el artículo titulado “Fortunata y Jacinta. Sin placa, pero con calle” (2018) encontramos claras referencias de lo que era Madrid más allá de los pozos de nieve y el Saladero: 
«La planicie de Chamberí, desde los Pozos y Santa Bárbara hasta más allá de Cuatro Caminos, es el sitio preferido de las órdenes nuevas. Allí hemos visto levantarse el asilo de Guillermina Pacheco, la mujer constante y extraordinaria, y allí también la casa de las Micaelas. (…) El caserón que llamamos Las Micaelas estaba situado más arriba del de Guillermina, allá donde las rarificaciones de la población aumentan en términos de que es mucho más extenso el suelo baldío que el edificado».

 
El Campo del Tío Mereje y la Era del Mico vistos por Galdós 
En el Episodio Nacional “Cánovas” (1912), Benito Pérez Galdós cita estas zonas de Chamberí: 
«-No -repliqué-. Vámonos calle arriba para que se me despeje la cabeza. Estoy un poco mareado de ver infolios y legajos, que a mi parecer no sirven más que para llenar de telarañas el entendimiento... Nos llegamos hasta la Era del Mico o el Campo del Tío Mereje, y confortaremos nuestros cuerpos ateridos con la benéfica luz del sol. No nos faltará espacio para pasear a gusto y charlar sabrosamente cuanto nos dé la gana. -Por esos lugares no me lleves, Tito -indicó mi Casiana un tanto medrosa-. Allí se reúnen las brujas, según me has dicho, y yo no quiero trato con esa caterva». 
CAP. XXII 
«Reparadas las fuerzas con el sabroso condumio, Casiana y yo seguimos paseando. Nuestra lenta y maquinal andadura nos llevó por los Pozos de Nieve y la antigua Ronda de Santa Bárbara hasta encontrarnos, sin saber cómo ni por qué, en el Campo del Tío Mereje, lugar asoleado y polvoriento que en verano suele ser invadido por los jayanes que apalean alfombras, y en todo tiempo es academia donde maestros de tambor enseñan a los quintos el paso redoblado, el paso lento, y demás fililíes del sonoro parche guerrero. Al llegar nosotros al ejido, que antaño debió de ser Eras de Madrid, vimos tan sólo unos hombres que machacaban cañas para tejer cañizos de cielo raso. Nos entreteníamos en contemplar aquella ruda faena…» 
CAP. XXIII
La calle de Covarrubias va desde la de Sagasta a la de Luchana, a pasos de la plaza de Alonso Martínez. Como indicamos, esa zona de Chamberí era conocida antiguamente como “Campo del Tío Mereje”. Más tarde se instalará allí la Real Fábrica de Tapices, hasta su demolición en 1882. Frente a ella, el Saladero.
 
Aquel campo famoso fue bautizado por el vulgo con el alias del cabrero del callejón de San Jacinto, llamado Hermenegildo, quien llevaba a pastar su ganado todas las tardes. Lo sabemos por un periodista de La Época que firmó con las iniciales J. M. J. la columna titulada «Paseos por Madrid – Chamberí y sus alrededores» (1902). 
 

 
Jardín de baile y recreo El Paraíso 
Campo del Tío Mereje, espacio polvoriento poblado por algunas casuchas, talleres, tejares y fábricas, fue tomando forma y, además de urbanizarse, tuvo por vecinos otros lugares de recreo, como el Circo de Colón (en la confluencia de Santa Engracia con Almagro), y antes que este al jardín de baile y recreo El Paraíso, inaugurado en junio de 1862. En realidad, el lugar llevaba el nombre de la Sociedad de baile que lo fundó, una de las tantas que hubo en Madrid desde mediados de 1840. 
 
El Reino. Sábado, 14 de junio de 1862.
 
El periódico El Museo Universal, del 13 de julo de 1862, nos cuenta cómo se las gastaba esta Sociedad bailonga gracias a su presidente, don Faustino Echevarría: 
«El Paraíso de la Puerta de Santa Bárbara dio el domingo último y creemos que se dispone a dar hoy una gran función de fuegos artificiales (fruta del tiempo) esplendente, amena y nutrida de combinaciones. Allí parece que se juega con fuego sin peligro, gracias a la destreza de dos famosos pirotécnicos valencianos que se llaman Minguet y Llorens, y que son dos salamandras».
El Museo de Historia de Madrid conserva el lienzo titulado “El jardín público de Madrid llamado ‘El Paraíso’, en noche de baile”, obra de Rafael Botella y Coloma. Los madrileños vieron este cuadro por primera vez en la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1862, inaugurada el 1º de octubre en el pabellón norte de la Casa de la Moneda.
 

Existe cierta controversia sobre la ubicación de este jardín de recreo. Para algunos autores El Paraíso formaba parte de los famosos jardines de Campos Elíseos; sin embargo, las noticias de la época son determinantes. El diario de la tarde El Reino, del 7 de junio de 1862, anunciaba:
«El jardín de recreo que, como ya dijimos a nuestros lectores, va a abrirse en la puerta de Santa Bárbara, llevará por título El Paraíso. Están muy adelantados sus trabajos, a fin de abrirlo a la mayor brevedad». 
Una semana después, el sábado 14 de junio, quedaba inaugurado.
 
El Reino. Sábado, 14 de junio de 1862.
 
El Elíseo del paseo de Recoletos y El Paraíso, a pesar de tener otros rivales, eran los dos grandes competidores, proporcionando variadísimos espectáculos al público matritense. Así se refería a los competidores El Correo de Ultramar en 1863: 
«Hallándonos en Madrid, no tenemos más remedio para matar el ocio, que dirigirnos a los espectáculos nocturnos que nos regalan los que especulan con nuestro hastío: pueden reducirse a dos clases estos espectáculos: unos que se dan en el Elíseo y en el Paraíso al aire libre bajo la estrellada bóveda celeste, y otros que tienen lugar en el circo de Price y del Príncipe Alfonso. Los dos jardines citados luchan para atraer la concurrencia ofreciendo diarias novedades y mejoras. Bellas iluminaciones, fuegos, músicas y coros son los medios que se valen para conseguirlo».
Y añadía: «El Paraíso tiene un gran defecto, y es que faltan Evas y sobran Adanes». 
 
La Era del Mico 
El campo de la Era del Mico estaba situado en las inmediaciones de la Glorieta de Bilbao, delimitado aproximadamente por la calle de Sagasta (antigua de Carranza), la de Navas de Tolosa (hoy San Bernardo) y por la de Fuencarral (antiguo tramo denominado calle Real) hasta Bravo Murillo (antigua Mala de Francia). 
 
Ferrandiz firmaba la columna titulada “Callejeando – El Madrid de San Isidro”, publicada en La Época el 17 de mayo de 1907. Relataba el recorrido por la zona que nos ocupa, mostrándonos un Madrid con desvencijadas murallas y aún sin ensanchar. 
«Hay una parte de la Villa del Oso, para la cual en vano ha pasado el tiempo. 
Cuando vine a la corte, no era ésta ni sombra de lo que ahora. No existían el barrio de Salamanca, ni el de Pozas, ni Vallehermoso, ni Arguelles. El recinto de la población estaba comprendido aún entre murallas.
Por el Norte, desde la Montaña del Príncipe Pío, donde estaban edificando el cuartel que hoy vemos, corría el pobre y bajo muro por lo que ahora es calle de Alberto Aguilera [en aquel tiempo paseo de Areneros]; tenía un portillo que se apoya en el cuartel de guardias de Corps, otro al final de la calle de San Bernardo, al lado del entonces nuevo hospital de la Princesa, y siguiendo por lo que es ya calle de Carranza era otra vez interrumpido por la puerta de Bilbao, al fin de la calle de Fuencarral. 
La calle de Sagasta, así llamada desde 1891, era continuación de la ronda frente a la famosa era del Mico, y tras del muro se hallaba el corralón de la Villa con su reloj, que aún me parece estarlo viendo y su entrada por la calle de San Opropio. 
Al final estaba el portillo de Santa Bárbara, arrimado al Saladero, frente a la fábrica antigua de tapices y la huerta de Arango, en la que se hallaba el Ariel, con su juego de pelota al aire libre; allí bailaban sus zortzicos los vascongados jóvenes».

Fragmento del plano de Juan Noguera (1848)

En el Tomo tercero de Historia de las sociedades secretas antiguas y modernas en España (1874-1882), nos cuenta Vicente de la Fuente, su autor: 
«Entre los movimientos de tierra que entonces se hicieron, apareció, junto al sitio llamado la era del mico, una faja de terreno movedizo, negruzco, sucio y grasiento, como que por muchos años había sido el basurero de la antigua Villa y Corte de Madrid y depósito de sus nauseabundas mareas, comparadas por los poetas a las aguas de la laguna Estigia. Antojósele a un pretendido anticuario decir que aquellas tierras eran las cenizas del antiguo quemadero o brasero de Madrid, y el Ayuntamiento lo consignó así en un Boletín que publicaba lleno de verdades por el estilo de ésta. Ciertamente que no se pudo buscar sitio mejor que la era del mico, para dar este ídem (permítaseme tan progresista expresión) a los protestantes, francmasones, carbonarios, racionalistas, impíos y demás gente ordinaria de Madrid». 
 
Un inciso: el “Ariel” 
Aunque un poco más allá del Campo del Tío Mereje, en el paseo de la Castellana, el citado “Ariel” era un salón de baile que contaba con jardín, juego de pelota, restaurante y confitería; además de otros entretenimientos, como el billar y el tiro de pistola y carabina. Fue muy popular desde la década del 50 y hasta los 80 del siglo XIX. 
 
La Correspondencia de España, 20 de octubre de 1859

En la revista La América – Crónica Hispano-Americana, del 8 de enero de 1859, se publicaron los interesantísimos relatos de Antonio Flores titulados Los gritos de Madrid en 1800 (pág. 10 y 11) y Los gritos de Madrid en 1850 (pág. 11 y 12). En el primero de los títulos se cita al “Ariel”: 
«He aquí lo que eran los mancebos de las tiendas antes de soñar en que algún día podían llegar a llamarse dependientes y a comer en la fonda, y a bailar en el Ariel…» 
En El Contemporáneo, del 18 de noviembre de 1862, al referirse a las modas, decía: 
«La gente elegante ve con placer que las crinolinas y los peinados monumentales van perdiendo el pleito. Los aros de acero y de ballena, aparte de las grandes soirées [Sic] en que se deben usar, como adorno de calle, pasan a poder de doncellas y cocineras, que los lucen los domingos en el Ariel, el Paraíso y otras sociedades públicas».
Pero no todo era baile, juego y diversión. En febrero de 1862 se suicidaba en el patio de tiro del Ariel el joven dramaturgo Hipólito Plaza, autor del drama La penitente, estrenado en el Teatro Novedades en diciembre de 1861. 
 
La Correspondencia de España. Viernes, 7 de febrero de 1862
 
En abril de 1864 se anunciaba que el marqués de Salamanca construiría una casa para las siervas de María en la Fuente Castellana, “junto al sitio que ocupó el Ariel”. 
Poco después, en julio, el Ayuntamiento aprobaba la apertura de tres nuevas calles paralelas, “partiendo de la ronda de Recoletos, irán la una con 12 metros de ancho a la plazuela de las Salesas, la otra con 15 metros de latitud a la calle Barquillo y la otra, tan ancha como la primera, dará frente a la costanilla de Santa Teresa”. 
Las nuevas vías atravesaban los solares del antiguo convento de Santa Bárbara para mejor comunicación con el barrio que se construía a la izquierda del paseo de la Castellana, “en los sitios donde estuvieron el hipódromo y el Ariel”. El entrecomillado corresponde a la noticia publicada en La Correspondencia de España del 30 de julio de 1864. 
 
Volviendo a la Era del Mico, podríamos llenar una buena parte de este trabajo con el relato de sucesos varios. En la zona eran frecuentes las riñas, robos y asesinatos; también los incendios de talleres y almacenes, y los litigios con el Ayuntamiento por arrendamiento de terrenos y/o apertura de calles, además de algunos chanchullos. 
Una noticia publicada en La Época, del 19 de abril de 1886, daba cuenta de los trastornos que causaba en el Paseo de Areneros el desmonte de la Era del Mico. Diez años más tarde, Don Benito Pérez Galdós tendrá domicilio en aquel paseo hoy llamado calle de Alberto Aguilera. 
 

Otra noticia de febrero del mismo año indicaba que se había pedido licencia al Ayuntamiento para construir en los terrenos de la Era del Mico un teatro de verano destinado a representar zarzuelas. Edificado en madera, llevó por nombre el de Teatro Maravillas y estuvo ubicado en la litigiosa calle Sandoval. 
 
 
En agosto de 1891 se anunciaba el cambio de ubicación y denominación del teatro. La noticia decía: 
«El teatro de Maravillas, que así se llamaba mientras estuvo en la continuación de la calle Fuencarral, antiguo punto de chisperos en las inmediaciones de la Era del Mico y ahora se llama del Tívoli, porque ha sido trasladado, tabla por tabla, a la espalda de la plaza donde se encuentra el obelisco a los mártires del Dos de Mayo, en el Prado…». 
También se llamó por un tiempo "Madrid Cinema" y tuvo otros domicilios hasta el definitivo de la calle Manuela Malasaña. 
 
Poco a poco, desde mediado de la década del 80 del siglo XIX, los desmontes fueron dando paso a las bonitas edificaciones que conforman el chamberilero barrio de Trafalgar. 
 
Con este anuncio del Diario oficial de avisos de Madrid, de 29 de septiembre de 1885, llegamos al final de esa Era, la del Mico. 
 

 
PEKÍN en la calle Covarrubias 
El domingo 11 de junio de 1922 comenzaba la actividad del Parque PEKÍN en la calle Covarrubias, 2. Los periódicos daban cuenta de su frenética actividad. 
 
 
Además de los “colosales bailes” para el público general, amenizados por una banda militar, también se celebraban bailes campestres y verbenas organizadas por asociaciones como el Centro Asturiano, el Fomento de las Artes, la Casa del Pueblo Radical y el Liceo de Madrid, entre otras. Los guiñoles, el cinematógrafo, los certámenes y variadas atracciones lo convertían en un espacio de recreo familiar. 
 
Según fueron avanzando los días y los meses, el precio de la entrada fue disminuyendo; eso sí, para los caballeros siempre sería una peseta más que para las damas. 
 
 
El fotógrafo Alfonso inmortalizó al grupo de señoras y señoritas que lucieron sus mantones de Manila y su belleza en aquel certamen. Desconocemos sus nombres, sus domicilios, estatus social y profesión.
Orgullosas de saber que saldrán en la prensa, nos miran y nos sonríen desde su presente de hace cien años.
 
 
El mes de agosto el PEKÍN organizó varias “fiestas de la moda”, como denominaba a los concursos en los que las damas mostraban su belleza y sus mejores vestidos. 
También se celebró un concurso de narices perfectas, anunciadas como “Las mejores narices de Madrid”. 
 
El concurso de belleza femenino y masculino del jueves 24 de agosto tuvo que ser apoteósico. El jurado estuvo formado por La Ninón, cupletista y “divette” del Teatro Romea; la vedette y cupletista Luisita Esteso y su padre, el actor Luis Esteso; el polifacético Álvaro Retana y el famoso caricaturista y escritor K-Hito. 
 
 
Para rememorar el festivo ambiente de aquel jueves, recuperamos las voces de los artistas principales y una composición de Retana. Pueden escucharlas clicando sobre los títulos.

Luisita Esteso

La Ninón

Luis Esteso

Álvaro Retana
Composición "La flor del Turia" (Jota) Interpretada en pianola.

 
También intervino como jurado el dramaturgo Alfonso Vidal y Planas, quien en marzo del año siguiente asesinaría al escritor Antón del Olmet en el Teatro Eslava. ¡Cuántas historias! 

 
Hubo ese jueves grandes sorpresas, atracciones y el regalo de monedas de oro. ¡Hasta estrenaron su propio chotis!, pieza original de Álvaro Retana Ramírez de Arellano. Fue interpretado por Luisita Esteso. 
 
Y si esto fuera poco, el miércoles 30 de agosto se celebró el “Gran festival del chiste madrileño”. El popularísimo imitador y artista cómico Pepe Medina, además de amenizar las noches del PEKÍN con sus creaciones humorísticas, fue el encargado de leer los mejores chistes presentados al concurso, otorgándose a los más graciosos tres fabulosos premios. 
 
Pepe Medina en Parque PEKÍN (1922)

La Biblioteca digital de la BNE atesora monólogos de Medina de los años 1929 y 1930. Pueden escucharlos clicando sobre los títulos. "Consejos a las madres - Economía doméstica". "El eco de la medina - Pregón de pueblo". "Ensalada futbolística - Los ahorros de Elsa"
 
Llegó septiembre y con él la despedida de los espacios de recreo hasta la siguiente temporada. Algunos regresaban, otros quedaban en el recuerdo; todo dependía del éxito obtenido y de los competidores futuros. 
 
 
De los Pozos de Nieve a la calle Churruca 
La zona que ahora nos ocupa, colindante a los campos citados, ya aparece en el plano de Marcelli-De Wit (circa 1622-1635) y en el de Teixeira (1656). En ambos queda definido el lugar donde siglos después se trazará la calle de Churruca. Allí encontramos la única puerta autorizada para la entrada de nieve, la Puerta de los Pozos de Nieve, situada cerca de lo que hoy es la Glorieta de Bilbao, y el extenso terreno donde estaban los pozos. 
 
Como hemos comentado, en 1923 el PEKÍN se instalará en la calle Churruca, trazada noventa y ocho años después de la división administrativa por la que Madrid se fragmentaba en ocho cuarteles y sus barrios (1768). 
En los planos del libro Madrid dividido en ocho Quarteles con otros tantos barrios cada uno, de Juan Francisco González (1770) quedaba trazada la Manzana 341, desde la Puerta de los Pozos hasta el Hospicio, correspondiente al Barrio de Guardias Españolas del Cuartel del Barquillo, en el que se incluía la fábrica de Tapices. 
 

 
El Barrio llevaba el nombre del Cuartel de Infantería que hubo en la Manzana 335. En la Manzana que nos ocupa, la 341, estuvo la Casa de los Pozos de la Nieve. Como los espacios de recreo que ya hemos visto, en esta zona existió en el siglo XIX un local destinado al juego de bolos. 
 
El Circo Reina Victoria. Del Polo Norte a la calle Churruca 
En abril de 1917 se instalaba en las calles Churruca y Apodaca, muy cerca de la Glorieta de Bilbao el ya popularísimo Circo Reina Victoria (También publicitado como “Circo Reina Victoria Eugenia”) que había estado el año anterior en el “Polo Norte”, cinematógrafo al aire libre ubicado en la Glorieta de Atocha. 


El Polo Norte, situado en un solar de Atocha al menos desde el verano de 1909, disponía de restaurante, cervecería y heladería. Además de un espectáculo cinematográfico, con dos secciones diarias (a las 20:30 y a las 22:30 h.), celebraba conciertos interpretados por una banda compuesta por “distinguidos profesionales”. 
Por su parte, el Circo Reina Victoria ofrecía un numeroso programa de atracciones en el cual participaban los notables acróbatas Andréu y el Trío Rivels con su espectáculo de trapecios volantes y la intervención de un “Charlot”, acróbata y gimnasta cómico popularísimo en Madrid por ser superior a todos los conocidos. 
Aquel “Charlot” no era otro que el famoso payaso José Andréu (1896-1983), conocido mundialmente después por el seudónimo “Charles Rivel”. 
 
Decía un columnista en el periódico La Semana del 15 de julio de 1916:
«Y al fin, cuando después de pasar por varios números curiosos o divertidos llegamos al final en pleno número de los Rivel's, cuando con limpieza y concisión extraordinarias surgen como humanas flechas el espacio, surge Charlot. El tipo de Charlot es un tipo ultramoderno, y, sin embargo, enormemente ingenuo. Es el tipo cómico del tiempo actual. Un tipo no se crea, surge inopinadamente igual en pintura, que en literatura, que en el teatro. Cuando Champlin (Sic) creó a Charlot, creó, quizás sin saberlo, el tipo cómico del momento presente. Y este Charlot aturdido e irónico, torpe y habilísimo, apático y voluntarioso, dócil e incorregible surge y vive en el circo Reina Victoria». 
En 1918 el Circo Reina Victoria, con la troupe Andréu-Rivel’s andará por Sevilla y en 1921, nuevamente en Madrid, se instalará en la calle Atocha, 60. 
 
El Garden Cinema 
Como reza en el anuncio, el 15 de junio de 1918 se inauguraba un “hermoso parque de verano” en el espacio que había dejado el Circo Reina Victoria. Las proyecciones eran diarias y las sillas costaban 15 y 25 céntimos. Al parecer no obtuvo el éxito deseado, porque no se conocen noticias posteriores al 19 de julio del mismo año. 


 
PEKÍN en la calle Churruca 
El 14 de junio de 1923 volvía la diversión a la calle Churruca. En el número 8 se inauguraba la temporada el Parque PEKÍN anunciando una gran verbena madrileña, concurso de mantones de Manila, proyecciones cinematográficas y diversas atracciones. Consuelo Portela (“La Chelito”) fue la encargada de entregar el premio al mejor mantón.
 
 
 
 
El parque había sido profusamente decorado y contaba con una espléndida iluminación. El precio de la entrada para caballeros era de 1,50 pesetas y de 0,50 para las damas. También podían adquirirse abonos al aprecio de 25 pesetas para ellos y 8 pesetas para ellas. 
 
El miércoles 11 de julio se celebró el festival humorístico de los “Niños Góticos”, con la actuación del célebre JULIANO (el del Tío Roque), “el rey de la ventriloquia”, junto con su compañía de artistas autómatas. Hacia 1912 se sumó al elenco su hija, Julita Salcedo, notable artista musical. 
 
A JULIANO se lo conocía en Madrid al menos desde 1904. Actuó en Proyecciones animadas (calle Fuencarral, 125), Recreo Salamanca (calle Ayala y paseo de la Castellana), Cinematógrafo Franco-español (Duque de Alba), Salón Nacional (Corredera Baja de San Pablo), Teatro Madrileño (calle de Atocha), Parisiana, Salón Chantecler (Plaza del Carmen), Salón Madrid (calle Cedaceros), Lux Edén (Plaza de Chamberí), Salón Regio (Plaza de España), Coliseo Imperial (Concepción Jerónima), Polo Norte (Atocha), Magic-Park (Paseo de Rosales), Salón Olimpia (Plaza de Lavapiés), entre otros. 
También actuó por las tardes en la Brasserie del Palace Hotel, además de otros salones postineros de las provincias españolas y en Cuba. 
 
«Juliano es un portento: la habilidad que posee de poder modificar la voz a su gusto y hacerla que parezca venir de lejos, de cerca, del techo o del sótano, es un verdadero prodigio. Juliano imita varias voces y sonidos…», decía la prensa en 1908. 
 
 
La víspera de San Juan se celebró un concurso de Tango y el día del Santo una gran verbena. Dos días más tarde, con el eslogan “¡A PEKÍN, pollos, a PEKÍN! se celebraba el “Gran festival de la pepitoria”. 
 
El PEKÍN no solo miraba por el entretenimiento y la diversión, sino también por la beneficencia. Allí se celebraron verbenas y festivales para ayudar a los desamparados, como la fiesta del 18 de julio a beneficio del Colegio de huérfanos de funcionarios de Correos. Asistió la infanta doña Isabel y se recibieron donativos para la tómbola enviados por personalidades de la política, la banca y el Comercio. 
 
En agosto, una novedad propicio el entusiasmo del público. Se trataba del Festival deportivo para ciclistas profesionales y aficionados que consistía en unas carreras de cintas en bicicletas; el premio, una copa de plata obsequiada por la empresa Lluch y Castillo, concesionaria del PEKÍN. 
 
El último día del mismo mes se celebró un festival a beneficio de los pobres del distrito del Hospicio. Hubo baile, juegos florales y la proclamación de la reina de la belleza. La afortunada, acompañada por su corte de amor, recorrió las calles del distrito en una artística carroza.
 
Acabó la temporada, y con ella la definitiva desaparición del PEKÍN. Dos años de intensa actividad quedaban en el recuerdo grato del pueblo madrileño.





 
Bibliografía y Cibergrafía
 
Fuentes consultadas:

Biblioteca Nacional de España - Hemeroteca digital
Biblioteca digital de Castilla y León
Archivos municipales
Biblioteca Virtual de Prensa Histórica
 
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© 2023 Eduardo Valero García - HUM 023-001 PARQUE PEKÍN
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