domingo, 26 de enero de 2020

La pensión de Lavapiés en la que dicen vivió Galdós

Últimamente se está contando en los medios de comunicación, y desde algunos sectores, una historia no contrastada. Sitúan al joven Benito Pérez Galdós en una pensión del barrio de Lavapiés a su llegada a Madrid en 1862.

En el presente trabajo plantearemos algunas dudas razonables sobre las circunstancias previas al viaje y su establecimiento en la villa, seguidas del estudio de los usos y costumbres decimonónicos como ejemplo determinante para encontrar una realidad distinta de la que se cuenta.

Conocemos la existencia de una casa del barrio de Salamanca donde vivió y que no aparece en sus biografías hasta 2019 [1], pero poco o nada se sabe sobre la pensión que situan en la calle del Olivar, del populoso barrio de Lavapiés.





El viaje a Madrid
Se supone que «Benitín» es enviado a Madrid con la intención de alejarle de su prima «Sisita», quien al parecer no gozaba de la simpatía de doña María de los Dolores Galdós y Medina, madre del escritor. El viaje a la Península fue, para algunos autores, una decisión premeditada; pero, según otros, tomada con premura para poner fin a un romance no deseado.

«Sisita» había nacido en 1843 y llegó a Las Palmas en 1850. Durante los siguientes doce años de convivencia familiar; juegos infantiles con su primo Benito; complicidad y primeros ardores de la incipiente pubertad, posiblemente hicieran saltar las alarmas en una madre sobreprotectora ante un hijo apocado y enfermizo. Quizá entonces se fraguase la idea de enviarle a la Península…, cuanto más lejos, mejor.

¿No existían mayores peligros en la Villa y Corte? Esta pregunta puede plantear otras tantas; unas más novelescas y otras más razonables. Pero insistimos, siempre deben ser analizadas desde la realidad de su tiempo.

«… mis padres me mandaron a Madrid a estudiar Derecho, y vine a esta Corte y entré en la Universidad…», nada más cuenta sobre este asunto el insigne escritor en sus desmemoriadas memorias, ni se aprecia en esas palabras ningún rencor.

En otro artículo de la sección Madrid y Galdós, hicimos referencia al coste exagerado que suponía estudiar en la Universidad Central y las críticas que ya en 1822 vertían sobre la decisión de instalarla en la capital del reino, «... alegando la distracción que las diversiones de la Corte ocasionarían a los estudiantes, y el mayor dispendio que causarían estos a sus familias en un pueblo tan caro».
En efecto, Madrid era una ciudad cara, y demostrado está que esa «distracción que las diversiones de la Corte ocasionarían» fue para el joven Galdós su mayor aprendizaje; no por falta de interés en los estudios, sino por esa curiosidad innata que le permitió ser el mayor observador de todo cuanto ocurría en la sociedad matritense.
«Ello es que no podía resistir la tentación de lanzarme a las calles en busca de una cátedra y enseñanza más amplia que las universitarias; las aulas de la vida urbana, el reconocimiento visual de las calles, callejuelas, angosturas, costanillas, plazuelas y rincones de esta urbe madrileña, que a mi parecer contenían copiosa materia filosófica, jurídica, canónica, económico-política y, sobre todo, literaria».
Por consiguiente, conociendo las críticas del momento, las familias debían sopesar el importante dispendio que representaba dar carrera a los hijos, esperanzados en el beneficio que se esperaba de ellos.

En este sentido, nos remitimos a las palabras de Gloria Nielfa Cristóbal, profesora de Historia Moderna (Universidad Complutense): «Ahora bien, la atracción de la capital sigue funcionando también en la sociedad española con una fuerza insoslayable sobre aquéllos que desean llevar a cabo una carrera política o eligen la Universidad Central a la hora de cursar estudios. Martínez Cuadrado alude a la instalación en Madrid de personajes procedentes de diversas provincias con miras a su integración en la clase política».[2]

Así como Ignacio, subteniente de las Milicias Canarias, se encontraba desde 1858 en Madrid cursando estudios en la Escuela Superior del Ejercito del Estado Mayor para continuar una imparable carrera militar, su hermano menor es enviado a la Villa con la intención de hacer de él un abogado de altos vuelos. Benito no tendrá recursos propios, ni tan siquiera cuando comience su etapa de periodista en La Nación a partir de 1865.

Teniendo en cuenta estos datos, a los que sumaremos otros relacionados con las costumbres de la época, nos planteamos si el viaje a Madrid fue organizado precipitadamente por los motivos citados o pactado con antelación.

Que Galdós embarcase en el vapor-correo Almogávar días después de examinarse en el Instituto Provincial de La Laguna no parece tener nada de particular. El día 8 de septiembre zarpó el vapor desde el puerto de San Telmo (Las Palmas) rumbo a Tenerife, seguramente con parte del equipaje del estudiante a bordo. El día 9 embarcaba el joven bachiller rumbo a Cádiz [3], dando comienzo al pintoresco periplo que le llevará a Madrid en cinco etapas, topándose en alguna ciudad con Isabel II o desandando los pasos de esta en su viaje por tierras de Andalucía, Murcia y Cartagena.



El precio aproximado de los pasajes hasta Madrid, basado en las tarifas de los Vapores-Correos de A. López y Compañía, de septiembre de 1862, era de 270 reales para la Primera clase, 180 para la Segunda y 110 la Tercera. 

Ya instalado en la Villa y Corte, el día 30 de septiembre se matriculará en la Universidad Central, dejando atrás el cómodo ambiente familiar y todo lo demás.

Es habitual, para dotar de cierto dramatismo aquella llegada y el desarraigo amoroso, citar estas palabras del insigne escritor: «Al llegar a Madrid estuve algún tiempo atortolado, sin saber qué dirección tomar, bastante desanimado y triste».

Muchas interpretaciones se hacen de esta confesión, la mayoría de ellas asociadas a su relación con Sisita; sin embargo, dos acepciones tiene el verbo atortolar: 1 - Aturdir, confundir o acobardar. 2 - Enamorarse dulce y ostensiblemente.

Sugerimos la primera acepción como la que da significado a lo expresado por Galdós, porque con 19 años y alejado de su tierra natal y los cuidados familiares, la llegada a una ciudad desconocida tuvo que causar en él cierta confusión y, por supuesto, acobardarle. Aun sabiendo que en Madrid estaba su hermano Ignacio y un primo de su madre, además de su amigo Fernando León y Castillo, el desarraigo tuvo que afectarle por un tiempo.

El Madrid que encuentra no deja de ser un villorrio que intenta redecorarse y ensancharse. En 1862 los diez distritos madrileños sumaban una población de 269.174 personas y en aumento; muchos para su extensión, pocos para su condición de capital del reino. Sin embargo, para el jovenzuelo recién llegado quizá representaba una cantidad exorbitada.

La segunda acepción puede asociarse al amor por su prima si consideramos válido lo que se cuenta sobre su romance. Al decir que se sentía «bastante desanimado y triste», consideramos que es un sentimiento más próximo al alejamiento de muchas cosas y no de una en particular. Del mismo modo, al decir que no sabe qué dirección tomar, se muestra desorientado, desubicado, aturdido en la aun inexplorada urbe; sensación que se acerca a la primera acepción y a la que pondrá remedio con sus constantes y enriquecedores flaneos y su paulatino “enamoramiento” de Madrid.

Por otra parte, Ortiz-Armengol mezcla dos participios: «Y lo de «atortolado» por «atolondrado», ¿no es una traición del subconsciente, al hacer la penosa confesión?». [3] La definición de atolondrado en el Diccionario de la RAE indica: Que procede sin reflexión. Forma que se contiene en el verbo Atolondrar, de tolondro: Aturdido, desatinado.

Razonados estos primeros aspectos, podemos concluir que la decisión de enviarle a estudiar a Madrid fue meditada y consensuada por lo que representaba económicamente. Por otra parte, entendemos que, siendo un adolescente, a su llegada a la Corte experimentó sensaciones y sentimientos idénticos a cualquier persona que vive esa experiencia.

Lo que se dice sobre una pensión en Lavapiés
Desde septiembre de 2019 se suceden los artículos que rinden homenaje a Galdós, que dan cuenta de los diferentes eventos programados para el Centenario de su fallecimiento y los que hablan de la concesión del título de Hijo adoptivo de Madrid a Benito Pérez Galdós. La pensión en que supuestamente el joven Galdós habitará breve tiempo aparece como un hecho cierto en algunos periódicos. Esa aseveración –según nuestro criterio-, puede ser fruto de las investigaciones periodísticas no contrastadas o de la información ofrecida por otros.

Estos son algunos ejemplos de lo que se ha contado y que se repite:
«Galdós arribó a la ciudad, en pleno reinado de Isabel II, en una pensión de la calle Olivar en Lavapiés, y luego vivió en diferentes lugares: calle Fuentes, Serrano (el barrio de Salamanca todavía estaba en construcción), Colón o Alberto Aguilera». [4]
«Ensoñar, por ejemplo, cómo habría influido en sus obras y en sus personajes el Lavapiés de ahora que entonces le dio el cobijo de una pensión». [5]
«… abandonó las islas para continuar con sus estudios en la capital y alojarse en un primer momento en una pensión del barrio de Lavapiés». [6]

El caso de algunos Blogs es similar. La referencia más antigua que hemos encontrado es del año 2014, en ella se dice que «Pasó los dos primeros días alojado en una pensión del barrio de Lavapiés y luego se instaló en una pensión del número 3 de la calle de las Fuentes…». [7]

Los ejemplos aportados se utilizan como elementos necesarios para la investigación y la confrontación de textos. En ningún caso es nuestra intención menospreciar el trabajo ajeno ni incitar a discusiones distintas del tema que nos ocupa. 


Posible fuente de información
Una de las fuentes más utilizadas en internet para cualquier tipo de consulta es Wikipedia. Es opinión de muchos la existencia de algunos errores históricos y/o cronológicos en sus contenidos, pero no es el caso de las consultas que hemos realizado.

Las referencias sobre la pensión de Lavapiés las encontramos en las búsquedas Calle del Olivar y Madrid galdosiano, contenidos donde aparecen citas bibliográficas orientativas pero de escaso valor documental.

En Madrid galdosiano encontramos cierta confusión al intentar ordenar lo contado por D. José Pérez Vidal sobre las casas que habita el joven Galdós al llegar a Madrid. Transcribimos el contenido de Wikipedia y el texto de la cita bibliográfica:

«Recién llegado recaló por poco tiempo en el barrio de Lavapiés, en una pensión de la calle del Olivar; de allí se mudó a un segundo piso del número 3 de la calle de las Fuentes, a otra pensión más céntrica, cercana al Teatro de la Ópera de Madrid, donde se hospedaban sus paisanos Miguel Massieu y Fernando León y Castillo, compañero de colegio en Las Palmas, y que ya llevaba en la capital española dos años como estudiante de Derecho».
Se cita: Pérez Vidal, José. «En aquella casa.» CSIC/Congresos Internacionales de Estudios Galdosianos. Consultado en agosto de 2014.

Esta cita bibliográfica sólo hace referencia a la calle de las Fuentes.
«La documentación académica y otros papeles nos informan de que Galdós, al llegar a Madrid en septiembre de 1862, se alojó en la calle de las Fuentes, 3, 2.°, y de que allí mismo se hallaban hospedados dos estudiantes paisanos suyos: Fernando León y Castillo y Miguel Massieu.» [8]

En cuanto a la consulta sobre la calle del Olivar, en la que se especifica que Galdós vivió en una pensión de Lavapiés, Wikipedia indica:

«Algunos biógrafos del escritor canario Benito Pérez Galdós, lo citan como vecino de paso en esta calle recién llegado al Madrid decimonónico que luego inmortalizaría en el conjunto de su obra. Aunque no se ha confirmado, Galdós aterrizó en una pensión del popular barrio de Lavapiés antes de instalarse en otra de la calle de las Fuentes». [9]

Si bien advierten que «no se ha confirmado», citan la fuente que recoge tal afirmación: (Montero Alonso, José; Azorín, Francisco; Montero Padilla, José (1990). Enciclopedia General de Madrid. Madrid: Méndez y Molina Editores. p. 398. ISBN 8486686067).

El título correcto es Diccionario General de Madrid, de los citados autores, en cuya página 398 se cuenta la historia de la calle y se añade al final: «En ella, en una pensión instalada en el número 9, vivió durante seis años Pérez Galdós». D. José Montero Alonso firma el texto.

Definitivamente, este párrafo es aclaratorio. La afirmación del tiempo que vive el joven en esa pensión y la numeración que se le atribuye en la calle del Olivar, es motivo suficiente para reconocer el error que se cometió en su momento y que ahora se toma como cierto.

Aclaramos que la pensión donde Galdós reside durante largo tiempo –más del que se indica- es la ubicada en la calle del Olivo, 9 – 2º, en la que se instalará en 1863 y allí vivirá hasta 1871.

De las menciones que en la prensa se hacen sobre la pensión de Lavapiés, hemos reservado para este momento la que ofrece más datos:

«En 1862, llega a Madrid para estudiar Derecho, más por empeño paterno que por interés propio. Se instaló junto con otros compañeros de instituto en una pensión en Lavapiés, no muy lejos de la Puerta del Sol, el recién inaugurado Teatro Real y el Ateneo Científico y Literario, del que poco después se haría socio».[10]

El siguiente plano nos muestra la ubicación de la supuesta pensión de la calle del Olivar y la verdadera de la calle del Olivo. Es evidente la cercanía de la segunda con la Puerta del Sol, Teatro y Ateneo.


La confusión entre la calle del Olivar con la del Olivo viene a demostrar que el joven estudiante no vivió en Lavapiés dos días, ni seis años. Tengamos en cuenta que en el citado Diccionario no se hace referencia a la calle del Olivo (entendemos que por no existir en el callejero actual); tampoco se incluye la de Mesonero Romanos, nombre que adquiere la antigua del Olivo en 1883.

A pesar de nuestra afirmación, puede surgir una duda razonable que formulamos con esta pregunta: Debido a la supuesta premura del viaje ¿pudo encontrarse Galdós sin casa donde pernoctar al llegar a la capital? Mantenemos nuestra postura. El viaje tuvo que ser organizado con antelación y cuidando todos los detalles.

El propio escritor le dice al Bachiller Corchuelo en una entrevista: «… me mandaron aquí con León y Castillo». Y así tuvo que ser, por los motivos que ofrecemos a continuación.


Vivir en una casa de huéspedes
En 1850 existían en Madrid unas 450 casas de huéspedes. El precio de este tipo de alojamiento oscilaba entre los 6 y los 40 reales diarios; las más corrientes costaban entre 14 y 16 reales. Los particulares alquilaban parte de sus estancias, incluyendo muebles, comida y buen trato en un ambiente decoroso. Los inquilinos gozaban de la compañía y las atenciones de los dueños, y disfrutaban de buenos guisos.

Era condición para hospedarse en estas casas contar con referencias, conocimiento o fianza del huésped a admitir. Así, como veremos más adelante, al ingresar el joven Galdós en una de estas casas, no bastará con ser conocido de un alojado, sino que necesitará el aval de un fiador.

La persona del fiador quedaba representada por sujeto conocido en la sociedad, de cierto renombre, pariente o amigo con aval suficiente que diese garantías del decoro y posibles de él mismo y del fiado.

En este primer periodo, Galdós se hospedará en la casa de la calle de las Fuentes, 3, piso 2º. La persona que responde como fiador es don Luis Francisco Benítez de Lugo, marqués de La Florida. Por su parte, León y Castilla se alojaba en esta casa de huéspedes desde 1860.

Entendemos que este último ya tenía conocimiento de la llegada de su amigo a Madrid y contó con la firma del marqués, es decir, con el trámite burocrático necesario. Por consiguiente, tuvo que existir comunicación previa indicando el propósito de enviarle a estudiar a «La Docta», como era conocida la Universidad Central por ser, desde 1857, la única autorizada en España para entregar el título de Doctor.

Solo unos meses estuvo en aquella casa de huéspedes. En 1863, Galdós se trasladará desde la calle de las Fuentes a esta pensión de la calle del Olivo, con esquina a la de Abada.

En 1912 se publicaba una biografía de Galdós para la colección Los garndes españoles. Sus redactores, Luis Antón del Olmet y Arturo García Carraffa, se habían reunido con el escritor en varias ocasiones. De lo contado por Don Benito, transcribimos el dato que aportan los citados biógrafos:
«Al llegar a la corte fue a vivir a una casa de huéspedes situada en la calle de las Fuentes, número 3. Allí tenía también su hospedaje otro ilustre canario, el Sr. León y Castillo, que en aquella época era camarada y compañero de carrera de Pérez Galdós.
El ilustre escritor permaneció sólo seis o siete meses en la casa de la calle de las Fuentes. Después se trasladó al número 9 de la calle del Olivo (hoy de Mesonero Romanos) y allí vivió seis o siete años». [11]


La pensión de la calle del Olivo, 9 – 2º
El edificio no era como el primero que habitó, sino de menor categoría; posiblemente, por lo que sabemos, se trataba de una fonda con pensión para estudiantes en diferentes plantas del edificio, de las que abundaban en los alrededores de la Puerta del Sol, y que era conocida con el nombre o apodo de «La pajarera», porque allí se hospedaban varios canarios.

Así la recordará Leopoldo Alas «Clarín» en el Tomo primero de sus Obras Completas - Galdós (1912):
«Un día del verano del 71, esperaba yo en el vestíbulo de una fonda de esta ciudad a que bajara un amigo mío a quien había avisado que le esperaba allí. Maquinalmente me puse a leer la lista de huéspedes que tenía delante, y vi que uno de ellos era D. Benito P. Galdós. Con ánimo de visitarle pregunté por él inmediatamente a un camarero que pasaba. «Ahí le tiene usted», me respondió señalando a un joven vestido de luto que salía del comedor». 

En ese lugar, polígono irregular con fachada a ambas calles, se levantará en 1962 el edificio de una emblemática firma comercial. Esto significa que desconocemos la fisonomía del edificio que ocupó la pensión; sin embargo, sí podemos confirmar que aparece en el plano de Teixeira de 1656 y posteriormente en la Planimetría de Madrid (1749-1770), con modificaciones en el terreno que la acercan a una construcción del siglo XVIII.



Entre los vecinos del edificio, además de la Administración de La Ciencia, revista universal dedicada a la clase industrial, encontramos a Don Fermín Urdapilleta, médico homeópata que tenía su consulta en el entresuelo derecha. Seguramente en la esquina con Abada, don Mateo Rivera tenía un puesto de pescado. En el piso cuarto vivía el doctor José Negro y García, quien actuó durante la epidemia de Cólera de 1865. También había una peluquería donde se vendía Agua de Barcelona, preparado por una tal Josefa Martínez.

La importancia de esta pensión es fundamental en los datos biográficos, pues Galdós comenzará allí su etapa como periodista y escribirá algunas obras de teatro. Estas serán La expulsión de los moriscos (drama); El hombre fuerte (drama), y la comedia Un joven de provecho. Además, escribirá La Sombra, comenzará a narrar los sucesos históricos representados en La Fontana de Oro y nacerá la idea de escribir novelas seriadas, históricas pero breves; patrióticas, pero entretenidas. Iniciativa ésta que será aplaudida por su amigo, el periodista José Luis Albareda, quien le sugerirá el título de Episodios Nacionales. Al entusiasmado Galdós le gustará el título, y acordará comenzar la serie con Trafalgar.

El insigne escritor hará referencia a esta pensión en El doctor Centeno, recreando la atmósfera y fisonomía del lugar, además de a su casera o pupilera, doña Virginia:

«Llegaron por fin a su casa, que era de las que llamamos de huéspedes, y estaba, según cuenta quien lo sabe, en una mala calle situada en un barrio peor, la cual si llevara nombre de varón como lo lleva de hembra, se llamaría del Rinoceronte. Subieron al cuarto, que era segundo con entresuelo, por la mal pintada, peor barrida y mucho peor alumbrada escalera, y antes de que llamaran abrió con estruendo la puerta una hermosa harpía…».

En ese ambiente que el escritor describe en la misma novela con olor a fritanga, peligroso y con un pasillo largo, «con tres vueltas, parecido a una conciencia llena de malicias y traiciones», comenzarán las novelas de la primera época.


Conclusión
Con este análisis no pretendemos ser los dueños de la verdad, pero este breve estudio nos posiciona muy cerca de ella.

Salvo la presentación de documentos o referencias concretas distintas a las aquí ofrecidas, descartamos como hecho cierto la presencia del joven Benito Pérez Galdós en una pensión del barrio de Lavapiés, por considerar que la fuente de consulta más habitual advierte que no es un hecho contrastado y por detectar una confusión en el nombre de la calle que se atribuye a la citada pensión.

Como colofón, estas palabras de Benito Pérez Galdós que dan inicio a sus Memorias de un desmemoriado:

«-Simplón, no temas dar a la publicidad los recuerdos que salgan luminosos de tu fatigado cerebro y abandona los que se obstienen en quedarse agazapados en los senos del olvido, que ello será como si una parte de tu existencia sufriese temporal muerte o catalepsia, tras de la cual resurgirá la vida con nuevas manifestaciones de vigorosa realidad».


Para la contestación:
Eduardo Valero García


Bibliografía y Cibergrafía

[1] VALERO GARCÍA, Eduardo, 2019. Benito Pérez Galdós. La figura del realismo español. Valencia: Editorial Sargantana, pp. 95-99. ISBN: 978-84-17731-36-6
NOTA: La otra casa de Galdós es un descubrimiento dado a conocer por el autor en la Biblioteca Regional de Madrid Joaquín Leguina el 13 de marzo de 2018 durante la conferencia titulada La llegada de Galdós a Madrid y casas que habitó.

[2] NIELFA CRISTÓBAL, Gloria, et al., 1986. Madrid en la sociedad del siglo XIX. Vol. I. Madrid: Cosejería de Cultura CAM - Revista ALFOZ, p. 273. Obra completa: I.S.B.N.: 84-86635-00-4 p. 273

[3] Ortiz-Armengol indica que el joven bachiller regresó a Las Palmas después de graduarse; sin embargo, teniendo en cuenta que su último examen se realiza el día 6 y que el vapor zarpa del puerto de San Telmo el día 8, poco tiempo tuvo para regresar a su ciudad natal. En este sentido, la mayoría de los biógrafos hacen referencia al 9 de septiembre como fecha de partida, lo que le sitúa en Tenerife.
- ORTIZ-ARMENGOL, Pedro, 2000. Vida de Galdós. Barcelona: Editorial Crítica. ISBN: 84-8432-073-1 

[4] FANJUL, Sergio C., 2019. EL PAÍS. Madrid presume de Galdós. EL PAÍS. 18 de octubre. Disponible en: https://elpais.com/ccaa/2019/10/18/madrid/1571392983_822160.html [Consulta: 19 de octubre de 2019]
NOTA: En esta entrevista se cita a Eduardo Valero, autor de la iniciativa para la concesión del título de Hijo Adoptivo de Madrid a Benito Pérez Galdós. En ningún caso Valero dio esa información ni la ratifica.

[5] DELGADO, Adrián, 2020. El Madrid agradecido a un «madrileño» nacido en Las Palmas. ABC. 1º de enero. Disponible en: https://www.abc.es/espana/madrid/abci-madrid-agradecido-madrileno-nacido-palmas-202001010236_noticia.html [Consulta: 1 de enero de 2020]

[6] ROCES, Pablo R., 2020. Tres paseos por el Madrid de Galdós en su centenario: de las casas de Fortunata y Jacinta a los Episodios Nacionales. El Mundo. 4 de enero. Disponible en: https://www.elmundo.es/madrid/2020/01/04/5e0f8e99fdddff27208b4620.html [Consulta: 4 de enero de 2020]

[7] CASTAÑO, Santiago, 2014. Benito Pérez Galdós, un Madrid de novela. En: Cosas de los madriles.Disponible en: https://cosasdelosmadriles.blogspot.com/2014/10/benito-perez-galdos-un-madrid-de-novela.html [Consulta: Diciembre de 2019]

[8] Sin autor. Madrid galdosiano. Wikipedia. Disponible en: https://es.wikipedia.org/wiki/Madrid_galdosiano [Consulta: Diciembre de 2019]

[9] Sin autor. Calle del Olivar. Wikipedia. Disponible en: https://es.wikipedia.org/wiki/Calle_del_Olivar [Consulta: Diciembre de 2019]

[10] BERNAL, Iratxe, 2020. Galdós, el pulso de la vida. El Comercial. 4 de enero. Disponible en: https://www.elcomercio.es/culturas/libros/galdos-pulso-vida-20200104000407-ntvo.html [Consultado: 4 de enero de 2020]

[11] OLMET, Luis A. y GARCÍA CARRAFFA, Arturo (Autores secundarios) 1985. Benito Pérez Galdós, el canario más universal. Boletín informativo: Aguayro. Las Palmas de Gran Canaria: Caja Insular de Ahorros de Gran Canaria, núm 163, p. 8. ISSN: 0212-5021



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