lunes, 2 de marzo de 2020

Banquete de homenaje a Benito Pérez Galdós en Madrid

El Bienio Galdosiano y este Centenario del fallecimiento de Don Benito Pérez Galdós han servido y sirven para ofrecer el tan merecido homenaje que le tributan algunas ciudades de España desde sus gobiernos e instituciones. Homenaje más que necesario y que se suma a los celebrados desde hace muchos años sin repercusión mediática ni pompa y boato.
En Las Palmas de Gran Canaria, su ciudad natal; y en Madrid, su ciudad vital, Pérez Galdós y su monumental obra llegan al público general y a sus admiradores desde multitud de eventos. Momento idóneo para recuperar la grandeza del novelista después de años de silencio, volver a la vida sus personajes y advertir la vigencia de su discurso.

Don Benito, homenajeado cien años después de su fallecimiento, recibió en vida innumerables muestras de afecto y admiración. Hoy queremos ocuparnos de un homenaje en particular, los banquetes celebrados en su honor hace ciento treinta y siete años.


Portada de Madrid Cómico del 15 de abril de 1883
Caricatura realizada por Ramón Cilla.
Texto:
NUESTROS NOVELISTAS
BENITO PÉREZ GALDÓS
Galdós, la gloria de España
sería mucho más célebre
á no llamarse Benito
y á más de Benito Pérez.
Historia urbana de Madrid ISSN 2444-1325
MADRID Y GALDÓS


Madrid, 1883
En enero de 1883 fallecía el marqués de Salamanca y en febrero uno de los cultivadores de las novelas por entregas, D. Ramón Ortega y Frías. En mayo nacía José Ortega y Gasset. Un año antes, en abril, había fallecido Don Ramón de Mesonero Romanos.
Con motivo de la Exposición de Minería, quedaba inaugurado el palacio de Velázquez de El Retiro. Otras inauguraciones de aquel año fueron el monumento a Isabel la Católica y la Cárcel Modelo. El 4 de abril, Alfonso XII colocaba la primera piedra del templo de Santa María de la Almudena.
Se editaba en un volumen La cuestión palpitante *, de Emilia Pardo Bazán, con prólogo de Leopoldo Alas Clarín, y en septiembre, Manuel y Antonio Machado ingresaban en la Institución Libre de Enseñanza.
* Señora y distinguida amiga: hace tiempo que pensaba escribir a V. felicitándola por los admirables artículos de La Cuestión Palpitante, en los cuales, adelantándose V. a los críticos más perspicaces, ha dicho cosas tan verdaderas, hermosas y oportunas, en un estilo que seguramente podrían envidiar a V.los que con más empeño han cultivado la dicción castellana. [1]

Marzo y el homenaje
Tiene este dichoso mes fama de inconstante, de ser muy dado a los vientos, que es como darse a los demonios; de ser frío y caliente, húmedo y seco, de reproducir, a veces, las cuatro estaciones en el breve término de un día.
Benito Pérez Galdós. Madrid, 1887.

Los primeros días de marzo de 1883 se anunciaba en los periódicos la celebración de un banquete en honor a Pérez Galdós. La comisión encargada de la organización convocaba a todos los entusiastas de la obra del escritor para tributarle un homenaje de admiración y respeto. Todas las adhesiones se recibían en la Librería de Fernando Fé hasta el día 10 de marzo, al precio de cinco duros (25 pesetas). Con el pago se les entregaba una tarjeta, indispensable para acceder al local donde se celebraría el evento.
Aquella comisión estuvo formada por Eugenio Sellés, Triso Rodrigañez, Mariano Araus, Antonio Sánchez Pérez, Eduardo Santana, Andrés Mellado, marqués de Valdeiglesias, Alfredo Escobar, Isidoro Fernández Florez, Joaquín Martín de Olías, Mariano de Cavia, Félix González Llana, Pedro Bofill, Conrado Solsona, Luis Alfosno, Leopoldo Alas, Manuel Reina, Emilio Sánchez Pastor, José Navarrete, Armando Palacio Valdés y José Ortega Munilla.

Por su parte, la colonia canaria de Madrid, entre las que se encontraban distinguidas damas, iniciaba una suscripción para ofrecer al novelista una obra de arte de la que hablaremos más adelante.


La invitación
Los citados comisionados firmaban la invitación en la que se decía:
Como homenaje de admiración a un ilustre novelista que gloria de España desde que entregó á la publicidad sus primeras obras, es conocido y aclamado hoy en toda Europa, nació entre varios de sus devotos y entusiastas la idea de ofrecerle un banquete semejanza de los que en otros países cultos se realizan en honor de los hombres eminentes en las letras, en las artes y en la política.
Tal manifestación de respeto y entusiasmo nunca se pudo llevar á cabo con más razón que ahora. D. Benito Pérez Galdós, por su genio incomparable y por su asombrosa fecundidad, que resaltan vivamente sobre una singular modestia, es uno de los españoles que más honra y prez están dando a su patria. Al reunirse hoy en honor suyo, que ardientemente le admiramos, no solo respondemos a nuestros propios sentimientos, sino también, estamos segures de ello, a los de la gran mayoría de las personas cultas que con delicia han saboreado sus hermosas creaciones.
A todas ellas, pues, convocamos, y de todos esperamos un apoyo eficaz para efectuar la manifestación que se prepara.
No sólo los literatos y artistas deben honrar á los hombres que en artes y letras descuellan, sino igualmente a los que, sin profesarlas, las aman.
Los que suscriben, pues, acogerán con gratitud las adhesiones de cuantas personas tengan gusto en concurrir al banquete que se ha de realizar en honor de Pérez Galdós en día y lugar que oportunamente se anunciará en los periódicos.
La idea había nacido durante un banquete ofrecido a Eugenio Sellés, quien un año antes figuraba como miembro del comité de redacción de la revista naturalista Arte y Letras junto con Galdós. Según la prensa, Sellés será el promotor del homenaje; sin embargo, como veremos más adelante, Galdós menciona a Clarín como autor de la iniciativa.


Dos banquetes
Como hemos comentado, el precio de las adhesiones era de 25 pesetas, cantidad que no todos los admiradores de Galdós podían permitirse. Por tal motivo, los que tenían posibles la adquirían en la Librería de Fernando Fé (Carrera de San Jerónimo, 2), mientras que los menos adinerados se suscribían a un almuerzo popular en idéntica manifestación de admiración; lo hacían al precio de 3 pesetas en la Librería de Gutemberg (Calle del Príncipe, 14, teatro de la Comedia).

Hubo, pues, un almuerzo y una cena. La burguesía y el pueblo llano, cual novela de Galdós, eran protagonistas y parte de un capítulo más en la vida del escritor.
En la lista de inscripción quedaban asentadas personas de todas las clases sociales. Desde el obrero, el dependiente y la verdulera, hasta los políticos, jurisconsultos, militares, representantes de la Banca, de la aristocracia y de la sociedad elegante. Periodistas, poetas, escritores, arquitectos y lo más granado del arte pictórico, además de representantes de Universidades, Colegios, Institutos y diversos Círculos.


Madrid, lunes 26 de marzo.
Inauguración del Círculo Ayala
El lunes 26 de marzo fue el día señalado para tan sincero homenaje celebrado en el Círculo Ayala. El local, de escasa fachada pero con gran capacidad, era inaugurado ese mismo día por el señor José Novi y Pereda en el entresuelo y planta baja de la Carrera de San Jerónimo, 33.
Novi y Pereda fue director y empresario editor de las publicaciones El Pensamiento, La Ilustración de los Niños y Álbum Artístico-Teatral.

El edificio, medianero con el palacio de Miraflores, fue demolido en la década de los 60 del siglo XX. En el espacio que ocupaba, junto con el situado en el número 31 (antiguo), se encuentra hoy la Consejería de Justicia de la Comunidad Autónoma de Madrid (actual número 13).


Aquel día, la temperatura máxima fue de 14º y la mínima de 4º, con cielo cubierto y lluvias intermitentes. Las observaciones sobre el clima se hacían entonces desde la calle del Príncipe, Óptica del Sr. Aramburo.


Homenajes en la prensa
El Glogo publicaba en portada un extenso artículo biográfico sobre Galdós. Destacaba un retrato del escritor que podemos apreciar en detalle más adelante, en este trabajo. Pero de mayor calidad era la fotografía nítida y perfecta que quedaba impresa en estas palabras:
Modelos de perfecto realismo son las novelas de Pérez Galdós; pero no de ese realismo que está reñido con toda belleza y todo ideal, sino de aquel otro que sin traspasar nunca los límites de la verdad sabe idealizar discreta y delicadamente lo que la realidad nos ofrece. Sus personajes, llenos de carácter y da vida, arrancados a la realidad palpitante, tan distantes de la abstracción y de la alegoría como de la imitación servil del modelo, interesan y conmueven sin traspasar la esfera de lo ordinario ni perderse en los tiempos de la idealidad romántica.
Nunca necesita apelar a lo inusitado para producir el apetecido efecto: antes sabe interesar con sencillísimos recursos y conmover sin mengua de la belleza y de la verdad, ni daño notorio de la sensibilidad del lector. Cuadros de historia o de género, trazados con realismo admirable, llenos de delicados detalles y de acabados efectos, y siempre encerrados en los infranqueables límites da la belleza y del gusto; tales son las novelas de Pérez Galdós.
No menos que sus méritos literarios, las avaloran el pensamiento y la intención que de ellas se advierte. Sin sacrificar jamás la forma a la idea, ni caer en los extravíos del arte docente, en todas ellas ha sabido encerrar su autor un pensamiento filosófico, moral o político de tanta profundidad como trascendencia. (...) Tal es Pérez Galdós. Pintor admirable de la vida humana, observador minucioso y reflexivo, pensador de notables alcances, escritor fácil, correcto y elegante en ocasiones, más rico en ingenio que en imaginación, y más en imaginación que en sentimiento, es, sin duda, uno de los más notables novelistas contemporáneos, y en España el primero de los que hoy viven. Modesto hasta la exageración, trabajador infatigable, apacible en su trato, sencillo en sus costumbres, el hombre vale en él tanto o más que el escritor. Tan imposible es tratarle y no quererle, como leer sin interés y deleite sus bellas producciones, de las cuales arranca el movimiento de regeneración de la novela española, antes tan abatida y miserable, hoy en vías de prosperidad y progreso, merced al discreto ingenio de Pérez Galdós.

Portada de El Globo. Año IX (Segunda época) Núm. 2711
Madrid, 26 de marzo de 1883

Otros periódicos, como La Época, también publicaban ese día amplias reseñas sobre Galdós en su portada. En el caso de este periódico, seguía al texto la publicación del capítulo XVIII de La Cuestión Palpitante.


Los banquetes
Por la mañana se celebró el almuerzo para las 200 personas que pagaron 3 pesetas. El menú estuvo compuesto por paella, carne y jamón en dulce, postre, café, copa y cigarros.
Don Benito asistió a los postres y recibió los vivas y aplausos propios de quienes le apreciaban y admiraban. Recorrió el salón mesa por mesa, estrechando manos y aceptando abrazos. No hubo brindis, y cuando Galdós se retiró fue escoltado hasta el Ateneo por muchos comensales, entre ellos, jóvenes y escolares.

Por la tarde, a las siete, se reunieron los otros 230 invitados que pagaron cinco duros. A las siete y media las mesas ya estaban ocupadas por señores de frac y corbata blanca, militares con sus brillantes uniformes y otras personas vistiendo con menos pompa. Según un corresponsal de La Correspondencia de España, en una misma mesa podía verse «a un ex ministro, un teniente coronel, un actor dramático, un librero, un poeta, un periodista, un cónsul, un médico, un alcalde, un pintor y un magistrado».

Presidiendo el banquete, en el centro de la mesa, estaba sentado Pérez Galdós; a su derecha Sellés y a su izquierda el escritor y periodista José de Castro y Serrano. A la derecha de Sellés, el pintor José Casado de Alisal; frente a Galdós, D. Emilio Castelar; a la derecha de este, José Echegaray; a la izquierda, el señor Riaño, director de Instrucción pública. Antonio Cánovas del Castillo llegó a los postres y Galdós le cedió su asiento.

El banquete fue suculento; platos bien guisados y bien servidos, a pesar de la cantidad de comensales. Según contaron, en el menú figuraba la mano experta de un cocinero del rey, autor de los siguientes platos:


Casi finalizada la pantagruélica cena, comenzaron a repartirse unas cuartillas impresas; en ellas, el discurso que leería Galdós en el momento del brindis.


Discurso de Galdós
Descorchadas las botellas de Champagne, el insigne escritor se puso en pie pero no leyó el discurso, en su nombre y con voz alta y clara lo hizo el señor Ramos Calderón. Demás está decir que el interlocutor fue interrumpido en varias ocasiones por los vítores y aplausos.
Señores:El temor de no ser bien oído ante tan numerosa concurrencia, por lo escaso de mí voz y por la natural emoción que no puede menos de embargarme a la hora de dirigiros la palabra, me muevo a introducir este inusitado pero eficaz modo de expresar mi gratitud, aunque a la vez haya de acompañarlo con una protesta.
Sí, señores: yo protesto del honor insigne que Vuestra bondad me tributa. Protesto en nombre de privilegiados ingenios, aquí presentes, a quienes hace mucho tiempo venero y admiro. Protesto en nombre de otros que aquí faltan, pero que donde quiera que se hallen, merecen, no sólo mis simpatías, sino mi sumisión y mi entusiasmo. Protesto en nombre de cariñosos amigos y afectuosos colegas que, ya oculten su gloría en el modesto rincón de una provincia o la paseen por el esplendor de una corte, me han tenido siempre por discípulo y yo los contaré siempre como modelo. Protesto, en fin, a nombre de celebridades literarias que hace poco hemos perdido, y a las cuales, señores, ni aun se ha otorgado todavía el honor de una solemne tumba. De Bretón de los Herreros, el padre de nuestro teatro moderno; de Hartzenbusch, el padre de nuestra lengua y de nuestra crítica contemporánea; de Mesonero Romanos, no ya el padre, sino el preceptor de todos nosotros en la práctica de la literatura amena, maestro en gracejo y el donaire de los escritos; maestro en la verdad y lozanía de los cuadros; maestro en la intención y trascendencia de los asuntos; de Fernán Caballero, en fin, cuyas admirables narraciones, impregnadas de un espíritu tan nacional como cristiano, han introducido con honor la literatura española de nuestros días en el concierto de las literaturas europeas.
Todos estos han debido merecer antes que yo, y muy por encima de mí, honores como el presente.
Dígolo en verdad y sin falsa modestia. Si pues, en el día de hoy abrís la senda de públicas distinciones a ingenios literarios, y referís ésta de que soy pretexto a todos los que las merecen, y me dejáis, que yo se las adjudique en nombre vuestro, reservándome la mínima parta que me toque, entonces sí que puedo decir con satisfacción y con orgullo: Señores asistentes al banquete de 26 de Marzo, gracias, muchas gracias.
BENITO PÉREZ GALDÓS.
Hete aquí la humildad de Don Benito, su nobleza, su sobriedad y modestia.


Otros brindis y discursos
Mr. Arthur Hougthon, corresponsal del Standard de Londres y del Temps de París, fue uno de los primeros en brindar y enaltecer la figura literaria del homenajeado. Siguieron después otros brindis y discursos.
El militar y escritor Federico Madariaga dijo en su discurso «Hemos venido a rendir tributo de admiración a una de las más puras glorias de nuestra patria, demostrando que los militares no somos opuestos al espíritu progresivo de este siglo, que colocamos sobre todas las conquistas las conquistas de la inteligencia, y sobre todas las fuerzas las fuerzas del saber».
Echegaray, subido en una silla, recordó en su discurso que «en otra época se cantaban las ruinas de Troya, se cantaba a Prometeo, se cantaba a Edipo. En la sociedad moderna hay también grandes luchas, hay también Prometeos, hay también Edipos, y el señor Galdós estudia y canta todas esas luchas, todos esos deseos, todas esas aspiraciones, recorriendo un campo vastísimo desde las desventuras de la pobre prostituta en La Desheredada, hasta el grito de guerra de un pueblo que se revuelve contra sus opresores».
El discurso de Emilio Castelar, elocuente y extenso, fue interrumpido en varias ocasiones por los aplausos. Había comenzado hermanando «todas las altas aspiraciones de la inteligencia en las múltiples manifestaciones en que se presentan, deduciendo de aquí que el hombre, al luchar por un ideal, se aproxima a Dios por lo grande del pensamiento».
Como había hecho Galdós en su discurso, Castelar también hizo referencia a las celebridades olvidadas.
La envidia ha sido siempre causa de que los hombres modestos que se han sacrificado toda su vida por un trabajo honrado no hayan flotado a la superficie en nuestra patria; y así como nuestros vecinos los franceses suelen responder con una carcajada burlona a los actos más serios y formales, nosotros también, por nuestra parte, solemos olvidarnos con frecuencia de nuestras glorias mas legítimas.
Parecen palabras premonitorias de lo que será, años más tarde y durante casi un siglo, el trato penoso y nada merecido que reciba Galdós por aquellos que le envidiaban y eran contrarios a su ideal. Por aquellos que aun en el siglo XXI continúan manchando la imagen del insigne novelista e infravaloran su monumental obra.

Finalizaba su discurso con estas palabras: «Puesto que todos venís aquí a rendir tributo al ilustre y modesto novelista, permitid que mi palabra sea la humilde luciérnaga que se esconda entre las hojas de laurel que habéis ceñido sobre su frente».

El último discurso fue pronunciado por Cánovas del Castillo, quien contestó a Castelar por no estar de acuerdo con algunos puntos de su disertación. ¡Estos políticos!
He venido aquí sólo con el intento de tener la dicha y la gloria de estrechar la ilustra mano del eminente Sr. Galdós. No pensaba hablar, pero las circunstancias y vuestra benevolencia me obligan a ello».
«Así como no hay patria sin literatura, no hay literatura sin patria, porque la una produce la otra, y esta fortalece a aquella. No son, no, términos antitéticos política y literatura, sino que ambas ideas son el modo de ser de la patria y ambas propenden al mismo fin; conquistar en lo material y en lo moral poder y gloria para la nación».
«No he de negar, pues, mi aplauso, mi entusiasta aplauso, mi admiración a los que cultivan la literatura con la conciencia, con el genio y con la gloria que el Sr. Galdós.

Los regalos
Entre un discurso y otro, fueron apareciendo los valiosos regalos presentados a Galdós. Uno de ellos ha dado motivo a la realización de este artículo después de una conversación mantenida con D. Luis Verde Muntan, bisnieto de Galdós. Se trata del entregado por una comisión de canarios residentes en Madrid. Plato mudéjar de hierro creado por Arturo Mélida en el que campeaban elegantes alegorías de las obras de Galdós.

Emilia Pardo Bazán visitará la casa del escritor en la Plaza de Colón, 2; describirá este precioso regalo en su artículo El Estudio de Galdós: «...y más arriba, descansando en un cuadro de felpa roja, domina el conjunto el gran plato de hierro forjado, esmaltado, repujado y nielado con que obsequiaron al novelista sus paisanos, los canarios residentes en Madrid». [2]
Podemos verlo en esta fotografía de Laurent. Valiosísimo documento que, junto a otra, muestran el lugar donde nacieron diecisiete novelas, entre ellas, Fortunata y Jacinta; varios cuentos; la segunda serie de los Episodios Nacionales y la monumental empresa de los Ilustrados; además, la adaptación de Realidad para el teatro.



La Junta del Círculo Nacional de la Juventud le regaló una edición de Fausto; la Librería de Córdova, un precioso mueble con las obras en miniatura del escritor escocés Walter Scott.
Por su parte, el escritor y dramaturgo Ricardo Blanco Asenjo, una pluma de oro y esmalte; y Agustín Querol, en nombre de la prensa valenciana, un colosal ramillete de tres cuerpos de camelias y rosas.


Cartas y telegramas de adhesión
Desde Ateneos, redacciones de periódicos y casas de solemnes personalidades, llegaron las cartas y telegramas de Santander, San Sebastián, Vitoria, Coruña, Oviedo, Barcelona, Burgos, Palencia, Murcia, Almería, Córdoba, Alicante y Valencia. También desde el ministerio de Ultramar, la Colonia americana de París, Centros literarios, libreros y editores.

A las once de la noche, después de los discursos, se rompió la solemnidad y el banquete se convirtió en una fiesta de admiración que se fue desvaneciendo en la fría noche de aquel lunes de marzo.

Tres días más tarde, Galdós comentará a Clarín en una carta: «La cosa resultó tan grande que casi no he vuelto de mi espanto, y no puedo pintarle a V. la confusión, el regocijo, la gratitud, la tontera, la vergüenza, el entusiasmo y el terror que yo sentía aquella noche (y aquel día, porque también hubo día)».


Difamando, como siempre
Los días anteriores y posteriores, hasta bien entrado el mes de abril, todos los periódicos del país hablaban del banquete; unos con muestras de admiración y otros, como era de esperar, menospreciando el evento y al homenajeado. Así, La Ilustración Católica, decía en su número del 5 de abril al referirse al banquete:
Debemos ser justos. Pérez Galdós protestó de su alabanza en nombre de otros ingenios que viven y que han muerto, sin que nadie haya pensado en tributarles tan ruidoso y solemne homenaje; se mostró modesto en apoteosis, haciendo resaltar la parcialidad sospechosa de sus admiradores, que no lo han sido tanto de otros escritores de más mérito, cuyas obras serán inmortales. En este punto Pérez Galdós merece sincera alabanza. 
Hasta aquí, todo bien; pero enseguida brotó la hiel de los que acusaban a otros de sus propios males.
Pero no diremos lo mismo de sus amigos, los cuales más que a las letras han rendido homenaje al espíritu liberal que anima las obras de Galdós, espíritu insidioso que bajo las bellas formas de la novela, inocula en el ánimo de los lectores el odio hacia las creencias e instituciones que hicieron grande y gloriosa a nuestra patria.
No diremos que el banquete del 26 haya sido una fiesta masónica, pero sin vacilar afirmamos que al festejar a Galdós se ha festejado al novelista liberal, preparando con este acto la serie de apoteosis de escritores de la misma escuela que iremos viendo, si Dios nos da salud, medio eficaz de contribuir a los éxitos confeccionados por el compadrazgo literario de este siglo, el más tonto y el más infeliz que se ha conocido, a juzgar por sus enormes tragaderas.
Sentenciaban:
De hoy en adelante no tendremos artistas laureados ni coronados, como los antiguos, que se alimentaban de mirtos y laureles; tendremos, para honor de nuestro siglo, artistas rellenos, fritos y trufados, que podrán enseñar a las generaciones futuras el arte sublime de hacer tripas corazón.

En noviembre aún sonaban algunos acordes desafinados, como los que se suelen interpretar hoy en día. El periódico El Día, del 4 de ese mes, hacía referencia al banquete y corona de oro que por suscripción nacional se ofrecía al maestro Emilio Arrieta. Apuntaba en el pentagrama:
La generación anterior veía el genio en la frente del poeta Ayala o en la del pintor Gisbert, y les ofrecía una corona; la actual quiere enaltecer a Pérez Galdós o Arrieta, y les obliga a aceptar unas chuletas a la parrilla o una ración de salmón a la mayonesa. La admiración se traducía antes en el aplauso de un pueblo: hoy se expresa apurando, como en la solemnidad de Colón, setecientas botellas. ¿Será este el realismo que defienden los partidarios de ciertas escuelas?.

El homenaje de José Alcalá Galiano
Después de esas manifestaciones de odio hacia el renovador de la novela española, volvemos a la realidad. José Alcalá Galiano había sido destinado en 1883 como cónsul en Newcastle-on-Tyne (Inglaterra). Desde allí enviará el mensaje de adhesión y admiración a su amigo. Lo hará en el poema titulado A Benito Pérez Galdós. Carta-brindis, ilustrada con el retrato de un poeta ausente que quiere brindar, ya que no puede comer.
Reproducimos un fragmento de la deliciosa carta, firmada el 8 de marzo de 1883.

Sigue, insigne novelista,
Sacando de tu cacumen
Lo que te inspire tu numen
De filósofo y artista.

Con el fuego de tu mente
Cual taumaturgo has logrado
Hacer presente el pasado,
y hacer futuro el presente.

Sigue mirando el abismo
Del corazón insondable,
Con tu puño formidable
Da azotes al fanatismo;

Quita la sucia careta
A la vil hipocresía,
Y al cinismo y la falsía
Hazles sentir tu palmeta.

Pinta de los torpes vicios
La raíz y los misterios;
De los locos adulterios
Descubre los precipicios.

Pinta….. pero basta ya,
Que el literario concurso
Con esta carta-discurso
Casi durmiéndose irá.

Delante de mi retrato
Llena una copa, Galdós:
Vamos á brindar los dos
Con vino de literato.

Tú brinda por mi memoria;
Yo brindo por tu renombre,
Que la gloria de tu nombre
Es ya de tu patria gloria.

Brinda con el corazón.
Cual yo con el alma entera.
Por tus hermanos, Valera,
Por Pereda y Alarcón.

Si te exaltas cuando ves
Vibrar en la escena el rayo.
Brinda también porTamayo,
Echegaray y Sellés.

Brinda con sed, con amor,
Por los dioses de la lira:
Zorrilla, que aún nos inspira,
Núñez de Arce y Campoamor.

Y por no quedar beodo
Con tantos brindis, á una
Brindemos por la fortuna
Y por la fama de todos.

Y ahora, artistas y poetas.
Perdonad al desterrado,
Si, charlatán, ha abusado
Dando su alma en sus cuartetas.

De una cosa estad seguros:
No soy intruso, y advierto,
Que he pagado mi cubierto
Mandando mis cinco duros.

JOSÉ ALCALÁ GALIANO


Para el bello sexo


El periódico quincenal La Guirnalda rendía homenaje a su principal escritor con la publicación de dos pliegos, uno de dibujos y otro de bordados, en el que aparecían el retrato de Benito Pérez Galdós «bordado a litografía», y el patrón para bordar el marco del retrato «en sedas matices sobre terciopelo de color claro».
Las instrucciones eran las siguientes: «El retrato y marco se hace sobre terciopelo blanco, bordando de relieve con felpillas el ramo y mariposa a imitación de porcelana. El atributo literario se borda con torzales o de aplicación de raso con sedas. Si el marco fuese de gró, debe bordarse matizado. El retrato puede ponerse de fotografía o bordado a litografía. Debe tenerse cuidado de dejar tela bastante al marco para el montado del retrato».

A falta de conseguir el retrato bordado por alguna Jacinta o aquellas señoras de las Micaelas –porque de Fortunata seguro que no-, nos conformaremos con el retrato litografiado del Galdós casi cuarentón publicado por La Ilustración Española y Americana del 30 de marzo de 1883.




El doctor Centeno
Ya que hacemos referencia a La Guirnalda y al año de 1883, recordamos la publicación de la novela El doctor Centeno, aquel denonado compañero de Marianela que abandona su tierra y a su familia para probar fortuna en Madrid.
En el número del domingo 20 de mayo el periódico anunciaba que en esa misma semana se ponía a la venta el primer Tomo de la novela al precio de 3 pesetas. Los suscriptores podían pedirla a la Administración del periódico al precio de 2,50 pesetas. Además, como deferencia a sus lectores y admiradores de la obra de Pérez Galdós, publicaba un capítulo, hasta ese momento inédito.




Las cuartillas
Las cuartillas de los dos tomos que comprenden El doctor Centeno aparecieron a principios de 1984 en el Liceo Francés de Madrid y el 12 de enero del mismo fueron entregados por la Sra. Danielle Mitterrand, esposa del Presidente de Francia, al Gobierno español, presidido por Felipe González.
En 1897 Gladós regala estos valiosos manuscritos a don Juan de Macías y del Real y este en 1914 a «Alejandro Míquis», alias del doctor, escritor y periodista Anastasio Anselmo González y Fernández.
El 27 de febrero de 1984, el Director general del Libro y Bibliotecas los entrega a la Biblioteca Nacional de España, donde se conservan. [3]



«Introducción a la Biología
I
Con paso decidido acomete el héroe la empinada cuesta del Observatorio. Es, para decirlo pronto, un héroe chiquito, paliducho, mal dotado de carnes y peor de vestido con que cubrirlas; tan insignificante, que ningún transeúnte, de éstos que llaman personas, puede creer, al verle, que es de heróico linaje y de casta de inmortales, aunque no esté destinado á arrojar un nombre más en el enorme y ya sofocante inventario de las celebridades humanas. Porque hay ciertamente héroes más ó menos talludos que, mirados con los ojos que sirven para ver las cosas usuales, se confunden con la primera mosca que pasa ó con el silencioso, común é incoloro insectillo que á nadie molesta, y ni siquiera merece que el buscador de alimañas lo coja para engala-[nar su colección entomológica…]. [4]

En el ángulo superior derecho de la cuartilla podemos ver la fecha en la que Galdós comienza a escribirla. El 24 de mayo del mismo año comenzará el segundo Tomo.


Realidad…, del siglo XXI
En este siglo XXI seguimos leyendo y escuchando palabras camufladas, disonantes, de supuesta erudición, que esconden cierta animadversión hacia Galdós y su obra; un menosprecio que pretende situarle, a golpe de falacias arcaicas, por debajo de otros escritores de su tiempo.
También el encumbramiento de unos en busca de la invisibilidad de otros, como denunciaba Leopoldo Alas Clarín en una extensa crítica sobre El doctor Centeno, publicada en la Hoja literaria de El Día del domingo 5 de agosto de 1883.
Ni aún después del magnífico triunfo, sin igual en España, obtenido por Pérez Galdós en la célebre manifestación de entusiasmo que todos recuerdan, puede conseguir este novelista insigne, que ni reparte empleos, ni agencia bombos, lo que cualquier mequetrefe que se mete a literato alcanza, sin más que correr, ir y venir, de redacción en redacción, solicitando alabanzas impresas, patentes de ingenio que más bien son de corso. Triste cosa es que para los más de nuestros periodistas sea mayor incentivo para coger la pluma y escribir de asuntos literarios, el impertinente ruego del amigo sin méritos, pero intrigante y pesado que el verdadero talento, modesto, prudente y comedido, que espera a que la crítica juzgue, sin buscar recomendaciones para ganar el pleito.
El Doctor Centeno, que sólo por ser la más reciente obra de Galdós era digna de ocupar la atención pública y las crónicas de los revisteros y críticas, apenas ha obtenido, hasta ahora, más que sueltos vulgares, breves y del todo insignificantes, por lo que se prodigan.
Verdad es que el público, sin esperar a que la crítica se lo recomiende, ha leído el libro, ha consumido en pocos días las primeras ediciones. Pero esto mismo, que es gran satisfacción para el autor, es nuevo motivo de censura respecto de la crítica.
Yo recuerdo, y no quiero citar nombres, porque no hay para qué, novelas absurdas de autores resueltamente ineptos, que hace pocos meses llamaban la atención de toda la prensa y obtenían grandes alabanzas, bien sabe Dios que sin merecerlas...
Cambiamos lo de “novela” por muchos artículos de la prensa actual, algunas biografías, varios discursos y tanta charlatanería que se cuenta por las calles en un supuesto homenaje a Galdós.


Lo que dijo Galdós del banquete
Reproducimos un fragmento de la carta que Galdós envía a Clarín el 29 de marzo, tres días después del homenaje, en la que le agradece la autoría y lamentan su ausencia en el banquete.
Como digo, la cosa resultó tan grande, que no resulta hecha por mí, sino por todos. Ha sido la inauguración de una era nueva, el primer grito de la literatura nueva y progresiva contra la caduca, ajada, mustia ya descompuesta de aquellos sectores tan enamorados del pasado.
La cosa es grande, y da mucho que pensar. (…) Porque la del 26 tiene una significación profunda que no todos ven. Creo que el porvenir nos dirá muchas cosas que V. y yo y otros habríamos previsto.
Después, hace referencia a los ilustres invitados, D. Emilio Castelar, a quien llama «Carleta». De este dice que se había portado y había estado «sublime, como siempre». De D. Antonio Cánovas del Castillo, al referirse a su presencia en el acto, dice que había sido de «importancia inmensa». Elogia también a Echegaray, «que estuvo admirable, grande y modesto» y agradece a Castro y Serrano la idea de llevar a Cánovas.

Le recomienda a Clarín que si habla del banquete en la prensa de Madrid elogie a todos los citados, incluidos los militares, los médicos y los artistas. Le pide que no ataque a la Real Academia ni la nombre: «Es mejor el silencio».


Para finalizar
El martes 27 de marzo El Liberal dedicará página y media a relatar lo acontecido aquel lunes de homenaje a Galdós. El periodista, cuyo nombre desconocemos, acaba el extenso artículo con un subtítulo: «En su estudio». Pone en él toda su admiración hacia el insigne escritor, a quien imagina entrando en su estudio de la Plaza de Colón.
En lugar de transcribir ese relato, preferimos publicarlo tal y como se conoció, con sus letras de molde originales; negro sobre blanco; tinta embebida en la pasión por el novelista.



Constancia, tesón, sacrificio y voluntad de trabajo que hoy conforman un valiosísimo legado y la verdadera humanidad de D. Benito Pérez Galdós.




Finaliza aquí este artículo del que espero se acepte o se entienda la crítica añadida. He prescindido de las muchas noticias que se publicaron aquellos días sobre Galdós, su persona y su obra. Considero la muestra presentada como suficiente para tener una idea clara de lo que a favor o en contra se contaba.


Este trabajo va dedicado a D. Luis Verde Muntan como muestra de gratitud y respeto.

Eduardo Valero García




Bibliografía y Cibergrafía

Los fragmentos de la correspondencia de Benito Pérez Galdós que se citan corresponden a:
SMITH, Alan; RODRÍGUEZ SÁNCHEZ, María A; LOMASK, Laurie, Benito Pérez Galdós. Correspondencia, Madrid, 2016, Ediciones Cátedra (Grupo Anaya, S.A.)

[1] B. Pérez Galdós – Fragmento de carta dirigida a Emilia Pardo Bazán, con fecha de 5 de marzo de 1883.

[2] PARDO BAZÁN, Emilia, Nuevo Teatro Crítico. Año I, núm. 8. Agosto de 1891.

[3] Según consta en la nota mecanografiada relativa a las procedencias del manuscrito. Forma parte del conjunto de cuartillas que atesora la Biblioteca Nacional de España, citado a continuación.

[4] Sede de Recoletos – Sala Cervantes. Signatura MSS/22227 V. 1
MSS/22227 V. 2. Puede consultarse online en la Biblioteca Digital Hispánica desde este enlace http://bdh-rd.bne.es/viewer.vm?id=0000252149&page=1


Biblioteca Nacional de España (Hemeroteca y Biblioteca digital hispánica)
www.bne.es

Biblioteca digital memoriademadrid
http://www.memoriademadrid.es/

Plano de situación del Círculo Ayala:
HISDI-MAD. IDE histórica de la ciudad de Madrid. 2013© Consejo Superior de Investigaciones Científicas. http://www.idehistoricamadrid.org


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