viernes, 16 de agosto de 2019

Cuatro historias del Café Central. Madrid, 1884 a 2019.

El Café Central cumplió el 12 de agosto sus 37 años de vertiginosa vida. Ubicado en la plaza del Ángel, es uno de esos locales de jazz, pero de prestigio internacional y con solera, que aporta ritmo, luz y color a las noches madrileñas.

En 1991 ya era el octavo de Europa, según la revista Wire (Inglaterra), especialista en la materia, y uno de los cien locales del mundo donde se podía escuchar jazz de calidad, según la lista publicada en 2001 por la revista Down Beat (EE. UU.).

En 2005, la Academia de la Música le otorgaba el merecido Premio a la Difusión de la Música; y no era para menos, porque durante aquellos más de cuatro lustros habían pasado por los escenarios del pintoresco café grandes figuras del jazz nacional e internacional, además de otros géneros.

No hace mucho tiempo, el mítico café estuvo en peligro de desaparecer. Por fortuna no fue así y hoy podemos celebrar este aniversario con cuatro historias; la primera, asociada al lugar que ocupa; la segunda, por un estruendoso apercibimiento que la gerencia del Café Central hizo al programa Jazz entre amigos de Radio Televisión Española. La tercera, el recuerdo a Tete Montoliu en un momento difícil del Central, y la cuarta,  rememorando el trigésimo aniversario y el peligro de cierre.


1 - El elegante comercio de José Prat, antes de Eguidazu
Según los datos de Catastro, el edificio donde se encuentra el Café Central fue construido en 1880 y ocupa una superficie de 1229 m2 de parcela. Tiene acceso por la calle de Atocha, número 35 y por el número 10 de la plaza.




En abril de 1903 un comerciante abría las puertas del elegante comercio ubicado en la plaza del Ángel, número 11. Se trataba de don José Prat (1863-1932), muy conocido por el público madrileño al haber trabajado en el negocio del señor Ginés Pereantón.

Si bien el negocio de Pereantón estuvo destinado en la década de los 70 del siglo XIX al ramo textil, con tiendas en la calle Jacometrezo, 11; Tres Cruces, 8, y la Sociedad Pereantón Hermanos, también del ramo textil, en la calle del Pez, 17; en 1881 se embarcará en el negocio de la cristalería abriendo fábrica y tienda en la Cuesta de Santo Domingo, 1. Allí, José Prat adquirirá los conocimientos que le sirvan después para abrir su negocio en solitario.




Realizó Prat grandes modificaciones estructurales y de decoración en el local que desde 1884 había sido de Juan Eguidazu, comerciante de molduras alemanas, marcos, oleografías, cromos y grabados.




La tienda de Eguidazu era muy conocida por los artistas y la aristocracia madrileña; además, con mucha frecuencia se publicaba en la prensa la llegada de nuevas oleografías de motivos religiosos, al parecer muy demandadas y en ocasiones de venta por cupones en los periódicos.




El nuevo dueño continuará ofreciendo estos productos, además de extender el negocio al ramo de la cristalería, lunas y espejos. Después sumará las tarjetas postales y variedad de recuerdos de primera Comunión. Vivirá con su familia en el principal del edificio, justo encima de la tienda.

En aquellos tiempos el paisaje de la plaza difería mucho del que hoy conocemos. No existían los hoteles que flanquean las esquinas con la calle de San Sebastián y la plaza de Santa Ana. De hecho, donde se encuentra el hotel NH Collection Palacio de Tepa estaba la famosa relojería de Canseco; y antes de los almacenes Simeón (hoy hotel ME Madrid Reina Victoria), estuvo el Centro del Ejército y la Armada, en el edificio que había sido palacio de Montijo y de Teba.

Al poco tiempo, el negocio de Prat ya era uno de los más afamados de la villa y corte. Un reclamo publicitario aseguraba que ofrecía gran variedad «en gustos modernos, a precios sin competencia». Además, ostentará el título de proveedor de la Real Casa.




Los talleres estaban en la calle Olivar, número 22, donde se realizaban los biselados a máquina y la decoración de lunas y cristales en molduras nacionales y extranjeras.

Con respecto a la numeración de la calle no hay que sorprenderse. En aquellos tiempos, como muestra el siguiente plano comparativo, el 11 correspondía al actual número 10. Hacia octubre de 1921 cambiará de forma intermitente a número 12, conviviendo con el 11.




En 1906, con motivo de la boda de Alfonso XIII con Victoria Eugenia de Battenberg, se colocaron en el escaparate de la tienda dos hermosos retratos de estos, ampliaciones iluminadas al pastel manufacturadas por la Sociedad artística internacional J. A. Richiardi, de Londres.






En 1925 abrirá otra tienda en la calle de Atocha, números 45 y 47 (misma parcela). Allí el negocio estará destinado a la venta de objetos de arte, porcelanas y cerámicas. Y en 1926 será punto de venta, anuncios y subscripciones para la Revista de las Españas, además de sumar otro tipo de productos distintos a la decoración.





Y tan conocido era don José Prat y su comercio que llegó a organizar un baile de Folie en el hotel Ritz. Las invitaciones, como es lógico, se repartían en su tienda de la plaza del Ángel.

Pero don José fallecerá el 18 de mayo de 1932, a los sesenta y nueve años.



Su hijo se hará cargo del emporio Prat y un año más tarde fundará la Sociedad anónima CRISTAL MADRID, con oficina central en el longevo comercio.






Allí se comercializó en los años 70 el cristal CRISTAÑOLA, producido por la Cristalería Española, S.A.; también el cristal de aislamiento térmico y acústico ISOVER, fabricado por La Veneciana, S.A.

La antigua cristalería cerrará sus puertas a principio de los 80. El 12 de agosto de 1982 reabrirá sus puertas como Café Central.

Se pueden contar por miles los conciertos que desde entonces viene ofreciendo este café orientado principalmente al jazz, pero por el que han pasado artistas de otros géneros musicales, todos ellos de gran importancia.


Fotografía antigua: https://www.juancato.es/madrid/cafes.htm




2 - Televisión Española en el Café Central
Esta es una de esas historias que son anécdota y así la cuento, como una de las tantas curiosidades que ofrecen los comercios madrileños.

En 1990 el Café Central ya presentaba artistas del jazz de fama internacional. El reconocimiento más allá de nuestras fronteras llegaba pronto; quizá por eso TVE quiso grabar allí un episodio del programa Jazz entre amigos, presentado por el desaparecido Juan Claudio Cifuentes («Cifu, para los amigos», como él mismo decía en su programa de radio).

Jazz entre amigos estaba dedicado íntegramente al jazz en todos sus estilos. Se emitía por la Segunda Cadena semanalmente y su duración era aproximadamente de dos horas.

La grabación, en directo, se realizó el 28 de mayo de 1990 durante la actuación de George Adams Quartet y se emitió el 13 de octubre.

Lo curioso es que Cifuentes comenzó el programa haciendo una crítica destructiva hacia el Café Central. En el siguiente vídeo de los archivos de RTVE podemos ver al locutor despachándose a gusto sobre la que para él fue una deplorable actitud por parte del local.





«¡Qué fuerte!», dirá el común de los mortales. Pero más estridente fue la respuesta del Café Central en un comunicado remitido a la prensa. Inserto la publicada en el diario ABC del 30 de octubre de 1990 [1], donde se dan las explicaciones pertinentes:




Se puede responder más alto, pero no más claro.
Considero que Cifuentes no estuvo acertado y, siendo tan sabio como era en temas musicales, la partitura que le dieron desafinaba bastante. Él era la cara visible del programa, por detrás estaban Javier Díez Moro (director, guionista y realizador), y Alejandro Ruiz Sanz (Productor), por eso no merece que se le cargue toda la culpa.



3 - Tete Montoliu y la crisis del 94
Muchos de los que tuvimos empresa allá por los años 90, nos encontramos con una crisis complicada de afrontar. Así y todo salimos adelante, como lo hizo el Café Central gracias a la valiosísima colaboración del afamado pianista Tete Montoliu.

El verano de 1994 se presentaba desolador, poca gente en las salas de conciertos y mucha en las terrazas. Esto, sumado a la situación económica, ponía en peligro el futuro del café.

Gerardo Pérez, fundador del Café Central junto con Miguel Ángel (Nanye) Blázquez, siempre recuerda aquel momento de estrecheces y cómo Tete Montoliu se preocupó por la supervivencia del café.

El mes de agosto del sofocante 94, Tete Montoliu, a piano solo, tocó todas las noches en el Central. El pianista catalán había rebajado el caché y su presencia allí representó un lleno absoluto durante cinco semanas, más la primera de septiembre.





«Tete tenía una forma especial de producir felicidad en el público. Teníamos el agua a la altura de la frente y él nos la puso por debajo de la nariz para que pudiéramos respirar», había dicho Gerardo Pérez en una entrevista para el diario El Mundo del 21 de abril de 2005 [2].

Destaco el sabio razonamiento de Nanye Blázquez en la misma entrevista:
«A veces Madrid se pone introspectiva, pero también es cierto que nosotros no sabemos hacer otra cosa. Dependemos del público: mientras tenga ganas de música, le prepararemos un concierto cada noche».



4 - 30 años de historia y amenaza de cierre
Muchos años han pasado desde aquellos conatos de destrucción. Primero por la difamación desde TVE; después, por la crisis de los 90.

El cambio de siglo traerá otro aniversario, pero también malas noticias. Si en 2012 celebraba su trigésimo aniversario con un cartel excepcional, dos años más tarde, en 2014, se conocía la noticia de su posible desaparición.

El 1 de enero de 2015 se cumplirían 20 años de la entrada en vigor de la Ley de Arrendamientos Urbanos (LAU de 1994) por la que se extinguían los contratos de renta antigua y sus prórrogas. Para la gerencia del Central aquello suponía el cierre inevitable por representar un esfuerzo económico difícil de afrontar. De pagar un alquiler de 5000 €, la cifra se disparaba a 12000€.

A finales de septiembre de 2014 se realizaba una petición al Ayuntamiento de Madrid a través de Change.org con la intención de evitar el cierre. Bajo el título de «Salvemos el Café Central», la plataforma consiguió 33.708 firmas.

Afortunadamente, por una laguna legal, el Central conseguirá sobrevivir por cinco años más. La disposición transitoria tercera de la ley recoge que cuando se haya realizado un traspaso del local entre 1985 y 1995, los plazos contemplados se alargarán cinco años.

Confiamos en que, pasado ese lustro, las condiciones continúen siendo favorables para el Central; porque la especulación no puede seguir afectando a los comercios que con denuedo han ofrecido tanto al madrileño y visitantes.

Continuemos disfrutando de su pintoresca terraza por las mañanas y tardes. Gocemos de los conciertos que ofrece el Café Central cada noche. Y, sobre todo, que no veamos desaparecer del paisaje urbano madrileño este local de 139 años, en el que la transparencia del cristal dio paso a la armonía musical.

Ubicado en el histórico barrio de Las Letras, no encuentro frase mayor para identificarlo que un párrafo de don Benito Pérez Galdós en el que dice de un tejido tan sutil como la seda:
...tejido armonioso, cuyas hebras menudas y rígidas producen cierto ruido argentino, como el que produciría una cabellera de cristal agitada por el viento...

 

Eduardo Valero García


Bibliografía y Cibergrafía

[1] Café Central (30 octubre 1990). Jazz entre amigos, o entre clientes. ABC-Espectáculos, p. 104 [Consultado el 30 de julio de 2019] Disponible en: http://hemeroteca.abc.es/nav/Navigate.exe/hemeroteca/madrid/abc/1990/10/30/104.html

[2] SANCHIDRIÁN, Antonio. (21 abril 2005). Vivir el Cafe Central. El Mundo, pp. 16-17. [Consultado el 30 de julio de 2019] Disponible en: https://www.cafecentralmadrid.com/wp-content/uploads/2013/04/El-Mundo-Vivir-el-Caf%C3%A9-Central-21-de-Abril-del-2005.pdf

Otras fuentes de consulta:
Café Central

rtve.es


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© 2019 Eduardo Valero García - HUM 019-002 CAFECENTRAL
Historia Urbana de Madrid
ISSN 2444-1325

2 comentarios:

  1. La especulación será la de los inquilinos de los locales, que pagan rentas muy bajas y cobran a los que se sientan en la terraza o en la barra precios desorbitados bien actualizados. Que poca vergüenza.

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  2. Mi madre compraba allí todos los marcos para los retratos de la familia, comunión, retratos familiares, yo recuerdo muy bien la cristalería

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