Hace muchos lustros que las bebidas refrescantes del verano madrileño dejaron paso a los modernos brebajes que hoy conocemos. Los hay con gas y sin él; dietéticos o vigorizantes; nacionales o extranjeros; de diversos colores y texturas. Pero nada como las limonadas y la fresca horchata de otros tiempos. O como el agua, azucarillos y aguardiente que llegó a ser protagonista de la zarzuela homónima, de Miguel Ramos Carrión y Federico Chueca. "Agua, azucarillos y aguardiente" fue estrenada en el Teatro Apolo de Madrid el 23 de junio de 1897.
Nada más refrescante que aquellas aguas salidas directamente del botijo. Ese artilugio español que también tuvo protagonismo en la citada zarzuela con una alegoría:
Al Botijo
Soneto
Desprecio del Japón o de la China
el grandioso tibor de porcelana,
el vaso etrusco, el ánfora romana,
y la tinaja griega y damasquina.
Te canto a ti, que el agua cristalina
sabes frigorizar sin pompa vana,
expuesto en el balcón o en la ventana,
a los besos del aura vespertina.
Cuando mi boca en ti, bello cacharro,
busca ardorosa el abundante chorro
y con mis manos cálidas te agarro,
siempre encuentro propicio a mi socorro,
el caudal que refrescas en tu barro
y que brota sutil por tu pitorro.”
Lo firma Asia Pérez, la poética protagonista del sainete.
Majestuoso recipiente artesanal, dinosaurio de todos los envases conocidos, que continúa cumpliendo su función de apagar la sed y, a su vez, servir de rústico objeto decorativo. Con un gran rival llamado frigorífico, el botijo no se amedrenta y se empeña en refrescar los gargueros de campesinos y obreros.
Pero como todos los avances de la ciencia y el oportunismo, siempre surge algo que hace sombra a lo ya conocido. Y esto es lo que ocurrirá con una invención nacida en el epílogo del siglo XIX:
El Sifón Sparklets
Este artilugio con aspecto de pimentero o moderno sacacorchos no es otra cosa que el sofisticado y primitivo sifón que muchos añoramos y cuya existencia se ha visto reducida a un envase de plástico desechable carente de aquella funda enrejada que alguna vez fue de metal.
En una época en la que comenzaba a preocupar la salud, el cuidado personal y el bienestar -de las clases pudientes, claro- el sifón Sparklets sumará el concepto de beber sano a la lista de conocidas bebidas "medicinales" tan de moda en las últimas décadas del siglo XIX, como por ejemplo el agua Vichy, Mondáriz, Marmolejo, etc.
Eran tiempos de las aguas termales, los cereales, la gimnasia y algún que otro aparato eléctrico de dudosa seguridad. En ciudades como Madrid proliferarán las Casas de Baños, como la de Felipe Neri que estaba en la calle de las Hileras.
El magnífico sifón se componía de tres cuerpos. El receptáculo, de vidrio blanco, de forma y tamaño similar a una botella de Champagne y recubierta con una malla de metal, tenía en la boca una rosca interior donde se atornillaba el segundo cuerpo; éste consistía en una esfera de metal niquelado que por su interior estaba atravesada por un tubito que ponía en comunicación el primer cuerpo con el tercero; el cual consistía en una caperuza que se atornillaba también al segundo cuerpo y que estaba destinado a recibir en él la cápsula llamada "Sparklets".
Advertimos que, aunque hoy parezca una tontería, en aquellos tiempos el proceso de licuar el ácido carbónico con un líquido por medio de esta herramienta era, si acaso, un tanto sofisticado.
La "Sparklets" era una cápsula ovoide prolongada por uno de sus extremos, en el que se encontraba un cierre de acero que se perforaba al hacer funcionar la botella, dejando paso al ácido carbónico comprimido que encerraba en su interior. Magnífica capsulita que a pesar de su reducido tamaño contenía gas a cuarenta atmósferas de presión.
Funcionamiento
Una vez añadido el líquido en el primer cuerpo, se colocaba la cápsula en el segundo y a continuación se colocaba el tercero, es decir la caperuza. Al enroscarla, un ruido similar a un pinchazo indicaba que el ácido carbónico se había mezclado con el líquido del interior de la botella, formando un espeso líquido que, una vez bebido, sentaba a las mil maravillas.Para ilustrar lo explicado, nada mejor que esta fotografía del año 1899 donde podemos ver al ávido instructor en el movimiento anterior al de colocar la caperuza y convertir agua en gaseosa.
Revista Moderna III (109) 1899 |
Los primitivos sifones "Sparklets" se comercializaban en Madrid en la calle del Arenal, número 5, en una preciosa tienda llamada La Cocina, propiedad del Sr. Hipóla.
Una publicidad del año 1900 indicaba que en la calle Preciados, 58 se vendía "verdadera agua de Seltz" en sifón gigante por 15 céntimos, y con entrega a domicilio.
Trataremos en posteriores artículos de otro sifón, el madrileño de Espumos Herranz.
Guarrerías del siglo XIX
Los compradores del invento recibían, además del aparato, un "prospecto" de instrucciones con algunas sugerencias a modo de recetario.La Revista Moderna, 1899 |
Como hemos visto en la publicidad, además del tradicional agua de seltz, los usuarios podían producir todo tipo de gaseosas: un delicado Champagne a partir de un peleón vino blanco y de la pasteurizada leche una riquísima bebida espumosa.
Sifón PRANA Sparklets
Más tarde, en los principios del siglo XX, los madrileños que se lo podían permitir accederán con más facilidad al comercializado Sifón "PRANA" Sparklets de venta en Casa Clausolles, Carretas, 35; J. Ripoll y Cía., Costanilla de los Ángeles, 4; I. Orueta, Peligros, 6; Martín y Durán, M. Pineda, 10; Bazar Quirúrgico, Carretas, 13 y el nuevo local del tal Sr. Hipóla en la Carrera de San Jerónimo, 16.
Publicidad ABC - Agosto 1912 |
Para entonces el sifón tenía un nuevo diseño, similar al que muchos hemos conocido, a pesar de nuestra juventud. Permítanme el sarcasmo.
En 1915 el sifón costaba 6,75 Ptas., y las cápsulas para 12 sifones 1,60 Ptas., exactamente el mismo valor que en 1912. El modelo familiar, de doble tamaño, costaba 9,50 Ptas., y las 12 cápsulas 2,50 Ptas. Las cápsulas que se devolvían vacías, es decir las retornables, tenían un precio de 0,50 Ptas.
Publicidad ABC - Agosto 1915 |
Termina este breve recuerdo a los sifones Sparklets, invento que sin duda revolucionó los hogares madrileños por su "Comodidad, Higiene y Economía". Aparato ideal para la casa o para llevarlo de viaje, con el que se podía dar rienda a la imaginación agregando espuma a cualquier mezcla, emulando al famoso Chicote o al más atrevido alquimista.
Debo confesar que continúa rondando en mi cabeza, como un pensamiento difícil de encajar, la imagen de aquel valiente que añadió ácido carbónico a la leche y le resultó un manjar.
Bibliografía
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Todo el contenido de la publicación está basado en información de prensa de la época y documentos de propiedad del autor-editor.
En todos los casos cítese la fuente: Valero García, E. (2017) "Sifón Sparklets: el refresco del Madrid veraniego", en http://historia-urbana-madrid.blogspot.com.es/ Historia urbana de Madrid ISSN 2444-1325 [VER: "Uso del Contenido"] • Citas de noticias de periódicos y otras obras, en la publicación.
• En todas las citas se ha conservado la ortografía original.
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Historia urbana de Madrid ISSN 2444-1325
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Entretenido y bien hecho el articulo,me ha retrocedido en el tiempo,gracias.
ResponderEliminarUn saludo de G.M.P.
Muchas gracias por el comentario! Son tantas las cosas y costumbres que han quedado dormidas en el tiempo... bueno es recordarlas y añorarlas. Un pequeño chute de juventud :) Saludos!
Eliminar¿EMBASES?
ResponderEliminarHace daño a los ojos... y a la cultura.
EliminarCraso horror de ortografía que se nos ha escapado de la sabiduría por ver sin mirar, o ir más deprisa que el cerebro... o andar ese día descerebrados.
Lamentamos el horror, ya rectificado, y agradecemos el aviso.
Saludos!