En nuestro anterior artículo, que recordaba a los sifones Sparklets, hacíamos referencia a las sanas costumbres que sobre la salud tuvieron su máximo esplendor en el siglo XIX. Nuevas modas o tendencias donde no faltaban las aguas mineralizadas y sus propiedades curativas.
No solo se trataba de practicar la ingesta del líquido elemento sino también la de recibir sus baños hidroterápicos en todos los estados del agua. Es por ello que hoy recordaremos un lugar que existió y tuvo fama en el Madrid decimonónico.
De Historia Urbana de Madrid
De Historia Urbana de Madrid
El balneario de San Felipe Neri
Cercano a los Caños del Peral y de los primitivos Baños Moros de D. José Grimaldo, nacerá en 1858 un complejo dedicado a los conocidos entonces como "Baños Rusos" que, bajo el nombre de Balneario de San Felipe Neri, llegará a ser uno de los más importantes de Madrid y se nutrirá de las aguas de la laguna subterránea de la Plaza Mayor.
Situado en la calle Hileras, número 2, duplicado (más adelante Hileras, 4), en 1864 ampliarán sus instalaciones y el servicio a su clientela, reinaugurando las instalaciones el 1 de enero de 1865.
De grandes dimensiones será aquel balneario que también tendrá entrada por la calle Bordadores, número 3, donde se encontraban las camas de la casa de baños.
Hemeroteca digital BNE - Diario Oficial de Avisos de Madrid, 31 de diciembre de 1864 |
De grandes dimensiones será aquel balneario que también tendrá entrada por la calle Bordadores, número 3, donde se encontraban las camas de la casa de baños.
Hemeroteca Digital BNE - Publicidad: La Unión, 17 septiembre de 1880 |
El balneario, dirigido por los doctores Joaquín Delhom, Manuel Arnús y Felix Borrell, de la Sociedad Hidrológica Médica de París, ofrecerá, ya en su establecimiento, ya llevándolos a domicilio, tanto baños de agua como de vapor. Baños sulfurosos artificiales; con sales de mar; eléctricos; carbónicos; medicinales según receta; generales o locales. A esto hay que sumar las inspiraciones atmhídricas e hidro-pulverulentas.
Aquel Balneario de San Felipe Neri no solo se centrará en los baños hidroterápicos en sus más variopintas versiones sino que, además, ofrecerá al público un servicio permanente de baños portátiles, ya de agua caliente, ya de vapor, tanto de día como de noche.
BNE - Del opúsculo del Balneario de San Felipe Neri, Madrid, 1870 |
Desde su inauguración hasta 1870 habían pasado por los baños 32.000 bañistas.
El número 4 de la calle Hileras alberga en la actualidad al Restaurante Moaña, de típica cocina gallega, y el edificio ya no es el que era, es de construcción nueva (aproximadamente 1940).
El número 4 de la calle Hileras alberga en la actualidad al Restaurante Moaña, de típica cocina gallega, y el edificio ya no es el que era, es de construcción nueva (aproximadamente 1940).
Las instalaciones
Como hemos dicho, el balneario ocupaba gran parte de las calles Hileras y Bordadores (entre las calles de Arenal y Mayor) y contaba con bañeras de mármol y otras de zinc estañado, muy propias para el invierno; baños de vapor simple y del llamado sistema ruso; duchas, desde las más enérgicas y potentes hasta las abluciones más suaves; pilas para baños artificiales y de mar; además de aparatos atmosféricos y de pulverización.
El plano nos muestra las diferentes estancias y las tuberías que para cada estado del agua discurrían por el edificio. Podemos observar una serie de pasillos a cuyos lados había unos cuartos de cinco metros cúbicos de capacidad y dos elevaciones que estaban destinados a los baños de vapor y de chorro. Un generador de vapor exterior con presión de dos o tres atmósferas alimentaba las estufas a través de un tubo; dicho tubo comunicaba con unas calderitas de cobre que se cerraban herméticamente y tenían en su interior un vaso donde se colocaban las sustancias sólidas o líquidas, aromáticas, emolientes, balsámicas, etc. Las calderitas disponían de dos llaves, una para llenar los baños-estufa de vapor y la otra para los chorros de vapor. También había un aparato para los potentes chorros de agua de Lozoya.
Los cuartos sudatorios disponían de las comodidades necesarias; una camita, algunos muebles y los enseres indispensables para desnudarse antes del baño. Una vez realizado el tratamiento el paciente volvía a estas dependencias para descansar, lavarse y vestirse luego.
Desde aquellos cuartos, y siempre guiados por un bañero o bañera, se accedía a los ya mencionados aposentos o baños-estufa, dotados de la calderita y tubos de duchas necesarios, que además disponían de una pequeña cúpula con mecanismo de doble válvula para la renovación voluntaria, graduada y no directa del ambiente. (ver FIG. 1, más abajo en este artículo)
El portal Memoriademadrid atesora dos tarjetas postales, que mostramos a continuación, con fotografías del balneario hacia 1930. Los originales se encuentran en el Museo de Historia de Madrid.
Ramón Gómez de La Serna relata en un artículo publicado en el diario El Sol del 25 de agosto de 1927: "El patio de los baños de San Felipe Neri era patio romántico, en que el agua subterránea ponía su dramático fondo, como si el agua estuviese ligada con las más lejanas fuentes y los más novelescos ríos."
Enfermedades del siglo XIX y su terapia
A continuación alguno de los métodos utilizados para el tratamiento hidropático de las enfermedades propias del siglo XIX. Creemos conveniente, para evitar cualquier confusión, reproducir el texto original del opúsculo redactado por los doctores Arnús y Borrell.
Interesante catálogo de enfermedades entre las que parece incluirse la masturbación como "pérdidas seminales nocturnas e involuntarias", posible de ser curada con un tratamiento -cuasi tortura- de chorros a presión sobre el "lomo".
El Diario oficial de avisos de Madrid del martes 23 de julio de 1878 revela un dato que puede echar al traste lo pintoresco y saludable que hasta ahora nos ha parecido el balneario:
La pobre cuarentona pasó a mejor vida dejando entre 10 y 20 reales, el terrenal parné, como pago del baño que quizá le produjo el fallecimiento.
Las tarifas
Las tarifas de baños y otros servicios en 1870 era la siguiente:
En el Salón de actos del Ayuntamiento se entregarán 70 premios de a 10 pesetas cada uno en la siguiente forma: 15 al grupo de viviendas, 20 al de madres y 26 al de niños, entregándoseles además a estos últimos cepillos de dientes, vasos de aluminio, pasta de dientes, frascos de elixir y vales para baños de limpieza en el balneario de San Felipe Neri. Noticia aparecida en "El Liberal" del 1 de julio de 1916, página 3.
Nos cuenta Pedro de Répide que, hacia 1850, funcionaban en la Villa y Corte 20 casas de baños. Los de La Estrella, en la calle de Santa Clara; los de Oriente, en la Plaza de Isabel II; los de Cordero, en la casa de este nombre, calle Mayor,1; los de Capellanes, en el número 1 de esta calle; los de Monier, en la carrera de San Jerónimo; los de Hortaleza, en el 142 de esta calle, en cuyo número 85 había otros, los de santa Bárbara; los de Zárate, en la calle Valencia; los de San Isidro, en la calle Mayor, 35; los de la Flora, 4; los de la Madera, 6; los del Paseo de Recoletos, 11; los de Guardias de Corps, en la calle Amaniel, 33; dos en la calle de Jardines, en el 14 y el 20; los de Caballero de Gracia, en el 56 y el 23; los de la calle del Mediodía Grande, 11, y los de Arango, en Chamberí.
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BNE - Del opúsculo del Balneario de San Felipe Neri, Madrid, 1870 |
El plano nos muestra las diferentes estancias y las tuberías que para cada estado del agua discurrían por el edificio. Podemos observar una serie de pasillos a cuyos lados había unos cuartos de cinco metros cúbicos de capacidad y dos elevaciones que estaban destinados a los baños de vapor y de chorro. Un generador de vapor exterior con presión de dos o tres atmósferas alimentaba las estufas a través de un tubo; dicho tubo comunicaba con unas calderitas de cobre que se cerraban herméticamente y tenían en su interior un vaso donde se colocaban las sustancias sólidas o líquidas, aromáticas, emolientes, balsámicas, etc. Las calderitas disponían de dos llaves, una para llenar los baños-estufa de vapor y la otra para los chorros de vapor. También había un aparato para los potentes chorros de agua de Lozoya.
Los cuartos sudatorios disponían de las comodidades necesarias; una camita, algunos muebles y los enseres indispensables para desnudarse antes del baño. Una vez realizado el tratamiento el paciente volvía a estas dependencias para descansar, lavarse y vestirse luego.
Desde aquellos cuartos, y siempre guiados por un bañero o bañera, se accedía a los ya mencionados aposentos o baños-estufa, dotados de la calderita y tubos de duchas necesarios, que además disponían de una pequeña cúpula con mecanismo de doble válvula para la renovación voluntaria, graduada y no directa del ambiente. (ver FIG. 1, más abajo en este artículo)
El portal Memoriademadrid atesora dos tarjetas postales, que mostramos a continuación, con fotografías del balneario hacia 1930. Los originales se encuentran en el Museo de Historia de Madrid.
Click sobre la fotografía para más información |
Click sobre la fotografía para más información |
Ramón Gómez de La Serna relata en un artículo publicado en el diario El Sol del 25 de agosto de 1927: "El patio de los baños de San Felipe Neri era patio romántico, en que el agua subterránea ponía su dramático fondo, como si el agua estuviese ligada con las más lejanas fuentes y los más novelescos ríos."
Dentro de los baños-estufa
Los baños-estufa, espacio donde el paciente recibía el tratamiento apropiado a sus afecciones, disponían de todos los objetos necesarios. Una camita o butaca de rejilla; un taburete para tomar los chorros; una pila de mármol empotrada en la pared que contenía agua fresca para empapar esponjas o compresas con las que debía mojarse frente y cara; un termómetro de líquido colorado para hacer más visible su oscilación; un reloj de agua o clepsidra para medir el exacto tiempo de duración de los chorros; manubrios fijos para apoyarse; un capacete de metal para proteger la cabeza de la fuerza y temperatura extrema de los chorros; y un timbre para llamar. FIG. 1 - BNE - Del opúsculo del Balneario de San Felipe Neri, Madrid, 1870 |
Enfermedades del siglo XIX y su terapia
Interesante catálogo de enfermedades entre las que parece incluirse la masturbación como "pérdidas seminales nocturnas e involuntarias", posible de ser curada con un tratamiento -cuasi tortura- de chorros a presión sobre el "lomo".
El Diario oficial de avisos de Madrid del martes 23 de julio de 1878 revela un dato que puede echar al traste lo pintoresco y saludable que hasta ahora nos ha parecido el balneario:
La pobre cuarentona pasó a mejor vida dejando entre 10 y 20 reales, el terrenal parné, como pago del baño que quizá le produjo el fallecimiento.
Las tarifas
Las tarifas de baños y otros servicios en 1870 era la siguiente:
Participación ciudadana
El 30 de junio de 1916 el Comité Femenino de Higiene Popular, bajo la presidencia de la marquesa de Alhucemas, repartirá premios a obreras y niños distinguidos por su limpieza y aseo en el XXV Concurso de higiene llevado a cabo en el distrito de Congreso. Elevento quedará inmortalizado por el fotógrafo Cortés en la revista Mundo Gráfico del 5 de julio de 1916.En el Salón de actos del Ayuntamiento se entregarán 70 premios de a 10 pesetas cada uno en la siguiente forma: 15 al grupo de viviendas, 20 al de madres y 26 al de niños, entregándoseles además a estos últimos cepillos de dientes, vasos de aluminio, pasta de dientes, frascos de elixir y vales para baños de limpieza en el balneario de San Felipe Neri. Noticia aparecida en "El Liberal" del 1 de julio de 1916, página 3.
Otros balnearios
Además de San Felipe Neri existieron otros muchos balnearios o casas de baños en Madrid, siendo de los más antiguos el de la calle Valencia, establecido a mediados del siglo XVIII, y el de la calle del Mediodía Grande, fundado en 1800. Más atrás en el tiempo funcionaron los célebres de los Caños del Peral y los de Jesús y María.Nos cuenta Pedro de Répide que, hacia 1850, funcionaban en la Villa y Corte 20 casas de baños. Los de La Estrella, en la calle de Santa Clara; los de Oriente, en la Plaza de Isabel II; los de Cordero, en la casa de este nombre, calle Mayor,1; los de Capellanes, en el número 1 de esta calle; los de Monier, en la carrera de San Jerónimo; los de Hortaleza, en el 142 de esta calle, en cuyo número 85 había otros, los de santa Bárbara; los de Zárate, en la calle Valencia; los de San Isidro, en la calle Mayor, 35; los de la Flora, 4; los de la Madera, 6; los del Paseo de Recoletos, 11; los de Guardias de Corps, en la calle Amaniel, 33; dos en la calle de Jardines, en el 14 y el 20; los de Caballero de Gracia, en el 56 y el 23; los de la calle del Mediodía Grande, 11, y los de Arango, en Chamberí.
© Eduardo Valero García – HUM 012-004 BSFN
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Increíble el archivo armado, la información que proveen es muy interesante. No sabía que en aquella época existían los caños de aluminio tal como se ven en las imágenes.
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