domingo, 8 de octubre de 2017

El Ayuntamiento compra un edificio por un duro. Madrid, 1981

Hace tan solo 36 años, en la década de los 80 del pasado siglo, surge la historia que da título al presente artículo. Es casi un hecho anecdótico que deriva del entonces renovado Plan Especial de Protección y Conservación de Edificios y Conjuntos Histórico-Artísticos de la Villa de Madrid.
Pero para llegar a la anécdota es necesario conocer someramente algunos aspectos del citado plan de urbanismo.

La historia que contamos hace referencia a la calle Toledo, aquí retratada a finales del siglo XIX o principios del XX.
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© 2017 Historia urbana de Madrid ISSN 2444-1325


En 1980 se ponía en marcha -no sin los siempre presentes desacuerdos en la corporación municipal-, el Programa de Actuación en la Zona Centro (PAC) que pretendía rehabilitar y conservar el patrimonio edificado existente, manteniendo al individuo residente. Con esto se intentaba evitar la demolición de edificios para convertir el centro de la ciudad en un gran centro comercial y empresarial; algo que en este siglo XXI no se ha tenido en consideración, sea por destrucción o remodelación casi radical de edificios emblemáticos.

En este sentido, el primitivo Plan Especial Villa de Madrid (1979) decía en dos de sus puntos:
1.º Preservar y conservar el patrimonio urbano en cuanto que tenga caracteres artísticos o históricos, demostrativos o significativos de formas de vida o de técnicas que sean consideradas como formando parte de un acervo cultural que es patrimonio de todos los ciudadanos.
2.º Preservar y conservar todos aquellos edificios y elementos que dan carácter a otros edificios o instalaciones singularizadas, de tal forma que se consideran parte integrante de ellos, que verían mermado su valor o parte de él si desapareciese el entorno en que se encuentran.
No se trataba de un capricho sino de una necesidad. Debemos tener presente que la precaria Ley de Arrendamientos de 1946 había paralizado la conservación y mejora de las viviendas en alquiler; además, el naciente interés de urbanizar el extrarradio propiciaba un abandono de la ciudad ya existente. Estos dos factores promovieron en parte la especulación inmobiliaria, fomentando el deterioro y posterior demolición.

A pesar de esto, enseguida aparecieron los detractores del plan de 1979 y las plataformas de defensa de los propietarios de fincas.



En el Plan Especial de 1980, de la Gerencia Municipal de Urbanismo del Ayuntamiento de Madrid, se establecieron tres categorías de protección: integral (el edificio se conserva tal cual está); estructural (mantenimiento de la fachada), y ambiental (el derribo implica una nueva construcción para evitar solares).

Pero el plan que nos ocupa, enmarcado en el ámbito del PAC, pretendía frenar la especulación de propietarios sin escrúpulos y la preocupación de vecinos sumidos en la incertidumbre de ver sus casas derruidas.
El Ayuntamiento gestionaba la compra de inmuebles con mayor necesidad de recuperación para rehabilitarlos y venderlos a sus habitantes a un precio inferior al de las viviendas sociales. En el distrito Centro se estaba negociando la compra de diez edificios, entre ellos algunas corralas, como la de la calle Miguel Servet.

Dicho esto -muy a grandes rasgos-, vamos a explicar cómo consigue el Ayuntamiento un edificio por cinco pesetas y cuál es, porque este edificio existe.


Un edificio por un duro
Comenzamos por el final contando que el edificio en cuestión fue construido en 1870, según Catastro, aunque ya figura representado con idéntica planta en las Hojas kilométricas de 1860. Seguramente, y como consta en una noticia de 1981, debió ser remodelado o reconstruido en 1885. [1]

Fachada del edificio antes de la rehabilitación

Se levanta sobre la calle de Toledo, entre las de Santa Ana y de las Velas (hoy de López Silva), casi enfrentado a la calle Sierpe y cercano al Mercado de la Cebada, y más aún al antiguo “Cinelandia”, cine sonoro al aire libre que hacía esquina con la calle Ruda.

Su numeración actual es el 91 de la citada calle. Anteriormente, desde el 1874, figuraba con el número 97. El cambio de numeración se efectuará el 6 de junio de 1931.

Consta de cinco plantas y una superficie gráfica de 57 m². En la planta baja dos locales comerciales, uno de ellos destinado a almacén y con sótano. Una vivienda por planta en las superiores, con una superficie de 55m² cada una de ellas (46 m² vivienda + 9 m² de zonas comunes). La planta quinta no es otra cosa que un trastero de 3m².



La fachada es mínima, con una longitud total de 3,80 m. Según noticias del diario ABC, el edificio tiene la categoría de “corrala”, información no proporcionada en otras fuentes consultadas. Las características no son propias de ese tipo de edificación. 





El Ayuntamiento la compra a un tal don Enrique –“que vive en Valladolid”-, por un precio simbólico de cinco pesetas (a peseta por planta). En el momento de la transacción sólo estaban ocupadas dos plantas, siendo sus vecinos personas de edad avanzada.

En 1982 la finca se rehabilita en parte y a los vecinos se les deja en régimen de alquiler de por vida ante la imposibilidad de comprar. Situación similar a la ocurrida con los vecinos de la casa llamada “de la vela” (Embajadores, 39), inquilinos longevos, jubilados, sin medios para hacer frente a las 400.000 pesetas, precio de venta marcado por el consistorio.

Casa de la vela (Embajadores, 39) que aún existe

También ese año, en el mes de agosto, el Ayuntamiento y la Caja de Ahorros de Madrid firmarán un acuerdo por el que la Caja concedía un préstamo ilimitado para “salvar urbanísticamente la ciudad”, proyecto que facilitaba la rehabilitación y compra de viviendas antiguas.

El préstamo, subvencionado a fondo perdido por el consistorio, tendrían en cuenta la situación económica y social de los ocupantes de las viviendas, ofreciendo un importe máximo equivalente al 70% de la inversión, amortizable en 10 años con un interés no superior al 13%.

Dos años más tarde, como había ocurrido en 1979, también aparecerán los detractores; en esta ocasión la Federación Regional de Asociaciones de Vecinos denunciaba que no era admisible cargar sobre los inquilinos el coste de la rehabilitación o modernización de las viviendas que ni siquiera eran de su propiedad.



En 1984, bajo el eslogan “SEGUIMOS MANOS A LA OBRA – PROGRAMA DE REHABILITACIÓN PÚBLICA”, la Empresa Municipal de la Vivienda anunciaba los trabajos ya realizados, los que se encontraban en ejecución y los que aún estaban pendiente de realización. En la siguiente lista damos cuenta de ellos.

Edificios rehabilitados:
Espino, 6
Mesón de Paredes, 79
Embajadores, 39
Toledo, 91
Abades, 18
Plaza de Cascorro, 11
Ribera de Curtidores, 13
San Cayetano, 10
Rodrigo de Guevara, 4

Edificios en rehabilitación:
Mira al Río, 9
Almendro, 7
Mediodía Grande, 20
Amparo, 11
Alamillo, 2
Pozas, 8
Embajadores, 16
Dos Hermanas, 15
Ribera de Curtidores, 8
Ribera de Curtidores, 9 Ext.
Abades, 5

Edificios en proyecto:
Sombrerete, 13
Tribulete, 12
Embajadores, 46
Paz, 8
Amparo, 71
Molino de Viento, 24
San Hermenegildo, 20
Santa Lucía, 4

Pero esto no era el todo. La tercera actuación del proyecto (1982) incluía un total de 10.820 viviendas para su rehabilitación, situadas en Lavapiés (2.000), el Rastro (4.700), Plaza de la Cebada (150), Plaza Mayor (300), Puerta del Sol (450), calle de la Ballesta (180), Malasaña (2.800), San Bernardo (120), Plaza del 2 de Mayo (400) y Leganitos (120).

El anuncio de la Empresa Municipal de la Vivienda iba acompañado de una especie de logotipo con la representativa osa (oso si se prefiere) pregonando lo antedicho.

Copia exacta del logo publicado en 1984


Más sobre el edificio
Fue este inmueble, junto con la casa de la vela y las corralas de las calles del Espino y Miguel Servet, las primeras en ser rehabilitadas una vez adquiridas por el Ayuntamiento. En 1984 las obras del edificio de la calle Toledo, 91, habían finalizado y sus habitantes ya vivían en él. Para entonces se llevaban gastados 170 millones de pesetas en las obras de rehabilitación.

Fachada del edificio de Toledo, 91, después de la rehabilitación de 1982

Al parecer, en la década de los 70 del siglo XIX, cuando aún estaba acotado con el número 97, el local de la calle Toledo lo ocupaba una “antigua y acreditada casa de préstamos”. En 1922 un anuncio por palabras indicaba que se traspasaba el local por cese, preferentemente “para préstamos”.

Es probable que el comercio se convirtiese en una tienda de ropa o máscaras, ya que en febrero de 1931 se liquidaban disfraces a “precios baratísimos”. Posteriormente, y desde ese año hasta al menos 1933, el local se destina a Estanco. Actualmente es una peluquería.



El portal de la finca es a su vez entrada al local comercial. Una especie de recibidor separa ambos servicios, quedando enfrentada a la entrada el acceso al comercio y hacia la izquierda el portero automático y entrada a la su zona de escalera. En cuanto al segundo local que indica catastro, con sótano, su acceso se hace por el interior del local principal.

Para un edificio con fachada mínima (3,80 m), la solución de acceso a las zonas comunes y comercio está muy bien resulta, teniendo en cuenta que hablamos de un inmueble con más de 150 años de historia.



La finca colindante (Toledo, 93) fue construida en 1987, aunque su apariencia no dista mucho de las construcciones de sus vecinas de Toledo 91 y 89; esta última levantada en 1870 y reformada totalmente en 2011.



Y esta es la anecdótica historia del edificio de la calle Toledo, 91. Muchos recordaréis aquellas actuaciones municipales; quizá algún lector resida en una de aquellas viviendas rehabilitadas.



Bibliografía
Todo el contenido de la publicación está basado en información de prensa de la época y documentos de propiedad del autor-editor.

[1] Gimeno, Pilar. "A peseta el piso" (1981) Hoja del Lunes Nº 2.217. Madrid

En todos los casos cítese la fuente: Valero García, E. (2017) "El Ayuntamiento compra un edificio por un duro. Madrid, 1981", en http://historia-urbana-madrid.blogspot.com.es/ Historia urbana de Madrid ISSN 2444-1325

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