domingo, 7 de abril de 2024

Los porteros madrileños (V) Sindicalización del Gremio de Porteros de Fincas Urbanas

El 17 de julio de 2022 publicábamos el cuarto monográfico de la serie Los porteros madrileños, finalizando así el recorrido histórico iniciado en el siglo XVIII con los porteros de la Real Biblioteca. Durante ese peregrinaje conocimos los pormenores del gremio, con los reglamentos abusivos y aquellos otros que les dieron potestad policial; las sociedades y mutuas constituidas para su defensa; el peligro de extinción, aún vigente; las particularidades en el desempeño de sus funciones y su precariedad, así como otros tantos ejemplos de la vertiginosa vida y obra de los empleados de fincas urbanas madrileños.

Desde aquel mes de julio hasta la fecha, muchos avances han logrado la directiva y miembros de la Asociación de Empleados de fincas urbanas de Madrid, cuya actual sigla es EFUCAMadrid.
Uno de sus principales objetivos, además de asesorar a los trabajadores y darles apoyo en circunstancias difíciles (profesionales o personales), fue el de conseguir la renovación del Convenio Colectivo del sector, desactualizado desde hacía más de veinte años.

Seguramente, los empleados de fincas urbanas sean los únicos interesados en leer estos artículos; sin embargo, consideramos que es del interés de todos por ser, como lo fueron los faroleros y los serenos, parte de la historia de nuestra ciudad y profesionales que dieron y dan un servicio indispensable a la sociedad.




En el presente artículo conoceremos el momento en que el gremio de porteros se sindicaliza, regulando su actividad laboral a través de ordenanzas, después convenios, en los que se consolidan algunos derechos fundamentales.  Así y todo, a pesar de aquellos avances, el gremio será utilizado como herramienta propagandística y se irá desfragmentando hasta perder el poder que pudo tener a nivel estatal.

De los más de 30 000 porteros que hubo en Madrid al inicio de la historia que contamos, en la actualidad quedan poco más de 20 0000. Las reivindicaciones de los primeros fue la lucha de los segundos; situación que continúa porque, como veremos a continuación, las historias —si no se repiten— en ocasiones son muy similares en el tiempo que sea. 

De la sindicalización al abandono
Este título no deja de ser un tanto ambiguo, porque la sindicalización del gremio mejoró en parte sus condiciones laborales, pero tampoco lo suficiente, estancándose progresivamente hasta llegar al abandono.

Antecedentes
Desde mayo de 1946, cuando quedó constituida la Junta directiva del Gremio sindical de porteros de vecindad madrileños, más tarde Agrupación sindical de porteros de fincas urbanas, dependiente del Sindicato Provincial de Actividades Diversas (rama del Sindicato Vertical), se produjeron diversos cambios. En esto jugaron un papel fundamental tres nombres: Pablo Fernández García, Juan Vargas Vega y Juan García Carrés.

Por Orden ministerial de 15 de enero de 1949 quedaban aprobados los Estatutos del Montepío Nacional de Previsión Social de los Porteros de Fincas Urbanas. En marzo se incorporaban al Montepío los sectores laborales de porteros de las provincias de Barcelona y Santander. En octubre se sumaban los sectores laborales que pasamos a mencionar, juntamente con el año de incorporación a las Reglamentaciones de Trabajo de Porteros de Fincas Urbanas: Guipúzcoa (26 de diciembre de 1945); Vizcaya (15 de abril de 1946); Valencia (27 de septiembre de 1946); Zaragoza (5 de marzo de 1947); Valladolid (26 de marzo de 1947); Navarra (8 de marzo de 1948) y Burgos (24 de mayo de 1948).

Las incorporaciones provinciales llevaron a la elaboración de un nuevo Estatuto, aprobado por Orden del 12 de mayo de 1952. En este se mejoraban las pensiones por jubilación, viudedad y orfandad y se establecían nuevas prestaciones por invalidez y de asistencia sanitaria. Además, por fallecimiento del portero, se eliminaba el requisito de abandono de la vivienda por parte de la viuda.

Puedes ver los documentos desde estos enlaces:

Derivada de aquella ordenanza y para actualizarse, en noviembre de 1958 se modifican los Estatutos de la Mutualidad de la Propiedad Urbana Española (Asociación de Seguros contra los Accidentes del Trabajo), creada en 1933. Tenía su domicilio en la calle Cavanilles, 3.

En 1964, esta y otras muchas Sociedades Mutuas eran autorizadas por la Dirección General de Previsión para sustituir al patrono en las obligaciones que a este le imponía la legislación sobre accidentes de trabajo y enfermedad profesional.

Una constante: la precariedad.
En la década de los 60, los porteros trabajaban una media de quince horas al día. Sus obligaciones eran la limpieza de la casa, la calefacción en invierno y la vigilancia. Tres obligaciones en un solo oficio. Disfrutaban de cuatro horas de descanso por día y el domingo, teniendo que dejar un suplente el tiempo que no estaban o se marchaban de vacaciones, pero pagado de su bolsillo.

Los porteros de casas de lujo ganaban más de mil seiscientas pesetas, mientras que el portero convencional no superaba las ciento cincuenta.
En esos tiempos, Pablo Fernández García era el presidente del gremio de porteros. La sede del gremio estaba en la calle José Antonio, 69, séptima planta.
Vista la situación precaria de los porteros y la inacción del presidente del gremio, en 1966 es sustituido por Juan Vargas Vega.

1968 – Entre col y col, lechuga: El Colegio nacional sindical de Administradores de Fincas.
Por decreto de la Secretaría general del Movimiento (Decreto Ley 693/1968, de 1 de abril), se creaba y autorizaba la constitución del Colegio nacional sindical de Administradores de Fincas, “como corporación profesional, con plena personalidad jurídica para el cumplimiento de sus fines y el ejercicio de sus facultades”. El Colegio dependía de la Delegación nacional de Sindicatos, vinculado con la Secretaría general.
Para celebrarlo, los administradores se reunieron en una cena de homenaje al ministro secretario general del Movimiento. Asistieron, además, personalidades de los departamentos de Justicia, Agricultura y Vivienda de la Secretaría general del Movimiento y la Delegación Nacional de Sindicatos. Mucha pompa y boato. 

¿Qué hizo por los porteros este sindicado Colegio en sus inicios? Impartirles un curso.


El 10 de marzo de 1969 se celebró la sexta y última Asamblea Nacional de la Agrupación Sindical por la que se acordó la creación del nuevo Colegio de Administradores de Fincas (C.A.F.). Desde su creación, la sede social del Colegio continúa domiciliada en la calle García Paredes, 70.


Conocedores de las opiniones que los empleados de fincas urbanas tienen sobre el Colegio y sus actividades, los trabajadores que lean este artículo no se sorprenderán con el siguiente anuncio de 1971.


Como curiosidad, en 1973, con la venia del Ministerio de la Vivienda, fueron nombrados miembros de honor del Colegio: Luis María Ansón Oliart (ABC); Manuel Calvo Hernando (Ya); José Manuel Miner Otamendi (ABC); Fernando Segú y Martín, jefe de Prensa del Ministerio de la Vivienda y Luis Ángel de la Viuda, director de Televisión Española.

1968 – El portero automático o electrónico
Si la Revolución Industrial mecanizó muchos oficios y otros estuvieron condenados a desaparecer, en 1955 ya se hablaba de la sustitución de trabajadores por autómatas.
Entre los diversos inventos americanos de uso domestico se encontraba el cepillo de dientes eléctrico conocido con el nombre de “Toohtmaster”; el frigorífico de General Motors que suministraba limonadas, naranjadas, café y té apretando un botón; el “Barba Azul”, cerebro electrónico que escribía cartas de amor; para el comercio la máquina expendedora de tabaco, etc., etc.
Por su parte, en el International Business Machines se había puesto en funcionamiento un portero automático que abría las puertas, descorría y corría las cortinas, encendía o apagaba las luces y controlaba la temperatura del edificio.
Sin ser tan sofisticado como el anterior, en 1968 aparece en Madrid uno de los primeros anuncios de casas con portero automático (el de toda la vida).





En la Feria de muestras de Barcelona de 1972 se presentó un portero automático de fabricación alemana que incluía una pantalla de televisión. El coste de instalación para un edificio de treinta vecinos representaba unas 20.000 pesetas.



Los porteros, herramienta propagandística 
A pesar de las sociedades y mutuas que hemos conocido, la precariedad laboral de los porteros continuaba siendo un tema candente del que se aprovechó el movimiento sindical en tiempos del Régimen.
La propaganda fue una herramienta fundamental para mostrar lo mucho que se preocupaba el Sindicato por los trabajadores. El sentimentalismo fomentaba los aplausos y el más mínimo caso que estremeciera el corazón del pueblo era utilizado para convertirlo en un grandísimo logro. 

1970 - La reforma de un falangista.
El jefe máximo de todos los gremios posibles era Juan García Carrés, figura presumiblemente defensora de los intereses y derechos de los trabajadores de fincas urbanas. Involucrado con la “Revolución Nacional - Sindicalista” y Falange española, en 1969 será premiado por el caudillo con encomienda con placa de la Orden imperial del Yugo y las Flechas y encomienda de número del Mérito Civil. En 1971 fue condecorado con la Gran Cruz de la misma Orden.

En 1970 es nombrado presidente del Sindicato Nacional de Actividades diversas. Desde su puesto solicitó la incorporación a la Seguridad Social de oficios tales como las manicuras, los limpiabotas, las empleadas domésticas, los afiliados de la agrupación AUSIVA (artistas, escritores, etc.) entre otros muchos oficios.

El 26 de junio de ese año, en la Delegación Nacional de Sindicatos se celebró asamblea general organizada por la Junta general del Grupo Social de Empleados de Fincas Urbanas.
Al acto asistieron más de dos mil porteros que recibieron noticias sobre la futura Ordenanza Nacional de Trabajo para Empleados de Fincas Urbanas (Porteros). Entre los peces gordos se encontraban García Carrés; el señor Carvajal, presidente nacional de la Sección Central y procurador en Cortes; el señor López Tirado, presidente del Grupo Nacional y de la Junta nacional de porteros (también poseedor de la encomienda del Yugo y las Flechas), y Juan Vargas Vega, presidente de la Agrupación Provincial de Empleados de Fincas Urbanas, entre otros.

Pueblo: Diario del Trabajo Nacional: Año XXXI Número 9588 - 1970 junio 27

Tomó la palabra García Carrés para informar que ya estaba terminada la redacción de la Ordenanza y en breve se presentaría en el Ministerio de Trabajo. La Ordenanza regularía de forma casi global todos los problemas del sector: horario, salarios, suplencias, antigüedad, licencias, etc.




1971 – Ordenanza Nacional de Trabajo para Empleados de Fincas Urbanas.
El 2 de febrero de 1971, reunidos en Asamblea General, se anunció la creación de la Ordenanza Nacional de Trabajo para Empleados de Fincas Urbanas (Porteros), oficializada el día después en el B.O.E. nº 29. Tenía efecto retroactivo desde el primero de enero. Con ella se consolidaba la nueva denominación de los porteros como Empleados dos de Fincas Urbanas.

7 fechas: el periódico de toda la semana: Número 1116 _ 16/02/1971

¡Ocho meses hubo que esperar desde su redacción hasta oficializarla! Una nimiedad, comparado con los más de veinte años que esperaron los empleados de fincas urbanas para la renovación de su Convenio en el siglo XXI.

Clicar sobre la imagen para ver la ordenanza

La Ordenanza, compuesta de 16 páginas, podía comprarse en las principales librerías y en el Boletín Oficial del Estado, situado en la calle Trafalgar, 29, al precio de 10 pesetas.

Madrid primaveral.
Aquellos primeros días de febrero vinieron con otras alegrías. Los madrileños disfrutaron de un sol espléndido y la temperatura ideal. Los tabloides anunciaban que la primavera se había adelantado. Prueba de ello es el gentío retratado en una terraza de la calle Serrano el domingo 7 de febrero. Lo mismo ocurrió este febrero de 2024.


Un inciso: “Garbancito”.
El 22 de febrero de 1971 se conocía el desenlace de una historia que conmocionó a los ciudadanos. Muy popular se hizo el niño Victorino Miguel, nacido en un pueblo de Soria el 8 de febrero de 1969. Su madre había dado a luz gemelos, una niña y un niño. Lamentablemente, el niño nació con un grave problema en la cadera.
Veinte días después fue internado en el Hospital del Niño Jesús, donde le operaron. Su cuerpo estuvo mucho tiempo cubierto de escayola, dejando a la vista únicamente su carita, que parecía un garbanzo. Y así se hizo popular el pequeñín, con el alias de “Garbancito”.

Pero si la historia era dramática, más lo fue conocer que sus familiares no acudían a recogerle cuando el director del Hospital le dio el alta. No disponían de dinero para el viaje. 
Su padre era un pobre pastor manco y su madre, dedicada a las labores de la casa y el campo, cuidaba de otros dos hijos afectados por problemas mentales. Triste realidad de los pueblos pobres de España que nos recuerda a Las Hurdes y la terrible situación de sus habitantes.


Conocida la noticia los primeros días de febrero, la herramienta propagandística se puso en funcionamiento a través del diario Pueblo, el ABC y Radio Madrid. La cruzada, denominada “Un puente de amor para Garbancito” tuvo gran aceptación y los ciudadanos donaron dinero para ayudar al pequeño y su familia.


El Ministro-Delegado nacional de Sindicatos, Enrique García-Ramal, telefoneó a Juan García Carrés para que encontrase una solución; este se puso en contacto con el señor Churruca, de Inmobiliaria Metropolitana, y le pidió una portería para el padre de “Garbancito”. Al cabo de unas horas su orden se había cumplido.
Lejos de mantenerse en el anonimato, los citados aparecieron en las noticias con sendas fotografías.


La historia tiene un final de cuento. El pobre pastor, con humildad y temor había dicho que no se sentía capacitado para ese empleo, pero finalmente tomó posesión de una portería en la Avenida Reina Victoria, 33. 
Decía el diario de La Rioja del 23 de febrero:
«Todo esto es muy hermoso, pero obliga a reflexionar ¿Cuántos niños no habrá en España, al igual que “Garbancito”, o quizás en peor situación, para los cuales no llega una ayuda, esa mano tendida que auxilia, personal o colectivamente…?»

Porteros agradecidos.
El 18 de marzo de 1971, una comisión de porteros acompañada por García Carrés entregaron una placa conmemorativa al subsecretario de Trabajo y al director general de Trabajo, señores Utrera Molina y Toro Ortiz, respectivamente, responsables de la promulgación de la Ordenanza Nacional de Trabajo para Empleados de Fincas Urbanas.


Ese mismo año, en febrero, había quedado constituida la Agrupación Sindical de Porteros de Fincas Urbanas.

La herramienta propagandística llegaba a las más altas esferas. El jefe de Estado también recibió su placa conmemorativa. Durante el acto de entrega, García Carrés leyó un emotivo discurso que finalizó con los clásicos vivas utilizados por el Régimen. 


Arias Navarro, la nieve y el cierre de los portales a las diez de la noche.
Mientras los porteros obsequiaban con una placa a los citados, el entonces alcalde de Madrid, Carlos Arias Navarro, recibía carta del Sindicato de Actividades Diversas en la que solicitaban el cierre de los portales a las diez de la noche. Recordemos que los porteros debían cerrar los portales a las once y estaban obligados a retirar la nieve de las aceras. 
Arias Navarro se desvincula del tema y le pasa la pelota al delegado de Seguridad y Policía municipal. 
Del mismo modo, García Carrés, indicaba que la retirada de la nieve era competencia del Servicio de Saneamiento y Limpieza del Ayuntamiento, no de los porteros.

1973 - Porteros propietarios.
En enero de 1973, el entonces Príncipe de España, Juan Carlos de Borbón, inauguraba en la madrileña barriada de Peñagrande un conjunto de 104 viviendas construidas por la Agrupación Sindical de Porteros de Fincas Urbanas para sus afiliados.
García Carrés, asistente al acto, había dicho que era “significativamente revolucionario el que los porteros, antiguos servidores, se convirtiesen hoy en propietarios”. Los terrenos habían sido adquiridos en 1970 por la Cooperativa de Porteros Urbanos.


Pueblo: Diario del Trabajo Nacional: Año XXXIV Número 10395 - 1973 febrero


Pueblo: Diario del Trabajo Nacional: Año XXXIV Número 10395 - 1973 febrero
Fotos: MAMEGAN

En las siguientes fotografías, de CIFRA Gráfica, vemos el momento de la entrega de llaves a los nuevos porteros propietarios y el edificio donde vivirían.





Nueva Ordenanza para los empleados de fincas urbanas

1974 – Nueva Ordenanza de Trabajo de Empleados de Fincas Urbanas.
Por Orden ministerial de 13 de marzo de 1974 quedaba aprobada la nueva Ordenanza. Se fijaba un salario base de entre 3.600 hasta 6.400 ptas. para los porteros con dedicación completa; entre 1.500 a 3.900 para los porteros sin plena dedicación, y entre 6.000 y 6.400 para los conserjes. 

1975 - Todo muy bonito, pero…
En diciembre de 1975, un portero de Madrid planteaba a Pueblo: Diario del Trabajo Nacional una cuestión premonitoria. Se preguntaba porqué el salario de los porteros estaba por debajo del salario mínimo.


A este ejemplo podemos sumar lo ocurrido el mes de mayo en Barcelona, cuando la Delegación de Trabajo de la ciudad condal, por decisión arbitral obligatoria, incrementó un 17,8% el salario de los empleados de fincas urbanas. El incremento era retroactivo al mes de abril, de acuerdo con el índice de carestía de la vida.

El mes de junio, con la intención de contentar a los porteros madrileños, García Carrés organizó una fiesta para celebrar el día de San Pedro, patrono del oficio. Con el propósito de que la escenificación fuera perfecta, invitó al alcalde de entonces, señor Miguel Ángel García-Lomas Mata.
A la fiesta habían asistido 800 porteros, quienes, como de costumbre, regalaron una placa al regidor invitado.

Pueblo: Diario del Trabajo Nacional: Año XXXVI Número 11141 - 1975 junio

De la pomposa verborrea del sindicalista salieron frases de alabanzas para los porteros, tan sacrificados en horarios y salarios; merecedores del amor que Franco les profesaba y tan necesitados del favor del alcalde para conseguir un horario y retribución que se igualaran a las de los porteros catalanes.

Servicial, el alcalde mostró su mejor sonrisa seguida de palabras huecas. Había dicho:
«Desde el primer momento me tomé muy en serio vuestras reivindicaciones, porque eran muy justas, hay que modificar las ordenanzas. Antes de final de año estará aprobada esta modificación por la Comisión de Gobierno del Ayuntamiento, pero hay que hacerlo con seriedad, de modo que tener paciencia». 
Ambos sabían que solo se trataba de discursos. La filosofía de García Carrés era la expresada en una entrevista publicada en Pueblo en septiembre de 1974. Para el sindicalista del Movimiento “aumentar los sueldos no sirve para nada, si no se contienen los precios”. A esto había añadido que “la huelga es el peor mal para el trabajador” y que “el sindicalismo es una de las bases importantísimas del Régimen”. En definitiva, lo primero era un imposible, y lo segundo significaría echarse piedras contra su tejado.

1976 - De aquellas palabras, estas contestaciones.
Llegó el año 1976 y el mes de marzo sin que aquellas promesas quedasen consolidadas. Los casi o más de 30.000 porteros de fincas urbanas anunciaban que tomarían acciones drásticas si no eran atendidas sus reivindicaciones. Y así ocurrió, el 8 de marzo la Agrupación Nacional de Empleados de Fincas Urbanas celebró Junta general.
El Diario Pueblo se hizo eco de los acuerdos adoptados:
«La modificación de la ordenanza laboral —por estar obsoleta— fue la petición fundamental acordada en la asamblea, a la que asistieron representantes de todas las provincias. Asimismo, se acordó dirigir un escrito a las más altas instancias de la nación en apoyo de sus peticiones (aumento del salario, actualización de la jornada laboral, recuperación de fiestas, etc.)».

Cambios en el Sindicato de Actividades Diversas y modificaciones en la Ordenanza de porteros.
En el mes de febrero, la presidencia del Sindicato Nacional de Actividades Diversas, cargo que ocupaba Juan García Carrés, había pasado a manos de Eduardo Martínez Fernández, hasta entonces delegado provincial de Sindicatos de Madrid.
Durante su mandato se solicitó la modificación total o parcialmente de catorce artículos de los cincuenta y cinco establecidos en la Ordenanza. Entre las mejoras demandadas destacaban las relativas a descansos diarios y semanales, los complementos por diversos conceptos y la determinación de la base salarial acorde con el salario mínimo.

Los porteros en busca de un Sindicato propio.
El 17 de mayo, hartos de su situación, más de diez mil porteros se reunieron en el Colegio Virgen de la Paloma para tratar diversos puntos; entre ellos, acordar la creación de un sindicato propio y desvincularse del de Actividades Diversas.
En septiembre de 1977, con el paulatino desmembramiento de las antiguas organizaciones sindicales, Martínez Fernández será cesado de su cargo, junto con otros presidentes y delegados nacionales y provinciales.

Otro inciso: La Cámara de la Propiedad Urbana y los serenos.
Con la desaparición de los serenos, el Ayuntamiento había impuesto un nuevo servicio de vigilancia nocturna que en nada se asemejaba al antiguo. En mayo de 1976, la Cámara de la Propiedad Urbana enviaba una carta al alcalde solicitando el restablecimiento del anterior servicio de serenos. En ella manifestaba la preocupación y denuncia de vecinos y comerciantes por la falta de vigilancia nocturna en las calles de la capital. Los denunciantes, que sumaban la nada despreciable cifra de seiscientos mil, reconocían la eficacia de los antiguos serenos.
¿Qué hubiera ocurrido con los empleados de fincas urbanas de hoy de no haber desaparecido la Cámara en 2003?

1977 - Florentino Pérez y los porteros.
El conocido empresario y presidente del Real Madrid, fue concejal de Saneamiento y Medio Ambiente del Ayuntamiento de Madrid entre 1976 y 1979; además, hasta 1983, desarrolló su carrera política en la Unión de Centro Democrático (UCD).
Entremedias las Elecciones Generales de 1977 que dejaron empapeladas de carteles electorales todas las ciudades de España. Justamente UCD hizo campaña en la Prensa diaria con el slogan “LIMPIAMOS MADRID”, seguido de la frase “para que las fachadas y calles de nuestra hermosa ciudad recuperen su estado normal una vez concluida la campaña electoral”.

El Ayuntamiento hizo lo propio, con anuncios en la Prensa y facilitando a los ciudadanos espátulas, esponjas, cepillos, disolvente, agua, etc., etc. Decía el consistorio que se iban a gastar cinco millones de pesetas. La mano de obra les salió gratis ¿no? Y es que, para Madrid, el citado concejal pidió la colaboración de los vecinos y sus asociaciones; los comerciantes; los militantes de partidos políticos y los porteros de fincas urbanas para realizar la ardua tarea.



S.I.T.F.U.S (Sindicato Independiente de Trabajadores de Fincas Urbanas de Santander). 
El 20 de junio de 1977, en la Oficina de Depósitos de Estatutos de Santander del Ministerio de Relaciones Sindicales, se depositaron los Estatutos de la organización profesional denominada Sindicato Independientes de Trabajadores de Fincas Urbanas, cuyo ámbito territorial era provincial.
Firmaban el acta de constitución los señores Agustín Martín Delgado, Juan José Muriente Iturriaga, Eladio Rodríguez Bande, Prudencio Lavín Ruiz, Juan San Román Osorio y José Arce Sainz. El funcionario encargado del depósito fue José Ramón San Emeterio Alvarado.

Más lechuga entre las coles.
El ex sindicalista García Carrés se vio implicado en varios actos violentos de la extrema derecha, entre los que se le supuso instigador de la matanza de Atocha, perpetrada el 25 de enero de 1977. Curiosamente, el 7 de junio de ese mismo año, era condecorado en el Ministerio del Ejército con la Gran Cruz del Mérito Militar con distintivo blanco, idéntica a la que había recibido en 1976.
Años después, en 1981, participaría estrechamente en la preparación del golpe de Estado del 23-F. Fue procesado como único civil involucrado en el auxilio a rebelión militar.
Durante el juicio negó su participación y se declaró “español falangista”. Fue condenado a dos años de prisión por el Consejo Supremo de Justicia Militar, sentencia ratificada en 1983 por el Tribunal Supremo. Juan García Carrés falleció el 7 de noviembre de 1986.

1978 - Negociaciones para un Convenio colectivo (Valladolid)
En febrero de 1978 eran los sindicatos CC.OO., UGT y CSUT los que convocaban una asamblea general de empleados de fincas urbanas con el fin de aunar criterios de cara a la negociación de su convenio colectivo.

Vargas Vega y el Sindicato Independiente de Trabajadores de Fincas Urbanas (S.I.T.F.U.)
Poco hemos sabido de Juan Vargas Vega, presidente de la Agrupación Provincial de Empleados de Fincas Urbanas desde 1966. En aquella celebración del día de San Pedro que comentamos antes, a la que asistió el alcalde García-Lomas Mata, hubo más discursos. El de Vargas Vega, lejos de reivindicar con dureza las necesidades de los porteros, dedico su tiempo a agradecer al alcalde y a García Carrés su compromiso con los trabajadores de todos los sectores, solicitando al segundo que hiciera llegar a Franco y al Príncipe de España su gratitud. Finalizó su turno de orador con los vivas de costumbre que no es necesario reproducir.

Afortunadamente, en 1978 la situación política había cambiado y la realidad era otra. Los vivas y exaltaciones sobraban. El renovado Sindicato, ahora S.I.T.F.U., se desencorsetaba y resurgían los acuerdos adoptados en 1976 bajo la presidencia de Juan Vargas Vega en la antigua Agrupación Nacional. Vargas Vega convocó asamblea general para el 23 de abril.



Con la asistencia de unos ocho mil porteros de los casi treinta mil que se contabilizaban, se acordó reclamar las mejoras solicitadas por tanto tiempo.

Ese mismo mes, con huelgas y paros por toda España, los trabajadores de fincas urbanas de Zaragoza se declaraban en huelga para apoyar las reivindicaciones del sector.
En elecciones generales de junio, Vargas Vega saldrá reelegido por mayoría absoluta.


Las reuniones de CC.OO., UGT, con el apoyo de CSUT y CNT mantenidas con los delegados provinciales de Trabajo fueron determinantes para poner sobre la mesa las reivindicaciones de los trabajadores de fincas urbanas, si bien el SITFU nunca estuvo presente en las negociaciones.

Los sindicatos mayoritarios aspiraban a conseguir un convenio nacional. El 31 de diciembre, los empleados de fincas urbanas de Barcelona asistían a una asamblea organizada por CC.OO. de Cataluña. El motivo principal de la reunión era la de obligar a la patronal a iniciar las negociaciones del Convenio colectivo.

1979 – Modificación de la Ordenanza Laboral.
En aquellas conversaciones de Barcelona se lograron algunos acuerdos de modificación de la Ordenanza, ratificados en BOE número 11/1979. Por Orden de 29 de diciembre de 1978 se modificaron determinados artículos de la Ordenanza Laboral de Empleados de Fincas Urbanas de 13 de marzo de 1974.
Los artículos en cuestión eran los siguientes: 14, 17, 19, 20, 23, 24, 25, 26, 28, 29, 31, 33, 34, 35, 36, 44, 45.

Aquel año de 1979, el 1 de junio, el Consejo de ministros del nuevo Gobierno constitucional aprobaba el proyecto de Ley del Estatuto de los Trabajadores. Hoy, adaptado a los tiempos modernos, el Estatuto mejora en algunos casos las condiciones laborales establecidas en los convenios.

En 1983 habrá otra modificación en conformidad con la regulación de la jornada de trabajo, jornadas especiales y descansos recogidas en el Estatuto de los Trabajadores (Real Decreto 2001/1983 de 28 de julio)
A partir de ese año, las modificaciones por Real Decreto que afectaban a los Empleados de fincas urbanas eran consultadas a CC.OO, UGT, SITFU y la Cámara de la Propiedad Urbana. Además, a título personal y no como representación, el presidente del CAF de entonces participó en las consultas. 

1980 – Conversaciones para un Convenio estatal.
Según El adelantado, periódico de intereses y materiales del 1 de octubre, en la sede madrileña de la UGT habían comenzado las conversaciones para elaborar un convenio estatal de trabajadores de fincas urbanas. Intervenían las centrales sindicales de UGT, CC.OO., USO y el Consejo Superior de Cámaras Oficiales de la Propiedad Urbana. Durante esa década y la siguiente, se elaboraron y publicaron varios convenios provinciales.

En julio de 1986 se inician las negociaciones del convenio provincial de empleados de fincas urbanas de Burgos. Años más tarde, el 12 de diciembre de 1991, celebrarán una asamblea promovida por CC.OO. en la que fueron informados de las negociaciones mantenidas con los empresarios de sector para la redacción de un convenio estatal.
En 1994 se rompían las negociaciones.

El 13 de noviembre de 1982 en el Boletín Oficial de la provincia de Santander se publicaba el Convenio colectivo de trabajadores del sector empleados de fincas urbanas. Había sido firmado el 23 de octubre por una representación de los Propietarios Urbanos de la Región de Cantabria, CC.OO., USO y UGT. El salario base se correspondía al salario base interprofesional.


La creación de asociaciones provinciales y los convenios regionales fragmentaron el sector. La unidad de los trabajadores en un convenio nacional hubiera solucionado la desigualdad que aún existe y se remonta a 1974.

Adela Martí, el portero automático y la falta de unión.
El 8 de enero de 1980 los madrileños lectores del diario Pueblo conocían la fisonomía de Adela Martí, potera desde hacía treinta años en un edificio desvencijado de la calle Huertas.


El reportero Jesús de la Fuente la entrevistaba a propósito de la ya consolidada presencia de los porteros automáticos. Adela mostraba mayor preocupación por las nuevas generaciones de porteros. Decía de un conserje de unas casas más abajo: “—Es muy joven y muy antipático. Habla, según tengo entendido, algo de francés y como la casa es de más categoría, pues ni nos da las buenas tardes… Somos pocos y mal avenidos. ¡Qué lástima!—“.
Si la unión de los porteros estaba desfragmentada a nivel nacional, en pocos metros de una calle también existía una división. ¡Qué lástima!, decimos también nosotros.

Por su parte, de la Fuente comparaba el ahorro que representaba para los propietarios la instalación del portero automático, “unas cinco mil pesetas”, decía, en contraposición con el sueldo y complementos salariales de los porteros. Sin embargo, denunciaba la pérdida del elemento humano como valor fundamental para la seguridad y el bienestar de los vecinos. Al día siguiente se emitía en TVE un episodio dedicado a los porteros en el mítico programa Vivir cada día.

Los porteros, especie en extinción.
Un artículo publicado en ABC del 24 de enero del mismo año hablaba de los porteros como una especie en extinción. Aseguraban que muchos habían sido remplazados por conserjes y otros por porteros automáticos, haciendo hincapié en los porteros automáticos con pantalla.
«Hay una profesión que está a punto de extinguirse, si no en su condición laboral, sí en su ejercicio, al menos de momentos: la de portero. Su ascenso a conserje, sus paulatinos logros de reivindicaciones y la automatización de sus servicios mediante esos artilugios cuyo nombre —portero automático— son pura contradicción en los términos, están dando al traste con una más entre las figuras entrañables de este Madrid que se ha ido desmoronando a medida que más se le ha querido construir con nuevos cánones y nuevo cemento. Añádase a esos porteros automáticos —pero, ¿cómo se puede ser portero y a la vez automático?— otro artilugio más sofisticado aún y que supone una nueva irrupción en la vida —no digamos cultural— del hombre moderno: la televisión.»
Meses después, en julio, se conocía el incremento de los robos en viviendas durante el período vacacional. Los primeros días de ese mes la policía había detenido a una banda de seis mujeres y dos hombres que robaban casas. El sistema era muy sencillo, primero pasaban por las viviendas pidiendo limosna y ropa; tiempo después, llamando por el portero automático insistentemente, entraban al edificio y robaban forzando la puerta de aquellas casas donde nadie contestaba.

Si bien muchas de las nuevas edificaciones incluían entre sus servicios el del portero automático, otras continuaban ofreciendo el servicio de portería como un valor añadido. Lo cierto es que el portero convencional y el automático conviven hoy en día en aquellos edificios donde no se prescindió de los primeros.

Los noventa.
En la década de los noventa se repetían los robos; incluso algún asesinato descubierto por el portero, como el ocurrido en la calle Fernández de los Ríos, 2, en noviembre de 1998. 
Mientras el empleado de la finca realizaba tareas de limpieza en el rellano de la quinta planta, encontró unos guantes ensangrentados debajo de un felpudo. Puesto en conocimiento del presidente de la comunidad, ambos decidieron llamar a la Policía.
Acudieron tres agentes que ingresaron a la vivienda con la llave que custodiaba el portero. Allí encontraron muerto al vecino, un profesor de filología inglesa llamado Francisco Guerrero Cabrera, de 43 años. Yacía en la cama, boca arriba y vestido, con fuertes golpes en el rostro y una maceta de plástico sobre el pecho.
Afortunadamente, la investigación se centro en el círculo de amistades del profesor, descartando cualquier duda sobre el portero, poseedor de la llave.

Mientras ocurrían estas cosas, en 1990 las Cámaras de la Propiedad Urbana eran condenadas a la progresiva desaparición. Si bien en 1997 se paralizaba el proceso de liquidación, en 1995 sus competencias ya habían pasado a la Comunidad Autónoma de Madrid. 

Francisco Espinosa y Francisca Rico.
En 1997 comenzaba la peligrosa relación del citado matrimonio, porteros del número 9 de la calle Porto Lagos (Alcorcón), con un vecino del edificio, llamado Ignacio García Margarit, de 48 años. Ese año intentó asesinar al portero asestándole una puñalada. No lo logró, pero el empleado lo puso en conocimiento de los vecinos sin recibir el apoyo esperado. No le creían. 
Paco y su mujer no querían abandonar su trabajo y vivienda, aún siendo conscientes del peligro. "Hasta que no me mate no me vais a creer y veréis de lo que es capaz", le había dicho a los propietarios.

El miércoles 16 de enero de 2002 se publicaba en el Boletín Oficial de la Comunidad de Madrid el Convenio Colectivo de Empleados de Fincas Urbanas. Paco y Paca debían estar contentos, a pesar de la situación que vivían. Pocos meses después serían asesinados.

El 27 de julio de 2002, el enajenado vecino acabó con la vida del matrimonio. Llevaban treinta años prestando servicio en la portería de aquel edificio.
Al entierro acudieron más de trescientas personas y el alcalde. 


Los empleados de fincas del tercer milenio

Comenzaba el siglo XXI con la creación del Club de porteros y conserjes de Madrid, del agente inmobiliario Eduardo Molet. 
En 2015 contaba con más de 1200 socios, empleados de fincas urbanas a los que premia por su colaboración en la captación y venta de inmuebles. Ese año, en el Pequeño Cine Estudio de Madrid (Calle Magallanes, 1) organizó una Asamblea en busca de impulsar la actualización del convenio. Palabras huecas, oportunismo… más de lo mismo. 

Entremedias se crean varias Asociaciones regionales (AEFUCOM y SEFUCOM, en Madrid) y en 2013 se constituye en Zaragoza la Asociación Española de Empleados de Fincas Urbanas cuyo ámbito territorial era nacional.
En 2015 se disuelve, expresando en la Resolución de la Dirección del Empleo lo siguiente:
«Ha sido admitido el acuerdo de disolución del citado sindicato, cuyos Estatutos están depositados en esta Dirección General, al comprobarse que reúne los requisitos previstos en la Ley Orgánica 11/1985, de 2 de agosto, de Libertad Sindical (Boletín Oficial del Estado de 8 de agosto de 1985)».
¿Fue entonces la Asociación Española de Empleados de Fincas Urbanas un sindicato nacional? Planteada la pregunta, retrocedemos al momento de la constitución del Convenio colectivo.

2001 - Convenio Colectivo de Empleados de Fincas Urbanas.
El 5 de diciembre de 2001, Javier Vallejo Santamaría, Director General de Trabajo y Empleo, firmaba la resolución por la que se registraba, depositaba y publicaba el nuevo convenio suscrito por la Cámara de la Propiedad Urbana, CC.OO, UGT y SITFU.

Como hemos comentado, se publicará el 16 de enero de 2002 en el Boletín Oficial número 13. Tendría vigencia por un período de tres años, desde el 1 de enero de 2001 hasta el 31 de diciembre de 2003, prorrogándose anualmente en sus propios términos hasta la entrada en vigor de un nuevo convenio.
Y así se fue actualizando anualmente, creando una situación de abandono insostenible ante la ausencia de una patronal que atendiera las necesidades del gremio. La desaparición de la Cámara de la Propiedad Urbana de Madrid por Decreto de febrero de 2003 y del SITFU, coartó cualquier posibilidad de negociación.

La lucha de unos pocos.
Un grupo minúsculo de porteros y conserjes, de los que citaremos como homenaje a Mariluz, Luis y Emilio, coincidieron en un único ideal: luchar por los derechos de sus más de 20 000 compañeros del sector. De esto hace más de dos lustros.
Era tarea difícil pero no imposible. Resultaba complicado unir lo que con el tiempo se había ido disgregando, algo que se sumaba al amplio territorio que debían abarcar. 

Hubo altibajos, tiempos vacíos, desconfianzas ante el historial ya conocido que hacía inviable cualquier intención de agruparse; sin embargo, no sin esfuerzo y perseverancia, consiguieron los miembros suficientes para formalizar legalmente la asociación EFUCAM, después EFUCAMadrid.

2021 - EFUCAMadrid 
Las reuniones de la Asociación de Empleados de Fincas Urbanas de Madrid (EFUCAMadrid) con diferentes sectores, sindicatos y grupos políticos, resultó una tarea complicada pero determinante para dar visibilidad al gremio y su situación. 

En este punto, transcribo parte del artículo publicado en DSalamanca, periódico del distrito de Salamanca (Madrid) del mes de abril de 2022. De mi autoría, fue solicitado por la Junta de la primitiva EFUCAM para contar los avances de la Asociación:
«El esfuerzo de aquellos visionarios fue mucho, y las redes sociales comenzaron a ser altavoz de sus reivindicaciones. Así, en 2021, la diputada de Más Madrid Teresa Zurita Ramón se interesó por las dificultades que atraviesa el sector, planteándolo en la Comisión de Economía y Empleo de la Asamblea de Madrid, comprometiendo a la Dirección General de Trabajo de nuestra comunidad autónoma en la búsqueda de una solución inmediata.
A partir de ese momento fueron concatenándose las reuniones de portavoces del gremio con diferentes organismos. Hasta el momento, a pesar de los aspectos legales que ralentizan las negociaciones, se mantiene un diálogo cordial y fluido con la Dirección General de Trabajo de la C.M.; con los sindicatos, especialmente Comisiones Obreras, una de las partes firmantes del convenio de 2001; con el Colegio de Administradores de Fincas de Madrid, además de todos los grupos políticos y otros organismos públicos y privados.
Twitter está siendo una plataforma fundamental para dar visibilidad a sus reivindicaciones y desde la que llaman a la unión de todos los trabajadores del sector. También se sumaron cadenas de radio y televisión, ofreciéndoles un espacio de difusión. Además, no se amilanan y continúan la lucha planteando su situación al Defensor del Pueblo, de quien recibieron buenas palabras, y a la propia presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, quien manifestó no tener tiempo para atenderlos.
Tiempo… Tiempo es el que ha pasado, nada menos que veinte años desde la publicación del convenio colectivo. Los cambios sociales y laborales surgidos en estas dos décadas han propiciado la precariedad laboral de los trabajadores del sector, agravada por el abandono absoluto por parte de las instituciones. Afortunadamente, las horas y los días que continúan pasando hacen visible un horizonte cercano y halagüeño.
Conseguir una patronal que los represente para la actualización del convenio es la necesidad más urgente. Por eso, el 4 de marzo volvía a la Asamblea de Madrid esta situación, manifestada por Agustín Vinagre Alcázar, diputado del Grupo Socialista, quien emplazaba a la Dirección General de Trabajo a “promover, impulsar y favorecer el diálogo social” ante las discrepancias existentes sobre la figura de la patronal».
Puede leer el artículo completo a través del enlace:

Mucho más se hizo, impensable en un grupo de porteros y conserjes con dedicación completa en su trabajo. Así y todo, unidos por un mismo fin, con plena confianza en su Junta directiva, consiguieron que los sindicatos CC.OO. y UGT se sentaran a la mesa de negociación con una nueva patronal, la Confederación Empresarial de Madrid-CEOE (CEIM). 

Si bien EFUCAMadrid mantuvo conversaciones con los sindicatos, los resultados esperados para poder formar parte de la mesa no se consiguieron; por consiguiente, las soluciones aportadas por la Asociación fueron desatendidas. De ahí que el nuevo Convenio colectivo de agosto de 2023 no se ajuste en algunos aspectos a las reclamaciones de años.

¿Fin de la Historia?
Este no es el final sino el principio de una nueva época en la que EFUCAMadrid será pieza fundamental para próximas negociaciones. El camino es largo, sinuoso; con obstáculos difícil de franquear, como el oportunismo de las Empresas de servicios ante el antiguo estigma que atribuye mala fama a los porteros y el pregonar constante que augura su extinción.

Recuerda, amable lector, la presencia del portero en los momentos más difíciles como figura imprescindible puesta al servicio de la sociedad en su conjunto.

Dicho todo esto, finaliza la serie de artículos dedicados al gremio de Empleados de fincas urbanas... el portero de siempre.


IN MEMORIAN

Esteban Rodríguez
Portero de la calle de Alcalá asesinado por un vecino en octubre de 2023.

 
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domingo, 17 de septiembre de 2023

Los antiguos edificios de la calle Alcalá, 48 y 50 y la Sastrería de Emilio Núñez, uno de los sastres de Franco

El interés de un lector por un comercio de la calle del Alcalá nos llevó a escribir la historia de la tienda de tejidos y confecciones “Al Capricho”. A su vez, entre las fotografías publicadas en ese artículo, el ojo avizor de otro lector identificó los carteles de la “Sastrería Emilio Núñez”, situada en el número 28 de la Manzana 272.

Dispuestos a contar la historia de la sastrería a partir del edificio que ocupó, encontramos una variedad de conexiones con otros comercios, instituciones y personas.


El edificio de Alcalá, 28
La búsqueda 
La comparativa de planos antiguos con la cartografía actual ofrecen diferencias notables en el ordenamiento de las casas, numeración y denominación de las calles. La localización por Manzanas facilita la tarea de búsqueda y los Parcelarios municipales muestran, cronológicamente, las constantes modificaciones del callejero matritense. En su conjunto, son útiles para la localización de un lugar concreto. 
Sumado a esto, la consulta de varios expedientes de licencias de obras del siglo XIX correspondientes al Archivo de la Villa, arrojan datos sobre los edificios y permiten aportar nuevas historias de lo que vemos y recuperar la de aquellos espacios que ya no existen. 

Centrados en las numeraciones de la calle de Alcalá 48 y 50, y su relación con la Sastrería de Emilio Núñez, los edificios localizados que se muestran en la siguiente imagen correspondieron a las propiedades de: 

[A] D. Fernando Fernández Casariego (casa número 4 y 5, antiguo – Alcalá, 52, moderno de la época – Actual 30-32).
[B] D. Carlos Villamil / Ignacio de Olea (casa 3, antiguo – Alcalá, 50, moderno de la época).
[C] D. Lorenzo García (casa 2, antiguo – Alcalá, 48, moderno de la época).



Esta configuración de casas sufrió modificaciones, incluso la trazada de la calle de Cedaceros.
Continúan en pie el edificio [A], actual Consejería de Educación, Universidades, Ciencia y Portavocía de la CAM, y el del número 28 (antiguo 50), donde estuvo la sastrería.
En el lugar que ocupó el edificio [C] y parte de lo que fue Al Capricho y los sucesivos comercios, se construirá en la década de los 60 del siglo XX el edifico del Banco Popular.




Estos edificios tienen muchas cosas que contar, principalmente de sus propietarios y su relación con la vida municipal, política y comercial de Madrid. 

Lorenzo García y el antiguo edificio de la calle de Alcalá, 48 
En julio de 1850, el comerciante don Lorenzo García, propietario de la casa situada en la calle de Alcalá, 48, solicitaba permiso al Ayuntamiento Constitucional para derribarla por encontrarse en estado ruinoso y levantar una de nueva planta proyectada por el arquitecto Juan Moran Labandera. En febrero de 1851 quedaba aprobado el expediente. [Acceso al documento]
Como vimos en las imágenes, la casa lindaba con los números 46 y 50, tal y como se expresaba en el expediente de obra.

Lorenzo García era propietario del gran almacén de papeles pintados, transparencias, molduras de oro y objetos de adorno de la calle del Carmen, 18. En 1847 se asociaba con Narciso y Ginés Bruguera, conocidos comerciantes capitalistas con intereses en varios negocios; entre ellos, los almacenes “A la Villa de París”, situados en la calle Carretas, 35; después en la de Montera, 8 y más tarde en la esquina de la calle de Alcalá con la de Sevilla (antigua de Peligros), encima del Café Suizo.


La Compañía Española General de Comercio
En 1846, Lorenzo García fue miembro de la Junta fundadora y director de la Sociedad anónima Compañía Española General de Comercio, en unión de otros comerciantes y capitalistas entre los que se encontraban Antonio Jordá y Santandreu, Narciso y Ginés Bruguera, Mateo de Murga, Francisco de las Rivas, y otros tantos asociados.

Según había informado la dirección, los grandes almacenes de la Compañía, suministradores al por mayor y al por menor, se abrirían consecutivamente entre el 1º y el 15 de septiembre de ese año: el primero en la calle Capellanes, 10 (casa antigua de la Misericordia), adquirido en propiedad, y el segundo en la calle del Carmen. Al año siguiente se abriría un Bazar en el pasaje de Murga, también conocido como pasaje del Comercio (calle de la Montera, 33 moderno).

Una noticia de El Español, del 11 de julio de 1846, nos habla del almacén de la calle Capellanes: 
«Según nos han asegurado, la casa situada en la calle de Capellanes, frente a la plazuela de las Descalzas, donde estuvieron las oficinas del Eco del Comercio, ha sido comprada por una sociedad de capitalistas. Esta noticia nos la confirma un periódico de la tarde cuando dice que, esa sociedad piensa derribar la finca, a cuyo efecto se han mandado ya desocupar todas las habitaciones, y construir un edificio de nueva planta, destinado a grande almacén de toda especie de quincalla, relogería y otros géneros de comercio, en el que podrán surtirse las demás tiendas y tratantes al pormenor. El nuevo local deberá estar dispuesto con el mayor lujo, y tendrá todas las dependencias necesarias para almacenar con la debida separación la enorme cantidad de manufacturas que piensa reunir la nueva empresa».
Para muchos resultará conocida la ubicación del gran almacén porque allí nacerán los famosos bailes y la emblemática casa Viena Capellanes.

Meses más tarde, el 16 de octubre, el mismo periódico se hacía eco de la noticia publicada por El Clamor y daba cuenta de la inauguración de la gran tienda situada en la calle del Carmen.
«Ayer a las siete de la tarde se abrió la gran tienda de géneros de moda que la Compañía Española de Comercio ha establecido en la calle del Carmen. La extensión de esta magnífica tienda, el lujo y aparato con que está adornada, y la abundancia, variedad y esmerado gusto de todos sus géneros, colocan a este establecimiento en una esfera superior a cuantos de su clase existen en esta corte.
En prueba del lujo con que está adornada la tienda de la sociedad del Comercio, bastará decir que la estantería, elegante, simétrica y barnizada de blanco, se distingue por sus remates y molduras doradas; en los intermedios de las puertas hay magníficos espejos con marcos preciosos, confidentes y sillas con asientos de terciopelo carmesí; y tanto en la parte interior como en la de afuera, lujosos quinqués de reverbero.
En la noche de ayer era inmensa la concurrencia, y los elegantes dependientes que sirven el establecimiento, no tenían manos a despachar los géneros, especialmente los que merecen la elección del bello sexo. Gran porvenir está reservado sin duda a una sociedad que comienza con tales auspicios. Si la tienda abierta ayer al público madrileño con tanta pompa y lucimiento ha llamado la atención hasta un punto indecible, el despacho extraordinario que se está verificando en el depósito que tiene la misma compañía en la calle de Capellanes no traerá menores beneficios a esta empresa colosal, que reúne a la vez grandes capitales y personas sumamente entendidas».
En el Archivo de la Villa se conserva el expediente de obras realizadas en el edificio de la calle Capellanes, 10, a solicitud de sus propietarios: Narciso y Ginés Bruguera y Lorenzo García. Se trata de licencias de obra de 1853 y 1854. Existe otro expediente de 1860 en el que aparece únicamente Ginés Bruguera como propietario.



El almacén de papeles pintados y otras propiedades
En 1853, el almacén de Lorenzo de la calle del Carmen, 18, fue adquirido por los señores Casimiro Mahou y Santiago Ballesteros, dueños del almacén del mismo género titulado “Las Maravillas”, de la calle Espoz y Mina, 4. Estos empresarios habían instalado su fábrica en la carretera de la Mala de Francia, cerca del depósito del canal de Isabel II.

"Las Maravillas" fábrica de papeles pintados de los señores Mahou y Ballesteros.
La Ilustración. Madrid, 6 de abril de 1857

Cuando los comercios cerraban o se fusionaban con otros, muchos dependientes probaban suerte y constituían sus propios comercios, siempre avalándose ellos mismos como exempleados de tal señor o tal comercio. Ese fue el caso de los emprendedores Gregorio Fernández y José Blanco (Blanco-Fernández y Compañía), antiguos dependientes de Lorenzo García, quienes adquirieron el almacén del mismo ramo titulado “La Moderna”, situado —casualmente— en la calle de Alcalá, 50.


A este escenario, con importantes asociaciones, nuevas construcciones, avances del comercio y la industria madrileña, se sumaba la monumental reforma de la Puerta del Sol. Por este último motivo, en 1857 se le expropian a Lorenzo su finca de la calle Montera, 4, y las de la calle del Carmen 10 y 13. La tasación total fue de 1.772.491,53 rs. vn. 
Lorenzo García falleció en Madrid el 29 de marzo de 1858, dejándonos esta historia de vida. 

En lo que respecta al emporio creado por la Compañía Española General de Comercio, el Bazar instalado en el pasaje de Murga cerró sus puertas en 1848 por decisión de la Junta directiva de la Compañía. Por su parte, a finales de 1849 dejó de existir el almacén de la calle Capellanes, 10. De aquel floreciente emporio sólo se conserva el pasaje de la calle Montera.

Carlos Villamil, Ignacio de Olea y el antiguo edificio de la calle de Alcalá, 50
El 7 de diciembre de 1846, don Carlos Villamil, propietario de la casa 3 de la calle de Alcalá número 50, solicitaba al Ayuntamiento la demolición de la casa existente para construir otra de nueva planta. En febrero de 1847 se verificaba la venta del solar a don Ignacio de Olea, quien presentaba un nuevo proyecto. La licencia era aprobada el mes de marzo.
En la imagen vemos los dos proyectos incluidos en el expediente 4-48-70 (1846/47), ambos firmados por el arquitecto Miguel García.


La reducción de la longitud en la fachada del proyecto de Olea con respecto al de Villamil venía expresada en el expediente con indicación de la Comisión de obras, seguramente en previsión de la trazada de la calle Cedaceros que afectaría a los edificios de Alcalá, 46 y 48.

Carlos Villamil
Era el primitivo propietario de Alcalá, 50. Vivía en ese domicilio cuando en 1838 ocupó el cargo de Regidor del Ayuntamiento Constitucional, tal y como consta en el Diario de Avisos de Madrid del 18 de marzo de ese año. Su vinculación con el consistorio será reiterada, en 1856 volverá al consistorio por orden de Francisco Serrano.


Fue presidente de la Sociedad especial minera “La Linaresa”. Curiosamente, algunas de sus juntas generales se celebraron en el Centro minero de la calle Capellanes, 10.
En septiembre de 1861 esta sociedad se fusionaba con la especial minera “Segunda Makirna”, formando la Compañía “Linaresa y Segunda Makirna Unidas”.
Villamil también fue propietario del edificio ubicado en la calle de Santa Isabel, 1 esquina con la de Atocha, 50. El inmueble aún existe. 



Ignacio de Olea y Artiaga
Este segundo propietario también tuvo vinculación con el Ayuntamiento, siendo alcalde en dos ocasiones. Primero en 1843 y después en 1854. Además, fue Senador Vitalicio del Reino en la legislatura 1854-1860. [Ver ficha del Senado]


Si todos los citados fueron personas importantes en diferentes ámbitos y durante el convulso Madrid isabelino, el sastre que ha sido motivo de la realización de este artículo también lo fue en su ramo y en su época. A las conexiones, casualidades y/o curiosidades que han estado presentes en este texto, se suma ahora lo anecdótico.

La sastrería Emilio Núñez
En el principal del edificio de Alcalá, 28, se instalará en 1926 el sastre Emilio Núñez. Curiosamente, en el mismo lugar estuvo la sastrería “Walter. Ladies & Gentlemen Taylor”. Sabemos que Núñez y Walter pudieron trabajar en sociedad durante un tiempo.

También estuvieron en ese edificio la agencia en Madrid de los "Vapores-Correo de A. López y Compañía" y las oficinas centrales de la "Casa Faustino Nicoli", afamado marmolista con presencia en Madrid desde 1835. Los talleres y almacenes estaban en la calle Pacífico, 28, y en la calle de Fuenterrabía, 4. 

Otros de los vecinos instalados allí fueron la Cooperativa de capitalización y crédito “La Providencia de España” y al menos dos compañías de Seguro Marítimo que se hundieron rápidamente. En 1936 se instaló en la tercera planta la Sociedad “TAULESTO”, fabricantes de los chalecos del mismo nombre contra balas de armas cortas. También estuvo allí desde 1925 la librería “Voluntad”, hasta su cierre en 1931. Pero hubo más comercios que trataremos en otro artículo. 

Emilio Núñez fue uno de los tantos sastres acostumbrados al corte clásico, con una clientela variopinta pero acomodada. La ubicación de su sastrería daba cierta categoría que él sabía aprovechar. Quizás por eso, fue uno de los sastres de Franco y, según sus palabras, también del rey Juan Carlos I. 
Así lo había contado en una entrevista a Hoja del Lunes realizada con motivo del fallecimiento del dictador; sin embargo, nada decía del monarca. 
Recordaba que la primera vez que hizo un trabajo para Franco había sido en 1934, por el luto de su madre. En aquellos tiempos acudía a la sastrería a hora temprana, antes de las pruebas de otros clientes.
Más adelante, en 1936, le confeccionó un frac, un chaqué y dos trajes de paisano con el mejor paño inglés. Decía que aquellos trajes habían costado 325 pesetas cada uno. El mismo frac, sometido a algunos retoques, lo había utilizado Franco en 1966 para la ceremonia de reinauguración del Teatro Real.

En 1937, en su sastrería de Salamanca, confeccionó el traje militar que aparece en fotografías históricas durante la presentación de credenciales de los embajadores de Italia y Alemania. Luego, acabada la guerra, confeccionará el uniforme de Falange y «otros blancos, sencillos, cerrados por una fila de botones». Años después, le confeccionará algún gabán y chaquetas cruzadas, al menos hasta la década de los sesenta. 


Núñez reconocía que durante la guerra y la postguerra se encontraba con muchas dificultades por la falta de producción de telas españolas, por lo que debía recurrir al género extranjero. Antes y después, como lo hicieron sus colegas del siglo XIX trayendo las novedades de la moda de París, con frecuencia se anunciaba que Emilio Núñez había regresado de Londres con las últimas novedades para su sastrería.

La nueva vida madrileña de la década de los cincuenta y los importantes avances en la industria textil le permitieron codearse con lo más granado de la moda. Así, después de treinta y seis años al frente de su sastrería, en 1962 participará en el Festival de las Fibras Modernas, celebrado en el parque de El Retiro. Junto a él, los sastres Ginés Lorca, López Herbón, Juan Camps y “El dique flotante”.
En el evento se presentaron ochenta y seis modelos de los modistos Pedro Rodríguez, Asunción Bastida, Santa Eulalia, Molas-Ruiz, Pedro Rovira, Herrera y Ollero, Lino, Marbel, Vargas Ochagavía y Lanvin-Castillo. Para entonces, Núñez ya formaba parte de la Alta sastrería de Madrid. 
Por cierto, el diseñador de la firma francesa Lanvin-Castillo era Antonio Cánovas del Castillo (Antonio Castillo), descendiente del presidente Cánovas.

PUEBLO. Madrid, 16 de abril de 1962 (Año XXIII, núm. 7037)

Os invitamos a disfrutar del desfile, al que asistieron 1500 personas (todas de rigurosa etiqueta) accediendo al archivo NO-DO de RTVE desde este enlace: [NOT N 1009 B - Informaciones y reportajes. Minuto 2:49]

Las crónicas del evento resaltaban el triunfo del ARTILENE, tejido compuesto de legítima lana de Australia y fibra de terylene, resistente a las arrugas, casi sin necesidad de plancha, de secado rápido y tan resistente como "el acero". De los dieciséis trajes masculinos que desfilaron, doce estaban confeccionados con ese tejido.
«Con Artilene se pueden confeccionar toda clase de prendas. Ayer lo pudimos comprobar: desde el traje “sport” hasta el de vestir, o al elegante chaqué, o al confortable gabán. En verano, el Atilene constituye el tejido ideal: liviano, fresco y de muy poco peso. En invierno se sigue llevando, pero sobre todo para la fabricación de pantalones».


Poco más podemos contar del sastre Emilio Núñez. La investigación genealógica no aportó datos y la información gráfica es escasa, por lo que es muy limitada la historia, aunque también muy interesante.


Al menos, la mirada atenta del lector que localizó el cartel colocado en la fachada del edificio y amablemente nos facilitó las etiquetas de una prenda de su colección, fue motivo suficiente para la realización de este artículo. 

En señal de agradecimiento, a él se lo dedicamos.


© 2023 Eduardo Valero García - HUM 023-005 ALCALÁ-NÚÑEZ
Historia Urbana de Madrid
ISSN 2444-1325


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Fuentes consultadas:

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Biblioteca Nacional de Francia
Archivo de la Villa - Memoriademadrid - Ayuntamiento de Madrid
Biblioteca Virtual de Prensa Histórica
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