Un jovencísimo Benito Pérez Galdós escribe un artículo costumbrista en el diario progresista La Nación donde hace referencia al Carnaval y los bailes de máscaras celebrados en Madrid en 1865.
La Nación había sido fundado el 2 de mayo de 1864 y Galdós comienza a colaborar en él, por mediación del periodista Ricardo Molina, el 3 de febrero de 1865. Lo hace como crítico de música en la columna "Revista musical"; más tarde, a partir del 23 de febrero, como cronista de la realidad y actualidad del Madrid y la sociedad madrileña del Siglo XIX, en las columnas "Revista de la semana" y "Revista de Madrid". Estos artículos costumbristas, que se extenderán hasta el 13 de febrero de 1868, tendrán una notable influencia en sus novelas de la Primera Época. (La Fontana de Oro; La Sombra; El Audaz; Doña Perfecta; Gloria; Marianela; La familia de León Roch)
Por un momento avanzamos hasta el año 1865 en los capítulos de Galdós en el Siglo XIX, para revivir el Carnaval de aquel año.
Recordamos a nuestros lectores los capítulos ya publicados de esta serie con sus correspondientes enlaces:
Capítulo I (1860) - Capítulo II (1861) - Capítulo III (1862) - Capítulo IV (1863) Parte 1
Carnaval de 1865
Hace casi 150 años, el 4 de marzo de 1865, poco antes de cumplir veintidós años, Galdós escribirá un texto dedicado al Carnaval madrileño en la columna "Revista de la semana" de La Nación.
El joven Benito ya se conoce todos los rincones de Madrid y viene observando los usos y costumbres de las clases sociales madrileñas desde su llegada a la Corte. Su hábil pluma comienza a retratar todo lo que ve con trazos críticos y punzantes, pero no exentos de humor.
En "Carnaval" arremete contra la tontería y ridiculez humana, dejando para la posteridad un detallado relato de cómo celebraba Madrid las Carnestolendas. Más allá del interés histórico que para nosotros representa, el artículo es una feroz crítica a la falsa e hipócrita sociedad decimonónica.
Finaliza la crónica con una breve reseña sobre los bailes de máscaras, donde menciona, por ejemplo, los organizados en el Teatro Real o el Salón de Capellanes.
La Nación había sido fundado el 2 de mayo de 1864 y Galdós comienza a colaborar en él, por mediación del periodista Ricardo Molina, el 3 de febrero de 1865. Lo hace como crítico de música en la columna "Revista musical"; más tarde, a partir del 23 de febrero, como cronista de la realidad y actualidad del Madrid y la sociedad madrileña del Siglo XIX, en las columnas "Revista de la semana" y "Revista de Madrid". Estos artículos costumbristas, que se extenderán hasta el 13 de febrero de 1868, tendrán una notable influencia en sus novelas de la Primera Época. (La Fontana de Oro; La Sombra; El Audaz; Doña Perfecta; Gloria; Marianela; La familia de León Roch)
Por un momento avanzamos hasta el año 1865 en los capítulos de Galdós en el Siglo XIX, para revivir el Carnaval de aquel año.
Recordamos a nuestros lectores los capítulos ya publicados de esta serie con sus correspondientes enlaces:
Capítulo I (1860) - Capítulo II (1861) - Capítulo III (1862) - Capítulo IV (1863) Parte 1
Carnaval de 1865
"Hay en el año, ó mejor dicho cada año tiene señalada una época en que la humanidad se entrega á los placeres con una insistencia, con una locura, que casi se diría que es la última vez de su vida en que pueda divertirse y solazarse. En esta época, esperada con ansia por los jóvenes, buscada con curiosidad en los almanaques por los viejos, parece que se trata de disfrutar de todos los más goces posibles, como si al cabo de tres días la inflexible Parca, debiera cortar el hilo de nuestra existencia. Parece que no nos queda tiempo para que nuestra alma y nuestro cuerpo saboreen todas las diversiones, abarquen todos los anhelos hasta allí esperados; como si en lontananza viésemos algún bien apetecido y camináramos afanosamente en su busca, siempre en balde." Florencio Janer [1]
Hace casi 150 años, el 4 de marzo de 1865, poco antes de cumplir veintidós años, Galdós escribirá un texto dedicado al Carnaval madrileño en la columna "Revista de la semana" de La Nación.
El joven Benito ya se conoce todos los rincones de Madrid y viene observando los usos y costumbres de las clases sociales madrileñas desde su llegada a la Corte. Su hábil pluma comienza a retratar todo lo que ve con trazos críticos y punzantes, pero no exentos de humor.
En "Carnaval" arremete contra la tontería y ridiculez humana, dejando para la posteridad un detallado relato de cómo celebraba Madrid las Carnestolendas. Más allá del interés histórico que para nosotros representa, el artículo es una feroz crítica a la falsa e hipócrita sociedad decimonónica.
Finaliza la crónica con una breve reseña sobre los bailes de máscaras, donde menciona, por ejemplo, los organizados en el Teatro Real o el Salón de Capellanes.